EL PROYECTO ECONÓMICO NECESITA TALLER
En pocas actividades se dan
situaciones tan paradójicas como con los economistas, ya sea con los que lo
son, los que posan como si lo fueran, y los que actúan como meros gestores de
negocios.
Si de un médico se hace público que
varios de sus pacientes con enfermedades menores terminaron en la morgue,
difícilmente podría, pasados algunos años, aconsejar públicamente en materia de
medicina y ser escuchado como una autoridad (a menos que explique y profundice
en los errores que cometió para arribar a esos resultados nefastos). Igualmente
pasaría con un ingeniero al que se le cayeran los puentes y luego sus
propuestas sobre construcción de los mismos fueran escuchadas con atención.
El periodista Alfredo Zaiat en su
libro “Economía a contramano”, página 315, los caracteriza con precisión basado
en la adaptación de un texto del novelista vasco Pio Baroja “sobre la
existencia de distintas clases de españoles, de principio del siglo pasado, es
útil para retratar el vínculo con la economía:
a)
los que no saben
b)
los que no quieren
saberlos
c)
los que odian saber
d)
los que sufren por no saber
e)
los que aparentan que saben
f)
los que triunfan sin saber y
g)
los que viven gracias a que los
demás no saben"
Economistas y gestores de negocios
de corrientes neoliberales y monetaristas que han conducido a países a
situaciones que victimaron a millones de personas, y que condujeron a crisis de
consecuencias catastróficas, tienen columnas en los diarios dominantes, espacio
en televisión, entrevistas con periodistas que parecen no conocer sus
antecedentes porque los omiten y además
les tiran centros para que sigan hablando como si recién llegaran al
conocimiento público. También cuentan con empresarios que les pagan jugosos
honorarios porque sus pronósticos suelen coincidir con sus deseos, aunque
caminen a contramano de lo que sucede.
A su vez, desde el campo opuesto,
aquel que defiende las políticas distributivas, se suele caer en otro tipo de
errores: aquellos de negar la existencia de problemas o la aplicación de una
acertada y oportuna rectificación de rumbos desviados, lo que puede llevar a
situaciones económicas complicadas.
DEBILIDADES HISTÓRICAS DE
LA ECONOMÍA
La economía argentina ha tenido
diferentes etapas. La que va de 1880 a 1930 es la “primaria exportadora” en la
que Argentina era la granja complementaria de Gran Bretaña: con el producido de
la exportación de los productos de la pampa húmeda, se obtenían los recursos
suficientes para importar todo lo que industria necesitaba. Cuando el modelo
entró en declinación, por las crisis del capitalismo mundial (Primera Guerra
Mundial, crisis de 1929) fue reemplazado por el de “sustitución de
importaciones” que originó la nueva clase obrera y con ella el peronismo. Todos
los golpes posteriores (1955, 1966 y 1976) se hicieron para desarticular
primero y arrasar después, a este modelo y a su contenido: el peronismo y con
él, a la clase obrera. Entre los inspiradores civiles de los dos primeros,
estuvieron los que querían volver a la economía primaria exportadora; con el
golpe establishment-militar de 1976 (y posteriormente con el menemismo)
estuvieron los que impulsaron y consumaron
el modelo de “rentabilidad financiera”, aquel que nos llevó a pasar de
una economía de producción a una de especulación, con el mercado como un dios y cuyas
catedrales fueron los bancos.
Durante el modelo de sustitución de
importaciones se produjeron de manera cíclica lo que en el lenguaje técnico se
conoció como “estrangulamiento de la balanza de pagos”; es decir, que las
divisas generadas por el sector agropecuario no alcanzaban a cubrir las
necesidades de insumos industriales y bienes de capital. Entonces se recurrían
a los famosos ajustes que entonces implicaban reducir la actividad industrial a
las posibilidades de generación de recursos del sector agropecuario. De ahí la
fuerte reticencia de este sector a la industrialización. A su vez, la debilidad
económica e ideológica de la burguesía nacional compuesta por los empresarios
industriales, la lleva generalmente a repudiar los proyectos que la favorece
(fuerte presencia estatal y sindical), y
a coincidir con aquellos que los ven como un problema a eliminar. El modelo de
rentabilidad financiera estalló con la crisis del 2001.
