El peronismo
vive horas oscuras. Las incertidumbres se asemejan, tal vez, a las que lo atravesaron a la muerte
de su fundador. Y siendo la columna vertebral del movimiento nacional y
popular, sus crisis históricamente se convierten en crisis nacionales. Mientras
las declaraciones estridentes, las afirmaciones insólitas, las propuestas
descabelladas encuentran un terreno abonado por el triunfo cultural del
neoliberalismo y la postpandemia, el gobierno se debate entre sus
indecisiones, su pavor a toda confrontación, su notable capacidad de dispararse
a los pies y al inocuo intento de seducir al poder económico por medio del
diálogo y la persuasión. La oposición tiene claro su objetivo: que pase
el tiempo para ganar las elecciones ya que la campaña la hacen los medios
dominantes convertidos en grupos de tareas periodísticos, las disputas feroces
dentro del oficialismo y un gobierno loteado en su administración que a la
habitual pesadez de un Estado desmantelado se suma la neutralización de miradas
e intereses contrapuestos. Es tan sencillo el desplazamiento opositor que
ello abre el juego a furiosas internas en donde el papel de paloma ha sido
enterrado y todos se visten con los ropajes de halcones, con afirmaciones tan
brutales acorde con las aves de rapiña que representan.
A eso se
suman grandes franjas de las clases medias atemorizadas que odian al gobierno
con un furor profundo, sectores populares cuya participación en el ingreso
nacional ha caído por debajo de la distribución de la catástrofe macrista;
franjas juveniles que no se encuentran representadas y que confunden la
pandemia con la cuarentena que les privó desde el viaje de egresados a la
fiesta de quince y que manifiestan su descontento a través de figuras más
cercanas a la psiquiatría que a la política. Con una justicia desnuda
arropada por el poder económico y siendo éste de una capacidad notable para
multiplicar sus ganancias aún en pandemia, pero con una ceguera ideológica que
le hace optar por alternativas acordes a sus creencias y prejuicios pero que
históricamente han padecido en el resultado de sus balances.
Un país cuya
decadencia social está en las calles, con escenas insultantes para personas
mínimamente sensibles, y que transcurridos casi 39 años de democracia no pudo
bajar nunca del 20 % de pobreza y tiende a duplicarla mientras se muestra
impotente para bajar la informalidad por debajo del 35% con tendencia creciente
a aumentarla.
Con
ese panorama las disputas a cielo abierto de la coalición gobernante expresan
en última instancia la carencia de soluciones a la envergadura de la crisis. Alberto Fernandez ha
sido un operador eficiente pero al que el traje de presidente, más allá
de varios aciertos en condiciones muy adversas que el tiempo reconocerá,
parece que le queda holgado. La vicepresidente es la figura política más
importante del país. Dotada de una capacidad expositiva que sólo encuentra
comparaciones con Perón, Hugo Chávez o Fidel Castro, un cuadro político que
supera por muchos cuerpos a la mediocridad generalizada, más allá de muchos aciertos,
no se ha caracterizado por ser una gran estratega política ni muy avezada en la
selección de sus colaboradores. La idea de formar parte de un gobierno de
la cual es su principal artífice y representante del capital mayoritario, y
simultáneamente opositora, visualiza un futuro explosivo mientras intenta que
al estallar la deje a salvo del fracaso lo que es a todas luces un oxímoron.
Muchas de sus puntualizaciones son absolutamente correctas, desde el colador de
la aduana, que también lo fue durante sus gobiernos, a la ceguera de la
conducción del Banco Central por donde se han evaporado dos años de excelentes
superávits comerciales. Un festival de importaciones, muchas increíbles en un
país donde la falta de dólares es histórica, desde la importación de biblias a
1000 dólares cada una o la de frutas y carne de cerdo; o autorizar el pago de
presuntas deudas entre sucursales y casas matrices sin un riguroso análisis es
de ingenuos o cómplices. La ineptitud de la AFIP en algunas cosas es
proverbial.
