La elección de Pichetto no es por los votos que
pueda aportar, afirma Ricardo Rouvier en esta nota. Tampoco por los que pueda
perder. Macri lo eligió por su experiencia en la cocina política y su capacidad
para defender la gobernabilidad. En la lucha definida entre el gobierno de
Macri y la oposición populista/peronista/progresista, Pichetto viene a
fortalecer el polo de centro derecha, que tiende a aggiornarse con esta
apertura política.
Por Ricardo Rouvier*
(para La Tecl@ Eñe)
Hace unas semanas CFK hizo un inteligente
movimiento de ajedrez y afectó, en simultáneo, los otros tableros. Aceleró la
desintegración del espacio de la avenida del medio, avanzando hacia la
construcción de una mayoría y manteniendo el dominio sobre el PJ. Quedó en
soledad Roberto Lavagna, con pocos votos, quien avizoró que con la
tensión de los polos se iba a achicar el espacio entre el kirchnerismo y el
Gobierno y que él quedaba aprisionado por la contradicción y pegó el salto.
Reafirmó su candidatura y alianza de centro-izquierda a la que se sumó un
solitario Urtubey. No creemos que esta tercera propuesta pueda tener
competitividad respecto a las dos primeras.
Cristina Kirchner, al promover a Alberto Fernández
como candidato al Poder Ejecutivo, oxigenó el espacio kirchnerista, siempre
sospechado de maximalismo, para insuflarle lo que Alberto Fernández puede
aportar en la política: moderación, diálogo, pluralismo. Este paso fue decisivo
en la desorientación del peronismo no k que encontraba que uno de los suyos
hasta hace un rato, se aliaba con Cristina quien bajaba un peldaño de la
escalera pero sin soltarla.
Este movimiento de la ex presidenta habilitó la
aproximación con sectores refractarios a CFK, para poder ingresar y asegurar
los puntos que permitan cerrar la elección. Sólo el futuro de Massa, su
posibilidad de perder un turno, es lo que lo mantiene luego de haber construido
un laberinto y no saber cómo salir.
Por otra parte más estructural de la política, el
ir y venir de Massa y del mismo Pichetto , la decisión solitaria y estratégica
de Cristina, y muchos más, son la palmaria demostración de la inexistencia de
los Partidos Políticos, o peor aún su simulación. Todo se hace en nombre de una
representación en que el soberano está ausente y se hace presente sólo cuando
cumple el cronograma de la democracia liberal vigente. Seguramente muchos
lectores no imaginaron una democracia con tantas limitaciones y con tanta
fragilidad de la fidelidad.
Macri, seguramente en el secreto de su oficina,
habrá admirado la jugada de Cristina, por la inventiva que implicó y esto lo
debe haber incentivado a hacer un movimiento similar. Tomó una decisión
que estaba vedada desde que asumió y se advertía en la práctica de gobierno
cómo Monzó o Frigerio quedaban en el camino. Abrió una puerta hacia el
peronismo no k que puede hallarse en algunas gobernaciones, en algunos
legisladores e inclusive en recientes firmantes del binomio F/F. Si esta jugada
saliera bien, y eso sólo se prueba en las elecciones, abría una apertura más amplia
y generosa hacia la conformación de una «pata peronista». Está claro que este
viraje deja mal parado a Peña y algunos otros que preconizaron desde el vamos
la autonomía del PRO con el seguidismo radical y Carrió como única apertura.
Por otro lado, se asociaba al oficialismo con el antiperonismo, además del
antikirchnerismo, y la designación del candidato a Vice es una manera de
neutralizar esa creencia.
La elección de Pichetto no es por los votos que
pueda aportar según los estudios previos, tampoco por los que pueda perder.
