OTROS BUITRES
LUIS MARÍA DRAGO ES MÁS QUE UNA CALLE
En estos días donde el acoso de los fondos buitres y
su amenazante sombra sobre la economía nacional absorben casi todas las
energías, resulta importante recordar la doctrina Drago, que ha motivado a que
una calle de Villa Crespo lleve su nombre.
Hay que remontarse a principios del siglo XX, más
precisamente al 22 de diciembre de 1902, cuando las flotas de Inglaterra,
Alemania e Italia iniciaron el bloqueo a Venezuela, exigiendo el pago de las
deudas que el gobierno venezolano había contraído con empresas de esos países.
Estados Unidos había triunfado en la guerra contra
España por la posesión de Cuba en 1898, iniciada mediante un ardid que los
norteamericanos reiterarían a lo largo de su historia consistente en generar un
auto atentado que justificara la declaración de guerra. En el caso, el supuesto
atentado habría sido contra el acorazado Maine y culpando del mismo a España. La
Doctrina Monroe, propiciada por el presidente norteamericano, se sintetizaba en
el slogan de “América para los americanos”. El contenido de esa posición
diplomática era que Europa no podía concretar invasiones ni tener colonias en
el continente americano. El canciller de Julio Argentino Roca, basado en las
ideas de Carlos Calvo en su libro “Derecho internacional teórico y práctico de
Europa y América” sostuvo que no
podía usarse la fuerza para el cobro de deudas contra ninguna nación americana.
Los EEUU, ante el bloqueo naval dispuesto por países
europeos contra Venezuela, realizó una reinterpretación de la doctrina Monroe, sosteniendo que dicha política
diplomática sólo se aplicaría cuando países europeos intentaran apropiarse o
recuperar territorios, no por el cobro de deudas.
Ochenta años después, en plena guerra
de Malvinas, EE.UU esterilizó el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia
Recíproca) que en su artículo 3 establecía: “Las Altas Partes Contratantes
convienen en que un ataque armado por parte de cualquier Estado contra un
Estado Americano, será considerado como un ataque contra todos los Estados
Americanos, y en consecuencia, cada una de dichas Partes Contratantes se
compromete a ayudar a hacer frente al ataque, en ejercicio del derecho inmanente
de legítima defensa individual o colectiva que reconoce el Artículo 51 de la
Carta de las Naciones Unidas.” Como
se recordará, EEUU decidió aliarse a Gran Bretaña, el estado europeo agresor y su
aliado histórico.
Luego durante el gobierno del Presidente Theodore Roosevelt,
cuya política exterior se denominó del “gran garrote”, se reinterpretó la Doctrina Monroe por la cual si en el continente americano,
incluido el Caribe, se ponía en peligro los derechos, propiedades o empresas estadounidenses,
el gobierno de los EE.UU tenía el derecho y la obligación de intervenir en los
asuntos internos de ese país, para reordenarlo, garantizando a los
ciudadanos de EE.UU y sus empresas, la intangibilidad de sus patrimonios.
Así a lo largo del siglo XX, las intervenciones
norteamericanas armadas a Cuba, Guatemala, Panamá, República Dominicana, entre
tantas otras, se hicieron frecuentes.
El bloqueo a Venezuela concluyó el 13 de febrero de
1903, con una quita de la deuda y con el
compromiso de cancelarla afectando el 30% de sus ingresos de aduana.
PAISES COLONIALES Y SEMICOLONIALES
En los países coloniales la ocupación militar por
parte del país opresor evidenciaba claramente la situación de dominación. Así
sucedió durante el siglo XX en muchos países de América Latina; también en
África, por ejemplo, donde las luchas por su liberación de Argelia del dominio
francés y del Congo belga constituyeron hitos memorables. En Asia, como símbolo
de otros países que lucharon por la rotura de las cadenas coloniales, estuvo Vietnam y su lucha militar y política contra
franceses primero y norteamericanos después, la que concluyera en una epopeya
tan admirable como notable.
