30 diciembre 2013
20 diciembre 2013
FECHAS, UN SALUDO, UN DESEO
Concluimos un año en que la democracia cumplió 30.
Las Notas de Actualidad 14. Nuestro programa EL TREN, que co-conduzco con el periodista Gerardo Yomal, alcanzó los diez años ininterrumpidos en los
micrófonos de AM 770 Radio Cooperativa.
Mi programa “Mediodías con Opinión” en la RSO de
Marcos Paz 14 años. 4 años de un blog muy visitado: http://presmanhugo.blogspot.com.ar/, cuyo
mantenimiento lo realiza Mariano Manuele, 4 años en la SEÑAL MEDIOS,
compartiendo semanalmente "Mesa de Periodistas" con Gabriel Fernández
y en éste último año con Carlos Raimundi.
Un año con éxitos como la constitucionalidad de la Ley
de Servicios de Comunicación Audiovisual y fracasos preocupantes como los
alzamientos policiales. Con los problemas de salud de la Presidenta y un Papa
argentino. Con un año económico que ha sido mejor que el anterior pero que
tiene algunas nubes preocupantes en relación con el que se avecina. Lo cual
sólo debe ser un incentivo para redoblar los esfuerzos.
El país tiene avances notables en muchas áreas e
hipotecas sociales a levantar.
Nos preocupa el futuro, porque como dice Woody Allen, “es el espacio en el que
pasaremos el resto de nuestra vida.”
Los éxitos y fracasos están mezclados como sólo lo
puede hacer la vida. Por eso tomo un viejo saludo de mis ancestros judíos y
brindo con todos ustedes con un Lejaim ¡ Por la vida!
Un agradecimiento y un brindis para los que ponen la
oreja para escucharnos, los que tienen la paciencia de leerme, para los
que critican y para los que elogian.
Para todos, muchísimas gracias.
Por un 2014 que supere largamente las expectativas
que despierta el cierre del 2013.
Hugo
Presman
LA PARITARIA ARMADA
Una historia tenebrosa que comenzó en Córdoba;
provincia rica en historias deslumbrantes y en hechos nefastos. Tierra de la
Reforma Universitaria y el Cordobazo; de la Revolución Fusiladora y del
Navarrazo. Ahí donde Luciano Benjamín Menéndez regenteó el mayor campo de
concentración de la región llamado La Perla. Ahí donde se refugió el Nabo
Barreiro, torturador serial requerido por la Justicia, disparando la página
carapintada de la Semana Santa de 1987.
Ahora es el escenario que inició la paritaria armada.
Policías acuartelados que dejaron zonas liberadas y alentaron los saqueos.
Comerciantes indefensos que ante la ausencia del Estado decidieron armarse y
defenderse. Un gobernador que primero subestima, se ausenta, vuelve y capitula.
Acepta el pliego de condiciones de los amotinados, cierra el capítulo
provisoriamente en su territorio y abre una paritaria armada en buena parte del
resto del país. En el medio, protagoniza una comedia de enredos con el gobierno
nacional con el fondo de un drama. Ineptitud superlativa del pequeñísimo José
Manuel de la Sota y algunas actitudes mezquinas del gobierno nacional.
Policías eufóricos que se abrazan entre ellos y sus
compañeras, mientras miles de cordobeses intentan recuperar lo que queda
después de los saqueos.
En Tucumán, en su capital, después de hechos
similares, quince mil tucumanos se concentraron para repudiar el comportamiento
policial. Iban a ser reprimidos y se interpuso la gendarmería.
Una crónica del periodista Rubén Elsinger, refleja lo que se vivió y cómo se instigó: “Otros grupos de motoqueros encapuchados y autos sospechosos merodeaban supermercados y depósitos mayoristas en diferentes barrios. Cuentan que en Villa 9 de Julio, al noreste de la ciudad, dos policías de civil de la Brigada de Investigaciones les hicieron señas de que se acercaran a los adolescentes que participaban de una reunión de un programa de recuperación de adictos. Un par de chicos fue a hablar y cuando volvieron, contaron: “Dicen los ‘ratis’ (por los policías) que está liberado el híper del Acceso Norte”. Se referían a uno de los locales que la firma Hipermercados Libertad tiene en esa zona. Minutos después había un grupo acechando ese local. Otros testigos hablan de la participación directa en los mismos saqueos de policías, así como de integrantes de la barra brava del Club Atlético Tucumán. Los ataques eran resistidos con armas de fuego y palos por los dueños de los negocios, sus empleados improvisados como custodios, vigiladores privados y algunos policías. Cuando los atacantes superaban a los defensores y se iniciaba el saqueo, se sumaban entonces muchas otras personas que se habían mantenido a la espera.”
Es posible que lo que el político Luis Juez denominó
con precisión “La paritaria de la 9
milímetro”, haya producido una ruptura muy fuerte entre los sectores de
la población que tenían una mirada benévola de los uniformados y la policía que
los desprotegió. De manera que están dadas las condiciones, como único fruto
positivo del alzamiento policial, para producir un replanteo profundo del
funcionamiento de las policías provinciales. Es ahora o tal vez nunca o mucho más tarde.
