La
militancia de los 60 y 70 dilucidaba el conflicto contemporáneo con un arduo
debate sobre el pasado. La lucha por el “Perón Vuelve” (por el general
proscripto y exiliado en Madrid), se
superponía con diferente intensidad con
el “Rosas Vuelve”, intentando la repatriación de los restos de Rosas sepultado
en Gran Bretaña. Se sabía que la
política era la historia del presente y la historia la política del pasado. Conocer
historia era imprescindible, y lo sigue siendo, para interpretar la política
sobre la cual se interviene y se interpreta. En épocas de declive popular, como
la dictadura establishment–militar, el interés histórico entraba en estado
vegetativo, o en la indiferencia en los casos de profundo retroceso como
durante el menemismo. No fue una casualidad que durante los 10 años de
menemato, el interés pasó por la novela histórica, el ingreso al conocimiento a
través de las intimidades y la alcoba de los protagonistas. A pesar de su
superficialidad, en muchas ocasiones este intento de entender los
acontecimientos a través de la vida privada de los protagonistas, de su alcoba,
en algunos casos tuvo el mérito colateral de conseguir bajar a los héroes del
bronce, insuflarles sangre que
premeditadamente la historia oficial se encargó de vaciar.
En
los años transcurridos del siglo XX, los 70 y el kirchnerismo, provocaron un
centenar de libros a favor y en contra. Se abrió el interés y el consiguiente
debate porque era necesario entender qué
había sucedido, qué era lo que pasaba y por qué pasaba.
En
estos últimos meses, el diario La
Nación , el distribuidor de prestigio y el medio más coherente
y persistente del establishment, junto con libros de reciente aparición,
intentan centrar el fuego, ante el fin del kirchnerismo como lo hemos conocido
hasta ahora, en cercar, disciplinar y hacer claudicar al candidato del Frente
para la Victoria. Un
claro capítulo de la batalla cultural.
En
otras circunstancias, como hace 12 años cuando su empleado jerárquico Claudio
Escribano le presentó un pliego de condiciones a Néstor Kirchner con la amenaza
que de no cumplirlo no duraría más de un año, “La Nación ” intenta arrodillar
al posible futuro presidente. El santacruceño no aceptó ninguna de sus
exigencias; el kirchnerismo se granjeó un odio visceral sin retrocesos
pero no obstante llega a cumplir tres períodos consecutivos de gobierno, por
primera vez en nuestro país.
Ahora
“La Nación ”
intensifica en forma superlativa sus
presiones y exigencias. La
reconciliación entre victimarios y víctimas, sin necesidad que previamente se
haga justicia, forma parte de su nuevo pliego de condiciones dirigido a Daniel
Scioli. A Macri no es necesario presentarle porque es propia tropa.
El
domingo 16 de agosto el editorial se tituló “Memoria y Reconciliación” y parte de un encuentro: “La Universidad Católica Argentina reunió a víctimas
ocasionadas por ambos contendientes en la violencia de los años setenta. La voz
de la Iglesia
fue llevada al panel por monseñor Jorge Casaretto, en tanto la senadora Norma
Morandini y Arturo Larrabure representaron, cada uno por su lado, a las
víctimas de la represión y la acción terrorista. Morandini sufrió la
desaparición de dos hermanos en 1977; Larrabure es hijo del coronel Argentino
del Valle Larrabure, secuestrado, torturado y muerto por el Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP) en 1975, al cabo de un largo cautiverio. La iniciativa
es el ejemplo de un camino apropiado hacia la pacificación. Para la Iglesia no ha sido algo
nuevo porque, a través de diversos pronunciamientos, había señalado antes de
ahora un compromiso en esa misma dirección. Así lo hizo por lo menos desde los
tiempos en que el papa Jorge Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires.” Luego de
transitar los argumentos conocidos, expresa: “Las leyes de obediencia debida y punto final, sancionadas por el
Congreso de la Nación
a instancias del presidente Alfonsín, así como los indultos a los condenados de
ambos bandos dispuestos por el presidente Menem, fueron pasos en búsqueda de la
pacificación. Esta voluntad fue
desautorizada en 2003 con la anulación, a nuestro juicio inconstitucional,
de tales normas y la decisión hemipléjica de proceder sólo contra quienes
habían reprimido.