La apertura indiscriminada, las
privatizaciones como remate, la vinculación irracional del peso con el dólar en
un empate monetario que implicaba una catástrofe a plazo incierto pero
inexorable, implicaba déficits de cuenta corriente y presupuestaria que se
cubrían con endeudamiento creciente.
La notable devaluación del 2001 la
produjo el mercado, pero la convalidó el senador Eduardo Duhalde en el
ejercicio de la presidencia; ello representó una gigantesca transferencia de
los sectores populares y medios a los más altos. La
convertibilidad, después de una década, era una camisa de fuerza que
dificultaba las exportaciones, saturaba de importaciones innecesarias y había
exterminado la rentabilidad interna de las pequeñas y medianas empresas.
En 1983, la incipiente democracia a
la que se accedió luego de una derrota militar,
tuvo en su interior un poderoso caballo de Troya que era la deuda
externa. Desde aquel año hasta el 2001, todas las crisis tuvieron una relación
directa e indirecta con el peso asfixiante de las amortizaciones de la deuda
externa que en el 2001 representaba el 166% del PBI y que hoy apenas alcanza al
46%, aunque probablemente su incidencia es un poco mayor debido a la
sobreestimación del PBI, resultado de la estadística creativa.
Aproximadamente cada seis o siete
años, la economía argentina en el período democrático tuvo su crisis: en la
pre- democracia, la de 1982, con la estatización de la deuda privada impulsada
por Domingo Cavallo; en 1989, con el estallido inflacionario, reiterado en
1990; en 1995, con el Tequila; el proceso deflacionario reflejo de la crisis
rusa y de los tigres asiáticos en 1998; y la inolvidable del 2001, cuando un
modelo irracional y colonial estalló.
LA ECONOMÍA
KIRCHNERISTA
La recuperación de la economía argentina vista desde el 2013 es notable. Pocos lo podían imaginar en aquellos días, que hoy parecen fruto de la fantasía: las 14 monedas simultáneas; los clubes del trueque; los más de cien mil cartoneros ingresando por las noches en la ciudad de Buenos Aires, con familias enteras revolviendo los tachos de basura; las colectas de alimentos en España para asistir a argentinos indigentes; las colas ante las embajadas; los argentinos que encontraban en Ezeiza la única salida; el récord de desocupación; una indigencia que lastimaba los ojos; la pobreza a niveles desconocidos; las escuelas convertidas en comedores. La recuperación comenzó en el segundo año de la presidencia de Duhalde. Kirchner, favorecido por una coyuntura internacional en materia de precios muy favorables de los productos exportables, le agregó una fuerte presencia del Estado, aplicando políticas orientadas a la recuperación industrial, una importantísima y fundamental renegociación y quita de la deuda externa y una política exterior alejada lo más posible de los organismos internacionales y de las propuestas leoninas del imperio concretado en el primer caso en el pago al Fondo Monetario Internacional y la desaparición de sus imposiciones suicidas, y en el segundo caso en el hito histórico del no al ALCA.
Si Perón contó con las enormes
reservas acumuladas durante la segunda guerra mundial, Kirchner careció de ese
respaldo pero aprovechó un mejoramiento
notable de la relación de los términos del intercambio, con políticas
que acompañaron y propulsaron la recuperación. En los primeros cuatro años, la
mezcla de éxitos tradicionales de los gobiernos populistas (crecimiento,
redistribución del ingreso, recuperación industrial, reducción de la
desocupación, de la pobreza y la indigencia) se completó con dos premisas de
los economistas ortodoxos (superávit fiscal y de cuenta corriente). La enorme
devaluación del 2001 con los aspectos negativos que ya se han señalado, tuvo el
efecto positivo de fomentar las exportaciones y de ponerle un límite natural a
las exportaciones, con el crecimiento permanente de las reservas en un marco de
baja inflación. La recesión y deflación desde 1998, impidió que la gigantesca
devaluación del 2001 tuviera reflejo inmediato en los precios.
