En "Cien años de soledad",
en el mágico pueblo de Macondo, un día acontece una tragedia: una peste se
instala en el poblado.
Esta peste era más que
peculiar. Se trataba de insomnio.
Mientras el insomnio
avanza, Aureliano Buendía cae en la cuenta que hay un síntoma más perverso en
la peste: Las personas afectadas por el insomnio van perdiendo los recuerdos.
Aureliano, como el sabio del pueblo, comienza a tomar medidas.
Comienza a poner
carteles a las cosas:
"Esto es una
mesa."
"Una silla."
"Una
botella."
Aureliano ve que la
peste avanza, que la desmemoria puede agravarse. Así, comienza a poner carteles
en la vía pública:
Esto es una vaca. Por
la mañana se la ordeña. Se hierve la leche. Se la mezcla con café y se toma
café con leche.
Esto que ocurrió en
Macondo puede ocurrir en nuestro pueblo. Podemos ser afectados por la peste del
desrecuerdo, de la desmemoria. Debiéramos entonces como Aureliano Buen Día
salir a colocar carteles:
"Esto es una
escuela pública, acá se estudia. Se deben crear muchas escuelas públicas."
"Esto es una
universidad pública, aquí se hacen médicos e ingenieros gratuitamente."
"Esto es un
hospital, aquí se atiende gratuitamente a los enfermos para que no se
mueran."
"Esto es el ANSES,
aquí se reciben pensiones y jubilaciones y se trata con respeto al jubilado."
Éste es el Ministerio
de Cultura, éste otro del Trabajo, éste otro de Educación, éste otro de Ciencia
y Tecnología. Los ministerios no deben cerrarse ni ser meras Secretarías, en
ellos deben garantizarse los derechos de la gente.
Aquí, no se hacen negocios.
Habrá que salir a poner
carteles.
Omar Peñaloza
Cuánta razón tiene Omar...
ResponderEliminarQuizás convendría otro cartel que instruyera:
"Esta es la Constitución Argentina: un contrato social suscripto por todos nosotros ni bien nacemos en este suelo y nos toman la huella del pulgar del pie y también suscripto por aquellos que llegan de lejos, en buena voluntad; un acuerdo para vivir, ordenadamente y no como una horda en furia, en un país que es tan nuestro, como nosotros, de él; una relación contractual de por vida, que no nos permite hacernos los boludos cuando de sostener soberanía se trata y concibe como iguales a todos y cada uno; una serie de normas que dicen que no nos hicimos solos por mérito propio, como algunos postulan, sino que nos hizo el conjunto, al cual nunca, nunca, se debe olvidar".