Mauricio
Macri ha repetido en diferentes ámbitos y circunstancias que el clima político
ha cambiado y que el país tiene una
sensación de liberación. Estas palabras han sido malinterpretadas por los
autores del triple crimen de General Rodríguez quienes el domingo 27 de
diciembre se escaparon de la penitenciaría de máxima seguridad de General
Alvear, una ciudad de 10.000 habitantes en la Provincia de Buenos Aires,
situada a 240 kilómetros de la Capital Federal y cuya cárcel fue
inaugurada en abril del año 2000.
El trío compuesto por los hermanos Cristian (40) y Martín Lanatta (41) y Víctor Schillaci
(33), estaba cumpliendo la pena máxima por los asesinatos de Sebastián
Forza (34), Damián Ferrón (37) y Leopoldo Bina (35). El cuarto, prófugo desde hace varios años y
autor intelectual del triple homicidio, es Esteban Pérez Corradi.
El
trío de asesinos suele tener nostalgias hacia las fiestas de fin de año donde
se intensifican sus ansias de libertad y
el deseo de estar con sus familias. Para la Navidad del 2013 estuvieron a punto
de escaparse de otra cárcel de máxima seguridad (la de Sierra Chica),
subiéndose a una terraza y pretendiendo
huir en un helicóptero que finalmente no llegó, aparentemente por un imprevisto
incremento en la tarifa de fuga. Está claro que el trío considera a la familia
la célula básica de la sociedad y están dispuestos a no reparar en sacrificios
y riesgos para cumplir sus objetivos de reencontrarse.
Y
a diferencia de los que despotrican contra las suegras, Cristián Lanatta la adora y desmiente aquella
interpretación antipolítica que dice que a una palabra sublime como madre, al
agregársele lo de política, eso da la antítesis que es suegra. Ya veremos por
qué más si se trata de una “ex” suegra. Lo cierto es que Martín Lanatta en el
ya lejano agosto del 2015, unos días antes de las internas, le dio un reportaje
explosivo a otro Lanata, este periodista ultramilitante del grupo Clarín, en el
que el condenado a prisión perpetua imputó al jefe de ministros Aníbal
Fernández de ser el instigador del triple crimen de General Rodríguez. Para
proteger su vida, a partir de ahí lo trasladaron a la enfermería. Pero como son
inseparables con su hermano Cristian y su amigo y cómplice Víctor Schillaci,
los tres fueron al mismo lugar de la cárcel, la enfermería, lo que demuestra
que en esta prisión de máxima seguridad se hace un culto de la amistad y el
compañerismo. Aunque había la recomendación judicial que a cada uno de los asesinos los custodiaran dos guardias, en el momento
que concretaron la fuga, con un arma de juguete, a los tres sólo los vigilaban
dos guardias novatos y la puerta del lugar se abría desde adentro. Los
redujeron y salieron por la puerta principal
ante la mirada perpleja de un custodio que no llevaba armas por ser
Testigo de Jehová.
Nadie
los esperaba afuera para alejarse del lugar, lo que revela que la planificación
de la fuga no difería demasiado de la seguridad de la cárcel. Se apropiaron del
Fiat Uno de un guardiacárcel, pero como no arrancaba tuvieron que empujarlo.
Una vez que lograron ponerlo en funcionamiento, y previo cambio de vehículo, se
dirigieron a la casa del empresario Marcelo Melnick, conocido bajo el apodo de
“Faraón”, en donde se estaba realizando una fiesta en la que decidieron
quedarse unas dos horas a la vista de más de cien invitados. Como Cristián es
un buen ex yerno, y aunque lo buscaran más de 700 policías, visitó a su ex
suegra quien le dio tres mil pesos. No se entiende que pesos pesados del
negocio de la efedrina tuvieran semejante precariedad de recursos, lo que se
contrapone al armamento sofisticado que la policía informa que tienen.
Mientras
el 31 de diciembre todos los canales de noticias trasmitían en cadena el cerco
a los evadidos en la localidad de Ranchos y el Ministro de Seguridad de la
provincia reafirmaba la inminencia de las detenciones, Cristian Lanatta volvía
a visitar a su querida ex suegra a quien esta vez le sacó sin su consentimiento una camioneta.
Previamente a la noche del anteúltimo día del año, los tres delincuentes
habrían disparado y herido gravemente a dos jóvenes policías que pretendieron
detener el vehículo para un control de rutina, aunque dado la falta de certeza
de todo lo que se informa, algunos desconfían que fueran los asesinos buscados.
Luego, lo que hace presumir que los
prófugos son vegetarianos, algunos atestiguan que los vieron en una verdulería.
Noticias
de las más dispares van agregando condimento a una fuga que no pudo filmar el
neorrealismo italiano, por carecer de un autor de imaginación tan febril que
pudiera concatenar semejante absurdo con el entretenimiento. Mientras los
prófugos hacen conocer a varias fuerzas de seguridad distintos territorios de
la Provincia de Buenos Aires, como Quilmes, Florencio Varela, Berazategui en un
emocionante turismo de aventuras, los funcionarios macristas y su prensa
militante (que casualmente era furiosamente opositora al anterior gobierno), despliegan un cerco protector al novato
gobierno, mucho más eficaz que el policial.
Como
suele suceder en estos casos, aparecen periodistas que se creen policías,
policías que actúan como periodistas, especialistas varios de desconocimientos
profundos y funcionarios que comentan como si fueran periodistas. Todo esto parece ser la
revolución de la alegría prometida. O un gigantesco entretenimiento mientras el
gobierno emprende un avance demoledor empuñando un arma cargada de decretos de
necesidad y urgencia que según Joaquín
Morales Solá, el periodista
ultramilitante del diario La Nación: “La
primera prioridad que Macri se impuso es el desmantelamiento del Estado
populista”.
