BATRACIOS
La
realidad es un potro difícil de domar. Suele dejar desairados a los
pronósticos, consumar tramas alejadas de las intenciones de los protagonistas,
sorprender a los espectadores, desalentar a los testigos y dejar en offside a
los analistas. Son innumerables los casos que ejemplifican cómo el potro de la
realidad arroja a los jinetes que
suponen que la tenían dominada.
Puede
recordarse a la dictadura establishment-militar, quien se propuso librar la tercera guerra mundial contra el
comunismo, y a su canciller Nicanor Costa Méndez obligado a abrazarse por las circunstancias a Fidel
Castro en los días de la recuperación de Malvinas: o la sorpresa de los
militantes comunistas que denunciaban al nazismo en los inicios de la segunda
guerra mundial, cuando en un viraje inimaginado, Stalin firmó un pacto de no
agresión con Hitler: o al mismo Eduardo Duhalde que pretendía en el 2002
encontrar un candidato para derrotar a Menem,
iniciando su casting con dos menemistas como José Manuel de la Sota y
Carlos Reutenmann, y que por descarte concluyó en Kirchner (que concluiría
siendo el candidato que mejor interpretó el mensaje del 19 y 20 de diciembre,
al tiempo que terminaría con la carrera política del senador devenido en
Presidente y propulsor de su candidatura). Ni hablar que Roberto Lavagna
resultó elegido Ministro de Economía en lugar de Guillermo Calvo por haber
llegado más temprano desde Bruselas que éste de Nueva York.
Después
de doce años de intensa politización,
los candidatos con posibilidades se caracterizan por un discurso
insípido y descafeinado. A su vez un gobierno descalificado desde los medios
dominantes llega con altas probabilidades de triunfar, superando gallardamente
el síndrome del pato rengo, pero sin ninguna posibilidad de imponer un candidato
que garantice la continuidad.
La
oposición necesita unirse para tener probabilidades de triunfo, en un
contubernio conocido por sus fracasos en oportunidades anteriores, contrayendo una hipoteca que dificulta o
imposibilita su presunto gobierno.
A
nivel de la Capital Federal, las huestes kirchneristas tendrán que elegir, en
el ballotage (si éste finalmente se produce), entre dos candidatos que tributan
a nivel nacional a Mauricio Macri: los sectores más duros del kirchnerismo,
participando en la interna macrista. Un menú de batracios difícil de digerir. Y
esos mismos sectores a nivel nacional, en las PASO, optando entre dos
candidatos del PJ. Y si finalmente triunfa Daniel Scioli, votando por él contra
Mauricio Macri.
El
motonauta de discurso optimista e insustancial, despreciado por el kirchnerismo
a lo largo de doce años, anexado como acompañante sumador de votos, heredero no
deseado y muy lejos de toda epopeya épica, es el menú de sapos que la realidad
propone.
Hoy
Elisa Carrió afirma que llora por las alianzas que debió consumar para derrotar
“la pesadilla kirchnerista”, muy lejos de aquella propuesta de cuatro años
atrás de armar un frente sin ideología pero integrado por dirigentes y
ciudadanos honestos (según análisis cuyos reactivos químicos nunca reveló) pero
que las urnas castigaron hasta llevarla a la inexistencia electoral del 2011.
La pitonisa también aumenta de peso a fuerza de consumir batracios.
Mauricio
Macri, levantando banderas peronistas desde un discurso asentado en el
antiperonismo, haciéndose gárgaras con un Estado en el que desconfía y descree,
también incorporó a su menú una buena cantidad de sapos.
Sergio
Massa, con sus constantes vaivenes conforme a lo que le informan las encuestas,
tiene un estómago absolutamente adaptado a los batracios.
La
municipalización de la política, con los intendentes como protagonistas, amputa
el horizonte, convierte en metros de pavimento a los sueños de una sociedad
distinta y mejor, y transforma al panqueque de anuros en una comida bonaerense
más típica que el dulce de leche. Los intendentes necesitan conservar su
territorio, para lo cual tienen que ir adosados a una boleta ganadora a nivel
provincial y nacional; entonces ese mismo político puede suscribir desde el más
absoluto liberalismo hasta la patria socialista, siempre y cuando eso le dé
garantías de triunfo. Los sapos no son un accidente culinario sino una dieta
diaria y balanceada.
Los
medios dominantes con su fogoneo opositor, sus desmesuras, sus falsedades, su
martilleo diario y constante, digieren toneladas de sapos cuando reciben las
encuestas y les resulta inexplicable que
la Presidenta conserve márgenes de popularidad del 50% o más; y que a pesar de
que Scioli no es un enemigo, pero que temen que pueda ser cercado por el
kirchnerismo duro, está posicionado en primer lugar y con posibilidades ciertas
del triunfo cuando mayo dobló la primer quincena.
Hacer
política implica necesariamente aceptar una cierta dosis de anfibios en el
menú. El problema empieza cuando deja de ser un bocado amargo y pasa a
convertirse en rutina muy cercana a la gula.
“Carta Abierta”, el grupo de intelectuales que apoya al
gobierno, ha manifestado que su preferencia electoral es Florencio Randazzo.
Seguramente ninguno de ellos se imaginó esta declaración hace tres años. Está claro que la realidad muchas
veces se burla de los conocimientos acumulados con las lecturas de Marx,
Sartre, Foucault o Jauretche, entre tantos otros. Ni toda la biblioteca voluminosa y leída
puede impedir atosigarse con una porción doble de batracios.
Más
que las virtudes de Randazzo que las tiene efectivamente en la gestión, son los
déficits y aprehensiones que despierta Daniel Scioli lo que lleva a Carta Abierta a proclamar que se deleita con un buen plato
de sapos.
En
estos últimos doce años, el poder económico en franjas significativas, al tiempo que conservaba e incrementaba las utilidades de sus empresas, se irritaba
por las regulaciones, los límites al mercado, el haberle sacado la alfombra
roja con lo que los gobiernos en la mayoría de los casos lo agasajaban, el que
quedaran al descubierto muchas de
sus tropelías. La ración importante de
sapos que tuvieron que tragar es lo que los lleva a apostar claramente por un
hombre de su riñón como Mauricio Macri, a prueba de cualquier sorpresa, y el
intento, para evitar sustos, de que Sergio Massa integre la coalición junto con
los radicales. Y si no, Francisco de Narváez está pronto para desertar del
Frente Renovador y ser el candidato a gobernador del macrismo en la fundamental
provincia de Buenos Aires
Recordemos
que los batracios son animales de piel desnuda y sangre fría, considerado el primer vertebrado terrestre,
aunque sigue dependiendo
del agua para
su reproducción y desarrollo embrionario; tiene cuatro
patas y respiración branquial durante la fase
larvaria y respiración pulmonar después de una metamorfosis.
De
tanto consumir sapos, los políticos, los medios dominantes, en mucha menor
medida el poder económico, concretan un exceso de metamorfosis, aunque a los
batracios los consuman como dieta medicada para seguir posicionados o con la
ilusión de mantenerse con expectativas.
19-05-2015
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