Repetir
la estrategia de dar por perdida las elecciones o no concentrar esfuerzos
militantes para ganarlas como en el 2015, y atrincherarse presuntamente en un
triunfo en la Pcia. de Buenos Aires donde no hay balotaje, tiene por lo menos
dos inconvenientes: el primero es que si viene una marea opositora el
kirchnerismo también perderá en su bastión, que es fundamentalmente en dos
cordones multitudinarios del conurbano. El segundo es que si se gana con un
gobierno de signo absolutamente contrario y dispuesto a terminar con “el
populismo”, la gobernabilidad se vuelve muy dificultosa y el fracaso muy
próximo.
ARGENTINA NO ES UN PAÍS POBRE
Últimamente
nos tratan de convencer que la Argentina es un país pobre cuando en realidad es
un país saqueado. Incluso sin cambiar fundamentalmente su
estructura productiva, no es necesario hacer una revolución o sí hacerla en
términos burgueses como lo intentó en sus mejores versiones el peronismo en
reemplazo de una burguesía nacional pequeña, torpe y cobarde, sólo cerrando sus
hemorragias y recuperando algunos resortes básicos, se puede dar vuelta la
tortilla de la decadencia.
Control de
aduanas y puertos, recuperación de la Hidrovia, concentración del comercio
exterior en manos del Estado, usar la tecnología y la base de datos de la AFIP
para mejorar la distribución de la riqueza y una reforma impositiva progresiva,
cambia de raíz la idea de que una sucesión de parches hechos mal y a destiempo,
son un salto al futuro.
LOS ORÍGENES DE LA DECADENCIA
Para demoler
buena parte del modelo peronista se necesitó de las inclemencias criminales de
la Revolución Fusiladora, las desnacionalizaciones de la llamada “Revolución
Argentina”, el Rodrigazo, la dictadura establishment-militar de 1976, y los dos
gobiernos de Menem. Para arrasar con muchos de los avances del kirchnerismo el
macrismo necesitó pocos meses.
En cada uno
de los retornos del movimiento nacional y popular, con Duhalde, con Néstor
Kirchner, con Alberto Fernández, se partió de escalones cada vez más inferiores
y eso demuestra que el poder de destrucción de los modelos liberales y
neoliberales es mucho más potente que la capacidad de reparación del movimiento
nacional y popular.
Los males de
la economía argentina tienen fechas precisas:
El bimonetarismo tiene su puntapié inicial con Rodrigo, el endeudamiento
esclavizante que incluye la estatización de la deuda privada con el gobierno de
la dictadura establishment militar de 1976 y la conformación de activos no
declarados de argentinos en el exterior se aceleró durante los 39 años de
democracia. La restricción externa se acentúa con el modelo de sustitución de
importaciones. Distinto es el caso de la inflación que siendo multicausal
siempre permite encontrar una explicación a mano pero nunca una solución.
Si en la
década del setenta la idea de la Revolución estaba presente con índices que hoy
nos harían inmensamente felices ( 4% de pobreza y desocupación), después del
fin de la dictadura Alfonsín ganó recitando el Preámbulo de la Constitución
surgido bajo la cobertura de los ganadores de la batalla de Caseros, es decir
del modelo de economía primaria exportadora complementaria de Inglaterra. No
habían pasado 7 años, sino 70 en términos sociales y políticos.
NO ALCANZA CON HACER LO MISMO
Hay una
pereza intelectual que nos atraviesa y atraviesa a la sociedad. Hay una
conformación social diferente a la que no se la seducirá con recetas surgidas
para solucionar problemas diferentes. Al 40 % que está excluido de la
formalidad laboral nada le dice el no del gobierno a la reforma laboral.
