A TRES AÑOS DE LA MUERTE DE HUGO CHÁVEZ, SE REPRODUCE EL
TEXTO ESCRITO ENTONCES, EN ESTE MOMENTO DE REFLUJO DE LOS GOBIERNOS POPULARES
Comandante, ahora que se fue,
quedándose para siempre, permítame que en un supremo gesto de inmodestia le
cuente lo que Ud. significó para un
pequeñísimo militante latinoamericano. Lo hago bajo el clima de la conmoción
que su muerte significa, pero seguro que en esta historia personal queda
reflejada con matices y diferencias las de una generación de luchadores. Ya
habrá tiempo para contar lo sucedido desde Ud.
Su muerte me lleva a otras muertes
de figuras queridas. Tenía 6 años cuando en una fría noche de julio cenaba con
mis padres antiperonistas en una pequeña aldea de las colonias judías de Entre
Ríos, cuando a las 20 y 25 la radio informó de la muerte de Evita. Era muy
chico y aldeano y la única pregunta que se me ocurrió fue ¿quién le cocinará
ahora a Perón? Cuando adolescente ingresé a la izquierda nacional que también
influyó muchas décadas después sobre Ud., y comprendí lo que significó
Evita; entonces pude llorarla y
recordarla diariamente los cuarenta y cinco años posteriores. Estudiante
universitario, derramé lágrimas por la muerte del Che en Bolivia, en la
primavera de 1967, por su enorme estatura que contradecía sus errores
estratégicos. Años más tarde maldije conmovido el suicidio de Salvador Allende
cuyo último discurso, bajo las bombas que caían sobre la Moneda, el 11 de septiembre
de 1973, es uno de los más conmovedores
que se hayan pronunciado: ¿recuerda Comandante aquellas palabras del Chicho?: “¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un
tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que
tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de
miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la
fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con
el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los
pueblos……Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi
voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré
junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue
leal con la Patria…..Sigan
ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las
grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad
mejor.”
Un 1° de
julio de 1974 murió Perón, y el hombre por el cual habíamos luchado por su
regreso, abrió un enorme agujero que
terminó llevándose a una generación en los años de plomo. Sorpresivamente,
cuando la historia de los pueblos parecía clausurada, un hombre del Sur
despertó las esperanzas perdidas; pero un día primaveral, feriado por la
realización de un censo, Kirchner murió y el dolor fue desgarrador. Y ahora Ud.
Comandante. Un cáncer logró lo que sus enemigos desearon pero no pudieron, allí
en las elecciones donde fue imbatible.
¿Sabe una
cosa Comandante? Ud. concretó algo así como el peronismo venezolano. Para ello
fueron necesarias dos circunstancias históricas: el “caracazo” del 27 de
febrero de 1989 y la caída del Muro de
Berlín en noviembre del mismo año. Hijo de ambos hechos históricos,
intentó un golpe en febrero de 1992, en
una Venezuela donde el 72% era extremadamente pobre y el 30% padecía de
desnutrición, devastada por el Pacto de Punto Fijo que garantizaba la
alternancia de los dos partidos mayoritarios. Seis años más tarde llegó al
gobierno por elecciones. Y empezó a haber una luz en la oscuridad inenarrable
del neoliberalismo. Confirmando la aseveración de Shakespeare, afirmación
puesta en boca de uno de sus personajes: “la oscuridad más profunda es la que
precede al amanecer”, se sumaron en la década siguiente, Lula, Tabaré, Bachelet, Evo, Correa, Lugo,
Kirchner.
Ya no
estaba sólo Hugo. Ahora la idea más revolucionaria del siglo XIX, la unidad
latinoamericana que enarboló como nadie invocando y predicando a Bolívar, tenía
los actores necesarios para corporizarse. Imagínese lo que significó para los
que nos formamos en la izquierda nacional
que siempre levantamos esa bandera, que Ud. la enarbolara como nadie; la
misma por la cual fueron asesinados o exiliados los emancipadores que la
sostuvieron en el siglo XIX.
Empezaron a suceder concreciones
impensables: la consolidación del Mercosur, la creación de la UNASUR y del ALBA; el no al
ALCA, en una alianza de epopeya en Mar
del Plata con Néstor y el apoyo de Lula.
