Se cumple un año del gobierno de CAMBIEMOS. Los que
sostuvimos que la aplicación de un modelo agro-extractivo-exportador mixturado
con el de rentabilidad financiera y envasado con un relato presuntamente
desarrollista, era una bomba de tiempo, nos quedamos cortos. El gobierno de Mauricio Macri ha venido a
refundar la Argentina y desmantelar ladrillo por ladrillo lo poco que quedaba
de la sociedad diseñada por el peronismo histórico reflotada parcialmente en
doce años de kirchnerismo. El macrismo es continuador de una línea
histórica contemporánea originada en la Revolución Fusiladora, continuada en
los golpes de 1966, 1976 y en la estafa
menemista concretada con apoyo electoral; y hoy se constituye en el intento más
legítimo por haber llegado de la mano de la voluntad de ciudadanía. Su plan es tan ambicioso que también intenta rediseñar un partido
peronista para que sea el encastre inofensivo de un país colonial, donde se
salde definitivamente el equilibrio inestable de la pugna de dos modelos.
La envergadura del proyecto entra en contradicción con la viabilidad de los
medios utilizados que como aplanadora se han aplicado en lo político con un
revanchismo visceral, en lo económico con un neoliberalismo con algunas
variantes y con consecuencias sociales (que se ha intentado paliar, tarde, mal
y con insuficiencias claras), para seguir avanzando en lo planificado. Para
conseguirlo están dispuestos a archivar temporariamente algunos dogmas e
intentar ganar las decisivas elecciones del 2017, lo que sería un respaldo al
plan económico y entonces sí avanzar en forma mucho más estructural.
En estos días se pueden ver ejemplos de negación de
algunos de esos dogmas más viscerales: aumentan el déficit fiscal y para
sobrevivir al descalabro económico que han provocado y las posibles reacciones
sociales de fin de año, decidieron repartir 30.000 millones de pesos
adicionales distribuidos en tres años para reforzar las medidas de contención
social. Por otro lado, y en función de la esencia doctrinaria, dejan a los
empresarios las manos libres para seguir despidiendo ya que sólo se comprometen
a no hacerlo, promesa mucho menos creíble que la presencia de los Reyes Magos el 5 de enero. El gobierno al
respecto se parece a aquel que mató a sus padres y cuando fue juzgado pidió ser
absuelto alegando que era huérfano.
Argentina es una sociedad compleja que más allá de
amnesias transitorias, puede tardar en reaccionar en forma conjunta, pero
cuando reacciona como lo solía afirmar Perón “hace tronar el escarmiento”. En
este primer año ha habido exteriorizaciones de resistencias como ningún
gobierno ha enfrentado en sus primero doce meses. Un gobierno que aplica
recetas que el país ha padecido, más allá de algunos oasis reducidos que sólo
retardaban el momento del estallido. El macrismo, con la solidaridad de sus
socios radicales -sólo están para defender decisiones de lo que participan
menos que lateralmente, soportando ninguneos de una indignidad que horada su
mejor historia-, ha desarrollado el plan DADA: Devaluación, Ajuste, Deudas
(endeudamiento) y Apertura de la economía. La devaluación ha sido esterilizada
por la inflación incontrolada. Además, a diferencia de otras ocasiones, la
mejoría del tipo de cambio que abarata los productos de exportación mejorando
posibilidades de colocación, ahora no se
tiene ese efecto favorable porque el mundo está mucho más inclinado a las ventas
antes que a las compras. El ajuste se ha dado en las tarifas con incrementos
que dejan al Rodrigazo en un reacomodamiento light, y por otro lado por la
pérdida del poder adquisitivo del salario estimado entre un 6 y un 12%. El
endeudamiento para solventar un déficit fiscal creciente, consecuencia de la
caída de la recaudación por un consumo decreciente, ha tenido un incremento que
en el primer año, más lo proyectado para el segundo, da una cifra de
endeudamiento de alrededor de ciento cincuenta mil millones de dólares. El
monto en circulación de letras de tesorería del Banco Central (LEBAC) supera la
masa monetaria (dinero en poder de los particulares, las empresas y los
bancos), lo que significa que en determinadas circunstancias puede llegar a ser
una bomba neutrónica. Implica el pago de
intereses mensuales de mil millones de dólares.