DIFERENTES INTERPRETACIONES
Es posible que la sociedad argentina que ha padecido crisis dolorosas profundas (dictaduras diversas; proscripciones; bandas parapoliciales apañadas desde el estado; terrorismo de estado; derrota militar; hiperinflación; deflación; crisis económicas agudas; saqueos; traición y defraudación de la voluntad popular; congelamiento de depósitos; indexaciones; desagios; pobreza insultante; desempleos record; clubes de trueques; multiplicidad de monedas; devaluaciones impresionantes y revaluaciones absurdas; corrupción), para citar algunas pesadillas todas ellas en pocas décadas, haya emergido de una forma que posiblemente resulte difícil de aprehender con los parámetros de las décadas de los cuarenta hasta parte de los setenta. Todo ello, en el contexto de un capitalismo planetario cada vez más inhumano y feroz, que se fue acentuando desde la caída del Muro de Berlín, reduciendo significativamente el estado de bienestar o extinguiéndolo, reconstruyendo muros en el interior de cada una de las sociedades para proteger a los favorecidos de una desigualdad social creciente, con lo que el entretejido social se ha desgarrado o roto. Todos los esfuerzos y avances conseguidos en la última década en nuestro país han resultado insuficientes para reparar lo que se destruyó en forma profunda. Así se puede asistir a vecinos que roban a sus vecinos, de los cuales resultan ser clientes antes y después de los saqueos. Situación similar a la que viven habitantes de las villas, en su inmensa mayoría trabajadores, que deben pagarle peajes a un número pequeño de delincuentes enquistados allí.
Un cambio de valores naturalizado: lo del otro está
sujeto a apropiación sin remordimiento alguno. Valores que conforman el sostén
de una sociedad organizada Y si eso en otras épocas y en ciertas
propuestas políticas era una forma de redistribución coercitiva del ingreso
dentro de un proyecto de cambio social, hoy es mero pillaje individual. La
socióloga Maristella Svampa lo describe con precisión: “Hace unos días,
revisando testimonios recogidos de lo sucedido en Córdoba, leí que ante el
reproche de un periodista que decía a una persona “estás robando”, en el
momento que se llevaba una mesa de un negocio saqueado, la respuesta del hombre
fue: “No lo robo. Me lo llevo.”
Es cierto también que diferentes gobiernos de todos
los signos ideológicos han impulsado el enriquecimiento impune de funcionarios
que no pueden justificar ya no su patrimonio total sino el que declaran, lejos
del alcance de la justicia, lo que termina creando un clima vicioso del todo
vale.
Sobre las zonas liberadas y la incitación policial al
saqueo, hay un escenario sobre el cual también es imprescindible reflexionar.
La socióloga Alejandra Ciuffolini, refiriéndose a los sucesos de Córdoba
expresó: “Nuestro trabajo
de investigación sobre luchas sociales nos permite un análisis en el que los
hechos recientes se inscriben en una historia más larga de conflictos y
necesidades en los sectores populares. Cabe reseñar la dinámica excluyente y
segregadora de la mayor política de vivienda en la última década, como el
programa “Mi casa, mi vida”, que ha desplazado a los bordes de la ciudad a
buena parte de los sectores populares que habitaban en villas y asentamientos.
Incluso relocalizó en un mismo barrio a poblaciones con enemistades históricas,
cuyo resultado ha sido la configuración de espacios inhabitables por la
violencia imperante. Tenemos además una práctica de seguridad, que se asienta
en el abusivo Código de Faltas como herramienta de control de la vía pública,
delimitando espacios de circulación y vida de los pobres; leyes como la de
narco-menudeo y contra la trata, que con sus figuras escasamente tipificadas
intensifican la persecución y el hostigamiento hacia los sectores populares. Hay que sumar la inaccesibilidad a
cuestiones tan básicas como la tierra y la vivienda, por el encarecimiento del
suelo y por claras políticas de desarrollo urbano que privilegian los
emprendimientos privados. De fondo también aparece el deterioro financiero
de la provincia de Córdoba, que impacta en el diseño de programas y políticas
sociales, y especialmente en materia de empleo. Estas cuestiones, entre otras, han generado un profundo malestar en las
barriadas populares, especialmente en los jóvenes…Y en relación con los
saqueos, cabría precisar que comenzaron en barrios cuyos habitantes son
en buena parte policías retirados o en actividad, por ejemplo barrio SEP,
lo que casi no deja dudas de la conexión entre los primeros saqueos y el mismo
conflicto policial…. No comparto la
idea de desborde social, y sí creo que se han generado espacios de
violencia, cuyo devenir es siempre incontrolable…. La rabia social no sólo es
de los sectores populares, también está en las clases medias y altas, y ése es
el otro lado de la rabia. Si algo hay de llamativo en estos días es la furia de
esos sectores. El modo violento con
que jóvenes y adultos se lanzaron a la “caza” de aquellos que van en moto de a dos, son morochos y portan
gorra: es la peligrosa ideología construida alrededor del “negro de mierda”,
que es exactamente aquella que está en nuestras calles desde hace más de una
década, dispuesta como paradigma de inseguridad.
A su vez,
Maristella Svampa reflexiona: “Es que
los saqueos involucran también comportamientos colectivos primarios desde los
sectores medios y acomodados, quienes en nombre de la autodefensa territorial y
de la propiedad privada, responden de modo descarnado, mostrando lo peor de sí
mismos: racismo, clasismo, en fin, un rosario de discriminaciones y violencias…
Lo sucedido en
Córdoba constituye un punto de inflexión, tal como lo ilustra un episodio en el
barrio Nueva Córdoba contra jóvenes por “portación de rostro” que atravesaban
el territorio amenazado. Diciembre de 2013 no reenvía a 1989 ni tampoco es una
reedición del 2001. Estos saqueos de 2013 se parecen más a lo ocurrido
exactamente hace un año en Bariloche, la ciudad turística más emblemática
de la Patagonia y a la vez, paradigma de la fractura socio-espacial. Claro que
no era la primera vez que Bariloche, verdadera “ciudad- country”, nos
sorprendía con imágenes extremas. Ya lo había hecho en 2010, cuando la policía
asesinó a tres adolescentes y hubo fuertes manifestaciones de xenofobia y
racismo por parte de los comerciantes del Bajo, en apoyo de la policía del
gatillo fácil.”
