29 enero 2022
27 enero 2022
26 enero 2022
25 enero 2022
ENCRUCIJADA DRAMÁTICA
Las auditorias trimestrales que implica todo acuerdo con el Fondo, es un baldón para un gobierno nacional y popular, aunque una forma natural de estar en el mundo para uno neoliberal.
El macrismo no logró ser reelegido a pesar del apoyo financiero recibido, pero sería una muestra de notable ingenuidad suponer que sus objetivos principales no los ha cumplido. Desindustrialización y primarización, reducción de la clase obrera, incremento de la precarización laboral, cierre de miles y miles de empresas y muchos desempleados expulsados al monotributismo, fueron logrados exitosamente. Y sobre esa tierra arrasada, la pandemia primero y luego la deuda contraída en dólares es una soga ceñida al cuello de varias generaciones de argentinos. Está claro que el llamado empate hegemónico se está definiendo decididamente a favor de un modelo triunfante colonial y dependiente que será la derrota para millones de argentinos, entre los cuales se encuentran cantidades significativas de votantes inconscientemente suicidas.
La pandemia fue un castigo para los oficialismos y en caso de la Argentina un indulto para el macrismo que fue usado a pesar de que sus desastres estaban frescos, para castigar al gobierno.
El gobierno nacional y popular es el fruto de una alquimia que resultó exitosa para ganar la elección presidencial pero sumamente deficitaria para gobernar. La alianza de sectores más radicalizados, muy lejos de ser revolucionarios como lo presentan los medios poderosos, pero imposibilitados de ganar, junto con moderados y conservadores ha originado en los hechos un gobierno de extrema moderación para gobernar, que ha jugado en más de dos años a la defensiva y que en ese sentido se le puede reconocer dos méritos: logró que no implosionara el sistema sanitario y luego una buena gestión de compras de vacunas y de vacunación y que tampoco implosionara el dramático cuadro social. Pero en términos futbolísticos nadie gana no llegando al arco de enfrente. Nadie ignoraba que Alberto Fernández es un moderado más cerca de la socialdemocracia que del peronismo.
Se eligió en términos médicos a un clínico, que se necesitaba para ganar, pero ya en el gobierno se necesita la diplomacia del clínico y el accionar de un cirujano. Lo más parecido a un cirujano quedó como vicepresidente. Y el poder económico y sus medios todos los días describen falazmente un escenario en donde gobierna el cirujano. La historia generalmente transita estos caminos en donde el moderado nunca se despoja de su esencia que es la moderación. El caso Néstor Kirchner, un gobernador como tantos, y un presidente como pocos, es la excepcionalidad. Esas sorpresas que ese extraordinario libretista que es la realidad suele brindar muy de vez en cuando. El moderado Alberto Fernández lo ha expresado con claridad en un extenso reportaje que Jorge Fontevecchia le hizo en Perfil el domingo 19-12-2021. Hay tres definiciones que hablan de su concepción y de un diagnóstico erróneo. La primera definición de política que da es “Para mí la política es el arte de administrar la realidad”. Es como actúa. Aunque varias páginas más adelante se rectifica diciendo “la política es el arte de transformar la realidad”. Esta segunda definición es la que debería adoptar para los dos últimos años de su gobierno. Pero es difícil porque sostiene que “No discutimos (con Cristina) tanto el modelo como los modales” y luego lo reitera: “ El problema no es el modelo; son los modales. Eso es lo que tenemos que aprender” y para explicar la catastrófica derrota electoral argumenta: “Y en la grieta nos extremamos, y al extremarnos perdimos parte de ese electorado medio que confió en nosotros en el 2019.”
