Cuando se está en la cuenta
regresiva final, ocurre que la elección está definida, pero el
resultado permanece incierto. Daniel Scioli, nunca existió la menor duda, saldrá
primero como en las PASO, pero la incertidumbre estriba en que supere el 40% y
saque 10 puntos al segundo. Si la mayoría de las encuestas aciertan, se
mantendrían casi los mismos porcentajes de las PASO. Conviene, entonces,
analizar las causas.
Que a Daniel Scioli le
cueste tanto superar el 40% se debe a que en las PASO, contra lo esperado,
pareció alcanzar una cifra cercana al techo, fundamentalmente por los problemas
que el kirchnerismo tiene en los grandes centros urbanos con un resultado muy
deficiente en Córdoba y por debajo de lo esperado en la Provincia de Buenos. En
este último caso, hay facturas por déficit de gestión y por algo poco considerado por los analistas que es la escisión
significativa que sufrió el Frente para la Victoria en el 2013 al crearse el
Frente Renovador. Un porcentaje significativo de los votos que Sergio Massa
obtiene en la Provincia de Buenos Aires muerde en franjas que mayoritariamente
se han encolumnado con el kirchnerismo. A su vez siendo el Frente para la
Victoria una alianza de distintos sectores, donde el kirchnerismo duro, según
el encuestador y sociólogo Ricardo Rouvier, representa un 27% y el sciolismo un
12%, la ultra kirchnerización del gobernador, examinado muy de cerca por
Cristina Fernández y sus seguidores, le impidió adaptar su discurso, después de
las PASO, para seducir a las franjas que
oscilan entre un no kirchnerismo y un no macrismo, y que según las
circunstancias pueden inclinarse hacia uno u otro. Decidió, dado el contexto,
intentar crecer dentro del propio espectro, fundamentalmente en la Provincia de
Buenos Aires, especulando con captar un porcentaje del esperado incremento de
entre 7 y 9 puntos de votantes para el próximo domingo en relación a las PASO,
más algún punto a recuperar de los votos en blanco, y algunos puntos más de la
muy deficitaria elección de agosto en Córdoba.
Mauricio Macri no ha podido
retener los 30 puntos y fracción que cosechó en las primarias, por deserción
de los votos radicales a los que jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires
les resulta un sapo intragable y que derivan hacia Margarita Stolbizer; y
por los que se desalentaron por el caso Niembro, el único de los múltiples
trapos sucios del macrismo que perforó el cerco mediático. Hasta este momento la apuesta al voto útil no ha producido los
resultados esperados por causas explicables.
Sergio Massa es el único
que ha modificado levemente a su favor los resultados de agosto. Evitó con
éxito hasta ahora ser el pato de la boda de la polarización que se esperaba.
Ello se debió a méritos propios de Sergio Massa que perdido por perdido empezó
a jugar fuerte con un discurso de propuestas de raíz represiva, muchas lanzadas
con desparpajo y oportunismo que sintonizan con sectores significativos de la
población y con nula viabilidad, ubicándose a la derecha de Macri que empezó a
impostar un discurso oscilante de centro y populista. El segundo motivo es
que Sergio Massa es una escisión del Frente para la Victoria, con base en el
Partido Justicialista y que hace pie en sectores populares que tradicionalmente
votaron al Frente para la Victoria en elecciones anteriores.
A buena parte de esta base electoral, como a los radicales
minoritarios, les resulta indigerible alinearse con Macri. Por esos dos motivos, el
intendente de Tigre pudo superar la trituración de la posible polarización que
arrojaron las internas que se han transformado en realidad en una primera
vuelta, lo que impidió el crecimiento de Macri con dificultades de llegar o superar
el 30% e indirectamente favoreciendo a Scioli.
Si las encuestas reflejan
el escenario electoral del 25 de octubre, resulta claro que los muchos
desplazamientos de dirigentes del Frente Renovador al Frente para la Victoria
no se traduce en un arrastre de los ciudadanos que representan. Algún insidioso
ha dicho que Mónica López tiene más pares de zapatos que votos.