Al contrario, lo tienta más que se haga y le abra la puerta de entrada aunque
mañana si se formaliza le habrán arrancado derechos. Por el otro lado la actual
situación y sus perspectivas atenta contra la sostenibilidad del sistema
jubilatorio que para funcionar razonablemente debe contar con 4 activos por
cada pasivo. Aquí ya estamos cercanos al 1 a 1. Como hay décadas de
informalidad hay mucha gente que si no se abren moratorias para que se los
jubile y se descuente de sus haberes parte de lo que no pudieron pagar,
estarían a la intemperie, pero esto va produciendo necesariamente un
desbalanceo cada vez más profundo. Sin una reforma impositiva que incremente la
presión sobre los sectores poderosos del cual surjan los ingresos para sostener
entre otras cosas el sistema jubilatorio, sólo cabe esperar una creciente
socialización de la indigencia.
En la
segmentación de tarifas se coloca en la misma situación a una pareja de
bancarios que aquel que tenga muchas propiedades, avión o barco. Y eso se vende
como sintonía fina.
Esto no se
discute o no se lo debate en profundidad desde el campo nacional y popular como
tantos otros temas que parecen clausurados, como la inseguridad , la
restricción externa, la creación de trabajo . Lo mismo la necesidad de
reestructurar el Estado no como propone el neoliberalismo sino con otra visión
que significa que permita cumplir eficientemente las funciones imprescindibles
que debe desempeñar. Crear la carrera de Contador Público del Estado y Empresas
Públicas en la Facultad de Ciencias Económicas podría ser un primer paso e
incentivar una mística por la cual en los hechos sea fácilmente reconocible que
lo estatal desde la educación a la salud, desde la seguridad a las empresas del
estado, siempre estén en un nivel superior.
UNA REALIDAD BORDEANDO EL PRECIPICIO
La deuda
externa con el Fondo Monetario Internacional, acreedores privados y el Club de
París se pateó para adelante y sigue siendo impagable a partir del 2024. La deuda
interna en pesos, más del 75% indexados, supera la masa monetaria y funciona
como el esquema Ponzi, que funciona mientras en cada suscripción de bonos
los poseedores lo renueven o ingresen nuevos. La Argentina al mismo tiempo que
se recuperó macroeconómicamente mucho más rápido que lo esperado, pero como la
desigualdad aumenta, los frutos de la recuperación no llegan a la base de la
sociedad que cada vez es más amplia porque aún muchos de los trabajadores
formalizados no superan la línea de pobreza.
Un
gigantesco sistema estatal de cobertura social, con nuevos actores que van
desde los movimientos sociales a la economía popular, impide estallidos pero congela la pobreza. Es
muy diferente a lo que sucedía de 1946 a 1955 donde la Fundación Eva Perón amortiguaba
transitoriamente donde la inclusión del desarrollo peronista aún no llegaba.
La interna
oficialista que entremezcla principalmente diferencias ideológicas y también
cuestiones personales muestra un presidente cada más aislado y lentamente
abandonado por los que querían fundar el Albertismo y una vicepresidenta,
arrepentida de su gran decisión estratégica de mayo del 2019, de notable
eficacia para derrotar a Macri, pero que se reveló deficitario y contradictorio
para gobernar en circunstancias difíciles y excepcionales.
Muchas de
las críticas certeras de Cristina Fernández han arrojado cada vez con mayor
intensidad a Alberto Fernández en apoyarse, afuera, en el establishment y
adentro en algunos movimientos sociales ( Evita, Barrios de Pie, La Dignidad) .
A pesar de ser un hombre que siempre fue amigable con el poder económico, el
origen popular de su mandato lo hacen siempre desconfiable, más allá de todos
sus gestos. El poder económico apoya desde el corazón y por su
confusión ideológica a “Juntos por el Cambio”. Arropa a Alberto Fernández
sólo en la medida que no avance Cristina Fernández.
Aquí hay
una doble confusión: tanto el “Círculo Rojo” como los kirchneristas
incondicionales ven a Cristina Fernández como una Rosa Luxemburgo
contemporánea. El poder económico exagera sus aprensiones basadas más en
prejuicios que realidades y el núcleo duro del kirchnerismo inventa una
Cristina revolucionaria.
En
términos de una sociedad crecientemente corrida a la derecha pueden parecer
ciertas ambas apreciaciones erróneas.