DEMOCRATIZAR LA
POLICÍA
Es bueno recurrir a los que saben. León Arslanián que fue dos veces el promotor del mayor avance y depuración de la bonaerense sostiene: “Yo creo que pudimos demostrar que era posible llevar adelante una reforma, un programa coherente, sin necesidad de pactar nada con las fuerzas de seguridad. Los gobiernos no tienen que pactar nada, pero nuestra reforma, después de la asunción del gobernador (Daniel) Scioli y su ministro de Seguridad (Carlos Stornelli), fue destruida en sus principales aspectos. En 2009, ya fuera del gobierno, llegamos a un acuerdo para avanzar hacia una seguridad democrática, con participación de organizaciones de derechos humanos, especialistas y referentes de diferentes fuerzas políticas. Y lo primero que se planteó es que las fuerzas policiales dejen de estar gobernadas por sí mismas. El que las debe conducir y disciplinar es el poder político. Eso no ocurrió porque se decidió pactar con las policías. La seguridad es un resorte de los gobiernos y no se puede negociar…… Debo aclarar que cuando hablamos de sindicalización policial no estamos hablando del derecho de huelga. La sindicalización no significa que los policías tengan los mismos derechos que un trabajador portuario, pero sí que tengan una representación genuina, que pueda sentarse a negociar con los gobiernos temas tales como los salarios, las condiciones laborales. Y que puedan discutir los modos de organizaciones de las fuerzas de seguridad; no puedo decir que son medievales, pero sí que son napoleónicos en la mayoría de las provincias argentinas….. La policía no puede tener derecho de huelga, porque está obligada a preservar derechos superiores, como son el derecho a la vida y a los bienes de la sociedad a la que debe proteger. Los intereses y el bienestar del colectivo social están por encima de los intereses corporativos de las fuerzas policiales y de seguridad. Los policías tienen derecho a participar, a través de representantes legítimos de la tropa, en mesas de trabajo sobre salarios, condiciones de trabajo y de salubridad, tratamiento adecuado de enfermedades profesionales, prestaciones médicas garantizadas, derecho a la vivienda, estabilidad en el lugar de trabajo……Acá hay que hacer la reforma policial o hacer la reforma policial, no queda ningún otro camino.
Marcelo Saín, otro
experto, creador de la Policía de Seguridad Aeroportuaria afirma: “Ha habido un fuerte malestar
laboral en las policías. Lo que quedó demostrado a partir de esta crisis es que
estas policías conviven fuertemente con bolsones de trabajadores pobres, que a
sí mismos no se consideran trabajadores. Y que además no lo son desde el punto
de vista jurídico, porque no portan ningún derecho laboral. Eso tiene que ver
con la configuración de estas fuerzas fuertemente militarizadas y estructuradas
sobre la base de la sumisión al superior. Esto eclosionó. Una de las
manifestaciones más fuertes de esta situación de crisis es una suerte de
licuación de la estructura de mando tradicional, que ya no es administrable por
las cúpulas con el reglamento militarizado en la mano. Uno de los fenómenos que
hemos visto en estos días es que no ha habido clandestinidad en la demanda. Es
un fenómeno que yo no lo asimilaría a ningún otro tipo de hecho de
desestabilización por parte de fuerzas policiales. El segundo aspecto es la
existencia de estructuras de conducción policial profundamente anacrónicas y
con muy escasa capacidad de gestión de la crisis. Y en esto hay que destacar la
ausencia total de estructuras de gestión política. A punto tal es la acefalía y la defección política en las provincias
–existan o no ministerios de seguridad–, que en ninguna se vislumbró capacidad
política de gestión de la información y de la conflictividad. Eso obligó a
que los propios gobernadores de manera directa intercedieran ante la crisis,
incluso en algunos casos estableciendo diálogos y negociaciones con los propios
sectores que establecieron los reclamos. Le pasó a un gobierno como el de De la
Sota, que le concedió a la policía todo el poder, al punto de llevar como Ministro de Seguridad a Alejo Paredes,
vinculado con la oficialidad de la dictadura militar….. La principal responsabilidad es el desmanejo político de
la policía. Esta policía no es resultado del espíritu santo. Es la policía de
esta política. Acá hubo 20 años de un
acuerdo tácito por el cual los gobiernos delegaron el poder de la gestión de la
seguridad pública a las policías y éstas gestionaron la problemática criminal,
en algunos casos incluso participando en el crimen. Este doble pacto es
lo que se empieza a agrietar. A través del desmanejo de las organizaciones
policiales se agrieta el pacto político policial, y a través del crecimiento
del crimen más complejo y organizado y su autonomía respecto de la regulación
estatal -como hemos visto en los problemas con el narcotráfico en la provincia
de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba-, se empieza a quebrar el pacto
policial-criminal. Es simultáneo, forma parte de lo mismo. Y ahora, cuando se
quiebra ese doble pacto, no hay resto político para enfrentar el tema, porque
al darle el gobierno de la seguridad a la policía, nunca se construyó capacidad
de gestión política. El gran desafío no es tanto el proceso de reforma
policial, esa es una segunda etapa; lo más importante es construir capacidad de
gestión política…. Ese debe ser un punto de llegada, la conversión del empleo
policial en un trabajo. Hay un abordaje esquizofrénico del Estado y de la
política con relación a los policías. No
podemos tener policías con doble empleo. Tiene que haber un nivel
salarial que imponga la exclusividad. Si no, no hay profesionalismo y desempeño
eficaz de las tareas. Las condiciones
materiales de trabajo hay que revertirlas. Y hay que permitir a futuro
el derecho a la agremiación y a la negociación colectiva, no así el derecho a
huelga. La sindicalización tiene que ser pensada en el marco de un cambio mucho
más integral en la policía.”
UN COMENTARIO SOBRE LA CONMEMORACIÓN DE LOS 30 AÑOS
La explicación gubernamental sobre que el grupo de sediciosos no debían
empañar la fiesta que implicaba 30 años de democracia, ni que había que ceder
levantando la misma me parece correcta.