Todo indica para el Presidente que para ganar en el 2023 la receta es aumentar la moderación. Sin embargo hay algunos gestos de audacia del presidente en política internacional que despiertan expectativas: el salvataje de Evo Morales al que le salvó la vida, la visita a Lula en la cárcel, el empuje al grupo de Puebla y haber accedido a la presidencia de la CELAC
SOFISMAS Y FALACIAS
Sofisma es un argumento falso o capcioso que se pretende hacer pasar por verdadero. El poder económico y los medios que le responden, lo mismo que la Cámpora convierten a Cristina Fernandez en una Rosa Luxemburgo latinoamericana, lo que es un sofisma . No cabe duda de que en relación con los políticos que juegan en primera aunque muchos parecen no superar las exigencias de una primera B, Cristina, intrínsicamente, es un cuadro político excepcional, dotada de agudeza política, buena formación y una capacidad de oratoria con pocos antecedentes en nuestra historia. No es una gran estratega política, no desciende a tareas imprescindibles para un líder político y es una deficiente seleccionadora de colaboradores. Es en términos futbolísticos, en el mejor de los casos Alonso o Bochini, lejos de Maradona o Messi.
Falacia es un engaño o mentira que se esconde bajo algo, en especial cuando se pone de manifiesto su falta de verdad. Imaginarse por adversarios y seguidores a la dos veces presidente como una revolucionaria es una falacia. Es una mezcla de peronista y progresista, y según las circunstancias predomina uno u otro aspecto de su personalidad.
Es una peronista a la que le cae muy mal Perón, y tiene una interpretación de los setenta sesgada. Es cierto que en una sociedad que ha girado tanto a la derecha que Cristina cada vez parece más de izquierda. Y por lo tanto el doble error se acrecienta al tiempo que los desplazamientos de franjas sociales hacia la diestra le dan visos de realidad.
En síntesis: cuadro político muy por encima de la media nacional y de la mayor parte de los políticos latinoamericanos, con claras falencias que demuestran las exageraciones en su valoración hacen seguidores y sofismas y falacias que enarbolan adversarios y enemigos acerca de la extrema peligrosidad de su figura.
El peronismo en sus mejores versiones intenta concretar una revolución burguesa que los sectores burgueses en su ceguera y mucho más los oligárquicos desconocen y se oponen.
LA NEGOCIACIÓN CON EL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL
Cualquier negociador sabe que debe sentarse con el acreedor para llegar a un acuerdo favorable para sus intereses, cuando más fuerte está. Un gobierno tiene su momento más favorable en los primeros cien días, donde las expectativas son grandes y el deterioro prácticamente inexistente. El ministro Martín Guzmán eligió iniciar la negociación de la voluminosa deuda con los Fondos de Inversión, esa especie de buitres de las finanzas internacionales llegando a acuerdos satisfactorios. Mientras tanto se vendía que el Fondo había cambiado, aseveración que violenta su naturaleza. Si Macri pedía que los argentinos nos enamorásemos de la francesa Christine Lagarde, Guzmán nos intentaba seducir con la sensibilidad y comprensión de la búlgara Kristalina Ivanova Georgieva.
Y ahí empezó a jugar un timming que falló estrepitosamente. Todo acuerdo con el Fondo es, para un gobierno que se autodefine como nacional y popular, electoralmente, un gol en contra. Además se especuló que las elecciones de medio término el gobierno las ganaba con lo cual se fortificaba política y parlamentariamente. La realidad fue una cachetada que debilitó al gobierno y lo dejó herido en el Congreso. Además Georgieva tuvo manejos poco “kristalinos” en el Fondo con relación a China que la dejaron muy debilitada y llevaron a la parte operativa del Fondo a los halcones más halcones. Ese es el momento que se atraviesa.
Las numerosas irregularidades cometidas por el Fondo contra su propio estatuto, el hecho que le haya prestado a la Argentina el 61% de su capital prestable, no puede ser revertido desde argumentos morales, por un organismo que tiene la moral de Shylock. Esos que usó el Ministro Guzmán: “Si el FMI empuja a Argentina a una situación desestabilizante, va también a tener una legitimidad menor en el futuro”
La paradoja notable que se da con el préstamo criminal contraído por un perverso como el expresidente Mauricio Macri, no es sólo el monto y el tiempo inadmisible para su devolución, sino que ahora el Fondo viola el artículo 1 por el que fue creado, que por otra parte nunca cumplió. El mismo dice que su función es asistir a los países con problemas de balanza de pagos, tomar las precauciones para alcanzar ese equilibrio, recomendar las medidas para que los recursos que prestan no se desvíen hacia la fuga de capitales.
