CONFUSIONES
La palabra confusión tiene diversas acepciones. Se
puede referir a “la falta de claridad y orden causada por la mezcla de cosas o personas diversas
que no pueden distinguirse unas de otras”. Otra es “equivocación que se produce
cuando se toma una cosa por otra o no se hace la distinción debida”.
Creo que hay confusión sobre diferentes
temas. Aquí trataré las que existen sobre reservas, Fútbol Para Todos,
devaluación, y las que se vertieron sobre la reelección y las crisis.
RESERVAS
En los últimos meses el tema reservas ha irrumpido en
el primer plano. El haber bajado nuestro país de 52.000 millones de dólares a
alrededor de 29.000 millones es un toque de atención que merece una mirada de preocupación. Lo que
se omite considerar en el análisis, es que ese nivel récord de reservas fue
logrado en esta década y que las mismas no provienen de ninguna herencia
recibida de anteriores gobiernos.
Pero sobre el tema hay algunas confusiones que
merecen ser reflexionadas. La vigencia de la convertibilidad durante una década
ha dejado en la población y en forma mucho menos justificada en algunos
analistas, la idea de que la circulación
monetaria debe estar respaldada por las
reservas. Eso era necesario cuando la paridad entre el peso y el dólar establecían
a un empate monetario.
Cuando estaba en vigencia la ley 26076, por la cual
las reservas del Banco Central, debían ser afectadas a respaldar hasta el 100%
de la base monetaria. Entonces sólo se podían tener libre disponibilidad sobre
las reservas que excedían esa masa monetaria. A esas se las denomina de libre
disponibilidad y se podían aplicar para afrontar las obligaciones contraídas
con organismos financieros internacionales o aplicar a saldar la deuda social
interna.
¿A que se llama base monetaria? Es el dinero en
efectivo que tiene el público, el que disponen los bancos y los depósitos a la
vista de las instituciones bancarias.
Cuando un país tiene soberanía sobre su política
monetaria no existen parámetros axiomáticos sobre el monto de las reservas.
Algunos tratadistas sostienen que deben implicar una cantidad de meses de las
importaciones anuales y de los vencimientos próximos de las deudas contraídas.
Lo que está claro es que nadie seriamente puede
sostener que deban ser equivalentes a la base monetaria.
Otra comparación capciosa es comparar meramente las
reservas entre los distintos países sin relacionarla con su deuda externa. Se
suele hacerlo habitualmente con el PBI y eso da un coeficiente interesante para
el análisis. La comparación de los valores absolutos de las reservas puede
encerrar trampas evidentes. Durante el gobierno de Carlos Menem las reservas
crecieron hasta cifras significativas, pero la mayor parte de las mismas tenían
como contrapartida no un superávit comercial sino un incremento superlativo de
la deuda. Para ser lo más claro posible: no es lo mismo las reservas acumuladas
como fruto de un superávit de la balanza comercial y otro que sea la
contrapartida de los préstamos obtenidos.
Actualmente se resalta (y es cierta) la caída de las
reservas de nuestro país y se la compara con los incrementos de otros países
latinoamericanos. Se omite decir, que Argentina es al mismo tiempo, el país,
que en el período 2002-2013 más redujo su deuda externa: de 164% del PBI al
42,8% del mismo. Es la mayor reducción de los últimos 10 años comparado con las
deudas de los demás países latinoamericanos, que aparte de la quita significativa que se
negoció, se abonó con recursos propios ( reservas) y eso explica en parte la caída de las misma que se omite en las
explicaciones. A su vez el economista Alejandro Rebossio sostiene: “La mayoría
de la deuda está contraída con su propio Banco Central y con la Seguridad
Social local.”
FÚTBOL PARA TODOS
El Fútbol Para Todos fue una muy buena iniciativa
concretada por el gobierno de Cristina
Fernández. Rompió una s
ituación exasperantemente
discriminatoria que había permitido a un grupo hegemónico convertirse en tal,
junto con diferentes prebendas obtenidas en su oscura historia.