Pero a partir de ahí, hay algunas puntualizaciones. Se podía haber
realizado sólo el acto en el interior de la casa de gobierno. La otra es haber
seguido como se hizo, pero haciendo referencia a través de los artistas
populares como León Gieco, entre otros,
de lo que estaba ocurriendo. Era una contradicción muy fuerte que se
cantara ese himno planetario que es “Sólo le pido a Dios”, donde se dice: “Sólo le pido a Dios/que el dolor no me sea indiferente,/
que la reseca muerte no me encuentre/ vacío y solo sin haber hecho lo
suficiente.” El haber hecho silencio, fue un gesto sonoro estridente, mezcla de
desagradable y desaprobable.
Una tercera alternativa era
explicar claramente la situación y luego invitar a todos los artistas
convocados a interpretar una sola
canción y luego desmovilizarse con la gente convocada intentando hacer propio
el dolor de los argentinos muertos y de los saqueados.
Además se sumó la presencia
en primera fila de figuras alejadas de los derechos humanos como Moria Casán y
el inoportuno baile de la presidenta, torna entendible el gusto amargo que dejó
en muchos, incluso kirchneristas o simpatizante con el gobierno, esos aspectos de la conmemoración.
Es una herencia menemista
que atraviesa a la sociedad y por lo tanto a prácticamente todos los referentes
políticos, el fulgor de mezclarse con figuras artísticas o meramente del
espectáculo.
Cuánto más hubiera aportado a la conmemoración haber invitado y sentado en
primera fila a los miembros sobrevivientes de la CONADEP o a los jueces vivos
que juzgaron a las tres primeras juntas militares.
Un gobierno que ha hecho notables avances en materia de derechos humanos
queda mucho más expuesto cuando escamotea en medio de los festejos, la
sensibilidad para enmarcarlos en la dramática realidad que miles y miles de
argentinos estaban viviendo junto a un
número de muertos que finalmente alcanzó la enorme cifra de quince.
LA
PARITARIA ARMADA
La crisis protagonizada por las fuerzas policiales,
su ruptura con sectores importantes de la población, abona el terreno para
hacer la cirugía que la democracia ha demorado en encarar.
Las escenas de ciudadanos armados reemplazando al
Estado, tardarán en disiparse. La ruptura entre estratos sociales enfrentados,
el recuerdo del miedo padecido es una herida en la memoria colectiva.
Situaciones como las vividas, más que destituyentes
como se insiste en algunos casos en denominar, se acercan a la calificación de
erosionantes. Un ejemplo boxístico permite ejemplificar. El recordado boxeador
Carlos Monzón, no se imponía con un solo y definitivo golpe, sino con un
persistente y sostenido trabajo de demolición.
Los gobernadores, en otro contexto histórico,
repitiendo sin decirlo “Felices Pascuas,
la casa está en orden”, implican el posible nacimiento del Partido
Policial, de no tomarse las medidas imprescindibles.
Y finalmente a diferencia de cuando la pronunció Alfonsín, no
puede afirmarse la continuación de la frase que en aquella ocasión fue cierta:
“Y no hay sangre en la Argentina.”
18-12-2013
19 diciembre 2013
17 diciembre 2013
15 diciembre 2013
EL ANTEÚLTIMO
Murió el anteúltimo de los grandes del siglo XX.
Honró la vida con la misma tenacidad con la que postergó su muerte. Ésta se
vengó con todas las limitaciones y degradaciones con que la vejez avanzada
acosa a los seres humanos con indiferencia de su magnitud histórica.
A su velatorio llegan
las condolencias y las adjetivaciones edulcoradas incluso la de EE.UU,
que lo consideraron subversivo hasta el
2008. Empieza el proceso de colocarle un traje de bronce y de adulterar la
verdadera historia. La que es preciso ocultar para contrastar su figura con
países que han decidido solucionar sus problemas del pasado de manera
diferente. La grandeza política y moral
de Mahatma Ghandi, Martín Luther King y Nelson Mandela, es haber encontrado la estrategia y sus respectivas
tácticas, adecuadas a las características de sus pueblos.
Propulsores de la no violencia que le costó la vida a los dos primeros en
mano de sus asesinos, pretenden ocultar que Mandela purgó con 27 años de cárcel
haber encabezado el grupo armado de su partido el CNA, el Congreso Nacional
Africano. Es decir que no fue un pacifista abstracto sino que se enamoró de los
instrumentos para conseguir sus objetivos.
Es interesante internarse en sus Memorias que llevan
el título de “El largo camino hacia la libertad”, para conocer la estatura del
anteúltimo referente fundamental del siglo pasado. Ahí cuenta la preparación de
su alegato en el juicio en el que se salvó de la horca junto a otros
compañeros que finalmente fueron
condenados a prisión perpetua: “La
acusación consideraba que once de nosotros éramos culpables de complicidad en
actos de sabotaje cuyo objetivo era dar
paso a una revolución violenta y, finalmente, a una invasión armada del país.
El estado afirmaba que formábamos parte de una conspiración para derribar al
gobierno…. La pena máxima aplicable era muerte en la horca. …Se nos
preguntó entonces como nos declarábamos. Habíamos acordado no atenernos a la
fórmula tradicional, sino aprovechar el momento para mostrar nuestro desprecio
hacia el proceso:
-
Acusado número uno, Nelson Mandela, ¿se declara culpable o inocente?
-
Señoría, no soy yo sino el gobierno quien debería estar en el estrado. Me
declaro inocente- contesté puesto de pie.
-
Acusado número dos, Walter Sisulu, ¿se declara culpable o inocente?