Parece que
con diferentes contextos, con escenarios muy diferentes, la película se
retrotrae a la década de los setenta donde la interna peronista enfrentó a un
Perón viejo y enfermo, pero con su notable envergadura histórica y la Tendencia
Peronista.
Cada disparo
certero de la vicepresidente expulsa a un funcionario del riñón del presidente
de sus funciones. En cambio el Presidente no ha podido desplazar ningún
funcionario kirchnerista, incluso a funcionarios menores como Federico
Basualdo, Subsecretario de Energía Eléctrica y Federico Bernal Interventor del
Enargas. Es una contradicción: por un lado la Isabelización de Alberto
Fernández y por el otro exigirle ponerle límites al poder económico, más allá
que eso no esté en su ADN.
Es de
ciencia ficción: Alberto Fernández conversa y cena en Olivos con Paolo Rocca
pero no con su vicepresidente Cristina Fernandez.
Cristina
hace públicas sus conversaciones con dos economistas neoliberales como Martín
Redrado o Carlos Melconián pero no se puede reunir con Alberto Fernández.
En otro
contexto muy diferente y en escenarios separados por 49 años, la interna
peronista se vuelve a repetir desmintiendo a Carlos Marx, porque parecen
desplegarse las dos veces como tragedia. La Tendencia peronista que ocupaba
importantes puestos en el gobierno nacional y gobernaba la Provincia de Buenos
Aires, Mendoza, Córdoba, Santa Cruz, y Salta actuaba también como oposición
interna y se imaginaron que Perón, un presidente viejo y enfermo pero con la
dimensión histórica de Perón, conduciría el país hacia la patria socialista.
Come,tían un error simétrico al de sus padres gorilas que lo combatían por
fascista. El hilo conductor entre Perón y Cristina Fernandez son sus
mismos enemigos, similares denuestos y que intentaron e intentan con virtudes y
defectos una “revolución francesa” sin contar con el actor histórico, una
burguesía nacional.
En el actual
gobierno el kirchnerismo no tiene la lapicera pero sí importantes lugares de
poder y el gobierno de provincias como Buenos Aires, Chaco y Formosa.
En el modelo
de sustitución de importaciones, tanto Perón como Cristina padecieron las
consecuencias de la restricción externa, que abonó el terreno para la
Revolución Fusiladora en el primer caso y para llegar con la lengua afuera en
el segundo caso. Esto no quita sus innegables méritos, pero para afrontar
nuevas experiencias superadoras y no meramente paliativas de la destrucción de
los gobiernos neoliberales es conveniente no almibarar el pasado, a la que la
vicepresidente es muy afecta. En el 2015, el déficit fiscal fue 5,1%, el saldo
negativo de la balanza comercial fue 3035 millones de dólares, el primero desde
1999, las reservas bajaron el último año 6.000 millones de dólares, la balanza
de pagos tuvo un déficit de 15.934 millones de dólares y la inflación del 2014
( las de las consultoras privadas que ahora toma Cristina, no la del Indec que
dio 23,9%) fue del 38,5%. La inflación del 2015, según el gobierno macrista
porteño fue del 26,9%
LA CRISIS DEL PERONISMO ¿ES TERMINAL?
Nadie
puede ni debe extender el certificado de defunción al movimiento popular más
longevo de América Latina. Tan falaz como suponer que es eterno.
El
politólogo y sacerdote jesuita Rodrigo Zarazaga sostiene que es la base del
peronismo la que se ha dividido y eso explica las fracturas por arriba.
Sostiene: “El peronismo está perdiendo algo sin darse cuenta. Con estos
niveles de inflación, el discurso contra los políticos entra en los barrios y
empieza a cargarse al peronismo, eso es nuevo. Hoy un plan social
no alcanza para que alguien te vote y los pibes de 21 años que viven en la
villa no conocen nada bueno.” El sociólogo y analista político Ricardo
Rouvier en la Tecla Ñ, bajo el título “La declinación peronista” escribió:
“Anticipamos que se va perdiendo presencia e interés de la sociedad civil
sobre la política en general y también sobre el peronismo empezando por los
jóvenes que son una señal del futuro que ha llegado”
La disconformidad
con la política y los políticos que se extenderá posiblemente a los
representantes en general encuentra vías imprevisibles y pueden encarnarse en
personajes tan insólitos como peligrosos como Javier Milei, que sería
superficial suponerlo sólo una creación televisiva.
