Uno de los méritos indudables del kirchnerismo ha sido evitar la represión y la criminalización de la protesta social. Ello llevó a la crítica persistente de muchos sectores de la población y de la mayoría de los medios periodísticos que colocaron el derecho a transitar por sobre el derecho a reclamar. Se partía de un país atravesado por la peor crisis económica de su historia, con cifras apabullantes de pobreza e indigencia, con una desocupación insultante y con un futuro extremadamente incierto, con aristas que se visualizaban tenebrosas.
Cuando el gobierno de Cristina Fernández cumple tres años y a un mes y medio de la muerte de Néstor Kirchner, se han registrado los trágicos sucesos de Villa Soldati.
Es necesario hacer el esfuerzo para que el análisis no quede aprisionado entre la ingenuidad de la espontaneidad y una visión excesivamente conspirativa.
Ingenuidad implicaría suponer que de un día a otro no hubo alguna señal, alguna incitación para que miles de personas tomaran un parque público, abandonado del gobierno local en la mayor parte de su extensión, en ese sur inexistente para el jefe de gobierno de la ciudad.
Exagerar la visión conspirativa, es suponer que se puede cristalizar una pueblada sin que existan situaciones sociales que la favorezcan.
Ya sea por ineptitud que ha exhibido con generosidad el gobierno de la ciudad, o por intencionalidad, Mauricio Macri prendió la mecha cuando anunció que entregaría títulos depropiedad a los habitantes de las villas.
A partir de ahí se bajó la bandera a cuadros de los acontecimientos que terminaron hasta ahora con tres muertos y un cuarto denunciado sin que su cuerpo aparezca. Todas las víctimas, es preciso señalar, son de los ocupantes del Parque Indoamericano.
La jueza que había pedido el desalojo del predio, contó con el apoyo de la Policía Federal y la Metropolitana. Nunca es conveniente la participación conjunta de dos fuerzas, por cuestiones de competencia y porque permite diluir responsabilidades. El procedimiento terminó con las muertes de Bernardo Salgueiro, de 24 años, y Rosemary Puña, de 28 años. Concluido el operativo que las autoridades porteñas consideraron exitoso, demostrando una vez más que lo que importa es el cumplimiento del objetivo con prescindencia de los costos humanos, se retiraron los federales y la Metropolitana contempló impávida la nueva ocupación del terreno y el intento de vecinos y barras bravas de recuperar el parque.
La magnitud de los acontecimientos que se desataron dejó demudado al aprendiz de brujo porteño que pidió socorro al gobierno nacional. Y ahí comenzó una exhibición de miserias que es un campo propicio a la propagación de la antipolítica: Aníbal Fernández aludió a difusas argumentaciones territoriales y que el problema era exclusivamente de la administración porteña. Un gobierno que ha reivindicado con justicia la presencia del estado no puede permanecer indiferente y ausentarlo precisamente cuando se libra la lucha entre sectores sociales enfrentados, apreciados masivamente a través de la televisión, aduciendo que no es su problema y que le correspondía solucionarlo al que lo había promovido.
A su vez la ineptitud de Mauricio Macri quien sub ejecutó en un 82% el monto destinado presupuestariamente a la construcción de viviendas (y que disminuyó con relación al año anterior), echó nafta al incendio pronunciando un discurso de fuerte contenido racista.
Es preciso señalar que si bien el status legal de la Capital Federal la equipara a una provincia, en la práctica no es así porque tiene la particularidad que en un mismo territorio cohabitan dos gobiernos.
La presidenta de la nación pronunció el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, un muy buen discurso que era la antítesis ideológica del expuesto por el presidente del PRO. Pero la exposición de Cristina Fernández tuvo ciertos contornos surrealistas al contrastar el texto con los enfrentamientos que en ese momento se registraban en el parque ocupado. Un herido era arrancado de la ambulancia y fusilado, aunque el cuerpo permanece desaparecido. El horror distribuido a domicilio por la televisión llevó a la medianoche del 10 de diciembre a una reunión de urgencia entre las autoridades nacionales y locales junto a referentes sociales y políticos de los ocupantes.
De lo que ha trascendido, queda claro que mientras Macri se negaba a todo tipo de negociación y su solución era el desalojo mediante la guardia de infantería, el gobierno y los referentes buscaban encontrar una solución política a la crisis. Al momento de escribirse esta nota la situación permanece en un equilibrio inestable, mientras la gendarmería rodea el predio y se levanta un censo de los ocupantes que han dejado en claro que no quieren posesionarse del espacio público. Las agresiones sufridas por la gendarmería el domingo 12, por gente no identificada desde afuera del predio, demuestran lo complejo de la situación y alienta la visión conspirativa.
ENTRAMADO POLÍTICO
Entre Mauricio Macri y Eduardo Duhalde hay una coincidencia objetiva de intereses. El primero no tiene posibilidad de ser un candidato presidencial sin el apoyo de la estructura política del peronismo federal, un conglomerado disperso del menemismo residual. A su vez Duhalde carece en sus filas de un candidato a nivel nacional y encuentra en Macri el postulante que no tiene en sus filas. Hay varios discursos del ex presidente que lo muestran en una actitud destituyente: en uno de ellos pronunciado en el 2009, pronostica que a mediados del 2010 el gobierno sería derrotado en forma categórica y vaticinaba un desplazamiento por abandono o por nocaut por acciones de su gente.