Desde
entonces se instaló un clima de confrontación. La
profundización de las heridas del pasado fue un instrumento de manipulación
política y de creación de poder. Pasando por encima de principios esenciales de
la Justicia ,
como lo explicamos en nuestro reciente editorial "Lesa venganza",
fueron sometidos a juicio y encarcelados miles de oficiales, suboficiales,
policías y civiles que debieron haber estado amparados por las barreras de la
cosa juzgada, de la ley más benigna en causas penales, de la no aplicación
retroactiva de leyes penales y de la duda en beneficio del reo. No hubo ni hay,
en cambio, juicios ni condenas para los asesinos y cómplices necesarios de los
grupos terroristas. Antes bien, todavía hoy algunos ocupan cargos de gobierno y
hasta son considerados como luchadores por la recuperación de la democracia en
lo que constituye un colmo de hipocresía histórica, sobre todo teniendo en
cuenta que los dos presidentes de apellido Perón habían proclamado la necesidad
del "aniquilamiento". La asimetría de trato no ha logrado revertirse
mediante acciones judiciales iniciadas por víctimas de la subversión. Contra la
jurisprudencia internacional, el carácter de
lesa humanidad e imprescriptibilidad no ha sido aceptado por nuestra Justicia
para los crímenes del terrorismo. Ha predominado una mirada sesgada de los
hechos ocurridos en los setenta, como se patentizó en la Corte Suprema por
los valientes votos de los jueces Carmen Argibay y Carlos Fayt. El encauzamiento hacia una reconciliación
requiere un profundo y superador examen de conciencia de todos los involucrados
y, particularmente, de la clase política. Su resultado debiera ser la
reconciliación, traducida en una amnistía amplia que permita luego mirar hacia
adelante y construir el futuro en paz y confraternidad. La convocatoria de la UCA se ha elevado, entonces,
como un hecho de trascendencia histórica.”
Otra de las exigencias del diario fundado por
Bartolomé Mitre, está en su editorial del 18
de agosto donde el objetivo es
la defensa del mercado como condición de la democracia y la descalificación de
la expresión “golpe de mercado”. Así el editorialista escribió: “Sólo
los países que sufren pésimas gestiones económicas denuncian procesos
destituyentes para profundizar sus medidas populistas y antidemocráticas.
Se atribuye al fundador y entonces director del
diario Ámbito Financiero, Julio Ramos, haber acuñado allá por 1989 la expresión
"golpe de mercado" para describir el fenómeno político-económico que
causó la derrota electoral del presidente Raúl Alfonsín. Sin saberlo entonces,
Ramos puso en circulación una expresión que ha sido de mucha utilidad para
quienes pretenden crear una grieta
entre la democracia y el mercado, atribuyendo a éste ser enemigo
permanente del interés general y propulsor de autoritarismos destituyentes……. La interpretación conspirativa convierte al
mercado en una asociación ilícita de operadores apátridas, mercenarios del
dinero, carentes de moral e ideología, y capaces de actuar de consuno en
función de intereses innombrables. Esta visión torpe y maliciosa pretende
ignorar que la búsqueda de protección de los ahorros es la consecuencia y no la
causa de las crisis que se imputan al mercado. Y que esas crisis ocurren cuando
se remata el accionar público al mejor postor, cargando los presupuestos
estatales de empleo redundante, de contrataciones infladas y de gastos con
fines políticos.”
Y como dijo Homero Manzi, “La Nación ” es el
guardaespaldas de la memoria de Mitre”; y puede agregarse, de su interpretación
histórica, lugar fundamental de la batalla cultural. El 19 de agosto en el
editorial “Ascensos post mortem” el autor se resigna a los ascensos a general
del coronel Manuel Dorrego y Juana Azurduy pero levanta en cólera contra ese
ascenso para el caudillo catamarqueño: “Felipe Varela, que se alzó en armas
cuando el país se hallaba empeñado en la guerra con el Paraguay y combatió con
sus montoneros a las autoridades nacionales, fue exaltado por la presidenta
Cristina Fernández de Kirchner como héroe de una lucha contra aquéllas.”
