El imprevisto sorprendió hasta a la beneficiaria. Los
números tardíos del escrutinio no llegaban pero la coalición “Cambiemos”
desbordaba alegría por haber acortado la diferencia con Daniel Scioli y
habiendo llegado así al tan ansiado balotaje. Cuando los números oficiales se
volcaron con un inicio que partió de un
porcentaje elevado y mostró una diferencia de cinco puntos irreversibles en la
Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, al que este escriba considera
desde hace varios años el mejor cuadro del PRO, gritó sorprendida:¡“Ganamos.
Soy la nueva gobernadora”! Aventajó a su candidato presidencial en la principal
provincia argentina por 6,59 %. Ahí mismo donde Mauricio Macri amplió su caudal
con relación a agosto en 4,1%. El excelente desempeño de la coalición opositora
estuvo basado en el incremento concretado en territorio bonaerense donde la
mayoría de los distritos se colorearon de amarillo, sumado a que se benefició con la transfusión de votos de José
Manuel de la Sota en Córdoba que le permitió aumentar su caudal en la provincia
mediterránea en un 18,30%; sumado a ello un incremento en Tucumán de un 4%,
haber direccionado posiblemente a su favor la mayor parte del porcentaje de los
que no concurrieron a votar en las PASO (un 5% más), y haber seducido
mayoritariamente a aquellos que votaron en blanco en agosto que ascendieron a
1.216.634 votos contra 521.297 en octubre; es decir un descenso del 60%, que en
términos porcentuales sobre el total de votos emitidos, pasó del 5,06% al
2,36%. Los votos nulos se contrajeron en un 46%. Todo indica que los afectados
por las inundaciones le pasaron la factura a Scioli.
PASO A OCTUBRE
Al analizar el resultado de las PASO el pasado 14 de
agosto, escribí en la parte pertinente a dónde debía buscar los votos Scioli:
“Posiblemente se encuentren entre los
que no fueron a votar, entre los votos en blanco superiores a los
habituales, entre franjas de los votantes de Massa y Schiaretti, en el
30% del electorado fluctuante, ciudadanos que no son furiosamente kirchneristas
ni antikirchneristas. Deberá
cuidar que no se dispersen votos propios de los que votaron a Julián Domínguez
y en el habitual pragmatismo de los intendentes derrotados y heridos del
conurbano. No le será sencillo al motonauta pero es importante si quiere
triunfar que no tenga el síndrome del tenista que le cuesta cerrar un partido
cuando sus posibilidades de éxito son altas.”
No solamente no fue hacia las franjas señaladas, sino
que ellas fueron captadas mayoritariamente por su adversario lo que le permitió descontar algo más de cinco puntos
de los 8 y fracción que le había sacado
en las primarias abiertas simultáneas y obligatorias, a lo que se sumó el
descenso propio de 2,07%.
La estrategia original de la campaña era kirchnerizar
el discurso hasta las PASO y luego flexibilizarlo para dirigirse a franjas no
kirchneristas a seducir. El control realizado por los sectores duros del
kirchnerismo y la propia Presidenta, abortó esta estrategia y el discurso de campaña se redujo a seguir
seduciendo a los ya seducidos, mucho más recordando lo hecho en detrimento de
propuestas concretas de cara al futuro. Es imposible llegar a superar el
50% si no se suma al electorado fluctuante que con algunos virajes intentó y
logró muy parcialmente el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Contra todas las encuestas, Macrí aumento 4,10 puntos
por encima de lo esperado, y Scioli bajó 2,07%, todo ello sobre un universo
superior al de agosto en casi dos millones de los cuales 500.000 corresponden a
la Provincia de Buenos Aires.
Entonces
Scioli no pudo seducir significativamente con relación a las PASO, a los que se
incorporaron, a los que cambiaron su voto en blanco por positivos; no sólo eso:
bajó en su propio distrito y solamente
incrementó tres escasos puntos en Córdoba.
Hay que puntualizar que de las cuatro últimas
elecciones en la Provincia de Buenos Aires, el Frente para la Victoria sólo
ganó en la elección presidencial del 2011, perdió en la del 2015 y en las
legislativas del 2009 y 2013. Sobre
cuatro elecciones perdió tres, lo que empieza a delinear una tendencia. Si
a esto se suma la derrota en bastiones históricos del peronismo como Lanús,
Berisso, Bragado, Tres de Febrero, Quilmes, entre otros.
