Según el historiador inglés Eric Hobsbawm,
el fin de siglo XX se produjo con la caída del Muro de Berlín. Había comenzado con
la primera guerra mundial, que al igual que la segunda, fue un conflicto inter
imperialista. En la etapa superior del capitalismo, los países más
desarrollados buscaron apropiarse de mercados, pero la potencialidad alemana
-derrotada en el primer conflicto generalizado del siglo XX-, se reitera
emergiendo en la segundad guerra mundial a través del nazismo, en la búsqueda
de la reversión de las cláusulas leoninas del tratado de Versalles que la
hundiera en una situación económica acuciante. Hija también de la primera
guerra mundial, nació la Revolución de Octubre, cuyos ímpetus revolucionarios
se aplacaron con el triunfo del stalinismo, y la revolución socialista agonizó
en el socialismo real donde las ideas de igualdad convivieron con los gulags,
una expresión del fracaso. Pero el arrollador desarrollo macroeconómico de la
Unión Soviética obligó al capitalismo a mostrar su mejor cara que fue la
conocida como el Estado de Bienestar. La caída del Muro de Berlín en noviembre
de 1989 anticipó la implosión de la Unión Soviética y el fortalecimiento del
neoliberalismo de Reagan- Thatcher que venía avanzando desde principios de los
ochenta. La desaparición de la Unión Soviética implicó el paulatino abandono
del Estado de Bienestar y la consolidación del capitalismo financiero
favorecido por el fascinante desarrollo tecnológico de las comunicaciones. Un
mundo crecientemente desigual con una concentración de la riqueza inédita llevó
las piedras del Muro de Berlín al interior de las sociedades de cada uno de los
países en forma real y también virtual. De ahí nace la prédica del éxito
individual con prescindencia de las políticas macroeconómicas, el reduccionismo
del Estado sólo destinado a levantarle la mano a los triunfadores y
circunscripto a apagar los incendios sociales que la concentración económica
produce, mientras se endiosa el libre mercado.
En medio del “Fin de la Historia” enarbolada por
Francis Fukuyama, un hecho confuso como fue el atentado a las Torres Gemelas en
el 2001, aflojó la soga que el Imperio tiene tradicionalmente aplicada en los
cuellos de los países que considera su patio trasero desde Méjico a la
Argentina. Su atención se enfocó sobre lugares lejanos, donde presuntamente se
refugiaron los perpetradores de la caída de las dos torres. Como reacción a la
depredación neoliberal de los noventa, emergió en varios países de América
Latina una primavera que el enemigo caracterizó como “populismo” y que permitió
en las postrimerías del siglo XX y en los primeros 15 años del siglo XXI la
existencia de gobiernos que recogían las banderas de los Libertadores del siglo
XIX.
EL CONGRESO DE VIENA
La Revolución Francesa de 1789
realizada por la burguesía de ese país, decapitó a la monarquía y dio lugar a
un proceso de expansión territorial de los ejércitos napoleónicos que
concluiría en Waterloo. Las bayonetas del genial corso estaban respaldadas
políticamente por las grandes banderas de la igualdad, la libertad y la
fraternidad. Otras monarquías encontraron su eclipse como la de Fernando VII,
detenido por el ejército francés invasor de España, con profundas repercusiones
en el Rio de la Plata. Este ciclo expansivo burgués va de julio de 1789 a junio
de 1815. Derrotado Napoleón, las monarquías detrás de las cuales estaba el
poder económico ya venían reuniéndose en Viena con el objetivo de recuperar lo
perdido, es decir, volver a las fronteras anteriores y cercar y denostar a la
prédica revolucionaria, con lo que se conformó una poderosa restauración
conservadora. El principal impulsor de la reunión,
para constituir “La Santa Alianza” fue el príncipe Klemens von Metternich, ministro de asuntos exteriores de Austria e importante diplomático de
la época, junto con el británico vizconde
de Castlereagh, Robert Stewart, quienes
pugnaron para que los reyes europeos actuaran como
"garantes personales" del equilibrio político en la "Europa de la
Restauración".