Mención aparte merece el
famoso reportaje de Lanata con una sola T a Martín Lanatta con doble T,
habiendo entrado a la cárcel de General Alvear en reiteradas ocasiones.
Esto se hizo sino con la autorización o
la indiferencia del ex ministro de Seguridad y Justicia de la Provincia de
Buenos Aires el Dr Ricardo Casal, durante la gobernación de Daniel Scioli,
aunque ahora Casal esgrime una orden judicial que relativiza su responsabilidad.
En la feroz interna a la gobernación por la provincia de Buenos Aires Daniel
Scioli prefería a Julián Domínguez y la presidenta Cristina Fernández se
inclinó por Aníbal Fernández. En un partido que festeja el Día de la Lealtad,
la traición está a la orden del día, hasta el punto que en vida de Perón el
vandorismo llegó a usar el slogan: “estar
contra Perón para salvar a Perón”. En esta ocasión es altamente probable
que mientras Aníbal Fernández dificultaba el acceso de las boletas de Julián
Domínguez, desde las filas del preferido del Papa se haya convenido la jugada de facilitar la
denuncia contra Aníbal Fernández que terminó siendo un disparo en los pies del
Frente para la Victoria. Eso fue un golpe de nocaut contra Aníbal
Fernández que si bien ganó la interna
quedo malherido para la elección del 25 de octubre. El triunfo de Vidal fue determinante para el triunfo de Mauricio
Macri en el balotaje del 22 de noviembre. El periodista de La Nación Francisco
Olivera el 31 de octubre escribió: "El domingo hubo festejos en la cárcel. Atento al resultado
electoral, Martín Lanatta (...) se sobresaltó frente al televisor del
penal de General Alvear. Y allí, mientras la pantalla mostraba a los incrédulos
que María Eugenia Vidal le llevaba cinco puntos de ventaja en la provincia de
Buenos Aires a Aníbal Fernández, sobrevino lo insólito: un guardiacárcel
abrió la celda y se abrazó con el prisionero". La explicación de
Olivera es que "los prisioneros creían liberarse de un futuro áspero con
Fernández como líder del servicio penitenciario; los guardiacárceles, de
posibles despidos por tantas filtraciones y filmaciones".
En esta comedia de
enredos, no puede dejar de mencionarse la insólita y desproporcionada
importación de efedrina, que entre el
2004 y el 2008 ascendió a más de cuarenta mil kilos, cuando lo que necesitaba
la industria farmacéutica eran apenas 200 kilos. Esto debe atribuirse a la impericia o
complicidad del gobierno kirchnerista y
que ha devenido en el procesamiento de los hermanos Miguel Zacarías (fue secretario de José Granero, se lo acusa de ser un "nexo" entre los
importadores y la Sedronar) , Máximo Zacarías (gestionó un
certificado para importar efedrina) y del ex titular del Sedronar José Granero. Y que algunos beneficiados
aparecen aportando a la campaña de Cristina Fernández del 2007.
El
periodista Horacio Verbitsky lo sintetizó así en Página 12 del 3 de agosto del
2014: “La contundencia de la resolución por la cual
la jueza federal María Servini procesó al ex secretario de lucha contra el
narcotráfico, José Granero, al ex Subsecretario Técnico de Control de la
Sedronar, Gabriel Yuseff Abboud, al Director de su Registro Nacional de
Precursores Químicos, Julio De Orue, y a cinco responsables técnicos de farmacias
y droguerías, se sintetiza que entre 2004 y 2008 se importaron 47,6 toneladas
de efedrina, de las cuales 41 fueron desviadas hacia personas denunciadas,
procesadas o condenadas por maniobras de narcotráfico internacional. Esto
ocurrió mientras el control de esas importaciones estuvo confiado a la Sedronar
y se redujo a sólo 24 kilos en cuanto esa responsabilidad fue asignada a la
Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica, Anmat.”
La
insólita fuga, o simplemente que le abrieran las puertas para la salida de los
tres criminales, parece, entre las diversas hipótesis que se han barajado, el
pago de la factura por las declaraciones
de Martín Lanatta contra Aníbal Fernández, que junto a las heridas de la
interna y la deficitaria gestión de Scioli en la Provincia concretaron el
milagro del triunfo de un partido de derecha.
Mauricio
Macri se ha revelado un excelente y rápido pagador: devaluación y eliminación
de casi la totalidad de las retenciones para el sector agropecuario que lo votó
masivamente; contundente transferencia de ingresos hacia los sectores
concentrados; entrega del gobierno y tupacarización de la ley de medios al
grupo Clarín; y en política exterior alineamiento con EE.UU. La quinta factura
puede ser la fuga del denunciante Martín Lanatta y sus secuaces.
Como
el presidente pro-mercado y pro-negocios llegó con los votos a su actual lugar,
puede hacer una pequeña concesión demagógica al instituir el día del yerno, en homenaje a Cristian Lanatta, que buscado por más de setecientos
efectivos no reparó en riesgos para visitar dos veces en pocos días a su ex
suegra. Y el día del periodista militante empresarial en honor a
Jorge Lanata, radicado actualmente en
Miami, después de cumplir tareas sucias en el país y que eligió ese lugar por
su clima tropical y la proliferación de gusanos.
Los
Lanattas, con una y dos T, merecen el homenaje del gobierno de CAMBIEMOS. Hacerlo es
de estricta justicia.
04-01-2014
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