El
memorándum firmado con Irán está atravesado por las incertidumbres,
oscuridades, operaciones, presiones y todos los aspectos deleznables del
régimen iraní; más el conjunto de circunstancias que convirtieron a Irán en el
culpable ideal para el gobierno menemista, EE.UU e Israel, sumado a ello la
espantosa investigación armada que llevó a que en un juicio oral los imputados
quedaran libres, declarados inocentes y
resultaran procesados el juez y los fiscales. Esa es la base o punto de partida
de la investigación del fiscal Alberto Nisman, donde vuelve a subestimarse o
minimizarse la pista siria. A eso se adiciona la complicidad de las autoridades
argentinas de origen judío de entonces, con su prolongación en algunas de las
actuales y que como siempre son la extensión de la embajada israelí y su
alineamiento sin fisuras ni críticas de la política exterior del Estado de
Israel. En el plano interno, la oposición que es mera comentarista de las
iniciativas del gobierno, aglutinada por los medios dominantes, se abroquela
unánimemente junto a la AMIA y DAIA, convirtiendo una cuestión que debería ser
política de estado en un episodio más de la batalla kirchnerismo-
antikirchnerismo.
La
presión de sectores activos de la comunidad argentino-judía es tan fuerte, que
rabinos que siempre han estado en campos opuestos, hoy confluyen con matices
significativos en un campo común, el reaccionario y sinuoso diputado macrista
Sergio Bergman y el progresista Daniel Goldman. Los familiares de las víctimas
también están divididos por la iniciativa del gobierno. Memoria Activa con su
figura más conocida Diana Malamud y la Asociación de
Familiares y Amigos de las víctimas con su referente Sergio Burstein apoyan con algunos recaudos, mientras
que Laura Ginsberg de APEMIA (Agrupación
por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la Amia) se opone frontalmente.
Más
allá de las dudas e incertidumbres, de los interrogantes que la realidad
necesariamente develará, el memorando es un intento riesgoso pero valorable de
movilizar una causa congelada, sesgada, con destino de impunidad.
Pero
el objetivo de esta nota no es volver sobre el tema que he tratado en dos
extensas notas como “El delicado memorando con Irán” y “El camino de Santiago”,
sino demostrar que la mala leche que se derrama generosamente alcanza en
algunos periodistas un nivel superlativo.
Joaquín
Morales Solá es un periodista que se autoproclama independiente, desde el
diario La Nación, que es desde su nacimiento hace 143 años el periodismo más
militante del país.
El
memorando con Irán tiene nueve puntos; algunos despiertan interrogantes que no
están contestados en el lacónico compromiso mutuo, pero ninguno es tan claro como el primero que dice
textualmente bajo el título “ESTABLECIMIENTO DE LA COMISIÓN”, lo siguiente: “Se
creará una Comisión de la Verdad compuesta por juristas internacionales para
analizar toda la documentación presentada por las autoridades judiciales de la
Argentina y de la República Islámica de Irán. La Comisión estará compuesta por
cinco (5) comisionados y dos miembros designados por cada país, seleccionados
conforme a su reconocido prestigio legal internacional. Estos no podrán ser
nacionales de ninguno de los dos países. Ambos
países acordarán conjuntamente respecto a un jurista internacional con
alto standard moral y prestigio legal, quien actuará como presidente de la
Comisión.”
El
editorialista de La Nación escribió el domingo 17 de febrero del 2013, página
25: “La Comisión de la Verdad que se creará entre ambos países una vez que los
Parlamentos hayan aprobado el acuerdo tendrá cinco miembros. Dos serán
nombrados por la Argentina, dos por Irán y
el quinto tendrá la aprobación del régimen de Teherán. La hábil diplomacia
iraní se ocupará de que ese quinto y crucial miembro de la comisión sirva, en
última instancia a sus intereses. Tres a dos a favor de Irán….”
Compárese el texto firmado con la
deformación maliciosa que del mismo hace Morales Solá desde su “profesionalismo
independiente”. Es realmente benévola la calificación de mala leche que da el
título a esta nota.
Como
decía Emiliano Zapata, aquel notable dirigente campesino de la Revolución
Mejicana: “El que quiera ser águila que vuele, el que quiera ser gusano que se
arrastre, pero que no grite cuando lo pisen.”
21-02-2013
Todos
los derechos reservados. Hugo Presman.
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