Con esos antecedentes, una hipótesis no desechable es que detrás de los acontecimientos de Soldati y algunos otras tomas que se empiezan a concretar en distintas zonas, está la coincidencia de intereses, la inducción de las ocupaciones y la mano de obra de esta alianza estratégica que intenta erosionar a un gobierno que ha recuperado una intención de voto similar a la que tenía en el 2007.
A su vez las políticas inmigratorias del gobierno en consonancia con su política exterior de reconstrucción de la patria grande, no puede significar la no adopción de algunos parámetros elementales de ingreso y control.
Por otra parte, es muy elogiable la actitud de la presidenta de recibir en privado y sin aprovechamiento político de su parte, a los familiares de las víctimas, con una lamentable omisión: los familiares de los tobas formoseños asesinados. Es muy reconfortante el reconocimiento a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo pero ello no debe ser un punto de llegada sino un piso a partir del cual se avance sobre las flagrante violación a los derechos humanos que significa el gatillo fácil, algunas desapariciones ocurridas en los últimos años, las cárceles convertidas en campos de concentración, la apropiación de las tierras de los pueblos originarios, la expulsión de gente a raíz del modelo sojero, las muertes por inanición, el trabajo esclavo de mayores y niños, la informalidad laboral, la falta de una real política de seguridad, etc, etc.
ENTRAMADO SOCIAL
En la articulación del entretejido social seriamente dañado por la fragmentación de los años de arrasamiento, hay datos positivos que al mismo tiempo no deben ocultar el núcleo duro de la pobreza y la indigencia. Según un informe de la CEPAL “la Argentina, Chile y Uruguay consolidaron incluso tasas de pobreza en torno al 11 por ciento, las más bajas de Latinoamérica. El trabajo ubica a la Argentina primero en cuanto a reducción de pobreza en la última década y segundo, después de Chile, con respecto a la eliminación de pobreza infantil. El texto advierte que la pobreza y la indigencia en Argentina se contrajeron entre 2006 y 2009 a razón de 3,2 y 1,1 punto porcentuales por año. El estudio precisa que la situación de pobreza se redujo de 21 por ciento en 2006 a 11,3 por ciento en 2009, en tanto que la cantidad de indigentes bajó en ese lapso de 7,2 a 3,8 por ciento.”
Las cifras favorables tampoco pueden ocultar que las villas, como la sociedad en general, han sufrido un fuerte proceso de transformación. Nathalie Puex, Doctora en Antropología Social por la Universidad de París llegó a la Argentina en 1997 y sostuvo en Página 12 del 29-11-2010: “La villa tiene una característica particular por el imaginario estigmatizante que la caracteriza. Ese estigma era lo único que la caracterizaba, porque muchísimos barrios obreros vivían situaciones de carencia en términos de servicios, delito y pobreza. La mayor parte de las villas en la Argentina tiene una relación muy organizada con el país y la vida social. Se trabaja muy poco en las villas. La gente tiene que salir sí o sí a trabajar. La mayor parte de la población participaba de un imaginario común en términos de educación, trabajo, acceso a la salud, incluyendo la población migrante. Muy rápidamente fui dejando esa idea de fragmentación, que es una representación muy simple y conveniente de algo más complejo. Es más fácil englobar a un barrio y contarlo como una cosa exótica que vive aparte. La idea de un gueto que vive aislado, tiene su propia cultura. En la Argentina no hay realmente guetos. Incluso las villas siguen teniendo una relación muy fluida con los barrios de alrededor, aunque sí hubo una transformación muy grande y un miedo social que contribuyó muy fuertemente a aislarlas. No hay una relación totalmente simétrica entre lo que la gente en la villa vive, hace y piensa, y lo que pasa afuera, porque la gente de la villa vive afuera mayormente, sale a la calle como todo el mundo a trabajar, va a colegios públicos más cercanos a sus casas, va al hospital público donde va quien no tiene obra social. Hay situaciones muy variadas en esos barrios. Todo aumenta el sentimiento de marginalidad más que de exclusión, porque tienen el sentimiento de participar en la vida económica pero son marginados desde un punto de vista de las representaciones.
Los sectores populares consumen como se tendía a consumir antes del gran auge del consumo en la Argentina. Es decir, consumen poco en supermercados, y si lo hacen, es porque consiguen un empleo que les da tickets de supermercados o vales o bonos públicos. Pero la mayor parte consume en almacenes del barrio. Y la razón es el fiado, que no era excluyente de los sectores pobres, sino también de la clase media, pero que, por el acceso a las tarjetas de crédito, fue abandonando para dejar casi todo ese espacio a los sectores populares.
