La situación emerge clara de una
situación extremadamente confusa. Un gobierno en desbande cuyo máximo objetivo
es llegar al 10 de diciembre, para lo cual le resulta imprescindible mantener
controlado al dólar pero para lograrlo dilapida diariamente las reservas en una
carrera de final incierto. Mientras el gobierno se desespera y adopta
medidas sensatas, pero tarde, insuficientes y sin convicción, sumado a un
altísimo grado de ineptitud, el Fondo Monetario Internacional decidió que no
entregará los 5400 millones de dólares que mejorarían pero no garantizarían, llegar
a la meta. En su lenguaje eufemístico, el prestamista de última instancia
calificó benevolentemente a la situación de Argentina como “compleja”.
Es un manto piadoso para encubrir una situación de extrema gravedad. Solo en el
mes de agosto se fueron del país 13.799 millones de dólares, una cifra cercana a
la que se evaporara en la impresionante e inolvidable crisis del 2001: durante
todo ese año alcanzó a los 14.976 millones de dólares.
Entonces después del superlativo “Megacanje”
contable otorgado al poco recordable gobierno de la Alianza, el Fondo negó al
gobierno de Fernando de la Rúa la reducida cifra de 1200 millones de dólares.
Ahora, después de haber concedido el mayor préstamo de su historia que equivale
a alrededor el 60 % de su masa prestable, retacea primero y decide después no
entregar el monto de 5400 millones que representa apenas el 12% de lo ya
prestado.
La inicial alianza CAMBIEMOS
transmutada en “Juntos para el Cambio”, vive un intenso pase de facturas
después de su resonante derrota en las PASO, lo que adelanta que la coalición
tiene fecha de vencimiento. Parece no haber servido la incorporación del
operador ultramontano todo terreno y todo servicio Miguel Ángel Pichetto, que
actúa “republicanamente” como si fuera vicepresidente electo. El radicalismo,
despreciado como mero furgón de cola, justificador de las decisiones del PRO,
en ese penoso papel ha pagado un altísimo costo perdiendo las principales
ciudades en donde ejercía el gobierno. El PRO es probable que quede reducido en
el mejor de los casos a su origen distrital, siempre y cuando Horacio Rodríguez
Larreta puede evitar el balotaje, en cuyo caso la ola de disconformidad
nacional lo puede arrastrar a la derrota. El devenir futuro del PRO se presenta
más que incierto en donde puede llegar a cuestionarse a su propio referente
máximo; y si sobrevive, quedará conformado básicamente por el jefe de gobierno
de la ciudad de Buenos Aires y la
gobernadora María Eugenia Vidal.
Mientras el presidente formal pierde
sustentabilidad como manteca al sol, al punto que en la campaña los intendentes
y gobernadores propios ocultan su imagen, el candidato de “Frente de Todos” actúa
y es reconocido como el próximo presidente. Incluso el establishment nacional
se agolpa pidiendo encontrarse con Alberto Fernández, los mismos que hasta el
11 de agosto militaban por Mauricio Macri, lo que no es óbice para que lo voten
en octubre. En realidad, lo que intentan es menemizar al futuro
presidente. Se lo intenta disciplinar, en forma diferente al intento
del directivo de La Nación, Claudio Escribano, cuando el 5 de mayo del 2003 quiso
imponerle una rendición incondicional a Néstor Kirchner. En el mismo sentido,
la hiperinflación que obligó la entrega anticipada del gobierno a Raúl
Alfonsín, tuvo un destinatario preciso que fue Carlos Menem quien entendió el
mensaje y decidió gobernar para el poder. A Alberto Fernández se lo intenta
cooptar con una situación límite y con un endeudamiento asfixiante con el Fondo
Monetario Internacional, cuyas recetas a cambio de sustentabilidad son
revulsivas y atentan contra el mencionado enunciado. Más allá de la
oportunidad, que aparece intempestiva, desde otros sectores como el de Juan Grabois
proponen la reforma agraria y la imposibilidad de tener campos superiores a
5000 hectáreas, o Horacio González considerando necesaria la resignificación de
la guerrilla de los setenta, o Raúl Zaffaroni impulsando una modificación de la
constitución, todos temas sujetos a debate, intentan presionar para mantener al futuro
presidente en un delicado equilibrio para que no se corra demasiado a la
derecha. Tal vez Alberto Fernández deberá recordar el pensamiento del político
socialista francés, en términos europeos, Guy Mollet: “La coalición política es el arte de llevar
el zapato derecho en el pie izquierdo sin que te salgan callos”.
A su vez
debe quedar claro que este fin provisorio o definitivo de Macri, no lo es de
las fuerzas económicas que lo han apoyado y de las importantes franjas medias
alérgicas al peronismo, que son el soporte popular de los círculos rojos y
negros, que esperarán debilitar al futuro gobierno y al que denostarán bajo el
adjetivo populista, que en su interpretación es la causa de todos los
males.