Reproduce entonces párrafos de un discurso presidencial: “Ese Felipe Varela que, como tantos otros
patriotas, fue desaparecido, escondido y muchas veces calumniado por la
historiografía oficial y hasta por la música también: hay una zamba por ahí que
dice «Felipe viene matando y se va», como si hubiera sido un asesino o un
vándalo, y cuando en realidad -sostuvo la Presidenta- en la
historiografía oficial se escondieron los verdaderos crímenes que se cometieron
en el interior del país masacrando a los caudillos federales". Luego
continúa el editorialista: “Quizá con estas frases se intentara comparar de
forma distorsionada el presunto ocultamiento de Varela con las desapariciones
durante el último gobierno militar.
Habría que preguntarle a la Presidenta si ella no encabeza una
"historiografía oficial" que distorsiona y descalifica según un
caprichoso modo de contemplar el pasado, y que tiene entre sus mentores más
decididos a la "inteligentzia" kirchnerista encabezada por el
secretario de Pensamiento Nacional. Y habría que interrogarse también si en su
particular modo de ver el pretérito argentino no hay lugar para los que
murieron por la patria al repeler la agresión paraguaya al territorio nacional
en 1865, muchos de los cuales, opositores al entonces presidente Mitre, tomaron
las armas y dieron la vida por la bandera de todos los argentinos. ¿Ascendería
al menos a mayor de infantería al capitán Domingo Fidel Sarmiento, hijo de
Domingo Faustino Sarmiento, para no mencionar sino a uno de cientos caídos
heroicamente en Curupaytí?”
Felipe Varela se levantó contra una guerra
absolutamente injusta, muy impopular en la mayoría de las provincias, en donde
los comerciantes importadores del puerto de Buenos Aires, de Montevideo, y la
nobleza portuguesa asentada en el Brasil, inspirados y alentados por Inglaterra
perpetraron un genocidio contra el Paraguay, el estado más desarrollado de
América Latina en el siglo XIX.
LOS LIBROS DE LA BATALLA CULTURAL
DEL ESTABLISHMENT
Llama la atención algunos de los últimos libros que
reflejan la contraofensiva del establishment en su batalla cultural. A los
cientos de tapas visceralmente opositora de Clarín, La
Nación , Perfil, la revista Noticias, y las radios y canales
de televisión del multimedio hegemónico, se agregan más de una veintena de
libros de denuncia periodística, de los cuales sólo algunos pocos pueden
considerarse de valor. Se agregan libros pretendidamente ensayísticos como el
escrito por el inclasificable en términos políticos Fernando Iglesias, autor de
“Es el peronismo, estúpido” y Silvia Mercado con su “El Relato Peronista”
continuación de “El inventor del peronismo. Raúl Apold, el cerebro oculto que
cambió la política argentina”. El libro de Iglesias, el único discípulo
conocido de Juan José Sebreli, es un ensayo que ya hubiera atrasado en 1955.
Sesenta años más tarde el kirchnerismo enfurece al autor de “Qué significa ser
de izquierda hoy” (el mismo que estuvo con López Murphy, con Carrió y ahora en
Cambiemos), y realiza una extensa y voluminosa diatriba al estilo del que
publicó en pleno clima de la Revolución Fusiladora , Ernesto Sábato con el
título “El otro rostro del peronismo” que el escritor de “Sobre héroes y
tumbas”, nunca volvió a editar
seguramente por pudor. En ese clima
Ezequiel Martínez Estrada escribió “¿Qué es esto?, habiendo posteriormente morigerado
lo dicho en ese panfleto. Con todos sus prejuicios, la envergadura literaria de
Sábato y Martínez Estrada no puede ser comparada con el esmirriado pinet
intelectual de Fernando Iglesias, que en un ejemplo de su soberbia,
inversamente proporcional a su talento,
tituló uno de sus libros “Kirchner
y yo. Por qué no soy kirchnerista”. Algunos de sus conceptos le producirían
envidia al radical Silvano Santander,
aquel que acuñó la frase “el aluvión zoológico”: “Que el peronismo
kirchnerista haya dejado a todas y cada una de las aberraciones menemistas
reducidas a jugarretas de aprendices no exculpa a Menem, ni implica que el
peronismo sea extraño a tales estropicios….El
peronismo es una oligarquía. Lejos de acabar con el carácter oligárquico
del poder en el país, el peronismo se limitó a reemplazar a la oligarquía que
lo detentaba con sus propios cuadros dirigentes”
Silvia Mercado que viene del peronismo del cual hoy
reniega con fervor y entusiasmo, sostiene ahora que el peronismo es apenas un
invento publicitario de Apold y el Kirchnerismo es meramente una creación de Javier Grosman, el hombre que
organizó hitos como los festejos del bicentenario.
