UNA VICTORIA
PÍRRICA
Contra todas las encuestas que le
daban un triunfo por alrededor de 10 puntos o más, el candidato de Mauricio
Macri obtuvo un ajustado triunfo por alrededor de un poco más de tres puntos, que significa una derrota en
términos políticos, de cara a sus perspectivas electorales nacionales. Los
votos del Frente para la Victoria y de un sector de la izquierda se desplazaron
hacia Martín Lousteau, no por las supuestas virtudes del ex ministro de economía
de Cristina Fernández, sino como un voto estratégico para golpear al candidato
más representativo del círculo rojo con posibilidades de acceder a la presidencia.
Si el desplazamiento del voto izquierdista hubiera sido mayor, la derrota no
sólo política sino electoral se hubiera consumado. Los votos en blanco pasaron
de 1,86% al 5.05%, lo que revela que el
electorado de Miryam Bregman y Zamora percibe matices y perspectivas que sus
dirigentes desechan. Pero es cierto que era una elección de un mismo espacio
político, aunque en el interior del PRO se encuentra larvado el huevo de la
serpiente del neoliberalismo más contumaz.
Las posibilidades futuras de Martín
Lousteau en la Capital son muy auspiciosas, pero tropieza con la falta de
estructura y con la incertidumbre de si se va a volver a dar una situación tan
favorable electoralmente dentro de dos y cuatro años. Se equivocaría si
considerara que el porcentaje obtenido es cautivo y no coyuntural como lo
hicieron Francisco De Narváez y Sergio Massa en la Provincia de Buenos Aires,
cuando obtuvieron triunfos que luego se desvanecieron.
Para el Frente para la Victoria su
alegría dominguera a través de un candidato ajeno y adversario, lo lleva con
vista al futuro a tener que luchar para recuperar un segundo lugar contra un
candidato que al día de hoy, partiendo casi de la nada, tiene un plafond muy
importante.
La “celebración” de Larreta y
Santilli, con una alegría impostada y un discurso precario de agradecimiento a
sus familias, tipo ganadores del Martín Fierro, omitiendo lo estrecho del
triunfo, es una clara demostración de la victoria pírrica.
La proclamación
presidencial de Mauricio Macri montado en un categórico triunfo se frustró,
pero el discurso preparado lo pronunció, ignorando el resultado capitalino,
asegurando la continuación de los grandes hitos del ciclo kirchnerista (Aerolíneas
Argentinas, Asignación Universal por Hijo, jubilación estatal, algunas de las
mencionadas), lo que demuestra que aún los que están en contra no pueden ir
contra lo que se ha hecho y ya está incorporado en el sentir mayoritario.
Más que su consigna CAMBIEMOS, fue un
discurso SIGAMOS, más que un cambio de modelo pareció un cambio de estilo. De
alguna manera es un reconocimiento a algunos triunfos culturales del
kirchnerismo y al impacto de la elección de la CABA, a la que no hizo la menor
referencia.
Buena parte de la explicación de lo
sucedido lo adelantó el profesor universitario Norberto Alayón, candidato a
gobernador de Misiones por el FIP (Frente de Izquierda Popular), en abril de
1975 cuando explicó con notable claridad por qué había que votar por Martín
Lousteau:
VOTARÉ A LABRUNA Y LOUSTEAU
“Cabe
aclarar, para los más jóvenes o para los no futboleros, que Ángel Labruna fue
un gran jugador de River Plate y que Loustau (Félix, apodado Chaplín) integraba
“La Máquina” como wing izquierdo. No sé si el joven Lousteau actual (el
“rulito”, según la inefable Lilita) jugará al fútbol y si lo hará como wing.
Como wing, eventualmente, podría ser; como “izquierdo” ya sería más difícil.
“Rulito” tal vez sea zurdo para escribir o para tomar la sopa, pero para pensar
y actuar en política, no. Más bien, en concreto, es “derecho”, y hasta tal vez
“humano”, como su candidato final a presidente de la Nación, el exitoso
bailarín procesado (por su accionar, no por sus excelsos pasos de baile)
Mauricio Macri. Rulito no es de izquierda, pero -hay que reconocer- podría
llegar a transformarse en siniestro.
Y
entonces, ¿por qué votaré, aunque con pesar, a Martín Lousteau? Porque se trata
de política y no de opciones estéticas, principistas, abstractas. La opción
concreta del domingo es Rodríguez Larreta del PRO o Lousteau de ECO. No se
trata de Recalde versus Larreta o Lousteau. Ni mucho menos tener que optar entre
Fidel Castro y la nueva indigna “dama de hierro” Ángela Merkel.
El PRO y
ECO son parecidos, pero no idénticos. Que atrás (y adelante) de Lousteau está
el Coti Nosiglia, la banda de los Yacobitti, etc. es conocido. Del PRO, la
nueva derecha “lúcida” de Argentina, articulada continental y mundialmente con
lo peor del capitalismo financiero, no es necesario agregar mucho más en la
ocasión. El PRO es, sin duda, el adversario principal que encarna lo más
opuesto a cualquier proyecto nacional y popular.
Votar en
blanco, impugnar el voto o no ir a votar aumenta los porcentajes de los
candidatos. Si ganara Lousteau, por cierto improbable, se debilitarían con
contundencia las aspiraciones presidenciales de Macri. Si la diferencia entre
los porcentajes de Larreta y Lousteau no resultara muy apreciable, ello podría
minar las posibilidades de Macri. En
definitiva, no se trata sólo de votar contra Larreta, sino fundamentalmente de
votar contra Macri.
Toda
opción en política (valga la redundante obviedad), es política. Sea el
“consciente” voto en blanco de la ultraizquierda de Altamira del PO y del
frente FIT; o del descreído y “despolitizado” voto en blanco de cualquier
ciudadano; o del voto en blanco o impugnado de los “principistas” que estiman
que Larreta y Lousteau significan lo mismo y que no quieren “tragarse el sapo”
de votar a “Rulito”; todas esas opciones contribuyen -aunque no lo deseen o no
lo adviertan- a apoyar el proyecto neoliberal más conservador y destructivo. Votar en blanco o no votar favorece al PRO
y eso no es bueno para el país, especialmente para los sectores históricamente
más vulnerados.
Puedo
comprender que a mis amigos, y simultáneamente “enemigos”, hinchas de Boca
Juniors les pueda resultar más indigesto tener que votar al Rulito mediático,
pero a mí como “gallina”, hincha de River, me será un poquito más fácil este
domingo votar a Labruna (perdón, a Lousteau).”
19-07-2015
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