La Argentina tiene una característica que le es muy propia y que tiene que ver con una intervención muy fuerte del Estado. Una intervención real, pero muy relacionada al imaginario que tiene la gente del rol del Estado. En muchos países de América latina no hubo Estado social tan desarrollado como acá, ni tan integrador. Eso hizo que se debiera contar muchísimo más con recursos propios, como las redes de amigos sobre las cuales se intentaba construir formas de lazos parentales ficticios. Eso obligaba a una red social fuerte, hecho que en la Argentina era mucho más relativo porque hubo una intervención pública que permitió dar ciertas garantías sociales y construir el lazo social. En el imaginario popular argentino la villa era sólo un lugar de paso. No era necesario construir grandes redes porque no estaba previsto instalarse mucho tiempo. Hasta los ’70 eso se pudo verificar. Cuando empecé a trabajar me quedé muy sorprendida de ver que en villas ya antiguas, como la villa Jardín de Lanús, la villa Itatí de Quilmes, o la del Monte, no había muchas generaciones que cohabitaran en el mismo barrio……. Hasta los ’70 o principios de los ’80, los barrios de villas tenían una instalación relativamente precaria ( porque era un lugar de paso). Tampoco había fuertes reclamos para obtener mejorías. Recién en los ’80 empezó a haber una necesidad de mejorar el barrio porque había pocas posibilidades de salir. Los ’90 fueron el gran auge de la construcción y ampliación de las casas. Mucha gente se endeudó para comprar materiales y mejorar sus casas…–Por un lado, sigue la idea de que la villa es un espacio no deseado, pero hay una cierta resignación, ya que la villa es un lugar donde uno va a tener que vivir. Existe una renovación generacional muy importante, que es una de las causas del hacinamiento. También ha pasado a ser un espacio de especulación financiera. Los alquileres son altos por cuestiones relacionadas con la burocracia y, además, porque no se paga servicios ni garantía. Cada villa tiene su cotización.” Alejandro Salvatierra, referente kirchnerista en Villa Soldati, poseedor de un discurso muy bien articulado, lo expresó con frontalidad: “ Yo nací y viví siempre en la villa y es posible que nunca la pueda abandonar”
Resultó impactante la fotografía de Salvatierra acompañado de diferentes referentes sociales hablando desde la Casa Rosada.
Igualmente conocido pero que no deja de ser impresionante, fue la catarata de declaraciones racistas de ciudadanos irritados.
Está claro que no se puede permitir la ocupación del espacio público. Eso no es lo que se discute,
sino las soluciones para resolver los problemas que llevaron a la ocupación del espacio público
UN CALLEJÓN DE DIFÍCIL SALIDA
A medida que transcurren los días, la hipótesis conspirativa se afianza.
El periodista Horacio Verbitsky en su habitual columna de Página 12 escribió el domingo 12 de diciembre: “Para gatillar el conflicto, centenares de pobres ….fueron traídos en colectivos y camiones pagados por el esposo de Graciela Caamaño desde Tigre, Pilar, Moreno, Malvinas Argentinas y Lomas de Zamora, sin que la estructura política y policial de la provincia de Buenos Aires le avisara al Poder Ejecutivo.” Como es sabido, el esposo de Graciela Caamaño es Luis Barrionuevo que junto con el Momo Venegas, constituyen la pata sindical del duhaldismo.
Al mismo tiempo desde EE.UU, Eduardo Duhalde llama al retorno del orden. Todo ello con el parlante propagador de los medios hegemónicos y sus adláteres menores.
Este movimiento de pinzas se realizó para desplazar a De la Rúa y para adelantar la entrega del gobierno de Alfonsín a Menem. En este caso además Verbitzky cercano al gobierno y con considerable influencia en él, alerta de una complicidad interna con asiento en la gobernación de la Provincia de Buenos Aires. Indudablemente la situación actual del gobierno de Cristina Fernández es muy superior a como se encontraban los gobiernos radicales cuando se precipitaron los hechos desestabilizantes. La actual etapa ofensiva tiene posiblemente un objetivo de máxima, poco probable, que implicaría el desplazamiento presidencial y una de mínima que implicaría a través del miedo que provocan las ocupaciones, la sensación de anarquía, obligue a la Presidenta a reprimir con un alto costo en vidas humanas, hiriéndola en una de las banderas que es la no represión de la protesta social. Por otro lado se intenta demostrar las limitaciones de la presidenta ante la pérdida de su marido, el vertebrador del entretejido político. Lo que sí se puede advertir es que la muerte de Kirchner provocó un tsunami en la oposición al perder su eje aglutinante y ahora el vacío dejado se traslada al gobierno, donde se desatan internas aletargadas en vida del santacruceño, lo que resiente la inspiración de las iniciativas a tomar y las trabas en su ejecución.
Como se ve un callejón de difícil salida, con aspectos contradictorios y difusos. Donde se puede apreciar algunas indecisiones gubernamentales, el silencio de las organizaciones sociales afines al gobierno, de la CGT, de la CTA, la paralización de los sectores juveniles cuya presencia multitudinaria se exteriorizó a la muerte del ex presidente.
Tal vez convenga recordar que cuando uno se encuentra en un callejón sin salida, la salida está en la entrada.
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