En cambio en países como Argentina, Brasil, Méjico,
entre tantos otros, la dominación es económica y pretende estar invisibilizada
para lo cual necesita de la dominación cultural, donde el poder económico
concentrado a través de la falsificación de la historia, de la escuela y los
medios, cumplen un papel fundamental que lleva –tal como dijera Stephen Biko el
combatiente sudafricano asesinado- a que “el
arma más poderosa del opresor es la mente del oprimido.” Desde otro
lugar el dirigente negro norteamericano Malcom
X sostuvo: "Si no estás prevenido ante los medios de comunicación te harán amar al
opresor y odiar al oprimido." En
nuestro país, el excelente periodista Ezequiel Fernández Moores escribió “:…. acaso más importante aún, (un déficit
fundamental de los periodistas) es el no haber sabido tomar distancia del
lenguaje que utiliza el poder. En los ’70 decíamos “Proceso” y era dictadura.
Decíamos “desaparecidos” y eran asesinados. En los ’90 decíamos que
“modernizar” era privatizar y decíamos “flexibilizar”, pero era precarizar. Hoy
decimos “saqueo” sólo cuando los pobres entran a los supermercados. No cuando
los bancos se apropian de nuestros dineros. Los bancos no saquean, ponen
“corralitos”. Decíamos guerra, decimos “guerra” cuando es invasión. Decimos
“fuerzas aliadas” cuando son fuerzas invasoras. Decimos “daño colateral” cuando
es matanza de civiles. Le damos liderazgo de libertad y democracia a un país
que de 1824 a
2003 realizó 73 invasiones sólo en Latinoamérica. “Nos mean y los diarios dicen
llueve”, decía un graffiti en San Telmo. Usamos
las palabras del poder cuando ya deberíamos saber, como se dijo una vez, que
las palabras del poder no expresan sus actos, sino que los disfrazan...”
LA DEUDA EXTERNA Y LOS FONDOS BUITRES
Las deudas externas constituyen un factor fundamental
de disciplinamiento, sujeción y dependencia. Es una subordinación mucho más
efectiva que las ocupaciones territoriales generalizadas del pasado.
Desde 1975,
para no remontarnos más lejos, las cíclicas crisis económicas argentinas
tuvieron como causa principal el peso de la deuda externa. El escritor uruguayo
Eduardo Galeano ironizó sobre el epitafio en la tumba de cualquier país de los
que antes se conocían como del tercer mundo: “Aquí yace (supongamos la Argentina), vivió pagando, murió debiendo”
Como bien sostiene el profesor, investigador,
licenciado en economía y Doctor en Historia Mario Rapaport: “Debemos recordar que el actual endeudamiento
argentino comenzó con una dictadura militar que impuso el terrorismo de Estado,
causando miles de víctimas, al tiempo que en su economía aceptaba tomar deuda
en el país del Norte bajo la jurisdicción estadounidense, violando así
principios soberanos sostenidos desde fines del siglo XIX por las doctrinas
Calvo y Drago. Las políticas neoliberales profundizadas por los gobiernos de
Menem y De la Rúa, y apoyadas por Washington y los organismos financieros
internacionales, tuvieron por base la primacía del endeudamiento externo y la
aceptación de las reglas del juego del neoliberalismo establecidas por la
dictadura militar. Es extraño así que se señale como principal culpable al
populismo del actual gobierno, que trataría de vivir por encima de sus propios
medios, cuando en realidad ese gobierno hizo todo lo posible por pagar deudas
producto de una pesada herencia del pasado.”