El escenario
es complicadísimo, el aislamiento del Presidente es creciente y la ofensiva de
Cristina irá en aumento para intentar separarse de un gobierno del que forma
parte pero del que intenta despegarse sin romper formalmente. Es la cuadratura
del círculo. Hay cierto aire al gambito 2015 que llevó finalmente a Macri al
gobierno. La jugada es tan peligrosa que nada debe descartarse, incluso un
naufragio anticipado.
El peronismo
en su conjunto está encerrado en un laberinto sin respuestas para superar la
situación. No levanta ningún sueño y por lo tanto no seduce a sectores
juveniles no militantes.
Carece de
una jefatura indiscutida y de candidatos nuevos ganadores. A pesar de ello,
algunos encuestadores le dan hoy al Frente de Todos unido, como espacio, un 30%
a solo 4 puntos de “Juntos por el Cambio”.
Es difícil
de creer con una inflación elevadísima y que se muerde la cola porque el
acuerdo con el FMI obliga actualizar tarifas y mantener el tipo de cambio
alineado con la inflación.
No es
descartable que una derrota abultada produzca una implosión del peronismo.
No hay nada
eterno en la historia. Hemos sido testigos de la desaparición de los partidos
comunistas, de la reducción al mínimo de muchos partidos socialistas europeos
como así también del adelgazamiento hasta
la insignificancia de las dos coaliciones chilenas; de la implosión de
la Unión Soviética y de la caída del Muro de Berlín, entre otros hechos
notables recientes.
El
peronismo no está muerto pero está enfermo y con pronóstico reservado. Su crisis se superpone
con la crisis del país y lo atraviesa porque para salir se necesitan propuestas
nuevas y superadoras de las tradicionales. Romper sus habituales límites. El
presidente está claro que está por debajo de las recetas históricas y la
vicepresidente sin lapicera pero desde la tribuna y acompañada por su hinchada
mayoritaria encuentra la salida, el futuro, en sus dos presidencias.
El
panorama se ensombrece hasta límites tenebrosos, porque la oposición, el brazo
político del poder económico troglodita, cree que ha llegado el momento de concluir
definitivamente la contienda histórica de dos modelos, que por otra
parte va ganando ampliamente por puntos. Viene por el nocaut definitivo.
Ahí también
la historia que es una libretista original puede dar una sorpresa. Nada está
definido.
Adaptando
una vieja frase de Carlos Marx sería bueno que se la tenga presente: “Los
gobiernos nacionales y populares deben levantar su historia pero sacar sus
poesías del futuro, no del pasado”
POSDATA: en el fin de semana se
profundizó la crisis que concluyó provisoriamente con la renuncia del Ministro
de Economía Martín Guzmán, cuando la vicepresidenta lo mencionaba coincidiendo
al renunciante con Carlos Melconian.
La relación
de la fórmula presidencial que derrotó al macrismo está definitivamente rota.
En medio de una crisis política profunda que intento explicar más arriba, con
un segundo semestre económico al borde del precipicio, Alberto Fernández está en su momento de
debilidad más profunda y se resistió entregarle el gobierno a Sergio Massa que
pretendía convertirse en un superministro, y relegar la presidencia a una
formalidad. Cristina Fernández ha logrado desplazar a los principales
funcionarios que apuntó “como funcionarios que no funcionan”. Falta el Ministro
de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.
Todo esto en el marco de la conmemoración de un nuevo aniversario de la
muerte de Perón. Todo esto sucede en el partido que tiene una marcha
movilizadora insuperable que dice “los muchachos peronistas todos unidos
triunfaremos” y conmemora “Un día de la Lealtad” .
29-06-2022
·
Publicado
en la Tecla Ñ, Diario Registrado y en el portal de Radio Cooperativa
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