Macri lo eligió por su experiencia en la cocina política y su capacidad para
defender la gobernabilidad. ¿Será un exceso de optimismo de Macri buscar un
experto para el día después? A pesar de sus bolsillos flacos, se espera que la camiseta
peronista del Senador, ejerza alguna empatía electoral. Eso sí, con él ingresa
la política a un lugar donde el oficialismo exhibió un vacío en estos años.
Basta repasar sus primeras declaraciones públicas en que plantea una agenda que
supera ampliamente la pobreza política del oficialismo.
Es innegable la importancia del peronismo en la
realidad política argentina cuando las tres fórmulas presidenciales de las
principales fuerzas electorales, tienen dirigentes de esta misma identidad
política. Y estos políticos tuvieron relevante actuación en el período
anterior; mejor dicho en los períodos anteriores en que sus carreras políticas
estuvieron caracterizadas por la variabilidad en un partido en estado gaseoso
como el Justicialista. Y comprender esta relevancia, le debe producir al
radicalismo alguna reflexión sobre su limitada incidencia en el vértice de las
decisiones de este Gobierno. Y por otro lado, el PRO corre el riesgo de volver
a ser un partido local si gana la fórmula Fernández/Fernández.
No obstante, y siendo consecuente con lo dicho
sobre el estado de las organizaciones políticas, estamos ante un
peronismo deshilachado, que ejerce su poder individual con el paraguas del
genérico que lo legitima: ser peronista. Como el peronómetro no puede aplicarse
(la inquisición nacional y popular se practica en las redes), todos los
peronismos avalados por todos los peronistas, están siempre cerca del Poder.
En la lucha definida entre el
gobierno de Macri y la oposición populista/peronista/progresista, Pichetto
viene a fortalecer el polo de centro derecha, que tiende a aggiornarse con esta apertura política. Ese
fortalecimiento extiende una visión peronista sobre cómo afrontar el período de
emergencia en el que sumió el gobierno de Cambiemos. Pichetto planteó una
agenda de uno de los peronismos conocidos; algunos le llaman de «derecha».
Diversas observaciones del Senador desde hace mucho, algunos consideran que
bordean el bolsonarismo, aunque es más correcto decir que pertenecen a un
peronismo que subraya la autoridad del Estado, la búsqueda de control social
frente al caos de la inseguridad o de la inmigración no planificada. La
afiliación al capitalismo, a Occidente y a una sociedad desmovilizada y
subordinada a los dominios actuales. En lo institucional, Pichetto apela al
último Perón, un Perón democrático y republicano, lejano de las formaciones
especiales y la patria socialista.
Todo esto es percibido como traición/neoliberal por
el peronismo denominado «de izquierda» excluyéndose mutuamente y omitiendo que
Perón expresó todos esos matices. Matices que en los ´70 decidieron eliminarse
radicalmente. Coincide con el PRO, Pichetto, que ese peronismo k. es
anacrónico, quedando fuera de época al no aceptar la hegemonía mundial
capitalista y el papel de los EE.UU en ello, y la necesidad de rediscutir el
espacio que nuestro país tiene en el mundo. Igual el desplazamiento con Alberto
Fernández hacia el centro también obliga a este numeroso espacio a elaborar
definiciones estructurales sobre el régimen económico, la política
internacional y las alianzas regionales.
Todavía no tenemos un cálculo sobre el aporte o
detrimento de Pichetto a Juntos por el Cambio y del de Massa al polo de CFK y
Alberto Fernández, Frente de Todos; ni cuántos votos le saca Lavagna/Urtubey al
oficialismo. Eso lo sabremos en poco tiempo, mientras tanto el fondo de la
cuestión, la emergencia, asoma como una demanda urgente. Los mercados y el
círculo rojo consideraron la designación de Pichetto como un alivio, ya que
significa una captura de un peronista en una gestión cuyo paradigma es el
neoliberalismo.
Buenos Aires, 12 de junio de 2019
*Lic. en Sociología. Dr. en Psicología
Social. Profesor Universitario. Titular de R.Rouvier & Asociados.
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