La apertura de la economía puede crear la idea, en un
primer momento, que el mundo se aloja en
las góndolas privadas argentinas, se abaratan muchos productos, mientras que
progresivamente las industrias cierran,
los obreros se convierten en desocupados y los consumidores en el
mercado se reducen geométricamente. Es llamativo que los que le rinden culto al
mercado apliquen políticas que inexorablemente reducen el número de
consumidores.
Como el gobierno ha centrado como batalla principal la
lucha contra la inflación basada en su componente monetario, mantiene altísimas
tasas de interés que con un dólar semifijo y presumiblemente planchado hasta
después de octubre del 2017, alienta una conocida bicicleta financiera (dólares-venta-pesos- plazo fijo o lebac-
cobro- compra de dólares- salida, con una rentabilidad de alrededor del 10% en
dólares) lo que refuerza la caracterización de modelo de rentabilidad
financiera: con dinero se hace dinero.
Todo este panorama permite avizorar una herencia realmente impagable que dejará
en algún momento, que no se puede prever en meses o años, este gobierno:
primarización económica, desindustrialización, endeudamiento insostenible que
implica una debilidad superlativa ante todas las crisis internacionales y un
desplazamiento de objetivos sociales prioritarios a favor de las amortizaciones
de la deuda , desocupación creciente con tasas de dos dígitos, población
sobrante, emigración, exilio de científicos, pobreza e indigencia en constante
aumento y PBI con decrecimiento o en el mejor de los casos crecimiento promedio
por debajo del aumento vegetativo de la población.
Este
recorrido no es lineal y puede haber períodos
de mejorías transitorias
Todos hemos escuchado hasta la saturación que el
gobierno de CAMBIEMOS recibió una pesada herencia. Había variables
desajustadas, problemas agudizados a resolver como el tipo de cambio y la
flexibilización del control de cambios, avanzar en transformaciones del modelo
productivo, bajar la inflación, cambiar la degradada cadena de comercialización,
avanzar hacia la estatización del comercio exterior, entre otros temas, frente a ventajas
importantes tales como una desocupación muy baja, reducido endeudamiento en
relación al PBI, alto consumo, mejoría en la distribución del ingreso. El actual, es el gobierno que desde
1983, recibió la mejor herencia.
Lo que ha hecho es desmejorar lo que estaba bien y
profundizar lo que estaba mal. Todos los índices que deben subir, bajan, y los
que tienen que bajar, suben.
Acá
no hay fundamentalmente errores, sino objetivos claros, el intento de pasar de
un modelo de sustitución de importaciones con Estado activo, regulador y
distribuidor, a uno de economía primaria exportadora mixturado con el de
rentabilidad financiera, con un Estado para redistribuir conforme al esquema
Hood- Robin. Con sinceridad el Secretario de Comercio Miguel Braun
declaró: “El modelo de sustitución de
importaciones no existe más”. Si las Pymes y la CGT todavía tienen
expectativas, es hora que sustituyan las ilusiones infundadas por los mensajes
de la realidad.
La restauración conservadora se realiza bajo un
envoltorio de la revolución de la felicidad, cuando la realidad está más cerca
de ser reflejada por el Guernica de Picasso. El relato macrista exhibe un
vocabulario estrecho y reiterativo. Mientras agota las descalificaciones sobre
el kirchnerismo como sinónimo de corrupción y “se robaron todo”, sintetizada en
“la pesada herencia”, las auto alabanzas y objetivos se expresan en “diálogo”, “consenso”,
“trabajo en equipo”, “pobreza cero”, “el país que nos merecemos” “reingreso al
mundo”, “sinceramiento”, “decir la verdad”, entre otras. El lenguaje no describe sino que oculta. Incluso en un ejercicio de
imaginación y para exponer un presunto
éxito importante, afirman que con las durísimas medidas adoptadas evitaron una
crisis que nos hubiera convertido en Venezuela. Es una historia contrafáctica tomada
de los pelos, del mismo tipo aunque estas mucho más precisas, de lo que hubiera
sido de Mauricio Macri si no encontrara por casualidad a Carlos Bianchi como
director técnico de Boca o más recientemente si Martín Lousteau hubiera
derrotado a Horacio Rodríguez Larreta en la elección a jefe de gobierno de la
Capital.
