El licenciado en filosofía Dante Palma
inició un debate en 6-7-8, del que salió
mal herido, por haberlo planteado equivocadamente. En la polémica Verbitsky -
Lanata, sobre Bergoglio, está claro de
qué lado ubicarse, dado que Horacio viene sosteniendo desde hace muchísimos
años la complicidad del actual papa en el caso del secuestro de los religiosos
Francisco Jalics y Orlando Yorio, mientras los que hoy salen a rasgarse las
vestiduras por “los ataques” a Bergoglio
mantuvieron un sonoro silencio cuando Francisco era tan sólo un
cardenal. Eso en nada se contrapone a
tomar distancia de posiciones de Verbitsky en otros temas, que me pareció es lo
que intentó insinuar tímidamente Palma. Además, las acusaciones contra
Bergoglio fueron realizadas oportunamente por ambos religiosos y por Emilio
Fermín Mignone, cuya hija desaparecida trabajaba con los dos curas en el bajo
Flores, hace muchos años. Incluso hay denuncias de la familia de la primera
presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Licha de la Cuadra, sobre la
indiferencia del actual papa cuando fueron a verlo por la desaparición de Elena
de la Cuadra que se encontraba embarazada. Actualmente las suscribe Luis
Zamora, quien como abogado querellante
en relación al secuestro de los dos curas jesuitas, al interrogar al entonces
cardenal sacó la conclusión que “Bergoglio está ocultando parte de la verdad.”
El panelista de 6-7-8 adoptó una posición de
neutralidad en el tema, relativizando la credibilidad de ambos polemistas, en
donde se mide un hombre que ha decidido incinerar su pasado para pasar a ser la
mejor espada del grupo Clarín del que fue un precoz denunciador, frente al
columnista de Página 12, quien ha estudiado durante años el tema de referencia
con su reconocida meticulosidad y solvencia. El
autor de “El adversario. Periodistas y política en
la era kirchnerista”, para posicionarse en este caso no tomó en cuenta un
pensamiento certero del Premio Nobel de la Paz, el sudafricano Desmond
Tutú: "Si eres neutral en situaciones de
injusticia, elegiste estar con el opresor. Si un elefante pone su pie sobre la
cola del ratón y tú dices que eres neutral, el ratón no apreciará tu
neutralidad." Por otra parte,
merece elogiarse que el licenciado en filosofía, más allá de las críticas aquí
formuladas, haya roto la uniformidad planteando sus disidencias, que son los
mejores momentos de 6-7-8. Uno de ellos fue cuando Mariana Moyano replicó con
contundentes argumentos posiciones de Cynthia García sobre el intendente
Cariglino y las pautas publicitarias. Palma intentó mejorar su posición
endeble en el debate que inició,
mediante una nota en “Diario Registrado” de fecha 29-03-2013, bajo el
título “6-7-8 Verbitsky y las verdades relativas” donde se extiende sobre otros
aspectos del programa y sostiene de manera correcta: “En otras palabras, 678, diría yo: casi siempre no intenta decir que la
verdad está de su lado y que del otro lado está toda la mentira. No hace eso.
Hace algo un poco más complejo pues defiende una verdad relativa, la propia. Lo
hace aclarando siempre desde dónde habla. Síntoma de esto es que buena parte de
sus informes simplemente exigen a los medios hegemónicos que expliciten los
intereses que defienden. No dice que esos intereses sean “falsos” o
“subjetivos”, mientras los intereses del programa son “verdaderos” y
“objetivos”. Dice “nuestros intereses son estos, es hora de que ustedes
muestren los suyos y no los oculten detrás de una presunta aséptica
independencia”. Así, lo que 678 hace es poner en tela de juicio la
posibilidad misma de objetividad y no acusar a unos de la falta de la misma
mientras la toma para sí en un gesto prometeico. Si hiciese eso mantendría
la misma estructura que dice criticar, esto es, aquella que afirma que la
objetividad es posible pero existen puntos de vista interesados que la
distorsionan.”
Suscribo totalmente
este párrafo de notable precisión, (muchas veces defendí al programa con esta
argumentación) pero éste no es el pensamiento generalizado de los panelistas,
incluso del mismo Palma en ciertas ocasiones, como pude comprobarlo
personalmente el 28 de enero de este año cuando estuve invitado. Me refiero a:
“Así, lo que 678 hace es poner en tela
de juicio la posibilidad misma de objetividad y no acusar a unos de la falta de
la misma mientras la toma para sí en un gesto prometeico.” Sería
interesante que lo discuta al aire con Orlando Barone, sostenedor que 6-7-8 es un espacio donde se despliegan verdades
absolutas por parte del programa.