Apenas 26 años se extendió este ciclo
histórico.
La primavera latinoamericana se
inició con Hugo Chávez en Venezuela, en febrero de 1999, continúo con Lula en
Brasil en enero del 2003, Néstor Kirchner en mayo del mismo año, Tabaré Vázquez
en Uruguay, marzo del 2005, Evo Morales en Bolivia en enero del 2006, Michelle
Bachelet en Chile en marzo del 2006, Rafael Correa en Ecuador en enero del 2007
y Fernando Lugo en Paraguay en el 2008.
Los presidentes de Chile y Uruguay
fueron sólo acompañantes en la conformación de un bloque muy importante con el
apoyo ocasional de otros. La presencia posterior de José Mujica en reemplazo de
Vázquez mejoró la consolidación del bloque.
LA
RESTAURACIÓN CONSERVADORA
El Imperio decidió entonces ocuparse
nuevamente de su patio trasero, con el triunfo de Trump en EE.UU, que a
diferencia de las políticas económicas de sus seguidores es fuertemente
nacionalista y por lo tanto proteccionista. Los instrumentos utilizados por el poder económico, vedada la
posibilidad de la salida a través de los militares, son los medios, el poder
judicial y las denuncias de corrupción. Resulta paradojal que un
sistema basado en la apropiación y el robo cuyo principal usufructuario es el
poder, use la moral como principal ariete, con el argumento de la corrupción.
Acá cabe una disgresión: al poder
económico sólo ingenuamente se le puede exigir que no robe porque esa es su
forma de acumulación. En los gobiernos populares es distinto, porque al ser los
adalides de las mejoras para la mayoría de la población, la corrupción, además
de ser un baldón, erosiona la legitimidad del discurso, denunciado por los que
menos están en condiciones legítimas de hacerlo, y que lo usan como Caballo de
Troya, dentro del cual se ocultan las verdaderas razones que es terminar con
una limitación real al ejercicio irrestricto del derecho de propiedad.
Resulta increíble que buena parte de
la población sólo identifique la corrupción en las filas de los gobiernos
populares.
Una limitación reiterada en los
gobiernos populares es que sus modelos cuando llegan a un cierto grado de
agotamiento no pasan a la etapa posterior de avances en las reformas, además
porque en la pendiente se va desgranando el frente político y social que hizo
posible la primera etapa del cambio.
El “Congreso de Viena
Latinoamericano” desplazó en un juicio político amañado a Dilma Rousseff,
condenó con argumentos insostenibles a Lula, y coronó a un hombre del medioevo
como Jair Messias Bolsonaro; Rafael Correa fue traicionado por su
vicepresidente; triunfó Mauricio Macri en la Argentina, Miguel Sebastian Piñera
en Chile, mientras Venezuela se debate en una crisis fenomenal fruto del
bloqueo exterior y de gigantescos errores propios, con millones de venezolanos
exiliados económicamente y un porcentaje menor también políticamente, aunque la
oposición es una calamidad que iría por los aspectos positivos del
chavismo; el Paraguay volvió a “la
normalidad” que impera desde la derrota en la guerra de la Triple Alianza; el
Uruguay de Tabaré es un retroceso con relación al de Pepe Mujica y el Frente
Amplio no tiene asegurado el triunfo en las próximas elecciones; Perú y
Colombia mantienen sus gobiernos neoliberales. Sólo Bolivia es una isla
política (paradoja extrema) en este mar de los dueños modernos del Congreso de
Viena.