DE CARA AL FUTURO: DANIEL
SCIOLI
Con relación a un posible triunfo de Daniel Scioli:
Primero fue una frase desafortunada, hace unos meses, del periodista, escritor
e intelectual Eduardo Jozami: “si Máximo va como candidato a vice, tendría la
expectativa de que Daniel Scioli renuncie algún día". Luego fue Estela de
Carlotto que se deslizó por ese terreno enjabonado: "Yo creo que Scioli va
a seguir el proyecto de Cristina, que es el que hemos aplaudido siempre y el de
Néstor [Kirchner], porque lo ha prometido. Es un hombre fiel, un hombre
diferente y, bueno, incluso puede ser también una transición
muy
constructiva para la espera del regreso de Cristina"
Posteriormente fue Hebe de Bonafini que devaluó al
candidato oficialista: "Miren que me estoy poniendo naranjita para acostumbrarme a algo que no me gusta, miren qué buena que
soy... los próximos cuatro años van a
costar sangre, sudor y lágrimas".
Desde el diario La Nación, el columnista estrella
Jorge Fernández Díaz aprovechó el escenario para escribir el domingo 27 de
septiembre: “Cuenta un testigo íntimo y directo que Héctor J. Cámpora decidió
renunciar a la presidencia de la Nación una mañana de 1973, cuando consultó en
su despacho a un colaborador y le confesó estar completamente sorprendido:
había llamado a todos los miembros de su gabinete y resulta que la mayoría no
se encontraba en Balcarce 50. "Los ministros fueron a ver a Perón a su
casa", le respondió su fiel interlocutor. El Tío se quedó unos segundos en
silencio, y luego dijo: "Evidentemente, hasta acá llegamos". Su
colaborador se mostró perplejo frente a una conclusión tan extrema: "¿Pero
por qué?", quiso saber. Cámpora suspiró: "Porque el presidente está
en Gaspar Campos". La anécdota vuelve hoy a rodar porque los kirchneristas
plantean cada vez con más crudeza la consigna "Scioli al gobierno y Cristina
al poder", y porque los veteranos del peronismo imaginan el formato que
viene sobre la base de aquel desdichado vacío camporista. "¿Cuántos meses
pasarán hasta que los diputados y el vicepresidente peregrinen a El Calafate en
busca de instrucciones?", se preguntan.”
Aunque resulte aventurado hablar de sciolismo, si
este existe o existirá, es un sector en alianza con el kirchnerismo basado en
una acuerdo tácito o explícito con los gobernadores justicialistas, con el
apoyo del movimiento Evita que sostiene “que es su candidato”. Al respecto uno
de los máximos dirigentes, Fernando “el chino” Navarro afirmó: "Nosotros no decimos que el
candidato es el proyecto. Nuestro candidato es Scioli", enfatiza Navarro,
consciente del juego de las diferencias.” El sciolismo es un ala de un
movimiento policlasista amplio, con posiciones similares y al mismo tiempo
diferentes y contradictorias, que suele alinearse con el que es elegido
presidente a través del verticalismo que levanta como un valor muy importante. Ese verticalismo es el que permite
cohesionar lo diferente, cosa que no sucede en ninguna de las alianzas no
peronistas pasadas y presentes. Es ese verticalismo y la subordinación al
jefe lo que permite entender que los mismos dirigentes que apoyaron a Menem son
los que luego se disciplinaron con Néstor Kirchner. Es lo que permite explicar
que cuando Menem sepulta a Perón junto a los principios rectores del peronismo
que le daban su identidad y se abraza al neoliberalismo y su irritante
sostenedor ideológico local como Álvaro Alsogaray, las rupturas fueron
cuantitativamente insignificantes. La kirchnerización electoral extrema de
Daniel Scioli no parece que se prolongue más allá del examen electoral.