- El gobierno es el responsable de lo que ha
pasado en este país. Me declaro inocente- respondió Sisulu”
“La
presentación del caso por parte del estado continuó durante la navidad de 1963
y terminó el 29 de febrero de 1964…. Pasé alrededor de quince días redactando
el borrador de mi declaración (alegato)…. Un respetado asesor legal, Hall Hamson lo revisó. “Si Mandela lee esto ante
el tribunal le sacarán directamente al patio trasero del edificio y lo
colgarán”….Winnie (su mujer) había asistido al juicio con mi madre y les hice
un gesto con la cabeza cuando entramos en el tribunal, que una vez más estaba
de bote en bote.”
El alegato entre otras muchas consideraciones
expresó: “Soy licenciado y he ejercido como abogado en Johannesburgo durante
varios años, en asociación con el señor Oliver Tambo ……De entrada quiero decir
que la sugerencia realizada por parte del estado de que la lucha en Sudáfrica
se encuentra bajo la influencia de extranjeros o comunistas es totalmente
incorrecta. Lo que quiera que haya hecho, como individuo o como líder de mi
pueblo, ha sido el resultado de mis experiencias personales en este país y de mis antecedentes africanos, de lo que me
siento profundamente orgulloso, y no obedece a lo que pueda haber dicho ninguna
persona del exterior……Algunas de las cosas que se han dicho ante este tribunal
son ciertas y otras no lo son. Con todo, no niego haber planeado actos
de sabotaje. No lo hice porque tenga un espíritu temerario, ni tampoco
porque ame a la violencia. Los planeé
como resultado de una evaluación metódica y serena de la situación política surgida como
resultado de muchos años de tiranía y opresión a los que se ha visto sometido
mi pueblo…..Hice especial hincapié en nuestro empeño de no atentar contra
la vida humana. Nosotros, los miembros del CNA, siempre hemos defendido una
democracia no racista, y hemos rehuido toda medida que pudiera separar aún más
de lo que ya están a las diferentes razas. Pero
el hecho es que cincuenta años de pacifismo sólo han conseguido para el pueblo
africano una legislación aún más represiva
y una reducción cada vez mayor de sus derechos………El sabotaje, dije, representaba la mejor
opción de cara a las futuras relaciones entre las distintas razas. Las
reacciones de los gobernantes blancos ante nuestros primeros esfuerzos fueron
fulminantes y brutales: el sabotaje se convirtió en un crimen penado con la
muerte. Aunque no deseamos la guerra civil, necesitamos estar preparados para
ella.”
En un momento de su extenso alegato define
ideológicamente al CNA: “El fundamento ideológico del CNA es, y siempre lo ha
sido, el credo del nacionalismo
africano. No el expresado en el grito “¡ Echad al hombre blanco al
mar!” El nacionalismo que defiende el
CNA es el de la libertad y la realización del pueblo africano en su propia
tierra. El documento político más importante jamás propugnado por el CNA es
la Constitución por la Libertad, que no es ni remotamente un proyecto para
la instauración de un sistema socialista. El CNA no ha defendido en ningún
momento de su historia un cambio revolucionario en la estructura política del
país, ni tampoco, si la memoria me es fiel, ha condenado jamás la sociedad
capitalista……Dije ante el tribunal que
no era comunista y que siempre me había considerado un patriota africano.
No negué que me sentía atraído por la idea de una sociedad
sin clases, o que había sido influenciado por el pensamiento marxista.
Eso era cierto, también, en el caso de muchos líderes de los países recientemente independizados de
África, que aceptaban la necesidad de alguna forma de socialismo que permitiera
a su pueblo ponerse a la altura de las naciones avanzadas de Occidente….En el
campo de la educación, la salud, los ingresos, en todos los aspectos de la
vida, los negros rozaban el nivel de subsistencia, mientras que los blancos
disfrutaban los niveles más altos del mundo. Los blancos afirman que los negros
de Sudáfrica viven mejor que los africanos del resto del continente. Nuestra
queja, no era que fuéramos pobres en comparación con los pueblos del resto del
continente, sino que éramos pobres en comparación con los blancos de nuestro
país, y que la legislación nos impedía corregir ese desequilibrio……Sé que
a los blancos del país éste le parecerá un discurso revolucionario, ya
que, al cumplirse nuestras aspiraciones, la mayoría de los votantes sería
africana. Eso es lo que hace que el hombre blanco tema la democracia.
….Es por esto por lo que combate el CNA. Su
lucha es, en verdad, una lucha nacional. Es la lucha del pueblo africano, impulsado
por su sufrimiento y sus experiencias. Es una lucha por el derecho a la vida.
……He dedicado toda mi vida a la lucha del pueblo africano. He combatido la
dominación blanca y he combatido la dominación negra. He acariciado el ideal de
una sociedad democrática y libre, en la que todas las personas convivan juntas
en armonía y en igualdad de oportunidades. Es
el ideal por el que espero vivir y aspiro a alcanzar. Pero, si es necesario, es
un ideal por el que estoy dispuesto a morir.”
Finalmente el juez los condenó a Mandela y sus
compañeros a prisión perpetua
LA VIDA DE UN LUCHADOR
Integrante de una familia de 13 hijos, estudió
derecho en la Universidad de Fort Hare, la única en la que podían estudiar los
negros. El 1944 se incorporó a la rama juvenil del CNA. En 1951, Mandela fue el
primer abogado negro de Johannesburgo, tres años después de la sanción de las
leyes del apartheid que establecía la supremacía de los blancos como especie superior.
( Al autor de esta nota le produce un profundo rechazo la expresión raza) Se dividía a la población sudafricana en
cuatro grupos: los blancos que eran el 20%, los negros un 67% y dos minorías: los mestizos (10%) y los
indios (3%). Se crearon guetos territoriales para los que no eran blancos donde
el 80% de la población tenía que hacinarse en el 13% del territorio. El
escritor uruguayo Eduardo Galeano definió el apartheid como: “Sistema original
de África del Sur, destinado a evitar
que los negros invadan su propio país. El Nuevo Orden lo aplica
democráticamente contra todos los pobres del mundo, sea cual fuere su color.”