CONGRESO
DE VIENA EN LA ARGENTINA Y BRASIL
Está claro, después de tres años, el
éxito del gobierno macrista en el cumplimiento de sus objetivos políticos y
económicos, aunque eso sea un fracaso superlativo para el país. Vinieron a
refundar regresivamente un país, a terminar con un empate histórico, a
construir un país a escala para la mitad de la población actual. Es un gobierno
de pocos para pocos, basado en lo agro extractivo exportador, en el turismo, y
mixturado con la valorización financiera. Beneficiarios entonces son los
exportadores, los bancos, los prestadores de servicios. Para lograr sus
objetivos abrieron la importación, aumentaron en forma sideral las tarifas,
destrozaron el salario y las jubilaciones, con lo cual cayó el consumo y por lo
tanto estrecharon el mercado interno en donde se ahogaron las PYMES, en ese
triple cepo: apertura, tarifazos y caída de la demanda.
Caen incluso grandes empresas que
teóricamente deberían estar beneficiados. El modelo es tan excluyente que una
parte del poder económico también está afectado. La industria agoniza, ante la
satisfacción del gobierno; la ciencia se desmantela, se cierran escuelas y
hospitales, y se racionaliza hasta la comida de los comedores. Todo es tan
brutal que parece una pesadilla. La transferencia de ingresos de abajo hacia
arriba es patética. Las prebendas a los beneficiarios son irritantes, al punto
que por primera vez en la historia del país se devaluó y se eliminaron o disminuyeron
las retenciones. Se les permite a los exportadores la posibilidad de no
liquidar nunca el producto de las exportaciones. Se desreguló la entrada y
salida de capitales y recién en los últimos meses se estableció alguna limitada
restricción.
Más allá de gigantescas ineptitudes,
el gobierno ha alcanzado una parte de sus objetivos y espera en un segundo
mandato ir por reformas estructurales para transformar al país en una colonia.
Sujetó la economía a las concepciones inmutables del FMI, y la política a los
dictados de Washington y del círculo negro local.
El Ministro de Hacienda Nicolas
Dujovne ha llegado a decir: “En la Argentina nunca se hizo un ajuste de esta
magnitud sin que caiga el gobierno” Es la continuación de los dichos del primer
funcionario en ocupar ese cargo que afirmó: “Me
parece que acá no es solamente la dimensión del salario sino también cuidar el
empleo.” Tres años después se achicaron los sueldos y miles y miles perdieron
sus trabajos. Se ha cumplido estrictamente el plan DADA: Devaluación, apertura,
deuda, y ajuste. Primero por iniciativa y objetivos propios y luego la
consecución de los mismos con el apoyo del FMI. Cuatro años más de esta
política haría posible la humorada de escritor Macedonio Fernández: “Fue un
desastre tan completo que hasta los sobrevivientes perecieron”
En Brasil ha ganado un personaje que parece
emular a aquellos soldados japoneses que cincuenta años después de terminada la
guerra seguían ocultos pensando que el conflicto bélico no había concluido. Una
extraña mixtura de anticomunismo, macartismo, escuela de Chicago, racismo,
xenofobia, reivindicación de la dictadura y las torturas y posicionamiento de
rodillas ante EE.UU. Elogios e imitación de Chile e Israel. En estos últimos
tópicos las coincidencias con el macrismo son absolutas.
Si no fuera trágico, Bolsonaro y sus ministros
serían pintorescos. El vicepresidente de Bolsonaro general Augusto Heleno,
declaró: “Los derechos humanos son para los humanos derechos. A los
delincuentes que portan armas hay que abatirlos aunque no estén disparando
porque así se procede con el enemigo y estamos en guerra contra la
delincuencia”. El canciller Ernesto Araújo propone una relación con EE.UU que
empalidece las carnales de Guido Di Tella: “El único límite es el cielo” dijo. La
Ministra de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos Damares Alves sostiene:
“La Iglesia Evangélica perdió espacio cuando dejamos que la teoría de la
evolución de Darwin entrara en las escuelas, cuando no la cuestionamos, cuando
no fuimos a ocupar el espacio que le dejamos a la ciencia.” Con relación a la
despenalización del aborto afirma: “El problema del embarazo se soluciona en
nueve meses.” Y por si fuera poco en un discurso contó que vio a Jesús en una
rama de un árbol de goiaba.
