EL
CAMINO DE SANTIAGO
Su
presencia desmiente los 70 años que acumula. En el improvisado atril montado en
la calle Montevideo de la Capital Federal, en la puerta del Museo del
Holocausto, sacó el papel donde había volcado algunas líneas pobladas de
adjetivos, vacía de argumentos. Con su voz agradable y grave, digna de un actor
profesional, leyó lo que la esmirriada concurrencia esperaba impaciente. Como
escritor experimentado sabía que debía impactar con un inicial golpe bajo: “Hubo en el pasado una industria de la
muerte. Prosperó en los campos de concentración alemanes. Hay ahora una
comercialización de la muerte. Acaba de convalidársela en el Parlamento
argentino. Ahmadinejad puede sentirse satisfecho. A su negacionismo de la Shoá se suma ahora la
subestimación del dolor judío por parte del
Estado argentino. Si se
trata de renegar de lo sucedido, la coincidencia no podía ser mayor. A los dos atentados materiales que ya tuvieron lugar se
agrega ahora este tercer atentado que es de índole moral y que, una vez más, es
cometido en la Argentina. Con él ha volado por el aire la máscara que cubría la
cara del delito y la mentira. Hoy no hay conexión local en la siembra del
espanto; hoy todos los responsables de lo ocurrido son argentinos y forman
parte del gobierno nacional.”
Ha recorrido un largo camino Santiago. De pertenecer al gelatinoso campo
del progresismo, decidió un día saborear los placeres del establishment
económico y cultural. Es miembro de número de la Academia Argentina de Letras;
y desde el 2010, de la Academia de Ciencias Morales y Políticas y de la
Academia Nacional de Periodismo. Desde hace años es columnista del diario La
Nación.
En las academias sus integrantes
suelen marchitar sus ideas, adaptarlas al poder económico, mientras que el
diario mitrista es el distribuidor del reconocimiento académico, el que le da
lustre a la insustancialidad, dispensando un pretendido prestigio que actúa
como un paraguas de autoridad bajo el
cual los académicos habrán de suscribir las líneas fundamentales de la Tribuna
de Doctrina.
En la tórrida tarde la dirigencia opositora se apretujaba alrededor del
orador: ahí estaba el radical Oscar Aguad, amigo de Luciano Benjamín Menéndez,
el carnicero del campo de concentración La Perla, en Córdoba. El rabino y
diputado macrista Sergio Bergman, que de integrar originalmente Memoria Activa
decidió un día que la causa AMIA debía enterrarse en Plaza Lavalle; pasó a defender la designación del policía “Fino”
Palacios, procesado por cómplice del ocultamiento y del desvío de la pista
siria, fue designado por Mauricio Macri como jefe de la Policía Metropolitana y
hoy se encuentra –al igual que su ex jefe-
procesado por escuchas telefónicas, entre ellas a Sergio Burstein,
familiar de una de las víctimas de la AMIA. Con la impudicia que lo caracteriza, el hijo de Franco Macri declaró:
“El acuerdo con Irán es una mancha negra en la historia del país.”
Santiago
Kovadloff prosiguió: “La defensa del acuerdo establecido con Irán es clara en su propósito: se trata de convertir a
los verdugos en inocentes y a los inocentes asesinados en seres
insignificantes. Con este acuerdo humillante, la Argentina se aparta de la
verdad y de la historia. De la historia, porque la historia pide que no haya
olvido. De la verdad, porque la verdad reclama justicia y sólo se le brinda el
encubrimiento del crimen y el desprecio del dolor. ¿Dónde
está el progresismo de quienes se subordinan al mandato de los delincuentes? ¿Dónde
está la política de derechos humanos de un gobierno que tiene oídos para los
que violan esos derechos y no los tiene para quienes exigen su vigencia? Ayer la verdad ha sido vendida al mejor
postor por el Parlamento. Su responsabilidad era resguardarla. Y la ha
rifado. Mayoría de la pequeñez y de lo
infame. Mayoría de lo vergonzoso y lo perverso. Mayoría del desprecio por la
soberanía nacional. Mayoría de la bajeza ejercida sin temblar y de la
obediencia debida practicada con fervor.”
Aplaudían entusiastamente los representantes del Peronismo Federal,
expresión del menemismo residual como Enrique Thomas, Eduardo Amadeo, integrante
éste último del gobierno que encubrió el atentado. La radical Silvana Giúdici,
amiga incondicional de Clarín, en tránsito al macrismo, junto a una nutrida
delegación de sus actuales compañeros del PRO: Federico Pinedo, Paula Bertol,
Esteban Bullrich, Humberto Schiavoni, Pablo Tonelli y Jorge Triaca, los que
tratan de ser la prolongación aggiornada del menemismo en el siglo XXI. Al lado de todos ellos, los duhaldistas
Gustavo Ferrari (ex Francisco de Narváez) y Carlos Brown; la trashumante
partidaria Patricia Bullrich, integrante de la Alianza (de la cual resultara
desplazada Nilda Garré cuando intentó impulsar la investigación del caso AMIA,
privilegiando la pista siria.
