UNA CAÍDA IRREVERSIBLE
En julio del 2014 escribí una Carta Abierta a Alfredo
Leuco, cuando al periodista cordobés se
le ocurrió redactar una misiva al juez Thomas Griesa al que trataba con diferentes
adjetivaciones cariñosas, para que
entendiera por qué el gobierno argentino cometía “el desatino” de no pagarle a
los fondos buitres. Consideré que aquel escrito dirigido a un hombre que
cuando era muy joven tuvo una
adscripción de izquierda, más allá de las profundas equivocaciones históricas
de su opción política de entonces, significaba de mi parte un punto final en
las consideraciones sobre la caída
irreversible de Leucovich. Pero
siempre se puede esperar algo más desdoroso del periodista militante que posa
de independiente desde la trinchera del multimedios más poderoso del país. Lo que produce su ceguera es el profundo
odio que lo carcome y que deposita siempre enfrente de su posicionamiento.
Ahora su carta abierta es dirigida al
Papa Francisco, pidiéndolo que no
reciba nuevamente a la presidente Cristina Fernández. Como siempre, su prosa está atravesada por el ditirambo superlativo y su
genuflexión proverbial. Así garabateó: “Alguna vez escribí una columna
diciendo que usted tenía lo mejor de cada uno de los mejores argentinos. No soy
creyente pero admiro a los creyentes … Me gustó llamarlo el Papa celeste y blanco. El Papa nuestro que está en
el Vaticano, como rezando una plegaria laica….Usted confiesa que es un pecador.
Reconoce que no es Dios y por lo tanto no es perfecto. Eso me da coraje como
para expresarle mi humilde disidencia con la decisión de recibir por quinta
vez a Cristina Fernández de Kirchner”
Leuco: Ni los creyentes creen que el Papa es Dios y la infalibilidad
papal es una tautología. Pero como estás ante un hombre que tiene mucho poder,
y al que querés hacerle una crítica bajo la forma de señalamiento fruto de la frustración de tus
expectativas, adoptás el tono melindroso
típico de los pusilánimes. Y digo frustración; o tal vez más correctamente
desilusión, porque cuando con Fernando Bravo seguían la transmisión de la
designación del nuevo Papa por Radio Continental y se anunció que era Jorge
Bergoglio, al locutor de San Pedro, el de la provincia de Buenos Aires, se le
quebró la voz y sollozó y a vos la
emoción te invadió con una alegría que
empalmaba con el convencimiento que si Bergoglio había tenido enfrentamientos
duros con Néstor Kirchner, desde Roma podía ser
la frutilla del postre para terminar con el “autoritarismo
antirrepublicano” de Cristina Fernández. Pero la historia siempre es una
libretista sorprendente y así como el nombramiento del cardenal argentino
desconcertó y desagradó en las primeras horas a la Presidente, que llevada por
un primer impulso estuvo a punto de cometer un grave error, el accionar
posterior del Papa fue de acercamiento y apoyo al gobierno. Si no fuera el
Papa, exhibirías tu valentía llamándolo traidor. Pero con el poder económico no
se jode Alfredo.
Lo sabés desde hace mucho tiempo en tu ascendente carrera económica en
la que fuiste dejando más que jirones del periodismo que seguramente inspiraba
tu vocación de joven. Los auspiciantes propios o los que anuncian en el medio
que te contratan, son intocables y vos hiciste de esta norma no escrita un verdadero sacramento comercial.
Siempre tus posiciones están en la línea de los contratantes o de los
auspiciantes, como cuando celebraste en radio Continental lo que calificaste en
un sonoro dislate, como un “ nuevo 17 de octubre” comandado por las patronales
agrarias, precisamente en la emisora con auspicios profusos de la soja y la
siembra directa y cuyo slogan es “la que
escucha el campo argentino”.
Por eso no se encontrará en tus
editoriales una sola crítica al poder económico, no vaya a ser que pierdas
auspicios, o se enojen los que te contratan. Si la prensa oficialista suele
omitir temas realmente complicados para
el gobierno, tienen la honestidad de no
proclamarse “independientes” y dicen desde donde hablan o escriben, en tu caso
y muchos de los que se dicen republicanos y democráticos y se autocalifican de
independientes, jamás harán un programa sobre las cuentas de los evasores de
HSBC o las que denunció Hernán Arbizu con nombre, apellido, número de cuenta e
importe. Ahí figuran tus empleadores ¡Que nota periodística podrías hacer
acerca de la corrupción! ¿ Nunca te
interesó el tema Papel Prensa? ¿ El rol de tus empleadores durante la dictadura
establishment militar? Tu
“independencia” tampoco se percibe en los reportajes concesivos que haces a
todos los integrantes de la oposición. Tu pluralidad es invitar siempre a los
del mismo palo.