Jair Messias Bolsonaro
tiene frases como estas: “Tuve cuatro hijos, la quinta vez me descuidé y vino una mujer."; "Ella no
merece (ser violada), porque ella es muy mala, porque ella es muy fea, no es de
mi gusto, jamás la violaría. Yo no soy violador, pero si fuera, no la iba a
violar porque no lo merece." "Estoy a favor de la tortura y tú sabes que lo estoy." "El error de la dictadura fue torturar y no matar." "No voy a combatir ni a discriminar, pero si veo a dos hombres
besándose en la calle, les voy a pegar." "El
90% de los hijos adoptados (por matrimonios entre personas del mismo sexo) van
a ser homosexuales y se van a prostituir, con seguridad." "Deberían ser fusilados 30.000 corruptos, comenzando por el
presidente Fernando Henrique Cardoso." “No es
una cuestión de colocar cuotas de mujeres porque sí. Tenemos que colocar gente
capacitada. Si colocan mujeres porque sí, voy a tener que contratar negros
también." "El pobre sólo tiene una utilidad en
nuestro país: votar. La cédula de elector en la mano es diploma de burro en el
bolsillo. Sirve para votar por el gobierno que está ahí. Sólo sirve para eso y
nada más". "Es una desgracia ser
patrón en este país, con tantos derechos para los trabajadores". “No hacen nada. Más de mil millones de dólares
al año estamos gastando en ellos" (sobre los brasileños con ascendencia
africana); "Defiendo
la pena de muerte y el rígido control de la natalidad, porque veo la violencia
y la miseria que cada vez se extiende más por nuestro país. Quien no tiene
condiciones de tener hijos, no debe tenerlos"; "Dios encima de todo.
No quiero esa historia de estado laico. El estado es cristiano y la minoría que
esté en contra, que se mude. Las minorías deben inclinarse ante las
mayorías" (2017, en conferencia); “Hay que dar seis horas para que
los delincuentes se entreguen, si no, se ametralla el barrio pobre desde el
aire"; “No emplearía (hombres y mujeres) con el mismo salario. Pero hay
muchas mujeres competentes"; "Sería incapaz de amar un hijo
homosexual. No voy a ser hipócrita aquí. Prefiero que un hijo mío muera en un
accidente a que aparezca con un bigotudo por ahí."
Todas estas frases han sido recogidas durante su trayectoria política y
durante la campaña que lo llevó a la presidencia del Brasil. Algunas posteriores
al asumir el 1 de enero del 2019: "Vamos a unir al pueblo, valorizar la familia, respetar las
religiones y nuestra tradición judeo-cristiana, combatir la ideología de
género, conservando nuestros valores"; “Nuestra bandera jamás será roja”; "Brasil volverá a ser un país libre de las amarras ideológicas";
"Este es el día en que el pueblo comenzó
a liberarse del socialismo"; "Nuestra preocupación será la seguridad
de las personas de bien, la garantía del derecho de propiedad y de la legítima defensa";
"Es urgente acabar con la ideología que defiende
a bandidos y criminaliza policías, que llevó a Brasil a vivir un aumento en los
índices de violencia y al poder del crimen organizado, que acaba con vidas de
inocentes, destruye familias y conlleva inseguridad", “Montamos
nuestro equipo de forma técnica, sin el tradicional sesgo político que volvió
al Estado ineficiente y corrupto. (...) En la economía traeremos la marca de la
confianza, del interés nacional, del libre mercado y de la eficiencia. Confianza
en el cumplimiento de que el gobierno no gastará más de lo que recauda y en la
garantía de que las reglas, los contratos y las propiedades serán
respetados", de las 138 empresas estatales que
tiene Brasil a nivel federal, 100 podrían privatizarse tranquilamente".