Rodeado de esta selecta concurrencia
de representantes políticos que serán recordados cuando a alguno de ellos se
les ocurra una idea que no le sople el poder económico y los medios dominantes, Santiago Kovadloff siguió
impertérrito: “Ni la justicia argentina ni la comunidad política
del país ni la colectividad judeo-argentina están con el Gobierno. Pero el Gobierno no está
solo. El Gobierno está con Irán. Hay desde ayer una nueva clase de
desaparecidos en la Argentina. Son los asesinados
en la AMIA y la embajada de Israel. El Gobierno ha decidido, con su acuerdo
escalofriante, terminar con su significación como fundamento de la búsqueda de
la verdad y la justicia. Los ha hecho
desaparecer como límite intransponible de toda conducta indigna. Ha
volatilizado su valor real y simbólico para convertir en un patético acuerdo la
indignidad. El Gobierno lo sabe. Lo sabemos nosotros. El olvido no tendrá
lugar.”
Raúl
Kollmann, en Página 12 del 17 de febrero sintetiza el estado actual de las
causas, que Kovadloff omite, como si nos
encontráramos a la puerta de la verdad: “No faltan los que manifiestan que el
acuerdo es un camino a la impunidad. Lo cierto que hoy no hay nadie preso, de
manera que el caso está actualmente impune. Y no habría que olvidarse de que no
tenemos nadie preso por la conexión local, o sea los que actuaron aquí en la
Argentina. Aunque suene repetido no se sabe como consiguieron los explosivos,
donde estuvo la camioneta, por donde entró el supuesto suicida, quién lo
albergó, quién respaldó toda la operación".
Por su
parte, el rabino Sergio Bergman declaró: “Le
pedimos perdón a la sociedad por desaprovechar la oportunidad que nos dio
nombrando el primer canciller judío.”
Héctor Timerman es el canciller argentino de origen
judío, no el canciller judío. No
recuerdo a ningún canciller, por ejemplo Guido Di Tella o Dante Caputo que alguien se refiriera a él como el
canciller italiano o católico. Sólo
desde una mentalidad de gheto, puede agradecerse un derecho que está reconocido
a cualquier argentino.
También
hubo representantes de los familiares de las víctimas, que sólo pueden merecer
respeto, cualquiera sea la posición que adopten en sintonía con su dolor.
EL CAMINO DE SANTIAGO
A
Santiago Kovadloff no le hizo ruido que la bienvenida a su ingreso a la
Academia de Ciencias Morales y Políticas se la realizara un miembro de la
misma, el directivo de La Nación Claudio Escribano, el mismo que desde el
periodismo “independiente” y profesional le diera al incipiente gobierno de
Néstor Kirchner, el 5 de mayo del 2003, cuando aún no había asumido, un
ultimátum de cinco puntos para que lo cumpla bajo la advertencia que si no lo
hiciera, la Argentina se habría dado gobierno por apenas un año. En La Nación
del 10 de junio del 2011, bajo el título “Kovadloff, el intelectual, el
hombre”, Escribano escribió: “Acogemos al intelectual que ha fulminado, sin
perder la calma habitual, al lugar común. Le ha imputado la perfidia de
humillarlo y humillarnos. Deja al costado las muletillas y las muletas
aparatosas de la lengua porque su laboriosidad contrasta con la displicencia de
la pereza y porque procura, con proscripción de rutinas y convenciones que nada
de bueno aportan, reflexionar en grado máximo de libertad mientras al escribir,
crea. La escritura es para Kovadloff un acto de maduración, muchas veces en el
saber conjetural que se vive en estado de prueba y revisión continua. Ante la
página en blanco, el desafío depende así menos de la confianza que pueda
depositarse en las habilidades fehacientes para el arte, que de la
responsabilidad y dedicación con que se gestará cada una de las obras. Ha sido
consecuente con la etimología del nombre y apellido que, por llevar, honra:
Santiago, que es Jacob, y por lo tanto puente en la cultura compartida por
judíos y cristianos; Kovadloff, derivado del ruso kovad , esto es, el
herrero que fragua, diseña, engendra…….. El autor de Sentido y riesgo de la
vida cotidiana , El silencio primordial , La nueva ignorancia y
Los apremios del día , entre otros celebrados ensayos traducidos a
varios idiomas, nos ha advertido que desde su visión introspectiva no se
escribe "para decir algo que se sabe de antemano, sino para llegar a saber
qué se quiere decir y para verificar hasta dónde ese querer se encarna
efectivamente en lo que se dice". Ha triunfado en el equilibrio en que
debe debatirse el solipsismo del pensador reconcentrado con la premura
comunicativa del ser sociable y ha estado a salvo de la perplejidad en que
sucumbe, según se reconviene en ciencia, el profesional que, al no saber lo que
busca, no comprende lo que encuentra…. Sorprende
la versatilidad de quien en 1975, en tiempos de convulsiones, violencia y
persecución, renunció a la docencia en la Universidad de Buenos Aires para
abrir talleres privados de Filosofía del Arte y Sociología de la Literatura.