No pretendo
que seas un héroe y vayas contra tus empleadores.. Pero entonces no seas
hipócrita y dejá de usar esta frase a la que apelas hasta la saturación: “Pero mi trabajo tiene siempre la obligación de la mirada crítica, de
ser abogado del hombre común y fiscal del poder.”. Está muy bien denunciar
los actos de corrupción de los gobiernos siempre que sean investigaciones
serias y no meramente deleznables operaciones políticas de los periodistas de
militancia empresarial. Cuando los gobiernos populares se enfrentan con
fracciones del poder económico suelen aparecer algunas investigaciones
atendibles y meritorias que iluminan sobre zonas oscuras de las
administraciones, pero muchas otras son
meros contraataques sin escrúpulos de los sectores afectados que encuentran en
el periodismo hegemónico, afectado también directamente, una forma de defensa.
Luego decís: “Creo, como dice
el Talmud, que nuestra tarea es acomodar a los incómodos e incomodar a los
cómodos. Usted es un gran combatiente contra la hipocresía y yo no quiero ser
hipócrita y menos con usted.” Citás al Talmud, pero cuando leíste esta carta a tu audiencia de Radio
Mitre y los oyentes empezaron a derramar telefónicamente sus deposiciones que tu editorial
fomentaba, uno llegó a decir “El papa es el representante de
Jesús en la Tierra. Jesús recibía judíos, prostitutas y delincuentes. ¿Por qué
el papa no va a recibir a CFK?” Estás dispuesto a quemar el Talmud, obviar la
contestación de un mensaje como este, profundamente discriminador, en tu
cruzada de juntar todos los leños para hacer una gran pira, fogoneado en tu
rencor ciego, donde se incinere a este “insoportable gobierno”. Hoy, tu fuente
de inspiración, la base de tu información son “Clarín”, “La Nación” y “Perfil”,
cuyos textos y denuncias las tomás y citás como si tuvieran infalibilidad
. Nunca, pero nunca, pondrás en duda
aquello que decía César Jarolavsky sobre tus empleadores, en este caso referido
a la nave insignia que es Clarín: “Hay que cuidarse de ese
diario: ataca como partido político y si uno le contesta, se defiende con la
libertad de prensa’.
Luego
con una impostura muy generalizada te haces vocero de una representación que
carecés, y entonces hablás en nombre de “la gente”, esa que seguramente
llamabas pueblo cuando hace muchas décadas querías realmente enfrentar al poder
y no simular que lo hacés. Así escribiste: “Mucha gente,
tal vez una mayoría de compatriotas, piensa que usted está por cometer un
error. Que está devaluando su propia palabra que vale oro. Usted dijo que no
iba a recibir a ningún político más hasta después de las elecciones y que se
había sentido usado por la política argentina.” Y luego, haciendo méritos superlativos con
Héctor Magnetto escribiste: “Ella es una
mujer poderosa desde todo punto de vista y mostrarse a su lado es una ayuda muy
grande que se suma a la utilización del aparato del estado en beneficio propio
que hacen los Kirchner.”
En
la línea de Jorge Lanata cuando alfombraba su camino de ingreso al Multimedios
y afirmó que en el enfrentamiento Gobierno- Clarín se inclinaba por el más
débil, ahora vos le decís al Papa que
juegue en el equipo económico o que se abstenga, porque si no la cancha se
inclina y puede continuar la pesadilla. Obviamente que este llamado lo
hacés enarbolando (más preciso es decir
vaciando) las banderas del diálogo, de
la reconciliación y el consenso.
Luego
teniendo el corruptómetro afirmás: “Pemítame que
le diga admirado Papa Francisco: Usted reclama manos limpias, uñas cortas y
ética para la función pública y este gobierno es el más corrupto de la historia
argentina. Usted habla de ayudar a los pobres y este gobierno dejó de medir la
pobreza. Usted fomenta el camino del encuentro y el diálogo y este gobierno
instaló el odio.”
Es
cierto que el gobierno en uno de sus errores garrafales ha distorsionado la
información, y algunas de las estadísticas nacionales. Sin embargo, está
claro que ha habido una reducción notable de la pobreza en relación al punto de
partida de estos 12 años y que los sectores de menores ingresos constituyen una
de las bases más sólidas del gobierno.