Hoy el problema argentino de balanza de pagos es fundamentalmente el devolverle al Fondo el préstamo otorgado, que se usó para la fuga de capitales y que permitió que los especuladores financieros recuperaran sus inversiones especulativas.
Mientras tanto el tiempo avanza y nos precipita en el mes de marzo, donde las reservas llegarán a quedar exhaustas, al peor momento para un acuerdo. Si en el momento decisivo la debilidad es lo que predomina, se está más cerca de una rendición que de un acuerdo. La promesa que no se aceptará un ajuste que frene el crecimiento de la economía y la mejora en la distribución de sus resultados, quedará reducida a uno de los tantos deseos incumplidos
Las diferencias de criterio están claras: el Fondo exige ajustes para deteriorar el poder adquisitivo, aumentar los saldos exportables, bajar las importaciones, incrementar la balanza comercial y contar con los recursos para pagarles. Siempre la consecuencia es el achicamiento de la economía. Es una receta que ha demostrado su inutilidad, es como sacarle sangre a alguien que está anémico. La posición del gobierno es la correcta: crecer, dinamizando la economía, inversión en obra pública, recuperando poder adquisitivo de sueldos y jubilaciones, incrementar como consecuencia la recaudación, ampliando los recursos, aumentando las exportaciones
IR A LA GUERRA DESARMADOS
Mis deseos coinciden con aquellos que dicen no paguemos hasta analizar la deuda legítima de la ilegítima. Pero en el análisis prescindo de mis deseos y la política práctica sacrifica los deseos en el altar de la realidad. Quedan 50 días o menos para entrar en un túnel de enorme incertidumbre que sin exagerar se puede llevar puesto al gobierno. Sin reservas, con un país que es un queso gruyere, por donde se escapan por los menos una cifra equivalente a la mitad de las exportaciones contabilizadas, con un Banco Central que muchas veces no obliga a liquidar en término las exportaciones o por diversos orificios se fugan capitales imprescindibles, un Estado cuya capacidad de contralor es precario, con una ciudadanía, en numerosas franjas, que se irrita por algo tan menor que es la imposibilidad de la libre adquisición de dólares, es impensable imaginar lo que pasaría si en el futuro por entrar en default no se pudiera acceder a la vacuna contra el COVID. China y Rusia forman parte del Fondo y en general no son diferentes a otros acreedores occidentales. Iríamos a una guerra absolutamente desarmados. Por lo tanto hay que conseguir tres años sin erogaciones al FONDO y luego volver a renegociar. Y mientras tanto abordar los temas centrales por los que el campo nacional y popular está como resignado: hacerse cargo del comercio exterior, cerrar los agujeros del gruyere, y con los fondos que se van a acumular recuperar poder adquisitivo de la población y la planificación de un gigantesco plan de obras. Todo ello con exposición clara, recurrir a la cadena oficial cuantas veces sean necesarias, crear medios propios creíbles, y entender claramente que al Frente de Todos sus distintos afluentes llegaron en distintos barcos pero ahora todos están en un único navío.
La moderación identificada como inacción conduce a una derrota catastrófica primero electoral y luego política. Si todavía no se dieron cuenta, piensen que el primer gobierno de Cambiemos con todo lo que destruyó parecerá un jardín de rosas ante lo que piensan consumar en un segundo tiempo. La idea del empate hegemónico parecerá el paraíso perdido ante lo que se propone concretar Juntos por el Cambio.
En la oposición no hay halcones y palomas. Esos son como en el teatro papeles asignados. Son todos halcones que como todos sabemos, en la naturaleza se comen a las palomas en el caso que haya alguna.
En Juntos por el Cambio se están probando, como en el tango Yira-Yira, la ropa que dejará el Frente de Todos. Es poco probable, pero no imposible, que la recuperación electoral del radicalismo lleve a tensiones internas que produzcan fracturas. Eso mejoraría las posibilidades electorales del oficialismo, siempre y cuando decida el presidente Fernandez “transformar la realidad” y no como hasta ahora meramente administrarla.