Ambos autores tienen como es fácil de imaginar,
espacio en las columnas de opinión del
diario La Nación ,
que los acoge como hijos predilectos, precisamente el diario que apoyó todos los golpes de estado, se opuso a
todos los gobiernos populares y que fue instigador, cómplice y beneficiario del
golpe establishment – militar de 1976.
El 19 de
agosto, Mercado escribió la reivindicación del gorila, en el órgano mitrista
con el título: “Gorila, el insulto tan
temido”: “El problema con el gorila es que no cree que haya que ahogar la
libertad para realizar la justicia social, supone que si otros países pudieron
ampliar derechos sociales y políticos sin resignar las instituciones de la
democracia, aquí también es posible hacerlo, y da por descontado que no hay que
reverenciar a nadie por las conquistas sociales, como sucede en todo el mundo,
que no está plagado de monumentos, cánticos y glorias a líderes que hay que
mirar desde muy abajo, porque ellos están muy arriba. Salvo, claro, en los
regímenes autoritarios. El gorila, además, no considera que Perón, Evita y el
peronismo sean intocables, y se siente en el derecho de analizar esa etapa como
cualquier otra de la historia sin que nadie deba considerarlo un sacrilegio. Se
anima a revisar los mitos sin encandilarse por las toneladas de propaganda y atraviesa
sin culpas el sistema cuasi religioso de creencias, para conocer -apenas- los
hechos de la historia …. Se transformó en un apelativo popular, a tal punto que
los golpistas de la
Libertadora fueron llamados, para siempre, "los
gorilas"….. . Con la democracia,
aunque los gorilas continuaron siendo señalados, la virulencia fue en
retroceso. Hasta que llegó el kirchnerismo y se multiplicó una corte de
fanáticos que utilizan el aparato de comunicación del Gobierno para acosar a
los que no se dejan domesticar….. ( Todo esto) hace del gorila un exiliado
en su propia tierra, un apátrida sin derecho a pertenecer a la gran familia
argentina….. Hay que tener mucho temple para sobrevivir a ese desprecio. Es el
caso de Juan José Sebreli, uno de los pocos intelectuales que se animaron a
hablar de "los deseos imaginarios" de unanimidad que tuvo el
peronismo desde 1943….. Esa curiosa
muestra de cinismo, que postula que el pueblo movilizado con los recursos del
Estado es la patria y el pueblo que se moviliza con recursos propios es la
antipatria, que obliga a todos y cada uno a ponerse bajo el amparo de la
opinión única, porque si no te transformás en un gorila peligroso, tuvo en los
últimos años un protagonismo notable.”
Obsérvese la admiración de ambos autores de Sebreli,
un autor meritorio a mediados de la década del sesenta, cuando pasó por el
marxismo y el peronismo, iniciando luego una vuelta de tuerca que lo situó
decididamente en la derecha y en el reconocimiento del establishment. En uno de
sus primeros y mejores libres “Buenos Aires. Vida cotidiana y alienación”,
sostenía: “Siempre habrá quién no pudiendo cambiar la sociedad de clases, se
resigna a cambiar de clase”
ESCRITORES
EN LA CIÉNAGA
El
escritor Jorge Fernández Díaz, columnista dominical que reemplazó en ese
espacio al octogonario comando civil Mariano Grondona, escribió el 23 de
agosto: “Todos esos "socialistas" invertebrados se
suben así al carro triunfal de un movimiento que se ha transformado en un
triste remedo del conservadurismo bonaerense de los años 30. Un régimen de oligarcas estatales
y caudillos pesados donde hay denuncias de fraude, canje de alimentos por
votos, mafias territoriales y matonismo naturalizado. Es que la maquinaria
pejotista, sus enemigos íntimos y sus circunstanciales aliados buscan la
hegemonía y forman en verdad el más rancio statu quo: la nueva derecha argentina. Casi cualquier partido democrático
que se les opone parece más progresista que ese feudalismo festivo, luctuoso,
unido y organizado.”