UN PAÍS DEVASTADO
Se
puede hacer una larga enumeración de la homogeneidad en el desastre de casi
cuatro años del PRO. Basta señalar una síntesis mínima: todos los índices
que debían bajar subieron, y todos los que debían subir bajaron. Tres
datos de los consumos vitales son una radiografía aplastante: la leche en
estos 4 años bajó de 217 litros por habitante a 182 litros. El pan tiene una
disminución de 15 kilos per cápita y la carne varía en su decremento entre 8 y
10 kilos anuales por habitante. Un trabajo de Javier Auyero, profesor
de Sociología y director del Laboratorio de Etnografía Urbana (Universidad de
Texas) publicado en La Nación, permite obviar
comentarios sobre el dramatismo de la situación, habiendo entrevistado a
ciudadanos del conurbano bonaerense: “Nuestros entrevistados también
remarcaban su intolerancia frente a la ruptura de algo que ellos entendían como
dado: el Estado, creen, los ha dejado de cuidar, permitiendo la suba
desenfrenada de precios que les impide comprar alimentos básicos, la
devaluación de los subsidios que los ayudaban a enfrentar las carencias, el
aumento del transporte, la desaparición del trabajo, etc. Desprotegidos, así es
como nuestros entrevistados, habitantes de lo más bajo de la estructura social
y simbólica, nos dicen que se sienten……
tratando de que entendamos los motivos de su comportamiento político,
nos presentaron puntillosamente la inseguridad reciente de su pobreza. Así como
registramos esta coexistencia de tolerancia frente a la pobreza e intolerancia
frente a la desprotección, registramos -para nuestra sorpresa, confesamos-
cierta esperanza urgente en la política; esperanza un tanto pesimista, si se
quiere, porque nadie se ilusiona demasiado con que su situación vaya a cambiar
radicalmente, pero esperanza al fin en el sentido de una necesidad de creer en
que algo vaya a cambiar en su vida cotidiana producto de las elecciones
recientes. Expresaron esperanzas (acotadas) de poder cubrir sus
necesidades básicas, esperanza de poder volver a vivir con lo justo y lo
necesario como lo hicieron siempre. Nuestros entrevistados no buscan tener
salario digno para comprar dólares o irse de vacaciones, sino, como nos dijo
otra vecina que desde hace años almuerza en un comedor barrial: "Ojalá
podamos volver a comer milanesas más seguido". Añoran poder volver
a llenar un changuito de mercadería y no tener que acudir a los comedores o
mandar a sus hijos e hijas con un tupper bajo el brazo a pedir la comida que
ellos dolorosamente no les pueden dar. Con su voto buscaron ponerle un
límite a su situación de inseguridad actual porque, como nos dijo otra vecina:
"No sé cuánto más se puede resistir".
UN PROYECTO REFUNDACIONAL
El macrismo vino a desempatar en
forma definitiva la imposibilidad de triunfar de uno de los modelos que se
disputan la supremacía desde el origen. El triunfo de las legislativas del 2017
les hizo imaginar que iban consiguiendo el objetivo y que el marketing, la big
data, los focus group, las mentiras envueltas como verdades y únicos caminos
iban a triunfar sobre las consecuencias de sus políticas: desocupación,
pobreza, hambre, marginalidad, indigencia, pymicidio, industricidio,
transformación de un país en una colonia. Incluso es tan devastadora la
política que afecta a muchos de las poderosas empresas que aún con balances
negativos siguen sosteniendo y apoyando los mismos sofismas que el gobierno.
La política anti industrial llegó al
paroxismo al suprimir del disciplinado lenguaje oficial hasta la palabra industria.
El periodista Alejandro Bercovich lo describió claramente con esta anécdota: “Un
empresario industrial fue a verlo al entonces Ministro de la Producción
Francisco Pancho Cabrera con un proyecto de inversión y el Ministro le respondió
suelto de cuerpo que lo abandonara ¿ Para qué vas a comprar máquinas? ¡ Quedate con tu marca
que es buena y ponete a importar! lo despidió”
Una empresa competitiva y exportadora
como Arcor, en toda su larga trayectoria iniciada en 1951, sólo ha tenido tres
balances con pérdidas: 2001, y dos en los cuatro años de Macri correspondientes
a los ejercicios cerrados en el 2018 y 2019.