La idea posible del
kirchnerismo duro de convertir a Scioli en la continuación pura de Cristina y
de actuar como un vigilante ideológico de sus desvíos alentando la idea del
doble comando, es un error que será aprovechado rápidamente por el poder
económico que desconfía de Scioli, en la medida que sea custodiado por el kirchnerismo; pero si eso es realidad, a su debilidad se sumará
el odio del que es destinatario el kirchnerismo de parte del establishment y de
franjas numerosas de las clases medias, lo que precipitará posiblemente una
derrota costosa para los sectores populares.
Es entonces que el probable futuro gobierno
presidido por Scioli, sea una alianza cuyo plan de gobierno debe negociarse en
su interior, tratando de mantener lo conquistado y avanzar con un estilo y con
estrategias que serán necesariamente diferentes.
En una comparación posiblemente forzada, el ala
alvearista del Frente para la Victoria accederá posiblemente a la Casa Rosada.
Cristina y los jóvenes camporistas, que representan lo que en aquel radicalismo
significaba el yrigoyenismo, todo esto salvando las distancias enormes y los
contextos históricos, deben jugar un papel que combine dureza con flexibilidad,
propuestas más radicalizadas y pragmatismo.
Cristina Fernández jugará un papel importante pero
no puede ni debe actuar como presidente paralelo.
Y ya que se hizo referencia al radicalismo:
Yrigoyen dejó actuar a Alvear cuando éste fue presidente, que no era de su
línea política. Al concluir los seis años de gobierno, Yrigoyen fue
abrumadoramente elegido en 1928. En cambio Balbín fue un poder paralelo a Illia
y Alfonsín a De la Rúa. Aunque esto no fue la causa de sus caídas; sólo
contribuyó, con otros motivos más significativos, a debilitar a ambos
presidentes.
La comparación con la
situación vivida entre Perón y Cámpora y presuntamente Scioli y Cristina
Fernández, más que forzada es equivocada. Perón estuvo proscripto para las elecciones del
11 de marzo de 1973 por la cláusula de residencia del 25 de agosto de 1972.
Perón era el creador y jefe del movimiento cuyo peso histórico había resistido
y se había fortificado en los 18 años de exilio.
Cámpora era meramente su delegado. El gobierno que
proponía Perón de un “Acuerdo Social” era saboteado por la base de sustentación
de Cámpora que era la juventud peronista de la Tendencia que no suscribía el
pacto social sino una hipotética patria socialista. Es ese desacuerdo lo que
provocó el pedido de renuncia de Cámpora y que las elecciones de septiembre de
1973 subsanaran el vicio de origen de las elecciones de marzo. Apunta el
ensayista Alejandro Horowicz: “El próximo presidente de los argentinos será
electo en octubre. Es posible que Scioli resulte vencedor. Más allá de esa circunstancia, gobernará por su cuenta y riesgo hasta
2019. No estoy diciendo que el cristinismo desaparece: digo que resulta
imposible calibrar hoy su lugar en 2016. Una cosa es una fuerza fogueada tras
17 años de proscripción y, otra, una construida al calor del poder.”
Hasta la muerte de Néstor Kirchner, el
establishment consideraba que la presidente Cristina Fernández era dirigida por
su marido y algún periodista acomodaticio que con prisa se alojó en la
trinchera de Clarín, sobreactuando como es habitual su incondicionalidad hacia
quien lo contrata, decía que era “el jefe de la jefa de estado”. Luego desde
esos mismos lugares la considerada chirolita pasó a ser la quintaesencia del
autoritarismo y hasta algunos la calificaron de dictadora. El mismo camino se
recorrió en los dos primeros años con Néstor Kirchner considerado subordinado y
títere de Eduardo Duhalde.
Si gana, Daniel Scioli llegará con una base
electoral propia con apoyo del kirchnerismo cristinista, más allá de las
reservas. Intentará crear su base de sustentación en los gobernadores y los
chisporroteos de intensidad difícil de pronosticar con Cristina Fernández
resultarán posiblemente inevitables.
No debe existir la
posibilidad del doble comando a partir del 10 de diciembre; sí la discusión hacia adentro de cómo avanzar, que
no es lo mismo que no poder identificar si el gobierno está en Balcarce 50 o en
el Calafate.
