Por: Padre Eduardo de la Serna
Hace unos cuantos años, lo que todos creíamos era
que De la Rúa era un presidente inactivo, débil, ausente. Los del “grupo
Sushi” (bromeando podríamos decir que eran una suerte de Cámpora infeliz e
inactiva, y - como el nombre lo dice – nada más lejano a lo “nacional
y popular”, entre los que revistaban además de los hijos del ex los
inefables Lopérfido y Patito Bullrich) nos avisaron que pondrían cámaras en el
despacho presidencial para que todo el mundo viera que trabajaba (no me imagino
esas cámaras, por ejemplo, para Néstor o Cristina, nadie se plantearía
seriamente si trabajaban o no, eso era evidente), y lo siguiente que le
recomendaron fue que en sus apariciones públicas golpeara la mesa como signo de
firmeza. Y así lo hizo, patéticamente, en el programa de Mariano Grondona.
Ante la imagen evidente de que el gobierno de
Mauricio Macri es un gobierno de ricos y para ricos pareciera que su grupo de
asesores (¿el “grupo lomo”?) le recomendó insinuar que “acá la
justicia es para todos y los ricos no tienen coronita”, y entonces repitió
que ahora, con el blanqueo de capitales “ya no hará
falta escondernos” (así, en primera persona). El blanqueo fue aprobado y
reglamentado después de un tiempo prudencial para que quien quisiera esconderse
o cambiar de lugar sus “cositas” pudiera hacerlo. Al fin y al cabo la plata mal
habida es “López” no “nosotros”. Y ahora el “presidente Mau”, como lo llama la
filósofa y paleontóloga argentina, dijo ante el nuevo Mariano Grondona: “se
acabó la joda”. Obviamente, en la nueva cadena nacional de entrevistadores
(periodistas es otra cosa) amigos y amigables Mau sabe que no habrá
contra-preguntas tensas ni filosas. No sea cosa que termine reconociendo
públicamente que la joda que se acabó es la de los pobres…
Pero dado el “nosotros” que utilizó, me surge precisamente la
pregunta de cuál es la “joda” que se acabó: ya nos dijeron sus amigos en sendos
programas oficialistas que antes se vivía una “fiesta” (entre paréntesis, ¡qué
manía tienen los de la derecha de querer prohibir la fiesta popular!, ¿no?),
una fiesta que incluía viajes, compras insólitas a las que no era normal
acceder, como un celular, un auto o una moto… (en un nuevo paréntesis, me
pregunto si no sería de desear, entonces, que se prohíban las publicidades de
las cosas a las que no tenemos derecho a acceder, porque si se cuenta plata
delante de los pobres, a veces la ocasión hace al ladrón). Y Heidi dijo que “les
hicieron creer que podían tener calefacción”. Pareciera que esa es la joda
que se empieza a acabar, al menos las vacaciones de invierno están mostrando
que muchos empezaron a saberlo y ya no se toman el derecho que creían tener de
viajar a la Costa, por ejemplo. Y si alguno no podía por A, B o Z viajar y
creía que tenía derecho a ver fútbol gratis por TV sepa que “se acabó la
joda”.
En realidad, y mirando bien, pareciera que “la mano invisible del
mercado” es, y ¡ha de ser!, la que determina qué y quién tiene derecho a la
joda, ya que ahora puedo comprar 5 millones de dólares por mes, puedo viajar
sin controles venezolano-chavistas, puedo comprar “puerta a puerta”, y
comprar importado, puedo blanquear sin que me controlen, aunque otros no puedan
comprar lomo “trans-General Paz”, porque no tienen acceso a esa “joda”.
La “joda”, evidentemente, era esa de un Estado (¿a quién se le
ocurre?) que controle, proponga leyes, intervenga en favor de los que
históricamente “menos joda” han tenido. Y para frenar esa “joda” tenemos la
palabra mágica: “corrupción”, porque todos ahora saben que “corrupción”
se conjuga en pasado. La corrupción “era”, los corruptos “tenían”,
y por eso son investigados por el “periodismo independiente” y la “justicia
independiente” (que son lo mismo, y que son una entelequia) ante los cuales
“el Estado” no interviene. Claro que uno puede preguntarse cómo es que antes,
con corruptos y ladrones que se quedaban con la plata de los pobres, los pobres
tenían acceso a más bienes que ahora con transparencia y honestidad donde la
joda que se acabó no es la de la corrupción sino la de viajar a Mar del Plata o
ver fútbol gratis por TV. ¡Ah! Y que nadie amague con querer volver a la joda
pasada porque no sólo compramos balas de goma e hidrantes sino que además vamos
a meter el ejército en las calles. ¡Todos saben que pocas cosas son más
terroristas que los pobres festejando la vida!
El problema es que algunos creemos que “la joda que se acabó”
es la de los más vulnerables, como se dice ahora, porque “sigue la joda” (que
nunca dejaron de tener) de los poderosos, de los que no soportan ver que los
pobres tengan piscina, entonces hay que encarcelar a Milagro Sala, que no
soportan que “esos” puedan comprar y vender, trabajar y descansar, y hasta
tener un auto o una moto. Con menos salario, o hasta sin él, las cosas van a
volver a la normalidad.
Es decir, se acabó eso de que el Estado intervenga en favor de los
más desfavorecidos (o más jodidos) y que “la mano invisible del mercado”
ponga las cosas en su lugar. El “derrame”, ese que nunca llega, hará el
resto, es decir, llevará a los pobres al lugar de la eterna esperanza
incumplida. O para usar palabras de otro, los que accedan al lugar de la
pobreza sepan que “pierden toda esperanza los que lleguen aquí”. Porque
¡se acabó!
25-07-2016
Hola. Sólo quiero decir que comparto totalmente la bronca y el dolor que se perciben en este análisis de las acciones y los discursos de este gobierno lamentable.
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