No ocurre lo mismo con los candidatos a presidente, no obstante que del sujeto en cuestión depende ostensiblemente el destino de millones de personas.
Independientemente de las múltiples razones que pudieran justificar tal omisión, es evidente que el ordenamiento constitucional da por supuesto que alguien que accede a la máxima magistratura es poseedor de una estructura psicológica que abunda en elementos racionales y una significativa estabilidad emocional.
Una infancia caracterizada por padres autoritarios, violentos y despreciativos.
Una dificultosa relación con los compañeros de las escuelas primaria y secundaria.
Una adolescencia que dio comienzo a una vida solitaria con escasas formas estables y pacíficas de relacionamiento, con la única excepción de la hermana, la cual obra de sujeto de estabilización del comportamiento y de contención
La imposibilidad de reaccionar razonablemente frente a aquellos que pudieren contradecirlo.
La búsqueda de afirmación y autovaloración y el ocultamiento de una apreciable inseguridad mediante estructuras y formas de comportamiento narcisista.
En lo relativo a su profesión, asume teorías únicas y definitivas considerando ora arbitraria, ora dañina y hasta siniestra cualquier otra teoría o propuesta.
Frustración, resentimiento, soledad, violencia, inestabilidad emocional, autoritarismo, síndrome de comportamiento narcisista y, por favor, paremos de contar.
Divierte imaginar a un empresario cuya consultora le presentara este diagnóstico queriendo conocer a tan especial personaje.
Créase o no, este señor fue elegido presidente de los argentinos.
LA OPORTUNIDAD
La síntesis es el mayor enemigo de cualquier análisis político o periodístico, pero en algunas ocasiones, como la presente, resulta necesaria para fijar un marco inexcusable y punto de partida esencial para una mejor comprensión de lo que se pretende expresar.
Se es antiperonista y basta, se terminó y no discuto más.
Nada más y nada menos que a lo enunciado debe enfrentar cualquiera que se anime a representar un proyecto de raíz nacional y popular.
Sin embargo, por diversas razones, algunas de las cuales se expresan más abajo, la sociedad argentina contiene un porcentaje de población equivalente al expresado con relación al antiperonismo, siempre dispuesta a sostener y reivindicar las políticas orientadas a la justicia social, la independencia económica y la soberanía política.
La acción de doce años de gobierno kirchnerista quedaron reflejados en variables macroeconómicas que hoy se consideran una verdadera utopía.
Si un extranjero contemplara a 600.000 personas vivando a una presidenta sin saber que se trataba de una despedida ante elecciones perdidas, no dudaría en calificar a nuestro país como un gran manicomio.
Semejante locura fue la consecuencia del ataque permanente del establishment y del mensaje repetitivo hasta el cansancio de los medios hegemónicos de comunicación.
Y de la siempre oculta presencia en muchísima gente de la necesidad de identificación y pertenencia con y al Poder, no obstante que ese Poder en el gobierno invariablemente afectara seriamente sus intereses.
Alberto Fernández no hizo absolutamente nada de lo que se esperaba de él. Todas las expectativas y esperanzas resultaron defraudadas.
Nada más hay corrosivo del “alma” y de la conciencia social que la defección de un gobernante llamado a restablecer las condiciones previas a una tragedia.
Consecuencias: frustración, resentimiento, soledad, futuro incierto, violencia reprimida.
Y fue en ese preciso momento que se presentó, tal si fuera una aparición fantasmal, alguien que exhibía como estandarte y símbolo una motosierra.
Y que ponía delante de la gente una personalidad que empatizaba extraordinariamente con las consecuencias enunciadas.
Gritos, agresividad, amenazas, misticismo, consignas de significado dudoso, fueron algunas de las expresiones de un candidato cuya estructura psicológica jamás superaría una selección de personal.
Las deplorables condiciones de una sociedad exhausta parieron la oportunidad.
UN LOCO EN ACCIÓN
El ejercicio del gobierno, sea cual fuere la personalidad del gobernante, siempre representa intereses.
Y Javier Gerardo Milei, de él se trata, por si no se dieron cuenta, también los representa.
Y esos intereses no son otros que los del establishment, el cual le provee un apoyo rayano con lo eufórico.
Alineamiento irrestricto con los intereses geopolíticos de Estados Unidos e Israel, rebaja de impuestos a los ricos, pago de las obligaciones derivadas de la deuda externa con prelación a cualquier otro gasto del Estado, promesas en buena parte cumplidas de la reducción del Estado a su mínima expresión, rebaja de jubilaciones y salarios, liberación de precios y libertad de mercado, renuncia a la soberanía nacional en todas sus formas, afectación de derechos laborales, anulación de obra pública, políticas de afectación de la ciencia, de la cultura, de la salud y de cualquier otro factor de cohesión social y de rasgo solidario, extorsión permanente a gobernadores, depresión del consumo, imposición de tarifas que agobian a las familias y a las pymes, apertura asesina de pymes de las importaciones, represión de cualquier tipo de manifestación, son sólo algunos de los “logros” de “el loco” en apenas once meses de gobierno.
TRISTE, SOLITARIO Y FINAL
Por consiguiente, toda acción oracular, profética o de simple enunciación de probabilidades es una experiencia volitiva. No surge espontáneamente más allá de que es un carácter propio y exclusivo de la condición humana la conexión con el futuro. Para los animales no existe el futuro.
Se justifica plenamente, entonces, que los análisis políticos y económicos, aun con grandes reservas, hablen del posible éxito de Milei en el establecimiento de condiciones permanentes derivadas de su acción. Es decir, de la “peruanización” (no peronización, por cierto) de la sociedad argentina.
Tales teorías son un absurdo por donde se lo mire pues requerirían ignorar, entre muchas otras, las siguientes circunstancias:
“El subsuelo de la Patria sublevada”.
Insisto: ni el Capitalismo Financiero y sus monstruosas derivaciones, de las cuales, el individualismo extremo, es sólo una de ellas, ni la banalidad y superficialidad reinantes, ni la ignorancia como virtud, pueden afectar definitivamente a algo que se llama Ser Nacional.
Y será ese Ser Nacional en acción, cualesquiera que fueren los caminos, lo que determinará inexorablemente un destino triste, solitario y final para el personaje en cuestión.
EPÍLOGO
Veo a Chauncey Gardiner, el protagonista de la novela de Jerzy Kosinsky “Desde el Jardín”, caminar lentamente por una laguna hacia su destino final.
Ese jardinero extraordinariamente elemental, que definía a todas y cada una de las cosas mediante metáforas relacionadas con su actividad de jardinero y de lo que veía en la televisión, las cuales fueran interpretadas como genialidades por los más altos estamentos del gobierno hasta el punto de ser considerado como posible candidato a la presidencia, no pudo soportar la muerte de su benefactor. Una circunstancia fortuita pero previsible.
Como siempre, las circunstancias fortuitas determinan los destinos.
Y sí…, creo que mi inconsciente se puso en acción
Noviembre 2024
• Alberto Ward, es Contador Público, cantante de tango y oyente crítico de EL TREN.