Ese día de fin de
enero, hace dos meses, también se
originó un debate sobre algo que yo ya había dicho en participaciones
anteriores donde reiteré el papel muy
importante que ha cumplido 6-7-8 en las críticas a los medios hegemónicos (tal
vez sería conveniente que extienda su pensamiento crítico a todos los medios) y
al mismo tiempo, como dato descriptivo, un estrechamiento evidente en el arco
ideológico de los invitados. Abogué por programas periodísticos amplios
en la televisión pública y mencioné como ejemplo el último programa de Marca de
Radio del año 2012 con la participación de su habitual conductor Eduardo
Aliverti y en la co-conducción simbólica ese día, de Mario Wainfeld y Víctor
Hugo Morales. Periodistas que apoyan al gobierno, pero que fundamentalmente,
dos de ellos con mayor intensidad, señalan deficiencias y errores. Cuando hay
que criticar al gobierno no deben omitirse las mismas bajo el remanido
argumento de favorecer al adversario o ser un instrumento del poder
económico. Si se aclara enfáticamente
desde la vereda que se formulan los señalamientos y eso está avalado por una
trayectoria, se evita o minimiza que las
críticas sean instrumentadas; es lo que creo que debe hacerse y de tal forma se
enriquece a los programas periodísticos.
Señalé que la estructura de 6-7-8 no es la adecuada para los debates con
personas de posiciones enfrentadas como pudo percibirse con la presencia de
Beatriz Sarlo, porque el televidente se siente lógicamente inclinado al
visitante, si observa una relación de seis contra uno. Está claro que 6-7-8
debe seguir cumpliendo su papel, incluyendo en la televisión pública programas
periodísticos de discusión y debate.
Cierto fundamentalismo de algún panelista me
llevó a aclarar precisamente, que en mi caso no necesitaba sobreactuar porque
hacía cincuenta años que me situaba en el campo nacional y popular.
Eso
originó, junto al pequeño comentario
crítico sobre 6-7-8, que los restantes panelistas sacaran número para replicar. Algunos con
argumentos y otro como Palma con falacias “filosóficas”. Precisamente fue Palma
quien dijo: “Pero Hugo, hablás que no hay amplitud ideológica y estás diciendo
esto aquí.” Dante, a pesar de su juventud, sabe, porque es una verdad de Perogrullo,
que en radio y en televisión en vivo, el invitado puede decir lo que quiera y
es imposible evitarlo. Lo que revela
si hay amplitud o no es que el “imprudente” vuelva a ser invitado. Ese es un
interrogante que en varios casos se resolvió en forma desfavorable. En
mi caso no canjeo invitaciones por una pretendida “corrección política.”
Algunos panelistas (ese día no estuvieron
presentes Sandra Russo, con sus afiladas intervenciones, Mariana Moyano y Nora
Veiras) interpretaron las puntualizaciones como una forma de intentar cambiar
el programa. Más allá que de ninguna manera fue mi intención, resultaba
sorprendente que en un programa de crítica de medios (hegemónicos), produjera
tanta irritación un pequeño señalamiento realizado de buena fe a un programa ubicado en la vereda oficialista y que
correctamente defiende la ley de medios, precisamente
la que levanta la bandera de la pluralidad de voces.
Es posible que estar en un lugar con mucha
exposición, sometido muchas veces a críticas brutales y las más de las veces
injustas, sensibilice la piel de algunos panelistas y terminen por actuar como
los doberman, que cuando se enojan no reconocen ni siquiera a los amigos. No es
el caso de la siempre equilibrada Nora Veiras, de las puntualizaciones precisas
de Edgardo Mocca, que sin embargo, aquella noche se dejó llevar por un excesivo
entusiasmo defensivo y corporativo ya
que después de afirmar que muchas veces se han dado en el programa debates
políticos de muy buen nivel, cosa que comparto, hizo referencia, en mi opinión
en forma equivocada, que los funcionarios que son invitados muchas veces se
sienten incómodos. Posiblemente el momento de menor nivel periodístico y el
menos atractivo del programa generalmente se da cuando los invitados son
funcionarios públicos, y haciendo
memoria, sólo recuerdo, tal vez en forma deficitaria por mi parte, una
situación que rompió el molde con la presencia de la gobernadora de
Catamarca Lucía Corpacci, a quien
Cynthia García realizó preguntas precisas y oportunas que pusieron en aprietos
a la entrevistada.
Aprovecho la ocasión para hacer un
reconocimiento a la producción, ese 28 de enero, que dada la intensidad del
debate que se produjo, levantó todos los otros temas programados y extendió el
programa diez minutos más, como también al conductor Carlos Barragán que
intentó en todo momento distribuir equitativamente los tiempos de
participación.
Al día siguiente, un panelista comentó
irónicamente que los “que pretenden cambiar el programa, deberían preocuparse
por los desocupados que acarrearía”, con las risas de aprobación de otros,
mientras que Palma en una actitud poco digna de un intelectual, deformó un
argumento esgrimido por mí el día anterior
hasta llevarlo al ridículo, para refutarlo: “¿Que quieren? ¿Que vayamos a “Cocineros Argentinos” uno de nosotros y
uno de la oposición y discutamos?”. En otro momento esbozó la peregrina
teoría para un egresado de la Facultad de Filosofía y Letras, que el debate sólo puede darse entre los que
piensan igual.
Esas intervenciones de Dante Palma, se oponen
al Palma reflexivo de las “verdades relativas”, y no son precisamente las que
pueden provocar un batir de palmas.
03-04-2013
Todos los derechos reservados. Hugo Presman. Para publicar citar
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