Hacia el interior de la provincia, el tradicional voto
radical se solidificó como en toda la zona núcleo (Santa Fe, Entre Ríos, Buenos
Aires, Córdoba, este de la Pampa) con un voto arrasadoramente antikirchnerista
que superó en muchos lugares un 40%, que el gobierno decidió dar por perdido
sin intentar recuperar en algún porcentaje con medidas que contemplaran la
reducción de los precios internacionales,
el incremento de los costos internos y la sobrevaluación del peso.
Hay varias causas que pueden argumentarse: la mediocre
gestión de Daniel Scioli con un presupuesto en que sólo un 8% se destina a
inversiones estructurales; la escisión
del 2013 de la que surgió el Frente Renovador y que erosiona un porcentaje de
los votos de los sectores populares tradicionales del Frente para la Victoria.
Por una hábil campaña de sus adversarios, el candidato
a gobernador Aníbal Fernández logró ser identificado como un cómplice de la
droga, situación que deberá dilucidar la justicia, lo que revivió en la
provincia un escenario parecido a lo que
sucedió en 1983 cuando la juventud radical (hoy María Eugenia Vidal) encarnaba
los slogans de entonces, diciendo “no es una elección, es un ingreso a la vida”
o “somos la vida” contra la que
enarbolaba el justicialismo (hoy en la comparación Aníbal Fernández):
“Somos la rabia”.
En una
sociedad que ha parido tres candidatos que no despiertan pasiones, Vidal daba
mucho más el papel del actual momento, que el ministro que carga con una imagen
en contra elevada.
Siendo el PRO un partido de laboratorio arropado en
las técnicas de marketing, no ha descuidado el trabajo territorial, cosa que
parece haber ocurrido con el Frente Para la Victoria.
A todo esto debe sumarse que la Presidenta de la
Nación se ha revelado como una precaria gerente de recursos humanos
equivocándose reiteradamente en la selección de sus colaboradores y candidatos,
a lo que se suman sus déficits en la construcción política, errores y
deficiencias que quedan disimulados u ocultados por su notable capacidad
expositiva y su solvencia de cuadro político.
Un punto que explica el misterio de la
escasa diferencia de 1,96 entre los votos obtenidos por Scioli en la
provincia de Buenos Aires y los de Aníbal Fernández, a pesar del enorme y sorprendente
corte de boletas, son las diferencias
de votos en blanco para los cargos de presidente y gobernador. En el
primer caso representaron el 2,36% y en el segundo el 7,66%. Recuérdese que los
mismos se excluyen para determinar los porcentajes de los votos afirmativos y
su significación cambia considerablemente los porcentajes. Para el máximo cargo
en la provincia hubo 223.902 votos en blanco, mientras que para gobernador se
elevó a 735.139 votos.
Por otro lado, es evidente que los heridos en la
interna del Frente, jugaron apáticamente y en algunos casos en contra del
candidato a gobernador.
A su vez, un sector con considerable capacidad de
movilización como “La Cámpora”, pareció
retraída en su militancia a favor de su candidato presidencial.
UNA DECISIÓN QUE CAMBIÓ LA HISTORIA
Aunque es una historia contrafáctica, es altamente
probable que si el candidato a gobernador bonaerense por el Frente para la
Victoria hubiera sido Florencio Randazzo, el oficialismo hubiera ganado en
primera vuelta. Carlos Zannini, siguiendo las instrucciones de la Presidenta
alentó las aspiraciones presidenciales del originario de Chivilcoy (otros de
los lugares donde perdió el Frente Para la Victoria) para condicionar y bajarle
el precio a Scioli. Esto disparó una interna feroz, con descalificaciones
gravísimas por parte del ministro hacia el gobernador, sin poder descabalgar al
ex vicepresidente en su primacía en las encuestas. Con sensatez, Cristina
Fernández decidió abortar la contienda y sin anestesia colocó a Zannini como
candidato a vicepresidente de Scioli. Esto llevó a que Randazzo se bajara y no
aceptara la propuesta de ser el candidato único a gobernador. En su momento
dicha decisión fue apoyada minoritariamente por aquellos que ponderaban el
cumplimiento de la palabra por parte del ministro y criticada por los que
sostenían que fue una actitud egoísta que no tuvo en cuenta que era parte de un
proyecto colectivo. Tal vez su actitud hubiera sido distinta si al alentar su
lanzamiento como candidato presidencial se le hubiese informado y propuesto que
era un ensayo para ver en qué situación competitiva
se encontraba; y que debía realizar una campaña con claras diferenciaciones
pero sin agresiones que le cerraran el camino para una eventual bajada de su
candidatura, en el caso de no contar con posibilidades ciertas de triunfo en la
interna, con lo cual obtendría como premio su candidatura a gobernador de la
provincia de Buenos Aires, el segundo puesto en importancia del país. No se
hizo así, y más allá de la opinión que la actitud de Randazzo merezca, el
Frente Para la Victoria se privó de un candidato con escasísimos flancos
débiles y con una gestión muy meritoria en diferentes áreas.