El traspaso presidencial de Néstor
Kirchner a Cristina Fernández vino acompañado de una corrida cambiaria y fuga
de capitales. El periodista Alfredo Zaiat en el libro citado, Página 89
consignó:
“Las seis corridas sumaron 60.676
millones de dólares.”
Desde
el 2007 se fue incrementando el ritmo
inflacionario. Se tomó la desafortunada decisión de alterar los índices del
INDEC. Off de record se explicaba que era para disminuir la incidencia de la
parte de la deuda que se ajustaba por inflación. Lo que se omitía es que había
otros bonos que se ajustaban por crecimiento del PBI lo que de esa manera
incrementaban su rendimiento al ser el crecimiento del PBI un cociente entre lo
producido en el país en un año dividido por el nivel general de precios.
Había hasta
entonces agujeros por el cual huían divisas. Legalmente todos podían comprar,
si lo podían justificar, hasta dos millones de dólares mensuales. Las
petroleras y mineras podían dejar lícitamente hasta el 70% de las divisas de
las exportaciones en el exterior.
En los primeros
cuatro años se intensificaron las exportaciones de soja, petróleo y minería. El
banco Central compraba diariamente dólares para que la cotización no bajara y en los negocios había carteles que
decían: “No se aceptan dólares”. Ese era el momento propicio para iniciar la
campaña de la pesificación.
Las exportaciones argentinas tuvieron un desempeño muy exitoso entre 2003 y 2008, con crecimientos, año a año, a tasas de dos dígitos, lo que implicó un crecimiento acumulado del 170% entre 2003 y 2008.
EL
PROYECTO ECONÓMICO NECESITA TALLER
Mientras la
inflación interna real aumentaba desde el 2007 a un promedio de alrededor del
15%, el tipo de cambio se actualizaba a alrededor del 7%. Los subsidios se
incrementaron año a año sin reparar en los beneficiarios y sin mejoramiento de
los trenes y subtes. Dos veces se intentó parar esta sangría pero ante las protestas
se retrocedió. Cuando se habló de aplicar sintonía fina en el 2011, sólo se
avanzó sobre algunos barrios de la capital, los countries y sobre bancos y casinos.
Resulta contradictorio que un gobierno nacional y
popular esté subvencionando a quienes no lo necesitan y con ello se hace un uso
discrecional e irracional de la energía que es uno de los agujeros que afecta
al balance de pagos. De ser
superavitario en energía, cuando la economía se recuperaba, se pasó a ser muy
deficitario con la economía funcionando a su nivel pleno.
Según un estudio mencionado por el periodista
Marcelo Zlotogwiazda y elaborado por Jorge Gaggero y Darío Rossignolo para el
Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo Argentino (Cefidar), el 42 por ciento de los subsidios a la
electricidad y el gas beneficia al 20 por ciento de la población de mayor
ingreso. Lo que significa que unos 30.000 millones de pesos por año se
dilapidan en ayudar a gente que no lo necesita. La cifra duplica lo que se
destina a la Asignación Universal por Hijo.
Todo esto da lugar
a un mecanismo perverso: el valor tan bajo del precio del gas y de la luz lleva
a un derroche escandaloso de estos recursos básicos en los sectores medios y
altos que mientras impide el ingreso de más recursos al presupuesto, incrementa
la necesidad de divisas para pagar las importaciones en esos conceptos.