Hay un cuento de Gabriel García Márquez que puede
tomarse como una buena alegoría sobre la deuda externa. Es la historia de Eréndira que debía cuidar a su
abuela despótica la que la abrumaba de tareas. Un día agotada se desplomó en la
cama prácticamente dormida, por lo que no pudo apagar la vela que llevaba en su
mano. La misma cayó al pie de una cortina que rápidamente comenzó a
incendiarse. En pocos minutos la casa quedó arrasada. La abuela decidió
cobrarse la deuda de su nieta obligándola a prostituirse. Debía reintegrar un
millón de pesos. El negocio empezó a funcionar exitosamente y abuela y nieta se
trasladaban a los distintos pueblos montando en cada lugar una carpa, al frente
de la cual se colocaban puestos de ventas y músicos que atraían la atención de
los transeúntes. La abuela iba formando
un importante capital mientras que Eréndira consumía penosamente sus días. La
anciana “no había vuelto a hablar de la deuda de origen, cuyos pormenores se
retorcían y cuyos plazos aumentaban a medida que se hacían más intrincadas las
cuentas del negocio”.
Desde la caída del Muro de Berlín en 1989, sus
piedras construyeron nuevos muros en el interior de infinidad de sociedades
arrasadas por el más salvaje de los capitalismos que es el financiero.
De ellos el más brutal es el encarnado por los fondos
buitres, cuyo acoso hoy padece con
intensidad la Argentina.
Desde los
planes Baker y Brady que reemplazaron los préstamos de los bancos por la
emisión de bonos de deuda de los
países, la imposibilidad de los mismos
en muchos casos de afrontar los pagos a su vencimiento, en consecuencia se
encontraron en la necesidad de reestructurar sus deudas, momento que
aprovecharon esos fondos para comprar los mismos cuando estuvieron regalados,
para luego litigar y cobrarlos a su valor nominal.
Sus éxitos
han sido amplios y planetarios. Sólo enumeraré algunos casos
ilustrativos. En Perú, el fondo de Paul Singer compró títulos por 11 millones
de dólares y durante el gobierno de Alberto Fujimori negoció la deuda, luego de
ser demandado el Perú en los tribunales de Lima, Canadá, Nueve York, Alemania,
Luxemburgo, Reino Unido y Bélgica, cobrando finalmente 58 millones de dólares,
con una utilidad del 400%. En el Congo, el mismo fondo compró deuda por 30 millones de dólares pagando sólo 6 y
cobrando finalmente 39, conforme a lo determinado por un tribunal del Reino
Unido. Otro Fondo, el de Kenneth Dart logró en Brasil que el gobierno de
Fernando Collor de Melo le reconociera títulos de deuda de 955 millones de
dólares, los que había comprado sólo por
375 millones. Cuando Fernando Henrique Cardoso reestructuró una deuda de
alrededor de 51.000 millones, Dart se
negó por lo que se lo declaró enemigo
del pueblo brasileño, pero finalmente cobró lo solicitado ganando 605 millones
de dólares.
LUIS MARÍA DRAGO ES MÁS QUE UNA CALLE
Es imprescindible que el bloque latinoamericano, que
siente dolorosamente las ausencias de Hugo Chávez y Néstor Kirchner lo que se
traduce en una pasividad e inacción llamativas, proponga y sostenga una renovada doctrina Drago con respecto a
los fondos buitres.
La vida de niños, jóvenes y jubilados, de
trabajadores y profesionales, de docentes y magistrados, de policías y
militares, de la industria y de la producción agrícola, no se puede decidir en
un juzgado de Nueva York. Si los países asumen
la lucha individualmente y no como integrantes de una Patria
Latinoamericana, estarán condenados a la derrota. Como decía Benjamín Franklin
en otro contexto y con otros propósitos, pero adecuado a las actuales
circunstancias: “Caminamos juntos o
nos ahorcarán por separado”
La colonización cultural lleva por ejemplo que James
Monroe, presidente norteamericano, tenga una calle mucho más importante que
Luís María Drago cuya doctrina sentó una base que constituyó un basamento y la
elevación de la dignidad contra una etapa de atropellos. Ahora estamos en otro
estadio, la de los buitres externos y sus genuflexos aliados internos que no
entienden o no quieren entender que una
negociación es siempre, si se realiza desde la defensa de los intereses
nacionales, un camino de avances y retrocesos, una amalgama de dureza y
flexibilidad. Tal vez a ellos les cae con precisión aquella reflexión
de la ensayista y novelista francesa Simone de Beauvoir: “El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los
oprimidos”