Más allá que el
peronismo es el más longevo movimiento popular de América Latina, tiene una
extensísima lista de pasivos y personajes impresentables en sus filas, si fuera
cierto que es “la nueva derecha argentina”, La Nación apoyaría
entusiastamente al kirchnerismo y su candidato y no se opondría permanente y
visceralmente como lo ha hecho desde mayo del 2003, replay de su
posicionamiento adverso con todos los
gobiernos populares.
El
notable escritor peruano Mario Vargas Llosa que convive en su interior con un
precario y pedestre analista político, tiene el mérito de subsumir en sus notas
publicadas los días lunes en el diario oligárquico, el pensamiento de Iglesias,
Mercado y Fernández Díaz, como puede observarse en este botón de muestra: “….el efecto encantatorio de líderes
carismáticos como Hitler y Mussolini sobre las masas…. se encarna no sólo en
caudillos fascistas y comunistas, sino también en aparentemente benignos
dirigentes democráticos que ganan
limpias elecciones y son capaces, gracias a sus poderes comunicativos, de imbecilizar
a sus propios pueblos, privándolos de razonamiento y sentido común; en otras
palabras, llevándolos a la ruina. ¿No es el caso de un Perón, un Evo
Morales, un Rafael Correa, un Daniel Ortega? Ningún ejemplo es más doloroso que
el de la Argentina ,
el país más culto de América latina: ¿cómo es posible que todavía la sociedad argentina siga cautiva de la
hipnosis suicida con que la sedujo hace sesenta o setenta años un coronel
inculto y fascistón que ha llevado al país que fue el más avanzado del
continente americano y uno de los más prósperos y modernos del mundo, a la
decadencia, la ruina económica y la
miseria moral que representa la presidenta Cristina Kirchner?”
En cambio el ascendente escritor Carlos Gamerro,
autor de Las Islas y “La aventura de los bustos de Eva”, entre otros libros,
sostiene en el semanario Z que “el
peronismo es la única idea política original argentina”
BATALLA CULTURAL
El establishment ha recrudecido su contraofensiva
cultural. No es la brillantez de sus escribas lo que lo hace peligroso, sino su
enorme poder de fuego, que va dirigido a un lector predispuesto a sintonizar su
discurso, en función de una culturización colonial que lo predispone
favorablemente.
Un ejemplo clarísimo es el ciudadano formateado en una matriz
cultural, que hoy implora por una alianza entre Macri y Massa por fuera de las
disposiciones legales que republicanamente suelen invocar, pero que las archiva
pragmáticamente si es necesario, para alejar un gobierno que estiman
dictatorial. En la carta de lectores de La Nación del 23 de agosto, firmada por Alberto
P Heguy, DN I 4.368.236, dice bajo el
título Guayaquil: “En 1822 se encontraron en Guayaquil los dos libertadores de
América. El más poderoso se bajó del caballo. Pregunto ¿qué pasaría si Mauricio
Macri y Sergio Massa, nuestros posibles libertadores se mandaran la gran Guayaquil?”
Seguramente después de sus publicaciones, Iglesias,
Mercado, Fernández Díaz, Vargas Llosa, Heguy, los editorialistas del más que
centenario medio, pueden decirse
satisfechos una frase del luthiers
Daniel Rabinovich, recientemente fallecido: “Me siento bien conmigo mismo.
Incluso estoy pensando en invitarme a cenar.”
29-08-2015
* Publicado en
La
Tecl @ Eñe N° 68-
Septiembre/Octubre/ Noviembre del 2015
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