El deterioro del
tipo de cambio afecta a otra de las fuentes de ingresos superavitarias hasta
hace poco como el turismo, que ha pasado a ser francamente deficitaria,
habiéndose ido en este concepto en los primeros seis meses de año tanto como en
todo el 2012, alrededor de cinco mil millones de dólares. El periodista Alfredo
Zaiat escribió al respecto: “Un artículo de Guillermo Laborda en Ámbito Financiero,
ofrece un dato muy interesante sobre la cantidad de dólares diarios que el
Banco Central entrega a la cotización oficial para abastecer la demanda del
turismo argentino al exterior. Es un
monto que más que triplica el movimiento estimado en el circuito marginal. Precisa
que en promedio son unos 32 millones de dólares por día que salen del Banco
Central para cubrir la cuenta turismo, detallando que 24 millones son por
consumo con tarjeta de crédito en el exterior (el recargo del 20 por ciento es sobre
la paridad oficial y a cuenta del pago de Ganancias y Bienes Personales), 3
millones por paquetes turísticos, otros 3 millones por pasajes y 2 millones por
autorizaciones de la AFIP para comprar divisas al tipo de cambio oficial.
Está claro cuál es el mecanismo vicioso que se ha generado. Habiendo una distancia del 70% entre el cambio oficial y el blue, todo turista, lógicamente, no vende sus dólares en los bancos y los mismos por lo tanto no ingresan al Banco Central. Se lo compra la guía de turismo, el hotel o el conserje y se desliza por el sector en negro de la economía. En cambio los argentinos que viajan al exterior utilizan sus tarjetas de crédito para sus gastos y sus compras y son subsidiados al cambio oficial. El mercado del dólar marginal efectivamente es pequeño, pero sus efectos son muy depredadores sobre la macroeconomía. Por el mercado oficial se liquida alrededor de 160.000 millones de dólares, sumando las exportaciones y las importaciones anuales. El mercado en negro llegará con suerte a los siete u ocho mil millones de dólares, o sea un 5%. Sin embargo, cuando la diferencia es tan marcada, se fomenta la subfacturación de exportaciones, la sobrefacturación de importaciones, el contrabando, con fortísima repercusión sobre las cuentas públicas. Por eso es claramente un error, reducir la influencia del mercado marginal a su insignificancia numérica.
La solución del
problema energético es a mediano y largo plazo, por lo tanto el monto que se va
en este concepto no es modificable. En
cambio los subsidios innecesarios con destino a quienes no los necesitan y la
fuga de dólares por turismo es necesario
abordar en forma perentoria.
Las exportaciones
han perdido significativamente su dinamismo. Entre 2008 y 2012
sólo crecieron 15%.
El modelo kirchnerista
tiene rupturas importantes con el menemismo y algunas continuidades como el
haber mantenido en buena parte la matriz económica heredada. La sojización se
incrementó, junto con la minería donde lo que queda para el país, en ésta
última actividad, es poco relevante. A su vez se incrementó la concentración
(donde está una de las causas principales de la inflación) y la
extranjerización. Mucho más profundo ha sido el avance del kirchnerismo en
derechos sociales, igualitarios y de género, en los derechos humanos, en el
juzgamiento de los horrores del pasado, en la batalla cultural, en fijarle
límites a sectores del poder económico.
La salida del control de cambios amplio, mal
llamado cepo cambiario, adoptado para frenar la fuga de divisas, tiene un problema:
es sencillo entrar pero muy difícil salir. En algunos aspectos, su supresión, tiene ciertas dificultades análogas al
de la convertibilidad. Se frenó
la fuga desenfrenada, pero como las amortizaciones de la deuda se pagan con
reservas, éstas bajan a ritmo sostenido. Cuando se lo implementó, hace dos
años, el 31 de
octubre de 2011, el dólar oficial se vendía a $ 4,24, mientras que en el
mercado paralelo se ofrecía a $ 4,49 pesos. La brecha cambiaria era del 6 por ciento. En
estos dos años, el dólar subió de $ 4,49 a cifras cercanas a $10, que implica
un incremento de alrededor del 120%, mientras que la brecha cambiaria fluctúa
en un 67%.
