16 junio 2019

El Espejo – Por Ricardo Rouvier


La elección de Pichetto no es por los votos que pueda aportar, afirma Ricardo Rouvier en esta nota. Tampoco por los que pueda perder. Macri lo eligió por su experiencia en la cocina política y su capacidad para defender la gobernabilidad. En la lucha definida entre el gobierno de Macri y la oposición populista/peronista/progresista, Pichetto viene a fortalecer el polo de centro derecha, que tiende a aggiornarse con esta apertura política.
Por Ricardo Rouvier*
(para La Tecl@ Eñe)

Hace unas semanas CFK hizo un inteligente movimiento de ajedrez y afectó, en simultáneo, los otros tableros. Aceleró la desintegración del espacio de la avenida del medio, avanzando hacia la construcción de una mayoría y manteniendo el dominio sobre el PJ. Quedó en soledad  Roberto Lavagna, con pocos votos, quien avizoró que con la tensión de los polos se iba a achicar el espacio entre el kirchnerismo y el Gobierno y que él quedaba aprisionado por la contradicción y pegó el salto. Reafirmó su candidatura y alianza de centro-izquierda a la que se sumó un solitario Urtubey. No creemos que esta tercera propuesta pueda tener competitividad respecto a las dos primeras.
Cristina Kirchner, al promover a Alberto Fernández como candidato al Poder Ejecutivo, oxigenó el espacio kirchnerista, siempre sospechado de maximalismo, para insuflarle lo que Alberto Fernández puede aportar en la política: moderación, diálogo, pluralismo. Este paso fue decisivo en la desorientación del peronismo no k que encontraba que uno de los suyos hasta hace un rato, se aliaba con Cristina quien bajaba un peldaño de la escalera pero sin soltarla.
Este movimiento de la ex presidenta habilitó la aproximación con sectores refractarios a CFK, para poder ingresar y asegurar los puntos que permitan cerrar la elección. Sólo el futuro de Massa, su posibilidad de perder un turno, es lo que lo mantiene luego de haber construido un laberinto y no saber cómo salir.
Por otra parte más estructural de la política, el ir y venir de Massa y del mismo Pichetto , la decisión solitaria y estratégica de Cristina, y muchos más, son la palmaria demostración de la inexistencia de los Partidos Políticos, o peor aún su simulación. Todo se hace en nombre de una representación en que el soberano está ausente y se hace presente sólo cuando cumple el cronograma de la democracia liberal vigente. Seguramente muchos lectores no imaginaron una democracia con tantas limitaciones y con tanta fragilidad de la fidelidad.
Macri, seguramente en el secreto de su oficina, habrá admirado la jugada de Cristina, por la inventiva que implicó y esto lo debe haber incentivado a hacer un movimiento similar.  Tomó una decisión que estaba vedada desde que asumió y se advertía en la práctica de gobierno cómo Monzó o Frigerio quedaban en el camino. Abrió una puerta hacia el peronismo no k que puede hallarse en algunas gobernaciones, en algunos legisladores e inclusive en recientes firmantes del binomio F/F. Si esta jugada saliera bien, y eso sólo se prueba en las elecciones, abría una apertura más amplia y generosa hacia la conformación de una «pata peronista». Está claro que este viraje deja mal parado a Peña y algunos otros que preconizaron desde el vamos la autonomía del PRO con el seguidismo radical y Carrió como única apertura. Por otro lado, se asociaba al oficialismo con el antiperonismo, además del antikirchnerismo, y la designación del candidato a Vice es una manera de neutralizar esa creencia.
La elección de Pichetto no es por los votos que pueda aportar según los estudios previos, tampoco por los que pueda perder. Macri lo eligió por su experiencia en la cocina política y su capacidad para defender la gobernabilidad. ¿Será un exceso de optimismo de Macri buscar un experto para el día después? A pesar de sus bolsillos flacos, se espera que la camiseta peronista del Senador, ejerza alguna empatía electoral. Eso sí, con él ingresa la política a un lugar donde el oficialismo exhibió un vacío en estos años. Basta repasar sus primeras declaraciones públicas en que plantea una agenda que supera ampliamente la pobreza política del oficialismo.
Es innegable la importancia del peronismo en la realidad política argentina cuando las tres fórmulas presidenciales de las principales fuerzas electorales, tienen dirigentes de esta misma identidad política. Y estos políticos tuvieron relevante actuación en el período anterior; mejor dicho en los períodos anteriores en que sus carreras políticas estuvieron caracterizadas por la variabilidad en un partido en estado gaseoso como el Justicialista. Y comprender esta relevancia, le debe producir al radicalismo alguna reflexión sobre su limitada incidencia en el vértice de las decisiones de este Gobierno. Y por otro lado, el PRO corre el riesgo de volver a ser un partido local si gana la fórmula Fernández/Fernández.
No obstante, y siendo consecuente con lo dicho sobre el estado de las organizaciones políticas,  estamos ante un peronismo deshilachado, que ejerce su poder individual con el paraguas del genérico que lo legitima: ser peronista. Como el peronómetro no puede aplicarse (la inquisición nacional y popular se practica en las redes), todos los peronismos avalados por todos los peronistas, están siempre cerca del Poder.
En la lucha definida entre el gobierno de Macri y la oposición populista/peronista/progresista, Pichetto viene a fortalecer el polo de centro derecha, que tiende a aggiornarse con esta apertura política. Ese fortalecimiento extiende una visión peronista sobre cómo afrontar el período de emergencia en el que sumió el gobierno de Cambiemos. Pichetto planteó una agenda de uno de los peronismos conocidos; algunos le llaman de «derecha». Diversas observaciones del Senador desde hace mucho, algunos consideran que bordean el bolsonarismo, aunque es más correcto decir que pertenecen a un peronismo que subraya la autoridad del Estado, la búsqueda de control social frente al caos de la inseguridad o de la inmigración no planificada. La afiliación al capitalismo, a Occidente y a una sociedad desmovilizada y subordinada a los dominios actuales. En lo institucional, Pichetto apela al último Perón, un Perón democrático y republicano, lejano de las formaciones especiales y la patria socialista.
Todo esto es percibido como traición/neoliberal por el peronismo denominado «de izquierda» excluyéndose mutuamente y omitiendo que Perón expresó todos esos matices. Matices que en los ´70 decidieron eliminarse radicalmente. Coincide con el PRO, Pichetto, que ese peronismo k. es anacrónico, quedando fuera de época al no aceptar la hegemonía mundial capitalista y el papel de los EE.UU en ello, y la necesidad de rediscutir el espacio que nuestro país tiene en el mundo. Igual el desplazamiento con Alberto Fernández hacia el centro también obliga a este numeroso espacio a elaborar definiciones estructurales sobre el régimen económico, la política internacional y las alianzas regionales.
Todavía no tenemos un cálculo sobre el aporte o detrimento de Pichetto a Juntos por el Cambio y del de Massa al polo de CFK y Alberto Fernández, Frente de Todos; ni cuántos votos le saca Lavagna/Urtubey al oficialismo. Eso lo sabremos en poco tiempo, mientras tanto el fondo de la cuestión, la emergencia, asoma como una demanda urgente. Los mercados y el círculo rojo consideraron la designación de Pichetto como un alivio, ya que significa una captura de un peronista en una gestión cuyo paradigma es el neoliberalismo.
 Buenos Aires, 12 de junio de 2019
*Lic. en Sociología. Dr. en Psicología Social. Profesor Universitario. Titular de R.Rouvier & Asociados.






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