Entre sus primeras medidas está la limpieza ideológica del Estado. Onyx Lorenzoni, ministro jefe de la Casa Civil,
lo explicitó: “Terminar con las ideas socialistas y comunistas que
durante 30 años nos llevaron al caos en que vivimos"
El
mentor ideológico de Bolsonaro es Olavo de Carvalho, quien se fue a vivir a
EE.UU al poco tiempo del triunfo de Lula y que opina que la izquierda cooptó
los medios y las universidades para hacer la revolución sin armas. Para él Lula
es el líder máximo del comunismo latinoamericano y considera que “el abortismo,
el gayzismo y la ideología de género son expresiones de la revolución cultural
que impulsa la izquierda. Aunque parezca una tapa de la revista Barcelona,
Olavo cree que Obama era apoyado por Al Qaeda, Hamás, la OLP, el presidente
iraní anterior Ahmadinejad, Khadafi, Fidel Castro, Hugo Chávez. Al candidato de
Lula Fernando Haddad derrotado por Bolsonaro lo estigmatizaba como un
apologista del incesto.
COINCIDENCIAS Y DIFERENCIAS
Mauricio Macri es el Bolsonaro que permite hasta ahora dado las
diferentes historias y conformación social. El presidente argentino tuvo que
enmascarar lo que iba a hacer porque sino nunca hubiera llegado a la Casa
Rosada. Bolsonaro no necesitó hacer eso, al contrario, debía exteriorizar su
antagonismo con los gobiernos populares que le antecedieron y que despertaron
en sectores importantes un odio visceral por lo que le resultaba imprescindible
un programa medieval para garantizarse el triunfo.
En el caso del kirchnerismo hubo una serie de medidas que afectaron al
poder económico. No fue el caso de Lula, que en un hecho excepcional rescató de
la pobreza 30 millones de brasileños sin un solo magullón al establishment. La
anomalía en el precio de los conmodities permitió en este caso hacer una
tortilla sin romper los huevos. El odio hacia el lulismo y el kirchnerismo, aún
en sectores muy beneficiados, puede explicarse en el notable éxito cultural del
neoliberalismo, que ha logrado convertir en sentido común algunas de sus
premisas individualistas. La necesidad de diferenciarse socialmente implica
abolir toda posibilidad de movilidad social ascendente.
El
macrismo tiene un plan refundacional similar, pero encuentra resistencias que
lo ha llevado a refugiarse durante mucho tiempo en una calificación auto
indulgente de gradualismo. En materia de seguridad hay una fuerte coincidencia
con la doctrina Bullrich, aunque expresada aún más brutalmente. Por decreto se
estableció que los brasileños podrán comprar hasta cuatro
pistolas sin tener que justificar por qué las necesitan
Si el macrismo consigue la reelección, irá por las llamadas medidas
estructurales como las que quiere instrumentar desde un principio Bolsonaro:
liquidación de las leyes laborales, sindicato por empresas, desarticulación del
régimen previsional, AFJP, y privatizaciones.
Ambos tienen en política exterior a EE.UU como faro y a Venezuela como
enemigo.
Coinciden en su elementalidad ideológica y en su precaria capacidad
expositiva.
El populismo es el significante vaciado utilizado hasta el cansancio por
ambos presidentes que permite denostar a los gobiernos populares de los países
subdesarrollados y admirar a los autoritarios y de derecha de los países
desarrollados
Competirán por quien será el mejor alumno y empleado de los
norteamericanos en esta zona, el equivalente de Israel y Arabia Saudita en el
Medio Oriente.
Un regreso a un escenario de guerra fría inexistente, con similitudes
recientes con el menemismo, donde Cuba es reemplazada por Venezuela.
La idea de “La Unidad Latinoamericana” con instrumentos como la Unasur
queda relegado al arcón de los recuerdos.
Bolsonaro llegó al Planalto apoyado por la triple B: Bala ( política de
seguridad), Biblia (los evangelistas) y Buey ( el complejo agro-exportador).