De su primer trabajo en el estudio Witkin, Sidelsky y
Eidelman, escribe Mandela: “ Los socios eran judíos y, en mi experiencia ,
estos suelen tener una mentalidad más abierta
que la mayor parte de los blancos en cuestiones relacionadas con la raza
y la política, tal vez porque ellos mismos han sido históricamente víctimas de
los prejuicios. El hecho de que Lazar
Sidelsky, uno de los socios de la firma, aceptara a un joven africano como
pasante – algo casi increíble en aquellos días- es muestra del liberalismo del
que hablo.”
En el mismo año 1951 fue nombrado vicepresidente
nacional del CNA. Propuso la desobediencia civil contra las leyes
segregacionistas y estableció una alianza con el partido comunista sudafricano.
La masacre de Sharperville en marzo de 1960, con el
asesinato de 69 sudafricanos negros llevó a Mandela a cambiar de táctica y al
régimen blanco a prohibir al CNA. Funda entonces el MK, que preconizó la lucha
armada. Se realizaron múltiples actos de sabotaje y una huelga general.
Su vida clandestina concluyó el 5 de agosto de 1962
cuando fue detenido. El 9 de octubre de 1963 se inició el juicio de Rivonia,
donde Mandela pronunció el famoso alegato que mencioné al principio de la presente
nota.
DE LA CÁRCEL AL GOBIERNO
Sus primeros 18 años en la cárcel de Robben Island,
una especie de Alcatraz Sudafricana, con el número 46664, fueron durísimos.
Sólo podía recibir dos cartas y dos visitas al año. Su celda medía de 2,5 por 2
metros. Los trabajos forzados
quebrantaron su salud y contrajo tuberculosis. Su calvario se convirtió en
emblema mundial. La Asamblea General de Naciones Unidas pidió en 1971 la
liberación de Mandela y calificó al régimen sudafricano del apartheid de crimen
contra la humanidad. En 1982 es trasladado a la cárcel de Polismoor. Tres años más tarde el presidente Botha le
propuso la libertad a cambio de su renuncia a la lucha armada. Mandela no
aceptó y propuso una consigna revolucionaria para demoler un régimen
racista y proscriptivo: “un hombre, un voto.”
Las acciones guerrilleras se multiplicaron. El
gobierno sudafricano respondió con escuadrones de la muerte. Mandela ya era un
símbolo mundial. En 1988 se realizó un concierto en Wembley por su cumpleaños
número 70, el que fue televisado y visto por
una parte importante del planeta. La derrota del ejército sudafricano en
Angola, el progresivo aislamiento internacional y la creciente resistencia
interna llevó al presidente De Klerk a buscar un acuerdo con Mandela. Intentaron
sobornarlos de diferentes formas pero Madiba, como le decían cariñosamente en
su tribu, rechazó toda posibilidad de traicionar a sus compañeros y a la causa.
A su vez tuvo que enfrentar las dudas y críticas de los sectores más duros de
su movimiento por negociar con el régimen odiado. Por esa estrecha cornisa
Mandela se manejó con la estatura de un estadista. Tras 27 años privados de
libertad, fue liberado el 11 de febrero de 1990. Cuatro meses después se derogaron las leyes
segregacionistas.
Las elecciones, en la que primera vez votaron los
negros, constituyó un acontecimiento notable que consagró a Mandela presidente
con el 66% de los votos.
En la mañana de ese día memorable le llevó flores a
la tumba de su amigo del alma, el militante revolucionario Oliver Tambo.
Su discurso de asunción merece leerse en sus párrafos
más significativos: ““No nací con hambre de libertad, nací libre en todos los
aspectos que me era dado conocer. Listo para correr por los campos cerca de la choza de mi madre, libre para
nadar en el arroyo transparente que atravesaba mi aldea ……Mientras obedeciera a
mi padre y respetara las costumbres de mi tribu, ni las leyes de Dios ni la del
hombre me afectaban. Sólo cuando empecé a
comprender que mi libertad infantil era una ilusión, cuando descubrí,
siendo aún joven, que mi libertad ya me había sido arrebatada, fue cuando
empecé a añorarla. Al principio, cuando era un estudiante, sólo buscaba mi
propia libertad, la libertad pasajera de poder pasar la noche fuera, leer lo
que quisiera e ir donde me apeteciera. Posteriormente, ya como un hombre joven
en Johannesburgo, empecé a añorar otras libertades básicas y honorables: la de
realizarme, ganarme la vida, casarme y crear una familia, la libertad de no
tener obstáculos para vivir mi vida respetando la ley. Pero poco a poco fui
comprendiendo que no sólo no era libre, sino que tampoco mis hermanos y
hermanas. Vi que no sólo mi libertad la que estaba en juego, sino la de aquél
que se pareciera a mí. Fue cuando me uní al Congreso Nacional Africano, cuando el
ansia por la propia libertad se transformó en otra más grandiosa, que buscaba
la libertad para mi pueblo. Fue el
deseo de lograr la libertad para que mi pueblo pudiera vivir con dignidad y
respeto hacia sí mismo lo que movió mi vida, lo que transformó a un hombre joven y asustado en un hombre audaz. Eso fue lo que convirtió a un abogado
respetuoso con la ley en un delincuente, a un marido amante de la familia en un
hombre sin hogar, lo que obligó a un hombre que amaba la vida a vivir como un
monje. No soy más virtuoso o sacrificado
que cualquier otro, pero descubrí que ni siquiera podía disfrutar de las
escasas restringidas libertades que se
me concedían mientras mi pueblo no fuera libre. La libertad es indivisible. Las
cadenas que tenía que soportar cualquier miembro de mi pueblo eran las mismas
que nos ataban a todos. Las cadenas que ataban a mi pueblo eran las cadenas que
me ataban a mí……Cuando salí de la cárcel esa era mi misión: liberar tanto al
