18 diciembre 2022

UNA ALEGRÍA MERECIDA. UN TRIUNFO IMPECABLE

 

Setenta minutos en que la selección jugó un futbol de altísimo nivel, reduciendo al campeón del mundo vigente a un equipo desconcertado que no llegó al arco. Una diferencia infrecuente en una final. Un segundo gol para colocarlo en un museo junto a un Van Gogh o un Rembrand. El futbol como expresión de aquello de gustar y ganar. Cercano a golear. Faltando poco para el final, Francia en tres minutos empató, con un segundo gol de Mbappé notable. En el alargue siguió siendo mejor Argentina y nuevamente con el tercer gol en el alargue parecía que la justicia se hacía presente en Qatar. Un penal selló la injusticia de un empate y pudo darse incluso que Francia ganara cuando en el último minuto, el Dibu Martínez no hubiera hecho una tapada fenomenal. En los penales, los que tantas veces consuman injusticias, esta vez se alinearon del lado correcto. La selección argentina ganaba su tercer campeonato del mundo, con Mario Kempes mentor del éxito de 1978 en las plateas, con Maradona alma mater de la copa de 1986, que nadie duda que esté celebrando en la cancha celestial y con Lionel Messi y sus compañeros recibiendo lo que tanto buscaron y merecieron. Con un equipo técnico medido y equilibrado, que partió de una desconfianza generalizada y con su principal referente Lionel Scaloni que se sienta en la misma mesa de César Luis Menotti y Carlos Bilardo, sin haber dirigido nunca el equipo de un club. Algo así como pasar del jardín de infantes a la universidad, con sólo 44 años. Formó un grupo unido donde nunca trascendieron chisporroteos en el caso que hubieran existido.

Una alegría merecida. Un triunfo impecable. Con un arquero seguro que desborda confianza,un Otamendi excepcional y un Romero que infunde seguridad, con buenos marcadores de punta que se alternaron y un medio campo que proyectó como luminaria a alguien con vocación de crack como Enzo Fernández, una rueda de auxilio como  Alexis Mac Allister,  que permitió que se lamentara mucho menos la ausencia de Lo Celso, un jugador indispensable como Rodrigo De Paul, con la presencia en algunos minutos del solvente Paredes, el desequilibrio de un gran jugador como Ángel Di María, la constatación de un jugador sin techo como Julián Álvarez y un crack que jugó su mejor mundial como Lionel Messi.

 

El Mundial también permitió la confirmación de un jugador excelente, aunque poco conocido en la Argentina como Lisandro Martínez, un delantero importante por debajo de su nivel como Lautaro Martínez, y jugadores para el próximo mundial como Exequiel Palacios y Paulo Dybala.

 

Para el futuro hay material, pero sin Messi nada será igual. 

 

Incluso el azar se confabuló beneficiosamente para llegar a la formación final. El ampliar la lista que se podía llevar de 23 a 26 jugadores, posiblemente haya facilitado la presencia de las dos joyas surgidas en River, determinantes en los éxitos 

 

 Pero hoy sólo interesa festejar el presente. Una alegría merecida. Un triunfo impecable.
 







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