El periodista Luis Bruschtein sintetizó
los ganadores del modelo colonial con notable precisión: “Se trata de un
gobierno que llegó a tener en su seno a más de 27 gerentes de bancos
internacionales y agentes de Wall Street. Esa participación de representantes
del mundo financiero permitió que la deuda argentina creciera a una velocidad
insólita y que el mismo FMI decidiera concederle el préstamo más grande de su
historia. ……Los que se beneficiaron son los grandes productores y
exportadores sojeros y las mineras, las empresas de los amigos del Gobierno más
los bancos y las empresas del sector energético. La rentabilidad de los dos
últimos sectores se multiplicó por cien o más en algunos casos mientras el país
se fundía”.
Es obvio que ningún gobierno
neoliberal puede llegar al gobierno sin basar su campaña en la mentira. No podría
decir la verdad: que bajaría sueldos y jubilaciones en más de un 20%, que
amputaría derechos, que perpetraría un industricidio, que endeudaría al país al
límite de lo insoportable y que luego no
pagaría la misma deuda que emitió, que aumentaría la desocupación, que incrementaría
la pobreza en 12 puntos (lejísimo esa bandera de “pobreza cero” que el mismo
Macri pidió que fuera el parámetro para evaluar su gobierno), que llevaría el
dólar de $9 a $60, que duplicaría la inflación, que bajaría el PBI a la mitad,
y las tasas de interés alrededor del 80%, que ahogaría la ciencia y la
tecnología, desfinanciaría a las universidades, vaciaría el fondo de
sustentabilidad de los jubilados, coparía el Consejo de la Magistratura, usaría
la justicia como ariete político, confeccionaría listas negras de periodistas,
todo ello golpéandose el pecho de ser los propietarios del republicanismo; usaría la polarización como encubrimiento de
sus fracasos a pesar que fue una de sus tres banderas electorales, esa que
enarbolaba la unión de los argentinos. Mientras pregonan la transparencia se
hunden en el barro de los negociados de los peajes, del correo, de los parques
eólicos, los Panamá Papers, los endeudamientos absurdos a 100 años al 7% anual,
del intento del 2008 de transformar la Ciudad de Buenos Aires en una guarida
fiscal, con su IGJ (
Inspección General de Justicia) propia. Encima la oficina anticorrupción sólo
investiga al gobierno anterior.
Mintieron para llegar, mintieron
permanentemente gobernando y ahora desesperados vuelven a prometer lo que sibilinamente
saben que no cumplirán. El mítico segundo semestre, el aluvión de inversiones,
el crecimiento invisible, lo peor ya pasó, fueron impedidos con “el pasaron cosas”, con
las tormentas, con el cruce del río o con trepar al Aconcagua. Ahora prometen
apoyar a las PYMES a las que condujeron al suicidio, reducir el impuesto a las
ganancias y las contribuciones patronales, el crecimiento económico, slogan
como “Una Argentina mejor es posible y está mucho más cerca de lo que podemos
ver”, o que “ahora viene un alivio al bolsillo para llegar a fin de mes”, o que
“estamos mejor que en el 2015 y que se sentaron las bases para crecer”. El
ministro de educación Alejandro Finocchiaro y candidato por el oficialismo a
intendente de la Matanza, declaró: “Nunca estuvimos más cerca de cambiar
para siempre”. Traducido: estuvimos cerca de imponer nuestro modelo
primario, extractivo exportador fusionado con el de valorización financiera. En
la hoy lejanísima posibilidad de ser reelegido, esto se comprometen a hacerlo realidad.
La palabra “alivio”
después de reducir en más de un 20% sueldos y jubilaciones, suena a dádiva de
las damas de beneficencias.
Contaron con un jefe político
doctorado en mentiras y con un cinismo superlativo como el Presidente de la
Nación. Lo dijo su madre Alicia Blanco Villegas quien declaró en Noticias del
23-02-2019: “No tenía estudios especiales para saber cómo tratar a la niñez,
así que era bien a lo duro, que no se miente, por eso dije “este chico no puede
ser presidente. Era una de las cosas que más le reprochaba y le he llegado a pegar,
cosa que me arrepiento” ¿Le pegaba por mentir?
Sí, porque no se podía mentir”. Evidentemente su madre fracasó en el
intento lo que comprueba que el método utilizado no fue correctivo.
Mienten en forma sistemática, cuando
dicen que han escuchado, que los únicos que se han sacrificado son los sectores
medios y que perdieron las PASO, los reyes de los focus group, porque no se
dieron cuenta del sufrimiento de la población, visible a la mirada más
elemental, en forma tan ostensible que lastima los ojos. Los trabajadores
accidentados, o que mueren en un accidente laboral, al mismo tiempo son
perjudicados por un decreto de necesidad y urgencia (¿?), cobrarán menos por
una modificación del índice de actualización.