Pero
podrías haber agregado en tu queja al Papa algunas otras estadísticas de fuente
extranjera que seguramente conoce Francisco y que desmienten tus deseos
convertidos en análisis: así la CEPAL informa que para el 2014 las reducciones
de pobreza más considerables en América Latina se concretaron en Argentina,
Uruguay, Brasil, Perú, Chile y Venezuela, con bajas del 7% o más. Es la misma
CEPAL que afirma que en la Argentina, la reducción de la pobreza
multidimensional entre 2005 y 2012 fue la mayor de la región, alcanzando el
73%. Si dudas de la CEPAL, vayamos a la FAO, que afirma
que Argentina erradicó el hambre y “prácticamente la pobreza extrema”. Si no le
crees a la CEPAL y a la FAO, utilicemos el reputado coeficiente Gini que
refleja una caída de la desigualdad, habiéndose reducido entre 2003 y 2014 en
un 20%. Esto se traduce, entre otras
mejorías, en la baja de la mortalidad infantil que pasó del 12, 5 por mil en el
2008 al 11 por mil en el 2013.
Leuco concluye: “….es una
piedra en el camino de la reconciliación que usted la reciba una vez más a ella
sola y por quinta vez. ¿No es suficiente?”
Es
una demostración por el absurdo: el que se llena la boca con el diálogo, el que
hace gárgaras diarias de un republicanismo de cartón pintado, considera que el encuentro y el diálogo entre dos
jefes de estado es “una piedra en el camino de la reconciliación”
Escribiste
tu propuesta: “Me gustó mucho la columna y la idea rectora de Mariano Obarrio. Hubiera
sido una genialidad de su parte invitar a Cristina y a todos los candidatos a
presidente. Sería una señal de convivencia pacífica que ayude a los argentinos
que queremos cerrar las heridas que el kirchnerismo abrió en nuestra comunidad.
¿Se imagina esa foto? Cristina, Macri o Sanz, Scioli o Randazzo, Sergio Massa,
Margarita Stolbizer, entre otros y usted como un mensaje de que se puede pensar
distinto pero tirar todos para el mismo lado de la patria.”
Sería
algo así como los habituales sermones de los Tedeums del 25 de mayo donde la
Iglesia toma exámenes a los gobernantes. Situación que luego se repite en julio
en la Exposición de agricultura y ganadería de la Sociedad Rural. Es
conveniente que en una sociedad y un estado laico, ambos hechos concretados
desde distintos exponentes de los poderes religiosos y económicos, pasen a formar parte definitivamente del pasado. Si no estuvieras crispado y cegado por
tus animadversiones, en tu carta en lugar de pedir que Francisco no reciba a la
Presidente, hubieras solicitado que se encuentre con todos los candidatos presidenciales, una
propuesta posiblemente inconveniente pero mucho más ecuménica.
Terminas
diciendo: “Quiero preservar su figura que
alumbra una sociedad mejor. Nosotros rezamos por usted y
cuidamos a Cristina, pero usted también rece por nosotros y cuide un poco a
todos los ciudadanos de este país que tanto lo aman.”
Con “cuidados” como los
que ofrece Leuco, cuya bronca a la Presidente se traduce y
exhibe diariamente, sus deseos parecen un subterfugio para ocultar sus
verdaderos objetivos.
Todo esto forma parte de una
prédica que desde un falso distanciamiento, recorre una
infinidad de lugares comunes vaciados de contenido. Desde otro ángulo, también
configura un paisaje de elegidos y
réprobos, que tiene cierta simetría con algunos enfoques del gobierno.
Tomemos al destinatario de la
carta, el Papa Francisco. La figura de Jorge Bergoglio tiene claroscuros como
todo ser humano y más aún cuando la mayor parte de su vida quedó bajo las luces
del escenario público. Más allá de las denuncias de Horacio Verbitsky sobre
Bergoglio en el caso de los curas Orlando Yorio y
Francisco Jalics, es absolutamente comprobable que el actual Papa Francisco, ya
en democracia, nunca recorrió los escasos 100 metros que los separaban de las
madres de Plaza de Mayo. Actitud similar
a la que tuvieron en ese período Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Y eso no
invalida el cambio de actitud posterior de los tres protagonistas. El encuentro
del Papa con Estela de Carlotto, sumado a una actitud mucho más comprensiva
sobre la homosexualidad, habiendo sido anteriormente en la Argentina un adalid
contra el matrimonio igualitario, su posicionamiento preciso y correcto sobre
la inmigración en Lampedusa, el reconocimiento del genocidio armenio, la
predica de acercamiento de la Iglesia a los pobres, entre otros hitos meritorios
son muy importantes, como la política de derechos humanos desde la
presidencia de los Kirchner es un verdadero clivaje en la materia. Descalificar
lo que se hace bien por las omisiones en
el pasado es una mezquindad. Al mismo tiempo, modificar el pasado para mejorar
el currículum es una actitud no precisamente elogiosa, en la que incurrieron,
entre otros, los dos máximos referentes kirchneristas. Y es absolutamente
criticable lo que hace Leuco, que señala las omisiones de Néstor Kirchner y
Cristina Fernández hasta llegar a sus presidencias y omite posicionamientos
similares de Bergoglio, en democracia, en el tema derechos humanos.