Reuniones de
presidentes donde el lenguaje y las propuestas despertaban las utopías
incumplidas del siglo XIX y algunas de los setenta del siglo XX. Eran tan
notables que un día, mirando por televisión un encuentro de mandatarios en
Buenos Aires, allá por el 2007, escribí una nota que se llamaba “El televisor
de los sueños” que en un párrafo decía: “Tengo
un televisor que transmite los sueños. Que trae imágenes del futuro. En
colores. Con mucho verde esperanza. Ayer mi televisor enloqueció. Aparecieron
imágenes de un acto en Casa de Gobierno. Con la presencia de los presidentes
Lula, Evo, Duarte, Chávez, Correa, Kirchner y Cristina Fernández. Y mucha gente
especialmente invitada. Era por el lanzamiento de Banco del Sur. Un sueño. Una
locura. Una utopía. Claro que para verlo hay que tener esta excentricidad que
es el televisor de los sueños. Que trae al presente imágenes vistas en las
utopías juveniles. Con gente vitoreando “Patria si Colonia no.” Si, ahí mismo
donde hace apenas una década se proclamaban las relaciones carnales, la idea de
la colonia próspera entrando de rodillas al primer mundo. Donde se llegó a
importar caca francesa. Ahí donde se aplaudía aquello de “ramal que para, ramal que cierra”. Ahí donde
hoy están sentadas las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, se promulgaban las leyes
de la impunidad y el indulto. Entre el público alcancé a avizorar a muchos de
los que aplaudían lo contrario de lo que hoy se hace. Por la humedad de los
ojos alcanzo o imagino leer una frase de Marx: “En la historia, como en la
naturaleza, la podredumbre es el laboratorio de la vida”. Está hablando Evo. En
su voz y en su piel está buena parte de la historia de las venas abiertas de
América Latina……”. Es cierto que se va Comandante y el
Banco del Sur no se concretó. Pero hay muchas otras que sí se llevaron a la
práctica: En Venezuela, los olvidados que no conocían en su vida un médico y
eran analfabetos, accedieron a la salud y a la educación. Bajó la pobreza a la
mitad y sólo durante el 2011 repartió 146.000 viviendas, mientras catorce
millones de venezolanos acceden a alimentos subsidiados por el Estado y el 61%
de la población compra alimentos en puntos de venta del Estado. Por eso cuando el poder económico dio su golpe
el 11 de abril del 2002, cuando lo detuvieron y lo llevaron a una isla con el
fin de fusilarlo, los que recuperaron la dignidad gracias a Ud. bajaron de los
morros y consumaron su 17 de octubre. Desde entonces Ud. fue más peronista que
mucho de los que se olvidaron de Perón en nuestro país.
Tengo críticas para formularle
Comandante, pero lo dejaré para otra oportunidad. Quiero recordarlo como ese
conversador encantador, ese orador brillante, ese militar con una sólida
formación que abrevaba en la historia latinoamericana para desentrañar el
presente.
En
los últimos años se enamoró de “El loco Dorrego” de Hernán Brienza, difundió
“Historia de la Nación Latinoamericana” de Jorge Abelardo Ramos; y como
el Pepe Mujica, no dejó de recordar aquella frase precisa del “Colorado”: “América Latina no se encuentra dividida
porque es “subdesarrollada” sino que es “subdesarrollada” porque está dividida.
El subdesarrollo es hijo de la división, y, por eso mismo, es decisivo resolver
la cuestión nacional.” En su último
mensaje a la CELAC
citó a otro hombre de la izquierda nacional, escribiendo: “Tiene razón el escritor argentino Norberto Galasso: Lo que pudo ser la
victoria de la Patria
Grande se convirtió en las veinte derrotas de las patrias
chicas. Esta historia no debe repetirse.” Y avanzó sobre lo realizado:
“Todo cuanto hagamos por la unidad no sólo estará justificado por la historia
sino que además se convertirá en el más luminoso legado que podamos dejarles a
las nuevas generaciones. Igualmente, estaremos honrando activamente la memoria
de nuestros Libertadores y Libertadoras. En la CELAC, como quería Bolívar,
hemos vuelto a ser una sola Patria.” Generoso como nadie, ayudó a quien lo
necesitara, ya sea Cuba, Nicaragua o la Argentina.
Recuerdo
a Helder Cámara, el obispo brasileño que me parece que me dice: “Cuando uno
sueña solo, es sólo un sueño, cuando soñamos juntos, comienza a construirse
otra realidad.”
Comandante:
en este momento de la despedida quiero agradecerle estos años donde pude
presenciar cómo recuperaba y concretaba algunos de los sueños juveniles que le
dieron sentido a nuestras vidas. Cuando uno está mucho más cerca de la partida
que de la llegada, eso tiene un valor que tal vez Ud. nunca haya imaginado.
Vaya a encontrarse con San Martín, con Bolívar, con Miranda, con Simón
Rodríguez, con Moreno, con Monteagudo, con Artigas, con Dessalines, con Martí,
con Morazán, con Sandino, con el Che, con Perón, con Manuel Ugarte, con Ramos,
con Spilimbergo, con tantos otros de los patriotas latinoamericanos que soñaron
y lucharon por las mismas banderas que Ud.
Como bien
dijo el licenciado en filosofía Ricardo Forster: “Chávez sacó del desván las
estatuas de nuestros libertadores y los puso a caminar de nuevo.”
También hay muchos que brindan por
su muerte. Son los miserables, émulos
de aquel energúmeno franquista, Millán
de Astray, que entró en la
Universidad de Salamanca al grito de ¡Viva la muerte!
Son los mismos que denostaron en
vida a Bolívar y San Martín. Son los que lo injuriaron desde los medios
hegemónicos, que Ud. fue el primero en desenmascarar.
Allá van para despedirlo sus últimos
compañeros de lucha, los presidentes Dilma, Cristina, el Pepe Mujica, Correa,
Evo, y seguramente los compañeros Lula y Lugo.
Dejo acá porque como escribió Tato
Pavlovsky: “Me detengo aquí porque tengo ganas de llorar y cuando lloro no
puedo escribir.” Sólo me queda decirle: Gracias Comandante. De fondo escucho la
canción de Pepe Guerra en la voz de Los Olimareños que parece tan oportuna para
estas horas dolorosas: “Los sueños que había querido/ Crecerán, aunque no estoy /Ya no vivo, pero voy/En lo que andaba
soñando./ Y otros que siguen peleando/ Harán nacer otras rosas.../En el nombre
de esas cosas/Todos me estarán nombrando. …. / Mis
manos son las que van/ En otras manos, buscando/ Mi voz.. ¡la que esta
gritando!/ Mi sueño, el que sigue entero./ Y sepan que solo muero/ Si ustedes
van aflojando/ Porque el que murió peleando,/ Vive en cada compañero.”
6-03-2013
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