Hay que agregarle el accionar del juez estrella Sergio Moro, con
adoctrinamiento norteamericano que luego de condenar a Lula, el principal
adversario electoral de Bolsonaro, fue designado ministro por el actual
presidente.
Macri tuvo como soportes electorales la triple C: Clarín, Córdoba y
Carrió.
Los dos se presentaron como que arribaron desde afuera de la política.
Macri fue el príncipe heredero del grupo SOCMA, llegando a la presidencia después de 8 años de jefe de
gobierno del distrito más rico del país. Bolsonaro fue un diputado
intrascendente durante 28 años.
EL
REGRESO DEL CONGRESO DE VIENA
La gran pregunta es si estamos cerca
del final de un ciclo, o si es el mismo que se profundizó desde la caída del
Muro de Berlín goza de una notable lozanía, después de la primavera de los
gobiernos populares.
Es
lo que se pregunta el sociólogo Ricardo Rouvier en una nota publicada en la
Tecla Ñ bajo el título “Bolsonaro:
¿pasado o futuro?”: “Bolsonaro es un emergente de un pasado donde el desarrollismo local y el
progresismo no lograron una eficacia mayor. No se pretende desconocer la
enorme recuperación social que se produjo durante los gobiernos del PT, pero la
movilidad social genera otras demandas que requieren mucha creatividad
política. La negatividad de la corrupción inundó inevitablemente a la principal
fuerza política brasilera. Convergen en el escenario brasilero relatos
religiosos y militares, todos reaccionarios, que implicaban la predominancia
de un orden natural sobre la historia. A todas luces el presidente brasilero
nos remite al fondo de los tiempos, en que entorchados frailes condenaban a
Juana de Arco o a Galileo Galilei….. El problema, y de ahí la pregunta del título, es que en Brasil, Italia,
Hungría, Polonia, Austria, Bélgica, Finlandia, Dinamarca, y Letonia crecen, en
la actualidad, estas sombras del pasado. Si fueran sólo pasado, sería de
esperar que duraran un tiempo y se esfumasen, pero el problema es si realmente
son el futuro.”
Es
indudable que en corto plazo las políticas ultraliberales que se implementen en
Brasil tendrán notable impacto en nuestro país.
Se sabe
como llegaron y es fácil pronosticar como quedarán los dos países al concluir
sus mandatos. Mas que presidentes, son gerentes de empresas de demolición,
manejados a control remoto.
También
es preciso señalar, para recordar avances y retrocesos, que después del
Congreso de Viena hubo distintas reacciones revolucionarias en Europa, cuando
también entonces parecía haber llegado “El fin de la historia”. Las semillas de
la Revolución Francesa sacudieron al viejo Continente entre 1820 y 1848, dado
el fuerte descontento de los sectores populares. En 1848, las grandes ciudades europeas como
París, Berlín, Viena, Praga, Milán, Roma o Budapest fueron testigos de
barricadas detrás de las cuales los trabajadores urbanos pobres, levantaron
reclamos por derechos y libertades como el sufragio universal masculino,
repúblicas democráticas y sociales, asistencia social a los más necesitados y
derecho al trabajo y a la libre sindicación. Alcanzaría su punto máximo en la
heroica Comuna de París que gobernó a dicha ciudad entre el 18 de marzo y el 28
de mayo de 1871.
Más que
pronósticos, es necesario confiar en las propias fuerzas y saber que nunca la
historia está escrita de antemano. Henri Bergson, filósofo francés, ganador del Premio Nobel de Literatura en
1927 decía: “El futuro no es lo que va a venir, sino lo que nosotros vamos a
hacer”. O como lo expresaba Miguel Hernández, el notable poeta español, que
murió apenas superados los treinta años en las cárceles franquista: “Una gota de pura valentía vale más que un océano
cobarde”. O como puso Shakespeare en boca de
uno de sus personajes: “La oscuridad más profunda es la que precede al
amanecer”
19-01-2019