A su vez, son
mínimos, prácticamente inexistentes, los capitales que ingresan, porque no
están dispuestos a cambiar los dólares a la cotización oficial. Al ver tanta
diferencia entre las cotizaciones del dólar, hay soja sin vender, retenidas en
los silos bolsa, a la espera de una devaluación.
Esto ha llevado a
la creciente caída de las reservas. La pérdida en lo que va del año supera los 9000
millones de dólares, con lo que sobrepasa en tres veces a la caída del 2012,
que no llegó a 3100 millones. También es importante puntualizar la composición de las mismas,
constituidas por divisas, oro, convenios multilaterales de crédito,
colocaciones realizables en divisas, entre otros, pasando del 48,5% del activo
de la entidad al 29,9%, con mucha
presencia de los adelantos transitorios
al Tesoro y los títulos públicos.
Todas
estas consideraciones llevan a considerar que si no se ataca el drenaje de
divisas en sus frentes solucionables, puede divisarse en lontananza la
posibilidad de volver a padecer la restricción externa severa. De ahí los
tanteos para regularizar situaciones que permitan abrir una brecha en el
mercado de capitales y pagar vencimientos con préstamos y no con reservas. El autor de esta nota prefiere en lo
posible para abordar compromisos financieros no recurrir a esos mecanismos,
pero también soy consciente que los ataques políticos que se traducen en
corridas cambiarias y fuga de capitales, si debilitan la posición de reservas
más allá de lo recomendable, es altamente peligroso.
A
su vez, si el endeudamiento a largo plazo y bajo interés se destina a ampliar y
mejorar la red ferroviaria y vial, a invertir en la generación de energía, se
deben superar prejuicios pudiendo resultar plausible y necesario.
Aldo
Ferrer ha escrito en BAE al respecto: “La responsabilidad del Estado en el
desarrollo de la infraestructura de transportes, comunicaciones y energía le
confiere una responsabilidad primordial en el impulso al desarrollo industrial
y la resolución de la restricción externa.”Con relación a la
sustitución de importaciones avanza innovadoramente: “enfatizar que la restricción externa puede convertirse en eterna, a
menos que se resuelvan los problemas que la determinan…..Es preciso abandonar el viejo concepto de la “sustitución de
importaciones”, que implica reemplazar importaciones actuales por producción
interna, mientras se acrecientan, en mayor medida, las importaciones de los
nuevos bienes y servicios resultantes del incesante progreso técnico. Esto
desemboca, como lo revela la experiencia argentina, en la brecha creciente del
comercio de MOI (Manufacturas de origen
industrial) y la restricción externa. No alcanza con sustituir el presente, es
preciso sustituir el futuro con talento argentino. Debe rechazarse la
postura resignada frente a la inercia de la estructura productiva
desequilibrada”.
Hay
un cruce de caminos en donde no se puede elegir entre la mejor alternativa,
sino la que resulta menos lesiva a los intereses nacionales
A su vez, ignorar
los efectos nocivos de la inflación, a la que debe atribuirse una parte de las
dos derrotas políticas del oficialismo (2009 y 2013), aunque fueron triunfos
electorales a nivel nacional, es irritante y autodestructivo. En ese
sentido, van las declaraciones de la
subsecretaria de Defensa del Consumidor María Lucila “Pimpi” Colombo, de que
“La inflación no es un problema en la Argentina”. Lo mismo sucede con el ex
ministro y actual senador Aníbal Fernández que la niega, desde un análisis
semántico porque no hay una suba generalizada de precios. Sus declaraciones
suenan parecidas a la letra de aquel corrido mejicano que decía: “El día que la mataron/ Rosita estaba de suerte/ de tres tiros que le
dieron/ sólo uno era de muerte.”