Si tanto admiró a Nestor Kirchner, sería coherente que siga su camino dejando atrás su moderación fundamentalista. En Balcarce 50, el santacruceño se sacó las ropas y el accionar que tuvo como gobernador de Santa Cruz y decidió ser un verdadero presidente, que vino a transformar la realidad y no sólo a administrarla.
El gobierno tiene un Frente Opositor sin escrúpulos, capaz de cualquier cosa, que ha visto la debilidad del gobierno y que se refriega las manos porque nunca estuvo tan cerca de propinar una derrota definitiva, esa que no pudieron conseguir ni con bombardeos, ni con fusilamientos, ni con terrorismo de Estado. A diferencia del 2015 que simulaban ser lo que no eran, hoy el escenario les permite presentarse como lo que son.
HAY QUE MODERNIZAR EL CAMPO NACIONAL Y POPULAR
El peronismo no es fin de la historia ni tiene la virtud de la eternidad. La renovación y modernización es imprescindible para afrontar la gravedad y profundidad de la crisis argentina. No alcanza con remitirse a viejos modelos aplicados en circunstancias nacionales e internacionales diferentes. Desde 1955, pero fundamentalmente desde la dictadura establishment-militar, el menemismo y el macrismo, la destrucción es muchísima más devastadora que la recuperación restauradora implementada durante el duhaldismo y el kirchnerismo. Eso explica cómo crecen los números de pobreza, desigualdad, desindustrialización, adelgazamiento del volumen de la clase obrera, achicamiento de la clase media, la sensación de un país que década a década achica el horizonte. Exaltar los grandes avances y conquistas conseguidas es importante pero no garantiza que siguiendo el mismo camino se logre recuperar lo que las políticas neoliberales y el avance de su cultura han destruido.
ENCRUCIJADA DRAMÁTICA
En los lugares de turismo sobrecargados, en los barrios populares donde se sobrevive dificultosamente, en muchos sectores medios dispuestos como tantas otras veces en estar cerca de los que están lejos, y lejos de los que están cerca, en una lamentable oda al suicidio, no se tiene real dimensión de lo que está en juego. Hay un presente dramático y un futuro borroso. Esto supera a las mesas chicas, a las grietas insondables, a las discusiones absurdas. Si no hay posibilidad de un arreglo que no signifique una rendición el gobierno debe trasmitir y explicar la gravedad de la situación y que tome las medidas acordes a ese diagnóstico. Debe hacer una convocatoria a gobernadores e intendentes, a obreros y desocupados, a la CGT y las Organizaciones Sociales, a los intelectuales y economistas nacionales que busquen alternativas a problemas mil veces hablados pero nunca solucionados, que no debamos decirles a nuestros hijos y nietos lo que Andrés Rivera puso en boca de Castelli: “Si ves el futuro, dile que no venga”
Es que invoque argumentos banales o pretextos inadmisibles, debe ser duramente desenmascarado. Es sabido que no es el patriotismo lo que circula por las venas de “Juntos por el Cambio”
A su vez, más allá de sus debilidades y claudicaciones, el gobierno de la dupla de los Fernández es una escalera endeble pero posible para dejar atrás este presente contra una oposición que encarna lo peor del pasado.
El recurso siempre fundamental que un presidente tiene para fortificarse y enfrentar batallas decisivas es lo que le aconsejó Cristina Fernández el día de la asunción de Alberto Fernández: "Confíe en su pueblo, nunca traiciona, son los más leales, sólo pide que los defiendan y representen. Los pueblos tarde o temprano terminan escribiendo la historia"
24-01-2022
24 enero 2022
Progresismo de superficie
El filósofo Alejandro Boverio sostiene en esta nota que el nudo gordiano del progresismo actual es que procura – y lo cree posible – quedar bien con todos, algo desde ya imposible. En ello reside la superficialidad que corroe desde adentro al gobierno nacional, que encarna un progresismo twittero, anclado en la imagen, y que le da más importancia a las redes sociales que a la realidad.