La paradoja de tomar algunas medidas
“populistas” para derrotar al populismo tropieza con un agravamiento considerable
de la situación, donde a fines de octubre se estará mucho peor que al momento
de celebrarse las PASO. Todo parece indicar que la diferencia entre el primero
y el segundo se ampliará en las próximas elecciones. La campaña oficialista está
basada en mantener el electorado propio, una táctica política con semejanzas a la de atrincherarse en su propio arco que
realiza el director técnico de Boca Gustavo Alfaro
La caída de Macri es tan acelerada
que el director de la editorial Perfil, Jorge Fontevecchia, que miró con
moderada simpatía su arribo a la presidencia ha escrito el 5 de octubre: “Jaime
Duran Barba decía en el 2015 que
merecería el Premio Nobel a la consultoría política si una persona con las
características de Macri, pudiera ser electo presidente….En 2015 Macri fue un
significante vacío al que una parte de la sociedad cargó de significados que excedían en
mucho sus posibilidades de representación”
A pesar de su precariedad expositiva,
de su discurso compuesto de treinta frases e infinidad de lugares comunes, no
hubo nunca ningún jurista como Daniel Sabsay que le exigiera que mostrara su título
de ingeniero, como le solicitó en tono destemplado el abogado de Clarín a
Cristina Fernández. Se conocen muchos de sus compañeros del colegio Cardenal
Newman donde cursó el primario y el secundario, varios de ellos funcionarios, pero
no hay testimonios de su paso por la Universidad. Y aun habiéndose recibido de
ingeniero, es una propaganda en contra de la educación privada y se encuadra en
una frase afortunada de Sarmiento: “El título no quita las orejas”
Su desconocimiento de la historia
argentina lo lleva a admirar a Rivadavia al que calificó de “un grande” mirando
su monumento en Bahía Blanca y comparó su caravana por 30 ciudades,
ridículamente, con el cruce de los Andes al que englobó en su consigna de “Sí,
se puede”. Rivadavia, representante de los intereses de los comerciantes
importadores del puerto de Buenos Aires, es un personaje siniestro de la
historia de nuestro país que estuvo siempre en la vereda de enfrente de los proyectos
continentales de San Martín. Está claro que Macri está ubicado en la misma vereda
que Rivadavia.
ALBERTO FERNÁNDEZ
Intenta ser una combinación del
Néstor Kirchner del 2003 y las promesas institucionales de Cristina Fernández
del 2007. Ha logrado en estos meses ir creando una base de sustentación circunstancial
y tal vez transitoria basada en los gobernadores. Los votos se los prestó Cristina
Fernández pero él con la muy buena elección en las PASO, ha ido aportando y
consolidando en forma creciente una base electoral. La unidad nacional, la
superación de la grieta son objetivos loables que chocan con la realidad actual
y la historia. La moderación puede ser un buen camino para llegar, pero la
gravedad enorme de la situación y las medidas drásticas que habrá que tomar,
convierten esos enunciados, como dicen los modernos, en significantes vacíos. Donde
se avance, los dos modelos que compiten reabrirán la grieta.
Alberto Fernández se viene manejando
muy bien, se expone en escenarios inhóspitos y sale victorioso o indemne.
Efectúa declaraciones de buenos propósitos como que “nunca más se volverá a
pelear con Cristina”. Ojalá que la realidad le dé la razón, pero la propia
conformación del “Frente con Todos” revela un viejo axioma político: “No hay
amigo que no pueda convertirse en adversario y no hay adversario que no pueda llegar
a ser amigo”
A su vez Cristina Fernández se ve obligada a interrumpir a
veces, su ingenioso método de realizar la campaña política con la presentación
multitudinarias de su libro, por la preocupante salud de su hija.
SITUACIÓN INÉDITA EN UN ESCENARIO
INCIERTO
Alberto Fernández recibirá un país en
terapia intensiva con sectores en estado vegetativo.
Nadie puede asegurar que una tormenta
autogenerada no pueda desequilibrar a un gobierno dispuesto a dejar un campo
arrasado. El periodista Marcelo Bonelli no afirma ahora como en el 2015 de un supuesto plan bomba que dejaba Cristina
Fernández.
Es insostenible cómo se escapan las
reservas a través de un control de cambio cheto que mantiene insólitamente una
ventana de 10.000 dólares mensuales para las personas físicas con un control
post mortem, cuando debe ser realizado en tiempo real. El futuro es un
enorme signo de interrogación, porque el daño es superlativo. Siempre se
puede estar peor y aunque resulte aventurado, se puede afirmar que nada, absolutamente
nada, puede ser peor que esta pesadilla.
La gran noticia es que a
pesar de todo hay un renovado clima de esperanza. Apenas amanece, y eso, aunque
parezca poco, es mucho, cuando los resultados de las elecciones legislativas
del 2017 auguraban que las sombras tardarían mucho tiempo en disiparse.
05-10-2019
- Publicado en la TECLA Ñ
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