La inflación es un
problema complejo y multicausal por lo que no queda más remedio en lo inmediato
que un control real sobre los fijadores de precios, un accionar con la ley de abastecimientos
sobre la cadena de comercialización y una
rápida e imprescindible descentralización por barrios y ciudades del
Mercado Central. Indudablemente, esto es muy dificultoso y arduo, pero en algún
momento es imprescindible encararlo.
Con relación a la
sangría en turismo, autos de lujo, mejoramiento para economías regionales con
problemas de competitividad, el desdoblamiento del mercado cambiario resulta en
principio beneficioso, aunque como
todo en economía tiene sus contraindicaciones. Es fácil predecir el
lobby de los distintos sectores económicos para que sus exportaciones se
liquiden al tipo de cambio más alto.
Es imprescindible que el proyecto económico entre
al taller para reparar lo que se ha deteriorado en estos 10 años, sin entrar en
pánico, ni soslayando la profundidad de
los problemas. Ignorar las fallas que aparecen en el tablero del vehículo, es
una actitud primero contraproducente y en segundo lugar autodestructiva. Y que
puede en algún momento dejar al vehículo en la banquina.
12-11-2013
El autor de la nota debería informarse sobre la histórica decisión de Néstor Kirchner de ordenar la democratización de la canasta con la que se mide la inflación que sufren las familias, y sobre las verdaderas consecuencias del problema que había sobre la deuda externa, en lugar de limitarse a repetir como un loro lo que dicen otros sobre el tema.
ResponderEliminarRicardo Patricio Natalucci
DNI: 8.464.942
Ex supervisor de campo del INDEC 1980-1981
Ex supervisor de metodología y fórmulas de cálculo de IPC del INDEC 1982-1985
Ex asesor de la Secretaría de Planificación de Presidencia de la Nación 1986-1991
Estudioso del problema mundial del sesgo plutocrático estadístico.
Email: ricardonatalucci@indec.com.ar
.
Muy buen análisis!! Sin duda la economía es algo muy complejo y no hay soluciones sencillas, más en nuestro país con la historia, las deficiencias y características particulares que tiene y siempre tuvo.
ResponderEliminarsiguiendo la analogia de los fierros, en otro blog lei lo siguiente: "...somos un FIAT 600 con motor de Ferrari, acelerando a fondo contra un barranco..."
ResponderEliminarUSTEDES, LOS PERIODISTAS, NECESITAN TALLER
ResponderEliminarSr. Hugo Presman:
De los muchos errores que contiene su artículo, en el cual en esencia usted repite lo que dicen otros, voy a centrarme en aquellos que están más directamente vinculados a mi especialidad.
Usted dice, en clara alusión a la intervención al INDEC en enero de 2007, y al Índice de Precios al Consumidor (IPC) que “Se tomó la desafortunada decisión de alterar los índices del INDEC”
La frase de usted produce engaño en la gente, ya que hace pensar que el IPC hasta ese momento se calculaba bien. Es más: Lo que dice usted sobre que la gigantesca devaluación de 2001 no tuvo “reflejo inmediato en los precios” se basa también en el falso supuesto de que el IPC en el año 2002 estaba bien calculado.
Yo le pido ahora que lea mi informe del año 2000 [1], o aunque más no sea el capítulo llamado “Pruebas (Gráficos, y cálculos demostrativos de fraude en el IPC)” [2], que haga los cálculos sencillos que allí propongo hacer, y que me diga si encuentra usted algún error en mi demostración, y que mire los gráficos, en particular la infografía con la mano que representa al INDEC de esa época, y me diga si le parece honesto lo que hacía aquel INDEC del año 2000.
Lo que ordenó Néstor Kirchner en enero de 2007 no fue alterar el IPC (en el sentido de trampearlo), sino todo lo contrario: ordenó que el INDEC corrigiera esa distorsión que yo venía denunciando permanentemente desde 1985 (y públicamente desde 1987).