Por Alejandro Boverio*
(para La Tecl@ Eñe)
El devenir del progresismo lo ha convertido en una corriente cada vez más conservadora. Si bien es cierto que hay una fibra conservadora en todo progresismo, desde su origen, en tanto considera que los cambios pueden darse solo progresivamente y por ello las reformas siempre deben realizarse conservando las estructuras y las formas sociales dadas, esto es, desde dentro de ellas; en la actualidad el progresismo se ha vuelto un mero posibilismo. El progresismo recae en el conocido “es lo que hay” y no avanza ni propone nada que no esté en el horizonte de lo dado. En el afán de ser políticamente correcto sostiene, en tanto principio, todo lo que la hora le demanda: puede ser feminista y ecologista en tanto afirmar esos principios no vaya en contra de sus intereses más inmediatos. El progresismo actual es principista por demás, si siente que por ello “no paga costos”. Sucede que el desde dentro del progresismo actual es “la agenda”, y como sabemos, por definición “la agenda” está lejos de ser dictada por los movimientos populares. Si la tradicional crítica a la socialdemocracia desde un pensamiento verdaderamente revolucionario residía en que ella encarnaba una concepción progresista de la historia, esto es, la idea de que ésta se dirige hacia lo mejor, una concepción lineal y homogénea; la crítica al progresismo actual, que carece de cualquier tipo de concepción de la historia, es que no puede salir del presente absoluto de la gestión. Fórmulas vacías como “solucionarle los problemas a la gente” son los modos de intelección que alejan al progresismo de un proyectarse hacia atrás o hacia adelante, ahogándolo en el absoluto ahora en el que se mueve.
Nadie reniega de la gestión, el problema es que la gestión siempre tiene que estar proyectada más allá de las coyunturas, en un horizonte histórico más amplio. Si ciertas filosofías de la historia revolucionarias supieron pensar la tarea emancipatoria como un hacer saltar el continuum de la historia, en la actualidad, donde la historia aparece aplanada en relación al más chato ahora, se le suma el problema de historizar el presente.
Lo más interesante de la experiencia kirchnerista fue, sin dudas, la audacia de salir por arriba del laberinto de lo establecido. No tanto articular demandas (fue algo que hizo sin dudas en tanto razón populista), sino crear proyectándose hacia atrás o hacia adelante, según el caso, desfasado de las lógicas de las “agendas” dadas. El kirchnerismo fue, en sentido estricto, creador de demandas. Y en un punto fue víctima de no poder sostener las demandas que él mismo había creado.
El progresismo diluido actual, que es esencial a varios personajes del gobierno nacional, es lo que lo aleja de eso interesante que tuvo el kirchnerismo. Un acting de progresismo que no es creído ni por sí mismo. Una suerte de progresismo devaluado que finge preocupación por la realidad pero que está completamente por fuera de ella.
Esta semana un ministro intimidó en privado a un docente veinteañero porque éste criticó públicamente un error técnico en un programa estatal de turismo. En ese gesto se anuda el vaciamiento de todo progresismo que reina en la actualidad. Todo principio de progreso social se pone en suspenso en el momento en que, digámoslo así, se aprieta a un docente. La célebre foto de Olivos en medio del aislamiento estricto, con la que el stablishment se hizo un festín, señala la misma ambivalencia propia del progresismo actual. Públicamente se esgrimen razones que íntimamente no se creen ni se siguen: el progresismo actual es cínico. Es un progresismo de la imagen, sí, un progresismo twittero que le da más importancia a las redes sociales que a la realidad. Pero también: un progresismo que le dice públicamente a cada quien lo que éste quiere escuchar. El nudo gordiano del progresismo actual es que procura quedar bien con todos, algo desde ya imposible. El verdadero problema es que este progresismo lo cree posible. En ello reside la superficialidad que corroe desde adentro al gobierno nacional.
Buenos Aires, 22 de enero de 2022.
*Filósofo y ensayista. Co-editor de la revista El ojo mocho.