Los
discursos de la presidenta dejan siempre muchos temas para iniciar o seguir un
debate. Su capacidad expositiva está fuera de discusión. Desde el periodismo
militante de Clarín, la periodista Susana Viau califica despectivamente a los
discursos de la presidenta de stand up, género teatral unipersonal de moda y
desde la misma escudería el periodista moralista Nelson Castro califica de Aló
Presidente, como remedo del programa radial de Hugo Chávez de ese nombre.
Lo que aquí se puntualiza está enfrente de la vereda por la que
discurren los periodistas mencionados, autocalificados engañosamente de
independientes o profesionales.
Cualquier
virtud puede transformarse en un defecto cuando se tiende a una insistencia
desmesurada. Dos o tres discursos diarios pueden producir saturación, además de incurrir en errores por
la fuerte exposición. Lo que resulta crecientemente llamativo es el escenario
armado por aplaudidores, que cumplen el papel inverso a las antiguas lloronas
que eran contratadas en los velorios, o las risas de los reidores en los
programas cómicos. Se tiene la convicción que los invitados, muchos de ellos,
manifestarían su satisfacción tanto si se recuperan las Islas Malvinas cuanto
si se anuncia que habrán de regalarse. Expresarían satisfacción si se
estatizara YPF o si se la entregara a otros concesionarios privados. Si se
anunciaran nuevos desendeudamientos o la contratación de nuevos préstamos. Un
aplaudidor no repara en el sentido de lo que escucha; por eso puede hacer
chocar sus manos por esto o todo lo contrario.
Parece
necesario que muchos de los concurrentes relean lo que dijo Néstor Kirchner en
una conmemoración del día del militante: “No queremos
tropas “disciplinadas” que a todo digan “sí”. Queremos tener compañeros y
compañeras que piensen, que nos digan la verdad, que tengan capacidad
transgresora, que nos ayuden a equivocarnos lo menos posible. No queremos más
la práctica del culto al individualismo, a la personalidad y a la teoría del
jefe. Esas teorías que tanto daño le han hecho a la política. Quienes desde la
lealtad se atreven a pensar y disentir, se diferencian en mucho de aquellos que
ocultan con la obsecuencia la traición.” A su vez, un militante debe
encuadrarse en un proyecto colectivo, sin renunciar a las armas de la crítica.
Kirchner lo habría afirmado en términos descarnados en una charla íntima con
los jóvenes de La Cámpora ,
según el testimonio de un reciente libro de la periodista Laura Di Marco sobre
la agrupación juvenil: “Muchachos, hay algo que tienen que entender. En
política, hay dos clases de tipos: los que trabajan para un proyecto colectivo
y los cogedores sueltos. A los de la segunda categoría hay que saber
detectarlos a tiempo porque, tarde o temprano, te terminan cagando”.
No es cuestión de contraponer en forma sesgada e intencionada a
Cristina Fernández con Néstor Kirchner, como se intenta realizar desde sectores
que no dejaron de demonizar al ex presidente, al cual ahora le descubren
virtudes que ignoraron o denostaron en vida del santacruceño.
La historia debe servir como aprendizaje y no como mero
conocimiento. El kirchnerismo reivindica con mucha dificultad a Perón con quien
la juventud peronista de los setenta en su versión montonera se enfrentó y de
quien se siente tributaria, enarbola con énfasis a Eva Perón, que murió muchos
años antes y con quien se puede tejer una historia contrafáctica favorable.
Tiende a incurrir en algunos de los errores
groseros de entonces al transitar
por un verticalismo donde el debate se
posterga para momentos más propicios y la subordinación y la obediencia se
potencian.
La militancia debe estar integrada por un menú que comprenda formación política amplia,
debate intenso, adopción democrática de las decisiones y luego sí verticalismo
en su aplicación.
Si se saltean pasos y se va linealmente al último, convirtiendo a
los seguidores meramente en transmisores oportunistas del relato, es lógico que
la escenografía esté integrada por aplaudidores.
El peligro de una situación de estas características es tener un
paraguas en un día de sol y carecer del mismo cuando llueve. Precisamente
cuando se necesitan militantes talentosos e imaginativos y no meros
aplaudidores.
27-03-2012
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los derechos reservados. Hugo Presman. Para publicar citar fuente.