oprimido como al opresor. Hay quien dice que ese objetivo ya ha sido alcanzado,
pero sé que no es así. Sólo hemos logrado el derecho a no ser oprimidos. No
hemos dado el último paso, sino el primero de un camino aún más largo y
difícil. Ser libres no es simplemente desprenderse de las cadenas, sino vivir de
un modo que respete y aumente la libertad de los demás…..He recorrido un largo
camino hacia la libertad. He intentado no titubear. He dado pasos en falsos en
mi recorrido, pero he descubierto el gran secreto. Tras subir una colina, uno
descubre que hay muchas más columnas detrás. Me he concedido aquí un momento de
reposo, para lanzar una mirada hacia el glorioso panorama que me rodea, para
volver la vista atrás hacia el trecho que he recorrido. Pero sólo puedo
descansar un instante, ya que la libertad trae consigo responsabilidades y no
me atrevo a quedarme rezagado. Mi largo camino aún no ha terminado”
ENCANTADOR DE SERPIENTES
Nelson Mandela fue un político de una seducción
prodigiosa. Su carcelero, sus enemigos, sus adversarios terminaron admirados de
un protagonista de dimensión histórica. Cuenta su biógrafo John Carlín en su
libro “El factor humano”: “En primer lugar el genio político de Mandela. La
política, reducida a sus elementos esenciales, es persuasión, ganarse a la
gente…..Después de hacerlo con su propia gente – ya suficiente proeza, porque
era gente muy diversa, formada por todo tipo de creencias, colores y tribus- se
propuso ganarse al enemigo. Cómo lo hizo, cómo consiguió ganarse a personas que
habían aplaudido su encarcelamiento, que habían querido verle muerto, que
habían planeado declararle la guerra…(es la maravilla de su vida).
…..Mandela
había sentido la mayor parte de su vida una clara antipatía hacia el rugby,
pero se había propuesto hablar el lenguaje del enemigo. Era un deporte blanco
y, en especial, el deporte de los afrikáners, la tribu blanca dominante en el
país, la raza superior del apartheid. Los negros habían considerado a los
Sprinboks, durante muchos años, como un símbolo de la opresión del apartheid,
tan repugnante como el viejo himno
nacional y la vieja bandera de los
blancos.” A pesar de todo ello, Mandela vio en el Mundial de Rugby de 1995 un
medio para mejorar la integración del país y logró persuadir a los blancos y
apaciguar la ira de los negros. Al respecto escribió “La camiseta verde de los Springboks, que
seguía siendo un poderoso símbolo del apartheid para los negros y, en la mente
de los blancos, estaba inevitablemente asociada a los otros dos símbolos a los
que se refería el CNA, al fijar sus condiciones: la vieja bandera sudafricana,
que seguía siendo la bandera oficial, y
el viejo himno Die Sterm que seguía siendo el himno nacional.” Esas condiciones
fueron violadas por los organizadores blancos. Mandela declaró: “Yo entendía la
ira y la hostilidad de los negros, porque habían crecido en una atmósfera en la
que el deporte era un brazo del apartheid, en la que apoyábamos a los equipos
extranjeros cuando jugaban con Sudáfrica. Ahora, de pronto, yo había salido de
la cárcel para decirle que debíamos apoyar
a esa gente.”
Se colocó la camiseta número 5 del capitán del equipo
y jugador símbolo del país Francois Pienaar.
El Mundial resultó finalmente un éxito. El excelente
periodista Ezequiel Fernández Moores especializado en deporte escribió: “Hay quienes afirman que fue aquella alegría de negros y blancos
celebrando el triunfo del Mundial lo que salvó a Sudáfrica de una guerra civil
que parecía inminente. Pero también ese mismo año de 1995, Mandela creó la
Comisión de Verdad y Reconciliación. Sirvió de catarsis colectiva para que
miles de víctimas tuvieran por primera vez dónde contar el horror. Como Lukas
Sikwepere, ciego tras un balazo y torturas. "Siento que lo que me ha hecho
sentir enfermo todo este tiempo -dijo a la Comisión- es no haber podido contar
mi historia. Pero ahora que he venido aquí y he contado mi historia, siento
como si hubiera recuperado mi vista". Los documentos exhiben otros
numerosos testimonios igual de desgarradores. Se esclarecieron cientos de
injusticias. Pero la mayoría de los
victimarios no pidió perdón ni fue preso. Fue acaso una experiencia "única
e irrepetible", como me dijo un testigo del proceso, que sirvió a
Sudáfrica para ganar la democracia en paz, pero difícil de ser considerada un
modelo universal, como dicen
hoy muchos. Mandela, en rigor, pidió a su gente que tuviera la misma
generosidad que tuvo él para perdonar. Los
pocos que confesaron crímenes fueron casi todos amnistiados. Algunos
críticos dijeron que, al menos, debería haberse exigido a cambio una
redistribución que atenuara tanta desigualdad. Y que acaso hubiera servido para
mitigar la situación social en Sudáfrica, uno de los países hoy con mayores
estadísticas de violencia (una media de 43 asesinatos por día). Los que ayer
eran protegidos por el apartheid exigen ahora garantías democráticas. Tal vez
jamás leyeron las cuarenta páginas finales de recomendaciones elevadas por la
Comisión: que se "acelere el cierre de la brecha intolerable entre los más
y menos favorecidos" y que "los beneficiarios de las políticas del
apartheid contribuyan para la superación de la pobreza" porque "la
reconciliación sin justicia económica -dice el texto- resulta mezquina y
falsa". Sudáfrica creció, dicen todos los especialistas, pero un blanco
gana seis veces más que un negro. Y la desocupación es de uno cada tres negros
y de uno cada veinte blancos. Todos, eso sí, celebraron juntos y sin prejuicios
el Mundial de Rugby.”