Incluso el mismo Aníbal Fernández había afirmado que
él descartaría de presentarse si Randazzo se postulaba como gobernador.
EL MACRISMO EN SU HORA MÁS GLORIOSA
Aunque el candidato de CAMBIEMOS pierda el balotaje,
el macrismo se ha asegurado tener bajo su gobierno el territorio de la
Provincia de Buenos Aires donde viven 16.660.000 habitantes y que equivale al
37% del electorado, el 39 % de la población y aporta el 37% del PBI. Es además la
región industrial más importante del país, produciendo más de la mitad de las
manufacturas elaboradas en Argentina (56%), lo que la posiciona como el
distrito con mayor participación en las exportaciones nacionales, aportando
cerca de un tercio de las mismas. Si a eso se
suma Buenos Aires, con 3.000.000 de habitantes, casi la mitad de la población
del país y del PBI estará gobernada por este partido con aproximadamente 12
años de existencia, que ha roto con la hegemonía de los dos partidos
mayoritarios si bien sólo pudo conseguirlo en alianza con el fundado por
Leandro N Alem.
Para observar la rapidez con que se suceden las
posibilidades de éxitos y fracasos en nuestro país, basta señalar que al mes de
julio las posibilidades electorales de Mauricio Macri habían decrecido
considerablemente porque había perdido Santa Fe y en el balotaje de la Ciudad
de Buenos Aires, estuvo a dos puntos de perder su candidato lo que hubiera
significado, como él mismo lo afirmó, su renuncia a la carrera presidencial y
su consuelo de competir por la presidencia de Boca. Menos de tres meses después
se encuentra muy bien posicionado para llegar a ser presidente de la Argentina
el 22 de noviembre.
Lo mismo sucede con
Ernesto Sanz en el radicalismo, donde los sectores derrotados en la
Convención de Gualeguaychú criticaban la estrategia de alianza con Macri que
los ninguneaba y maltrataba, estaban lejos de alcanzar las gobernaciones
esperadas, y con posibilidades ciertas de derrota. Su ostracismo político
parecía inexorable. El imprevisto lo puso de nuevo en carrera, aparece
fortalecido y aunque hayan quedado lejos las expectativas de número de
gobernaciones a alcanzar, el radicalismo con el PRO obtiene 65 municipios de la
Provincia de Buenos Aires.
SCIOLI MANTIENE SUS POSIBILIDADES
Más allá de la derrota política es preciso señalar que
Daniel Scioli es el que obtuvo la mayor cantidad de votos a nivel nacional. Le
sacó 619.632 votos de diferencia a Macri. Desde
el 2005, siempre el Frente Para la Victoria obtuvo la mayor cantidad de
sufragios en todas las elecciones.
Para revertir la situación de haber pasado de banca a
punto, Daniel Scioli debe corregir los errores cometidos hasta acá, al mismo
tiempo que los sectores duros del kirchnerismo deben entender que la política debe ser un mix de dureza en
las banderas estratégicas y flexibilidad en la tácticas.
En mi opinión, Daniel Scioli debe hacer hincapié como
hasta ahora en lo mucho conseguido, pero
dándole mucho más espacio a subsanar lo que se debe corregir y a las nuevas
propuestas. Debe radicalizar las críticas a Macri, con ejemplos claros de la
disputa entre dos modelos.
La crítica sobre lo no hecho o realizado
deficientemente viene en forma indirecta y es algo que no se puede obviar.
Tomemos tres situaciones indefendibles y que
constituyen una hipoteca para el nuevo gobierno:
1)
La regularización del INDEC y el retorno a una
confiabilidad elevada en las estadísticas públicas.
2)
La reforma tributaria que permitirá una mejora
significativa en la distribución del ingreso.
3)
La eliminación de las retenciones, y/o un tipo de
cambio diferencial para algunas
economías regionales como el vino en Mendoza o las manzanas de Rio Negro o el
trigo y el arroz. Ante un tipo de cambio que ha ido perdiendo competitividad,
suprimir retenciones no es un crimen económico. Las retenciones son un
instrumento no un fin en sí mismo.