El gobierno decidió concentrar en “Fútbol Para Todos”
la publicidad que hacía en diferentes y múltiples medios, a la vez que
beneficiaba a los clubes porque triplicaba el monto que éstos recibían. Por lo
tanto muchos de los medios que critican lloran por los dineros que ahora no
afluyen a sus arcas.
En el momento de consumar la medida, el gobierno
expuso propósitos que luego modificó. Supuso ingresos que aparte de
autofinananciarse permitirían ayudar al deporte amateur. Hubo en algún momento
algunas publicidades privadas que Néstor Kirchner decidió cancelar quedando la
misma reducida exclusivamente a IVECO.
Todo quedó circunscripto a información de obras públicas y publicidad
gubernamental. Luego se fue extendiendo, no solamente al intervalo de quince
minutos entre los dos tiempos, sino que los relatores publicitaron programas y posicionamientos
políticos durante la transmisión. Eso revela una confusión que ya el primer
peronismo cometió. La publicidad debe ser instrumentada para que sea persuasiva
y evitar ser abrumadora. Intentar alentar a los seguidores y persuadir a los
opositores. Resulta publicitariamente contraproducente, además de
criticable, que el relator intercale
consignas partidarias en la transmisión de su relato. Además en tanto manejo de
fondos públicos, el Estado debería realizar un minucioso control del destino
que la dirigencia de los clubes da a esos fondos, cosa que hasta ahora no ha
hecho.
Cuando se intentó un cambio aparentemente estético,
el mismo aumentó la confusión. A la presencia de Marcelo Tinelli,
vicepresidente de San Lorenzo como pope de las transmisiones, se sumaba
increíblemente la vuelta de la empresa Torneos y Competencias luego de cuatro
años. La interna partidaria en donde el
apoyo al cambio estuvo a cargo de Carlos Zannini y Jorge Capitanich y la
negativa fue sostenida por la decidida
oposición de La Cámpora, concluyó con la intervención presidencial anulando
todo lo que estaba prácticamente concretado. En el medio se manosearon nombres
que iban a ser prescindidos y otros que arribaban.
La confusión sobre lo que se buscaba dejó expuesta las internas y un
tratamiento extremadamente desprolijo.
Como dice el diccionario acerca de la confusión: “la mezcla de cosas o personas diversas
que no pueden distinguirse unas de otras.”
DEVALUACIÓN
El gobierno quería actualizar el tipo de cambio que
había quedado rezagado con relación a la inflación. Dicho retraso se manifestó
electoralmente en las elecciones de agosto del 2013 donde la pérdida de
competitividad afectó a las economías provinciales y eso quedó reflejado en
distritos donde históricamente el peronismo era imbatible. Luego en octubre se
revertieron algunos resultados. También se manifestaba en un estrechamiento del
superávit comercial.
Durante el 2013 se aceleró el ritmo devaluatorio que
se intensificó a partir de diciembre. Pero eso tenía un efecto contradictorio:
los exportadores retenían las exportaciones sabiendo que a la semana siguiente
tendrían mejor tipo de cambio y los importadores adelantaban sus compras para
evitar pagarlas más. Era en materia cambiaria una medida similar en sus
consecuencias que la tomada por Alfonsín cuando propuso y el Congreso sancionó
en materia de los juicios por delitos de lesa humanidad el punto final: las
causas retenidas fueron aceleradas.
El gobierno necesitaba devaluar pero sin que el poder
económico se lo impusiera. En la pulseada el gobierno tuvo que ceder. De manera
que la devaluación tiene un lado confuso: el gobierno devaluó contra su
voluntad una medida que quería tomar conforme a su libre albedrío.
O mejor dicho la confusión en una de sus acepciones: “la falta de claridad y orden
causada por la mezcla de cosas”.