Esa distorsión se denomina “sesgo plutocrático”. La palabra “sesgo” en estadística significa distorsión. La palabra “plutocrático” significa que le da mas poder a los más ricos. La canasta tenía un altísimo sesgo plutocrático, la muestra de comercios igualmente tenía un altísimo sesgo plutocrático.
Esto lleva a que lo que ordenó Néstor Kirchner fue que los técnicos y directivos del INDEC democraticen la canasta del IPC y la muestra de comercios, es decir que represente al verdadero consumidor promedio.
El fraude que yo denunciaba es un problema mundial, y aunque el INDEC de Argentina tuvo una participación importante en su desarrollo, hoy en día casi todos los IPC del mundo están calculados con esa deformación que es el sesgo plutocrático.
Continúa...
...continuación
ResponderEliminarEl gobierno de Néstor Kirchner ha sido el primer gobierno del mundo en ordenar eliminar o reducir en todo lo posible ese efecto, y Cristina Fernández de Kirchner se ha mantenido firme en esa decisión.
El secretario de comercio Guillermo Moreno –nos guste o no nos guste su estilo-, ha cumplido también junto a su equipo de asesores un trabajo importante durante la investigación de mis denuncias, entre el 10 de abril de 2006 y el 27 de enero de 2007.
Yo no soy kirchnerista, soy el técnico que denunció durante décadas el fraude que se venía haciendo, y felicito al gobierno de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández de Kirchner por haber dado la orden de corregirlo.
Como represalia, aquellos que estaban involucrados en la incorporación intencional del sesgo plutocrático en los índices de precios de Argentina y de todo el mundo, empezaron repentinamente a publicar índices artificialmente inflados, sabiendo que la repetición constante de la mentira se terminaría convirtiendo en realidad, por lo que se conoce como “ Efecto Pigmalión” o “Profecía Autocumplida”, y prácticamente todos los periodistas, en mayor o menor medida, se sumaron a esa campaña de falsedades, unos porque estaban involucrados en algún negocio turbio con aquel INDEC, y otros por simples repetidores sin capacidad propia de análisis ni de investigación.
De los periodistas, los que más daño hicieron al ocultar la verdad sobre el INDEC y al distorsionar los hechos no fueron los naturales y abiertos opositores ideológicos el kirchnerismo, (los Cachanosky, por ejemplo), ya que en el caso de ellos la gente sabe quien habla, sino los más cercanos al kirchnerismo que se sumaron a los difamadores, tal fue el caso de Horacio Verbitsky, Marcelo Zlotogwiazda, Ernesto Tenembaum, Reynaldo Sietecase, y un largo etcétera.
Todos los demás problemas económicos (inflación asistida, atraso cambiario, pérdida de reservas, dificultades para hacer la sintonía fina en la política de subsidios) tienen como causantes, es decir culpables, a quienes iniciaron las represalias contra el gobierno por la decisión gubernamental de ordenar reducir el sesgo plutocrático, y tienen como partícipes y cómplices a los periodistas que por vagancia, por espíritu corporativo, o por sucios negocios, se sumaron a ellos, ocultando la verdad a la población.
1) http://www.indec.com.ar/dossierinternational/InfoNatal1Portada.htm
2) http://www.indec.com.ar/dossierinternational/InfoNatal3Cap1Pruebas.htm
Ricardo Patricio Natalucci
DNI: 8.464.942
Ex supervisor de campo del INDEC 1980-1981
Ex supervisor de metodología y fórmulas de cálculo de IPC del INDEC 1982-1985
Ex asesor de la Secretaría de Planificación de Presidencia de la Nación 1986-1991
Estudioso del problema mundial del sesgo plutocrático estadístico.
Email: ricardonatalucci@indec.com.ar