GENTE
MOVILIZADA EN UN PAIS EN LA CORNISA*
Los pies caminan. Los pies se
movilizan. Se mueven movidos por la esperanza o la desesperación. Tal vez por
una mixtura de las dos. La Argentina es un país que ha descendido socialmente
en largos períodos de políticas neoliberales que no se han alcanzado a reparar
estructuralmente los cortos espacios de gobiernos populares. Pero su capacidad
de resistencia es admirable. Sin la suficiente coordinación, con cientos de
eventos de protestas que se dispersan por la sufrida geografía nacional.
Los pies avanzan desde el norte y desde
el sur. De la Quiaca y de Ushuaia. Del este y del oeste. De Posadas a
Bariloche. La historia demuestra que cuando sectores importantes del pueblo
toman las rutas, avanzan por las avenidas, abandonan las veredas y se desplazan
por la calle, algo empieza a cambiar. Esta gente no llegó a Balzac, el escritor
francés que mejor reflejó la sociedad de la Revolución Francesa, pero saben
bien como el autor de “La piel de zapa”, que “La resignación es un suicidio cotidiano”. Ignoran esos pies que
avanzan si conocerán un día diferente. Pero podrían suscribir una frase de Gandhi:
“Mañana tal vez tengamos que sentarnos
frente a nuestros hijos y decirles que fuimos derrotados. Pero nunca podremos
mirarlos a los ojos y decirles que viven así porque no nos animamos a pelear”.
Nunca seguramente oyeron hablar de Enrique Pichón Riviere, pero aprendieron en
las pragmáticas necesidades cotidianas lo que el psicoanalista expresó: "En tiempos de incertidumbre y
desesperanza, es imprescindible gestar proyectos colectivos desde donde
planificar la esperanzas junto a otros.”
Los pies avanzan. Los pies caminan.
Ahora avanzan por la avenida Rivadavia. Y hay gente que los saluda y aplaude.
Algo está cambiando. Aún lejos, pero mucho más cerca de aquello que apareció en
los días gélidos del 2001: “Piquetes y cacerolas, la lucha es una sola”.
Los pies avanzan. Los pies caminan.
Madres con hijos y bebes. Hombres con los signos de la exclusión. Obreros
desocupados. Los dientes que faltan son el hambre que ha sobrado. No hay
manifestantes con anteojos. El mate es un abrigo que ayuda en la caminata. No
está una de las pancartas de las feministas chilenas que merecería
incorporarse: “Nos quitaron tanto, que nos quitaron el miedo”. Pero está
presente otra que dice: “La inflación nos come y en los barrios no se come.”
Los pies caminan. Los pies avanzan. Como
decía el rabino norteamericano Abraham Heschel acompañando a Martin Luther King
en sus épicas marchas pacifistas: “En
esta larga marcha los que oraban eran mis pies.”
Los pies caminan. Los pies avanzan.
Universitarios de familias que por primera vez accedieron a la universidad,
cuya presencia es un mentís categórico a las afirmaciones de quien pretende
expresar el rostro sensible de los ajustadores, la gobernadora Maria Eugenia
Vidal. Sí, la misma que en el hotel Sheraton, en una reunión del Rotary Club
dijo: “No resulta justo ni
equitativo que durante años hayamos poblado la provincia de
Buenos Aires de universidades públicas, cuando todos los que estamos acá
sabemos que nadie que nace en la pobreza en la Argentina hoy llega a la universidad.”
Es una digna representante del pensamiento de Mauricio Macri que ya había
dicho: “El problema no está en hacer
más universidades, también soy muy crítico en eso, ¿qué es esto de
universidades por todos lados?”.
Los pies caminan. Los pies avanzan.
Obreros que han perdido su trabajo o están en riesgo de perderlo. La angustia
no impide celebrar el encuentro común con expresiones de alegría.
Los pies caminan. Los pies avanzan.
Esos pies que pretenden ser encadenados por el desaliento que provocan las
tarifas de los servicios impagables y cuya disminución esta mañana el
Presidente vetó.