REELECCIÓN
Es posible que sobre el tema haya habido una doble
confusión. La presidenta dejó correr la versión de su presunto deseo de
continuar, a través de su núcleo talibán
para postergar lo más posible lo que se conoce como efecto del pato rengo, es
decir el tramo final del mandato de un gobernante que carece de la posibilidad
constitucional de continuar. Pero el argumento que permitía dilatar la
debilidad fue tomado por la oposición como un intento real, lo creyera o no,
para amalgamarse transitoriamente. A su vez fue una de las pancartas más
reiteradas en los cacerolazos.
Es altamente probable que ni la Presidenta realmente
quisiera continuar, ni la oposición, más
allá de sus estentóreas declaraciones lo haya creído sinceramente. Pero sobre
esa confusión se fabricó un fantasma y se deslizó una parte importante de los
hechos políticos del 2013.
Calza perfectamente la definición del diccionario
acerca de confusión desplegada sobre el tema: “equivocación que se
produce cuando se toma una cosa por otra o no se hace la distinción debida.”
CRISIS
Desde 1975, cada seis o siete años, una crisis
profunda sacude al país. La de 1975, inolvidable con el “Rodrigazo”, una de las tantas donde se combinó la
restricción externa, el debilitamiento
extremo del gobierno, la violencia política, el cataclismo político que implicó la muerte
de Perón, el protagonista excluyente del siglo XX en nuestro país, las fuerzas
armadas colonizadas y golpistas, todo lo
cual allanó el sendero al golpe criminal de 1976. Seis años más tarde, la de
1982, implicó la crisis de la deuda y el traspaso de las obligaciones privadas
al Estado. Siete años más tarde, en 1989, un golpe de mercado, con la
hiperinflación como demolición, produjo la entrega anticipada del gobierno por
parte de Alfonsín, cuando las reservas del Banco Central alcanzaban para un par
de semanas y la inflación se espiralizaba habiendo alcanzado en abril de 1989
el 33,4% mensual y en mayo el 78,4% . Seis años después, en 1995, la crisis
mejicana del tequila, con una fuga de capitales que estuvo a pocos miles de
dólares de terminar con la convertibilidad. Nuevamente seis años más tarde, la
crisis monumental, la del 2001 con el estallido del modelo de rentabilidad
financiera después de tres años de deflación sin posibilidad de tener política
monetaria, imposibilitados de pagar la deuda externa y con el aparato
productivo destruido.
Desde entonces han pasado un poco más de doce años, y
hay muchos que intentan convertir una situación difícil en una crisis que
afortunadamente se ha podido eludir hasta ahora. Y si la confusión no invade al
gobierno, la misma se podrá sortear. La situación no debe ser minimizada ni
exagerada, para no ser un aporte a la confusión. La foto muestra un escenario económico de una
fortaleza en varios aspectos lejos de las crisis enumeradas. La película
muestra un flujo financiero con incertidumbres superables pero que está
sometido a una pulseada en la relación de fuerzas cuyo desenlace aún es
incierto. Es claro que no existen comparaciones posibles. Es llamativo que
desde la centro derecha de Sergio Massa a través de Roberto Lavagna se calificó
a la actual situación de “Rodrigazo en cuotas” y desde la izquierda del Partido
Obrero se la etiqueta con el mismo adjetivo pero al contado. Otra vez se incita a “una equivocación que se produce cuando se toma
una cosa por otra o no se hace la distinción debida”
CONFUSIÓN
Confundido está Moyano que se abraza con Mauricio
Macri después de apoyar a Francisco De Narváez. Caminar con los verdugos no
garantiza eludir la horca sino que aproxima a padecer la ejecución por ese
medio. Confundida está la oposición tironeada por el poder económico y los
medios dominantes.
Confundidos están los medios que pegan y pegan sin
poder aplicar un golpe de nocaut. Confundida
parece Cristina Fernández cuando castiga en público a sus aliados o sesga su discurso hacia los
convencidos.
Confundida tal vez esté esta nota que hace su pequeño
aporte a la confusión general.
13-02-2014