A este Papa que ha
abierto enormes y justificadas
expectativas, en un editorial pletórico de desmesuras y alcahuetería, alabaste
de la siguiente manera el 26 de julio del 2013 bajo el título de “Prócer y Presidente”: “Le quiero hacer una confesión muy
personal. Ya tengo elegido mi candidato a presidente para el 2015. Ya me
convenció. Creo que no hay un argentino
mejor que él para que conduzca los destinos del país y nos lleve por el mejor
de los caminos. ¿No me cree? Mire, yo le voy a poner mi voto de confianza a un
compatriota extraordinario que es lo mejor que produjo estas tierras, tal vez,
en toda su historia. ¿Sabe porque lo quiero votar? Porque tiene las
virtudes, los valores y las ideas de los dirigentes políticos más importantes
de nuestro país y porque por su capacidad y su impronta revolucionaria debería
estudiarse en los colegios como uno
de los máximos próceres de la argentinidad y del planeta. ¿No me cree?
¿Le parece que exagero? Escuche y después me cuenta: De
José de San Martín tiene el coraje para pelear por la libertad de los
pueblos y para enfrentar las más grandes dificultades, incluso las que tienen
el tamaño de la cordillera de los Andes. Se siente un hombre libre y quiere que
todos los hombres sean libres. De
Manuel Belgrano tiene la obsesión por la educación, la excelencia
intelectual y la flexibilidad para moverse en todos los terrenos. También es
creador de una nueva bandera de la fe. De
Mariano Moreno tiene la voluntad revolucionaria. La pasión por romper
las burocracias del atraso y la apuesta al cambio de las viejas estructuras. De Hipólito Yrigoyen tiene su
amor por los más humildes, su lucha eterna para que la tortilla se vuelva, su
profunda fe democrática. De Juan
Domingo Perón tiene su habilidad para conducir, ese liderazgo
planetario que lleva a buen puerto porque predica con el ejemplo. Tiene esa
sensibilidad especial y sabiduría popular que se cosecha con mucho pavimento
recorrido. Tiene humor y picardía. Se podría cantar una marchita que diga: “Por
ese gran argentino/ que se supo conquistar/ a la gran masa del pueblo/ con
astucia clerical. De Evita
tiene su amor por los grasitas. Su opción por los pobres, por los cabecitas
negras……..De Arturo Illia
tiene la austeridad republicana y franciscana. Los votos de pobreza, el despojo
de todo tipo de vanidad o riqueza frívola. No vive rodeado de millonarios ni de
estrellas mediáticas. …. Francisco fue forjado por dos matrices que atravesaron
y transformaron la historia de nuestro país. Por el catolicismo y el peronismo.
En esas fraguas se formó. En esas convicciones e ilusiones. En esa fe. Muchas
veces me pregunto qué me despierta tanta admiración en el Papa si yo no soy
católico ni peronista aunque a veces me gustaría serlo. Para tomar lo mejor de
ambos. Para tener un oído en el pueblo y el otro en el evangelio o en la
doctrina, como decía Monseñor Angelelli. Ya sé que no lo puedo votar. Ya sé que
no es candidato. Pero es el espejo que refleja lo mejor de este país. Es el
argentino que nos transmite esperanza y capacidad transformadora. Es el Papa. Tranquilamente puede ser un presidente y un
prócer. Podrán imitarlo, pero igualarlo jamás. Porque el país no está
temblando. Esta latiendo patriotismo, solidaridad y emoción. Se siente, se
siente, Francisco presidente. Y si él no
puede ser, que algún argentino que se atreva a recoger su nombre y lo lleve
como bandera a la victoria.”
Y ahora te agradece
recibiendo por quinta vez a Cristina. Entiendo Alfredo tu desilusión. Y tu brote. ¡Ya ni
en el Papa se puede confiar, cooptado por el kirchnerismo! Si esto
lo hace a quien considerás “el argentino
más importante y valioso de todos los tiempos”, qué se puede esperar de los
cabecita negra seducidos y engañados por un plan, un choripán y una coca.
Pero no todo es
criticable en la Carta al Papa del ex periodista deportivo. La aseveración más
precisa y destacable, es la primera
frase donde declarás, en una confesión descarnada y que merece elogiarse: “Soy un insignificante periodista argentino llamado Alfredo Leuco”
12-04-2015
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