Se proclamó, así, con alguna ironía, un portavoz de la cultura de catacumbas.
En esa condición, Kovadloff prolonga todavía parte de su actividad cotidiana. Ella sube de exposición, como es
notorio, en la prédica periodística en La Nación y en la tribuna del
conferencista que analiza las cuestiones de actualidad. Lo hace con el ánimo de
que, quien calla, muere……. Doy en nombre de mis pares la bienvenida a quien ha
predicado que "la contemporaneidad se logra cuando la identidad nacional
reconoce los caminos que debe recorrer para que su proyecto de vida deje de ser
puramente ideal." Doy la bienvenida al escritor de cuentos para niños y al
trovador que, con Marcelo Moguilevsky y César Lerner, ha difundido a Borges en
la noche de Buenos Aires. Doy la bienvenida al idealista que se ha hecho cargo
del desasosiego de Pessoa por los abusos del sentido común, no porque quiera
"invalidar las propuestas de la razón", sino porque "quiere
evitar que encallen en el suelo pantanoso de la rutina" y porque la fe, ha
proclamado con Pascal, dice lo que los sentidos no dicen, pero no dice lo
contrario….. Doy en nombre de mis pares la bienvenida a quien ha predicado que
"la contemporaneidad se logra cuando la identidad nacional reconoce los
caminos que debe recorrer para que su proyecto de vida deje de ser puramente
ideal." Doy la bienvenida al escritor de cuentos para niños y al trovador
que, con Marcelo Moguilevsky y César Lerner, ha difundido a Borges en la noche
de Buenos Aires.”
Entre
bueyes no hay cornadas que es lo que se pretende demostrar. Pero Santiago
Kovadloff es lo suficientemente inteligente para saber que el diario en que es
columnista, cosa que podría evitar para ser mínimamente coherente con el
discurso de la calle Montevideo, es el diario más militante desde su fundación
el 4 de enero de 1870 por Bartolomé Mitre (el que redujo la población paraguaya
a un tercio, en uno de los genocidios del siglo XIX; el que arrasó a los
caudillos populares norteños, con sus coroneles Arredondo, Sandes, Paunero,
Irrazabal, adelantándose a los Astiz, Acosta, Astic, Donda Tigel, Rádice,
Rolón; el que destruyó los embriones de una industria
nacional y que como dijera Homero Manzi
“fue el único de los héroes de la historia oficial que dejó un
guardaespaldas”.)
Ese diario fue feroz opositor
de todos los gobiernos populares, propulsor de todos los golpes de estado,
encubridor del terrorismo de estado que sembró de campos de concentración en
todo el territorio nacional.
Desde
esa Tribuna de Doctrina, Kovadloff predica el republicanismo, la división de
poderes, los comportamientos éticos, el discurso moralista, la democracia, la
supremacía de la ética.
Su
discurso de la calle Montevideo da vía
libre a la bronca, archiva al licenciado en filosofía, tiene certezas a las que
no la atraviesa la menor posibilidad de duda, con un fundamentalismo cuasi
religioso que mata el menor vestigio de Kant y Descartes. Contradictoriamente
para un hombre a quien el pueblo le pagó su educación pública, cierra su mente
olvidando que la misma actúa como los paracaídas, que sólo sirven cuando se
abren.
Santiago
ha recorrido un largo camino, el camino de Santiago. Del progresismo a la trinchera sanguinolenta de La Nación. En
ese sendero está acompañado por otros intelectuales, que como escribió Juan
José Sebreli, cuando aún era una promesa, antes de recorrer el mismo camino que
Santiago, “que siempre habrá quien no
pudiendo cambiar la sociedad de clases, decide cambiarse de clase.” Ese
es el Santiago que pronunció el discurso de la calle Montevideo, muy lejos de aquél promisorio joven que
posiblemente no reconocería al Kovadloff de hoy.
17-02-2013
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Un largo camino..con muchas "lagunas"...
ResponderEliminarhttp://parapensar-eduardo.blogspot.com.ar/2013/02/historia-y-olvidos.html