El futuro no está despojado de imprevistos, incluso
como afirma un columnista de La Nación, en una clara expresión de deseos, “el
sciolismo sea el hecho maldito del país kirchnerista”.
DE CARA AL FUTURO: MAURICIO
MACRI
Todos los spots de la campaña, escuchando y
abrazando a ciudadanos, enarbolando en un oportunismo insólito al peronismo de
la justicia social con su propuesta de igualdad de oportunidades (la
independencia económica y la soberanía política imprescindibles para alcanzar
aquella, las omite o las ignora); su presunto sueño publicitario con cierta
apropiación del discurso de Martín Luther King; su aceptación de los grandes
logros del kirchnerismo (todos los cuales votó en contra), al tiempo que
sostiene que “el kirchnerismo ya pasó, va a quedar como una página chiquita de
la historia”, todos ellos quedaron triturados con su sincericidio, mezcla de
aseveración y promesa, brindados en el coloquio de IDEA: “el año que viene va a estar acá todo mi gabinete para acordar con
ustedes la política". Éste es el Macri original, que los
maquillajes intentan disimular. El país atendido por sus dueños. Es el mismo que iba a la Embajada
norteamericana a pedir que actúen contra el gobierno de Néstor Kirchner como se
puede leer en los wikileaks en cinco oportunidades: “El daño que EE.UU le hacía
al país dado que no le ponía límites”. El que pedía asesoramiento, según él,
para designar el jefe de la policía metropolitana a Israel y EE.UU.
El slogan real es entonces: “Macri al
gobierno, el círculo rojo al poder”
DE CARA AL FUTURO: SERGIO
MASSA
Si no hay balotaje, que
sería el escenario más probable para sus expectativas futuras, Massa tendrá que
ver cómo mantiene su 20% que quedará bajo la presión de la diáspora hacia el
ganador.
Ha conseguido un
conocimiento importante en todo el país, tiene apenas 43 años, un oportunismo
superlativo y una ambición desbordante. El futuro lo tiene abierto, tan cerca
el éxito del fracaso como cuando ganó en la Provincia en el 2013 y en dos años
de figurita ganadora, terminando en un expectante tercer puesto pero muy lejos
del ganador.
ELECCIÓN DEFINIDA,
RESULTADO INCIERTO
Extraña elección: primer puesto asegurado pero triunfo
incierto. Es altamente probable que Daniel Scioli sea el próximo
presidente, en primera vuelta, o con mayor riesgo en segunda.
El ex vicepresidente es uno
de los misterios más inaccesibles de la política argentina. Diputado, varias
veces ministro, vicepresidente, dos veces gobernador, con una estructura
política entre precaria e inexistente, con un discurso en la mayor parte de su
carrera entre insulso e insustancial, fiel a cada uno de los presidentes con
los cuales colaboró, con una gestión poco entusiasmante, con una calma
exasperante para recibir admoniciones públicas, está muy cerca de Balcarce 50.
Puede también superar dos
designios hasta ahora insuperables: ser el primer gobernador de la provincia de
Buenos Aires y el primer vicepresidente que llegue a la presidencia por la vía
electoral.
Elección definida, resultado incierto, gobierno resultante
poblado de incertidumbres en un contexto internacional crecientemente
desfavorable y con muchas variables económicas fuertemente desalineadas. El
futuro es siempre ese territorio a desentrañar, siempre apasionante porque como dice Woody Allen: “ Es el mismo
donde pasaremos el resto de nuestras vidas.”
22-10-2015
Excelente artículo, como siempre.
ResponderEliminarCreo que se deslizó un error en el lema de "soberanía política". Es "soberanía económica".
Y ya que estamos hablando de esa trilogía, no es inocente que Macri reemplace la "justicia social" con la "igualdad de oportunidades". La igualdad de oportunidades -que tiene como caballo de Troya a la meritocracia- es la excusa de la derecha para no garantizar la igualdad de resultados.
Saludos.