Los pies avanzan. Los pies caminan en
un país al borde de la cornisa, con un gobierno con fuerte riesgo de
desbarrancarse; y si logra evitarlo, su herencia estará conformada por un
pasivo muy difícil de levantar. Los números son aterradores. Apenas algunas
cifras: durante el 2017, escribió Eduardo Van Der Kooy, nada menos que en
Clarín: “….Por cada dólar que entró por
ventas al exterior partieron 1,07 dólar por turismo y compra de billetes….Por
cada dólar que Argentina exportó se importaron 1145 dólares”. El economista
Carlos Leyba escribió que el país se endeuda a un ritmo de 1200 dólares por
segundos. Devaluación de un 25% en ascenso, con dólar en ascenso, déficit
comercial para este año estimado alrededor de 12.000 millones de dólares que se
suman al del 2017 de 8471 millones de dólares y déficit de balanza de pagos de
más de 30.000 millones de dólares. En el
casino en que se convirtió el país, la estrella de la rentabilidad financiera,
las LEBACs abonan un 40% de interés, mientras se fugan mensualmente más de 2000
millones de dólares que se financian con endeudamiento, lo mismo que el turismo
con un saldo desfavorable de 10.000 millones de dólares. El gobierno afirma que
“ lo peor ya pasó”, cuando queda claro que con el ajuste que va a exigir el
Fondo, lo peor está por venir.
Los pies avanzan. Los pies caminan en
un tembladeral. Aún no saben que al día siguiente el diario Clarín titulará:
“Otro día de caos por la marcha piquetera” En su descalificación exteriorizó la
existencia de la gigantesca protesta, cosa que omitió en su portada sobre la multitudinaria
concentración del 25 de mayo. Una nueva constatación de que parte de su slogan
practican: “la realidad se tapa o se hace tapa”
El presidente en sus pocas menciones
vinculadas a las lecturas suele recomendar a Nelson Mandela. Seguramente nunca
se encontró con esta frase del notable político sudafricano, o tal vez tuvo la
prudencia de omitirla: “Una nación no
debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por cómo
trata a los que tienen poco o nada.”
Los pies caminan. Los pies avanzan.
Toman sin saberlo una frase del filósofo francés Henri Bergson, premio Nobel de
Literatura en 1927: “El futuro no es lo que va a venir, sino lo que nosotros
vamos a hacer.”
En esta larga marcha, en la París del
sur, también hay almacenados odios
ancestrales que expresan espectadores disgustados por un espectáculo que
prefieren no ver. Es aquí donde nació el macrismo. Aquí donde un patriota como
Raúl Scalabrini Ortiz escribió: “Nuestra ignorancia ha sido planificada con una
gran sabiduría.”
Ese odio que atraviesa a muchos
sectores sociales cuando los excluidos tiene el mal gusto de exteriorizar su
presencia, recuerda una sentencia de Buda: “Aferrarse al odio es como tomar
veneno y esperar que el otro se muera.”
En estos mismos momentos, el
Presidente inaugura una cancha de golf en Santiago del Estero, acompañado del
ex jugador del pueblo Carlos Tevez.
La Plaza de Mayo está a la vista. Los
pies avanzan. Los pies caminan. En ese predio histórico la historia siempre
está en carne viva.
Aquí donde los caudillos Ramirez y
López usaron de palenque la Pirámide de Mayo. Ahí donde los descendientes de
los derrotados de las guerras civiles argentinas, un luminoso día de octubre
avanzaron de Berisso, Ensenada, Avellaneda y tantos otros lugares de la
provincia de Buenos Aires, metieron las patas en la fuente y cambiaron la
historia. Ahí donde las Madres gastaron las suelas y el alma luchando
incansablemente a pesar de sufrir dolores inconmensurables.
Ahí donde parece verse una pancarta
tomada de Bernard Shaw: “Hay hombres que ven las cosas como son, y se preguntan
¿por qué? Y hay otros que sueñan las cosas como nunca fueron y se preguntan
¿por qué no?”
El primer paso para dar muchos más es
hacer propio una de las célebres sentencias del cura brasileño Helder Cámara: “Cuando sueñas solo, sólo es un sueño; cuando sueñas
con otros, es el comienzo de la realidad.”
01-06-2018
Publicado en la Tecla Ñ
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