Sobre
otros dos caballitos de batalla de la oposición es relativamente fácil
rebatirlos e incluso mejorarlos:
1)
El incremento del
mínimo no imponible del impuesto a las ganancias. Tardíamente, y sobre
el cierre de campaña, Scioli propuso elevarlo a $ 30.000. Es una medida
correcta que beneficia a un sector minoritario de los asalariados, pero lo que
produce la mayor arbitrariedad es la
escala a aplicar congelada desde hace más de una década y que lleva a
que rápidamente un trabajador de ingresos superiores a la media tribute en las
escalas más altas.
2)
El pago del 82% móvil de las jubilaciones. Lo que
omite esta propuesta de Sergio Massa es que ese porcentaje es sobre las
jubilaciones mínimas. Actualmente entre el 82% del sueldo mínimo (82% sobre
5.588,00 = 4.582,16), significa que la jubilación mínima de 4.299,00 está a 6
puntos del 82%. Se puede pagar si se aumenta la progresividad del impuesto a
las ganancias a las empresas, con escalones que pasen progresivamente del 35 al
45%
3)
Impuestos adicionales sobre las superganancias de los
bancos e incremento de los abonados por el juego.
4)
Seguir insistiendo sobre la muy buena propuesta de
Scioli de que no paguen IVA los jubilados que cobren el haber mínimo.
Debe incorporarse al discurso un mensaje dirigido al 30%
del electorado fluctuante, con cosas laterales pero para esas franjas son
fundamentales, muchas de las cuales llevaron por acumulación al
distanciamiento de estos ciudadanos
Por ejemplo: “El proyecto y el modelo del que formo
parte se mantendrá en sus grandes líneas, con las correcciones lógicas de
distintas variables desajustadas en el tiempo. Cada presidente imprime a su
gestión su impronta. Mi forma de gobernar implica un diálogo permanente con
todos los sectores sociales, manteniendo una relación permanente con los
dirigentes políticos, gremiales y empresarios. No voy a acudir a la cadena
nacional sino en casos excepcionales; y mensualmente o cuando la realidad lo
amerite realizaré conferencias de prensa. Mi metodología, que no implica abrir
juicio sobre la que han implementado otros presidentes, es recurrir a reuniones
semanales de gabinete. Trataré de tender puentes entre los argentinos lo que no
significa eludir el conflicto cada vez que sea necesario. Gobernar afectando
intereses que pueden trabar un mejor nivel de vida de la mayoría de los
argentinos obliga a ser decidido, sin
que la menor vacilación tenga lugar
cuando la realidad así lo requiera y
mesurado en circunstancias donde el interés nacional lo demande.”
LA SUERTE DE SCIOLI NO ESTÁ ECHADA
Es casi impensable que Daniel Scioli logre un acuerdo
con Sergio Massa que ya ha hecho alianza con CAMBIEMOS en varias provincias. No
es al tigrense al que hay que seducir sino a su electorado, de origen peronista
pero con un antikirchnerismo a flor de piel. Los porcentajes de massistas que
se derivarán su preferencia hacia Macri son aquellos en que su antikirchnerismo
nubla su peronismo. En cambio la transfusión de votos hacia Scioli, se
producirá cuando los genes peronistas de los votantes del Frente Renovador
neutralicen sus vetas antikirchneristas.
Uno de
los flancos más débiles que deberá afrontar el gobernador es su derrota en su
provincia que ha gobernado durante ocho años.
Las diferencias internas en el Frente para la
Victoria, los pases de factura, la indolencia para militar de algunas franjas
juveniles insatisfechas con el candidato, juegan con fuego, consciente o
inconscientemente con la supina esperanza de regresar con Cristina Fernández en
el 2019.
Es la misma Presidente la que deberá dar un paso atrás
en su protagonismo, dejando de lado los caprichos y errores graves de construcción política,
asumiendo plenamente la dimensión de un cuadro político con estatura de estadista, realmente preocupada para que triunfe su
candidato no querido, pero proclamado como tal.
Si no se toma conciencia de la difícil situación que
sirva de acicate a la movilización de
todos los recursos humanos con que se cuenta y un discurso de campaña
diferente y sincera, entonces el resultado será el triunfo contundente de
Mauricio Macri.
Hoy se fluctúa entre la actitud derrotista de los
brazos caídos asumiendo que el resultado del partido está definido o en una
negación de la situación encomendándose a la magia de la tradición victoriosa
del peronismo.
Una serie de circunstancias (presentación de un cuadro
de situación inaugural horroroso; vengativo pase de facturas; endeudamiento en
gran escala; flujo de capitales, etc.), pueden convertir en probables ocho años
de Mauricio Macri, hasta que en algún momento los cimientos se desmoronen
produciendo un derrumbe económico ya vivido.