Cuando camino a las elecciones fue asesinado el líder
negro Hani, para crear un clima que impidiera las mismas, Mandela tuvo que
convencer a su gente que había que mantener la calma. Al respecto escribe
Carlín: “Hani era junto a Mandela, el mayor héroe de la Sudáfrica negra. Si
Mandela no hubiera existido, o si hubiera muerto en prisión, Hani habría sido
el líder de la Sudáfrica negra por aclamación.”
Dos anécdotas para completar su imagen: “En los
primeros tiempos de su presidencia, un chico judío de trece años se presentó en
la casa de Mandela y entregó al policía
de guardia en la puerta una invitación para su bar mitzvah. Los padres se
quedaron asombrados al recibir una llamada telefónica del propio Mandela, unos
días después, para que le dijeran cómo llegar a su casa…..
Siempre se levantaba a las 4,30 de la mañana….Las
personas encargadas de limpiarle la habitación en todo el mundo se quedaban
estupefactas al ver que el dignatario les había hecho la mitad del trabajo.
Sobre todo, la señora a la que le tocó limpiar su suite del hotel en que se
alojó durante una visita a Shanghái. Le trastornaron las individualistas
costumbres de Mandela. Cuando los ayudantes de éste le contaron que la camarera
se había quedado molesta, él la invitó a su habitación, le pidió disculpas y le
explicó que hacer la cama era como limpiarse los dientes, era algo que no había
evitado hacer.”
En el camino a la presidencia tuvo que divorciarse de
su segunda esposa, de la que se separó por adúltera, pero políticamente porque fue juzgada por instigación de
torturas y asesinatos perpetrados por sus guardaespaldas.
“NEGRO DE MIERDA”
Muchos de los que hubieron denostado a Mandela en
nuestro país, lo toman hoy como un referente a seguir. Alguien que fue un guerrillero, hizo una
larga alianza con el Partido Comunista, admirador de Mao y el Che,
propagandista de la Revolución Argelina
donde recibió instrucción militar durante el gobierno de Ben Bella, que se
abrazó con Gadaffi en Libia, que admiraba a la Revolución Cubana, recibiría de
los que abominan de los cabecitas negras la misma calificación que le destinan
a éstos: negro de mierda.
Que los discriminadores de nuestro país,
fundamentalmente con los cabecitas negras y los inmigrantes de los países
limítrofes, tienen una especie de hilo de Ariadna con los racistas sudafricanos
lo revela ésta anécdota que contó Miguel Brascó en su visita a Johannesburgo en
los 60, citado por el periodista Luis Bruschtein: “El problema es que aquí no votan los
negros”, le dijo a un sudafricano blanco. “Tengo entendido que en su país tampoco”,
le respondió el sudafricano un poco molesto. Se refería a que el peronismo
estuvo proscripto durante 18 años.
La misma hipocresía, tradicional en las relaciones
diplomáticas, lleva a que hoy EE.UU en la persona de Obama exprese su dolor,
sin la menor mención al apoyo de su país
durante décadas al régimen criminal de Pretoria. Lo mismo hace la Inglaterra de
Cameron, que con el mismo énfasis que hoy lamenta la muerte de Madiba, elogió a
Margaret Thatcher que admiraba al régimen segregacionista. Lo mismo hace
Francia, que fue uno de los principales proveedores de armas del gobierno
blanco. La dictadura establishment-militar fue aliada del nefasto gobierno del
apartheid: en 1982 el seleccionado de
los Pumas, para burlar el boicot a la Sudáfrica racista, se presentó escondido
bajo la denominación de Sudamérica XV. Fue luego el refugio de esbirros de la
ESMA, como Alfredo Astiz y uno de los directores, Rubén Jacinto Chamorro y su
pareja la Coca Bazán, una ex prisionera del campo de concentración que regenteaba.
También Israel
apoyó al régimen criminal. Escribió el
periodista Luis Bruschtein en
Página 12, bajo el título de “El subversivo”: “Paradójicamente, mientras el
gobierno de Israel apoyaba al gobierno racista blanco y le vendía armas, varios
judíos sudafricanos, entre ellos Denis Goldberg, Lionel Berstein y Harold
Wolpe, lucharon con Mandela en Lanza de la Nación (el grupo armado del CNA).”
En cambio Cuba que envió sus mejores tropas, fue
decisiva para terminar con el régimen. Escribió al respecto Mandela: “La
aplastante derrota del ejército racista en Cuito Cuanavale constituyó un
triunfo para toda África…dio la posibilidad a Angola de disfrutar la paz y
consolidar su propia soberanía y a Namibia alcanzar la independencia…….La
decisiva derrota alteró la relación de fuerzas en la región y redujo
considerablemente la capacidad del régimen de Pretoria para desestabilizar a
sus vecinos. Este hecho conjuntamente con la lucha de nuestro pueblo dentro del
país, fue crucial para hacer entender a Pretoria que tenía que sentarse en la
mesa de negociaciones”
EL ANTEÚLTIMO
Murió Mandela, el anteúltimo de los grandes
referentes del siglo XX. Sólo lo sobrevive Fidel Castro. Sudáfrica está lejos
aún de concretar los sueños por los que luchó Mandela. Pero hoy su pueblo ha
logrado avances significativos que
parecían imposibles hace veinte años.
Tal vez la vida de Nelson Mandela la resume un humilde sudafricano negro
que fue consultado en uno de los tantos
documentales que se han realizado sobre qué significa Mandela para él. Su rostro se transformó y
simplemente dijo: “Él tuvo que permanecer
27 años preso, para que nosotros pudiéramos salir de la cárcel.” La
contrapartida exacta de una frase de Mandela: “Uno es en la vida tanto como le
cambia la vida a los otros”
11-12-2013
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