El periodista Claudio Scaletta apunta con precisión: “Dicho de
otra manera, no es que el plan económico esté mal, que no funcione porque su
teoría es errónea o porque sus supuestos y descripciones del comportamiento de
las variables y de los actores son equivocados, sino que el problema está en
“la realidad”. Unas pocas pistas modestas muestran en cambio que la
culpa está en otra parte. Si se
provoca una poda de salarios por vía de la devaluación y las tarifas, no hay
razón ni mecanismo para que “después de un tiempo” los salarios comiencen a
ganarle a la inflación. Si el consumo cae y aumenta la capacidad instalada
ociosa, no hay razón ni mecanismo para que aumente la inversión. No existe
ningún “principio de sustitución” entre consumo e inversión. Si los socios
comerciales están en recesión o si se provocan peleas innecesarias con los
principales compradores del exterior las exportaciones caen, no importa la
devaluación. No son opiniones, es teoría. No importa la voluntad, sino la
causalidad.”
Para las
promesas engañosas y falsas el gobierno acuñó la expresión “te la debo” y para
sus fines últimos cuenta con un gabinete de un lenguaje descarnado, que apenas
como muestra, cuenta con el Ministro de Hacienda Alfonso Prat Gay,
discriminador hacia sus compatriotas, denostador de la política, y genuflexo
ante delincuentes internacionales a los que les pidió perdón en nombre de los
argentinos o un Ministro de Educación Esteban Bullrich quien definió su tarea
como una nueva campaña del desierto y en la conferencia de la Unión Industrial
no se presentó como un Ministro sino como un Gerente de Recursos Humanos,
obviamente para el mercado. Es el
Gerente al que el Presidente de la Nación calificó como el mejor
Ministro de Educación de los últimos 80 años. Es el Presidente que mientras
mintió descaradamente en el debate presidencial sólo dijo la verdad hace unos
años en la Embajada de los EE.UU, definiendo al PRO como el único partido
PRO-MERCADO y PRO-NEGOCIOS.
Por otro
lado, hay que reconocer que algunos funcionarios tienen sentido de humor, como
el Ministro de Cultura Pablo Avelluto, quien afirmó que CAMBIEMOS “es heredero
de los sesenta, los Beatles y el Che”. El
mismo que confesó que “su golpe preferido es la Revolución Libertadora”
Los que parecen marchas y contramarchas son en
realidad circunvalaciones que se ven obligados a tomar por las resistencias que
encuentran. A eso se suman las notables torpezas de un equipo ministerial que
le sobra especialización como lobistas
de empresas privadas y escasísima
calle y desconocimiento del Estado en todo lo que es diferente de lo privado.
La sensibilidad se estrella diariamente en una planilla de Excel
El
hueso de su discurso político es la excusa y el miedo como justificativo. Como dice con acierto Jorge
Asis: Primero se justifican por lo que dejaron los que se
fueron. Segundo (ante la elección del 2017) se justifican porque, los que se
fueron, pueden volver.
Mientras
no acierta en economía, el partido gobernante ha obtenido importantes logros
políticos, debido a la complicidad de una oposición desorientada y fragmentada.
En el libro del periodista Ignacio Zulueta “Macri
confidencial”, en general favorable al hijo de Franco, puede leerse sobre algún
rasgo del presidente: “Tiene el síndrome del hombre encerrado en la cápsula del
poder. No sabe cómo viven los
normales y les pregunta sobre llanezas de la vida ordinaria”
Por todo ello, la futura herencia macrista volverá a
actualizar aquella frase que Alejandro Dumas pone en boca de uno de los tres
mosqueteros, con apenas una pequeña adaptación: “Qué felices fuimos, el tiempo en que un
51% de los argentinos pensaban que eran tan desgraciados”
22-11-2016
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