PERLITAS DEL 25 DE OCTUBRE
Sergio Massa apuesta a la derrota de Scioli para
intentar ser el líder del peronismo. La estrategia la explicó su socio, el
saliente gobernador de Córdoba José Manuel de la Sota: “Para que vuelva el
peronismo, hay que terminar con el kirchnerismo”
El progresismo nacional que es sólo un paraguas para
los días de sol, ausente cuando llueve y que
siempre termina del lado de los fabricantes de paraguas, ha decidido
votar a Macri en el caso de Margarita Stolbizer y en blanco según Victoria
Donda. En este posicionamiento coincide con el Frente de Izquierda.
Que al día siguiente del triunfo político de
CAMBIEMOS, subiera la bolsa, celebrara la Sociedad Rural y AEA, destaparan
champagne en Clarín, hubiera euforia en Wall Street, no signifique nada para el
progresismo y sectores de izquierda, demuestra una torpeza que desmiente su
prédica.
Las muchas
reservas que implica la posible presidencia de Daniel Scioli, su historia, su
gabinete, su precaria gestión, ceden antes el comportamiento que manifiesta el
poder económico cuyo olfato y conocimiento le llevan siempre a acertar en quien
es su mejor amigo. Eso no significa que vean a Scioli como su enemigo, pero
temen a que finalmente exprese lo que quieren dejar atrás.
A su vez, el Frente de la Victoria en las elecciones,
salvo las del 2011, es como un equipo de fútbol
que sale campeón pero pierde todos los clásicos ( Santa Fe, Córdoba,
Mendoza, Capital Federal) a lo que ahora
se le ha sumado la derrota en el clásico
más difícil de digerir que es la
Provincia de Buenos Aires
Después de declaraciones trogloditas y procedimientos
deleznables, el asesor de Mauricio Macri Jaime Durán Barba camina hacia el
estrellato de los asesores. Lo acompaña la pitonisa denunciadora que es una de
las artífices de CAMBIEMOS.
Las denuncias de posible fraude que perpetró Elisa
Carrió (precisamente del 2%), llamativamente vaticinada cuando se suponía que
esa podía ser la diferencia por la que Scioli iba a ganar sin necesidad de
segunda vuelta, desapareció al abrirse las urnas y los resultados obtenidos
fueron muy superiores a los esperado por la coalición opositora.
El tan vapuleado sistema electoral, con el resultado
apetecible puesto, llevó a este comentario del periodista militante Joaquín
Morales Solá: “El sistema electoral demostró ayer que, aún con sus
obsolescencias, puede funcionar” La Nación 20/10/2015.
En el mismo sentido, cuando gana el Frente para la
Victoria es consecuencia del clientelismo que condiciona el voto y cuando
triunfa la oposición se demuestra la sensatez y libertad del electorado.
No se puede apostrofar a lo que se quiere seducir. En
la política hacia los sectores medios conviene recordar una copla de José
Larralde: “No venga a tasarme el campo/ con ojos de forastero/porque no es como
aparenta/ sino como yo lo siento.
EL SENTIDO DEL IMPREVISTO
El antropólogo Alejandro Grimson ha definido la
situación con magnífica lucidez: “Ha comenzado la cuenta regresiva de una nueva elección. Asumir los
errores y aciertos de la estrategia electoral es sólo el primer paso. Quien
diga que la segunda vuelta está definida es un mentiroso. Pero quien diga que
con la misma estrategia se alcanzará un resultado diferente es un ciego.”
Un verdadero militante kirchnerista debería recordar que en estas
condiciones Néstor Kirchner y Cristina Fernández demostraron su garra y
capacidad de iniciativa en los momentos más adversos.
No es meramente vivando y aplaudiendo, sino actuando, cuando se
establece una coherencia entre lo que se
pregona y se hace.
En el análisis y diagnóstico político es conveniente no colocar el
corazón en el lugar del cerebro que impide el razonamiento, ni el cerebro en el
corazón porque la mera emoción nubla el GPS del camino adecuado a recorrer.
Cerebro y corazón, cada uno en su lugar, hacen una buena simbiosis para ubicar
el sendero.
En momentos en que el horizonte aparece más lejano, conviene
siempre tener presente al filósofo holandés de origen judío Baruj Spinoza, que
vivió en el siglo XVII: “En política no
hay que reír ni llorar, sólo comprender”. Tal vez así se pueda comprender,
asimilar el sentido del imprevisto.
28-10-2015