Es una pena que te equivoques asi.
ResponderEliminarPrimero seria bueno saber cuando o cuantas veces hubo tres dicursos en un dia. A lo sumo habra tres en una semana. Dando por descontado el mes de enero ya que fue operada.
Segundo citar como fuente segura el libro de Laura Di Marco es como creerle a Maria Laura Santillan anunciando los cataclismos.
Tercero para saber si hay discusion politica o debates como decis, deberias acercarte a una basica, antes que presuponer de su no existencia a no ser que pienses que hay que ir a discutir a lo de Leuco.
Cuarto dar por cierto que todos son aplaudidores es artero. Que los hay, los hay. Por ejemplo la CGT esta lleno de aplaudidores que no se animan a decirle a Moyano nada cuando esta haciendo desastre, de esos aplaudidores no se habla.
Se discute a La Campora, que se discute en la juventud sindical, nada. Solo es Facundo Moyano, no aporta nada. La campora con sus por y contra muestra multiplicidad de dirigentes y mayor capacidad territorial y de movilizacion.
Conlusion, y para sacarnos las dudas, Cristina deberia anunciar la privatizacion del correro, de aguas argentinas o de los fondos de los jubilados, a ver si habria aplaudidores.
Bah los habria, pero no los que vos decis en esta nota. Sino unos cuantos gobernadores, intendentes y otros mas que dicen lo mismo que vos decis en tu post.
Y seria bueno entender que los pibes como muchos mas fueron talentosos cuando las papas quemaban.
A veces se pide mucho y se da nada.
Ojala Cristina pueda por que si es por los demas en el 2015 van a extrañar a Cristina y sus aplaudidores.
Coincido con Marcio Perez: Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir, si no aplauden ahora, cuando van a aplaudir? (y a quien?) No llegués nunca 2015!!! Je, je, je.
EliminarQueda claro que en el 2015 vamos a llorar si la Doctora no se decide a ir a fondo de una buena vez. Lo que venga, se podrá llevar puesto los cambios rápidamente, dado que la matriz liberal, no fué alterada drásticamente. Ruben, discutir cuántos discuros da la Presidente es una torpeza intelectual importante. Cierto es que que fuera de la Doctora, parecería que el gobierno no tiene cuadros políticos de peso. Se notó en la tragedia de Once, fue demasiado extenso el silencio presidencial, y cuando Schiavi intervino, derrapó groseramente. Si las unidades básicas tienen debate, no se traduce en la práctica política. Vos decís "ojalá Cristina pueda", esa sola frase, da la razón al argumento central del artículo, estamos todos apludiendo y prendiéndole velas a la Doctora.
ResponderEliminarHay que discutir más con la Presidente, ampliarle la agenda, y crear las condiciones objetivas para poder ir por más. Caso contrario vamos a llorar en 2015, pero por haber perdido una gran oportunidad.
Saludos.
SE LO TIENEN MERECIDO
ResponderEliminar- Por haber abusado del poder, de modo disimulado o indisimulado, respecto de las mujeres de su entorno. Por haberlas descalificado y manipulado desde sus históricas posiciones de privilegio. Por haber sido infieles, desleales, mentirosos y pretender que nos calláramos la boca. Por querernos sometidas o –en todo caso – por preferir a las que se hacían las boludas a cambio de distintos grados de dependencia económica. Por inducirnos a que los adulemos aun cuando se manifestaran a través de sus cerebros de mosquitos.
- Se lo tienen merecido y allí los tenemos: descalificados y manipulados, calladitos la boca y bajando la cabeza haciéndose los boludos a cambio de unas bicocas o de grandes lonjas de poder económico. Hechos unos aduladores de la gran dominadora. Devenidos en aplaudidores disciplinados y “leales” sólo a la gran caja de una viuda negra. Teniendo que disimular náuseas y humillación ante una desbordada dominatriz.
- Los pocos hombres verdaderos que quedan en la región, sienten, mientras tanto, vergüenza “ajena” al observarlos. Y nosotras, un lastimoso y oscuro placer. Es un penoso desastre para nuestro querido país. Pero ellos, los pequeños o grandes caudillos, los genuflexos “machistas argentinos” que hoy ostentan su castración a través de la cadena nacional… se lo tienen merecido.