UN CUADRO EN
LA SELVA
En Mercedes se realiza “la fiesta
provincial de la torta frita” y la “fiesta nacional del durazno”. Ahí nació y
por sus calles correteó el asesino Jorge Rafael Videla; también fue obispo Emilio Ogñenovich, admirador de Menem y
simpatizante de Carlos Ruckauf, quien encabezó una procesión a Plaza de Mayo,
con la Virgen de Lujan al frente, en una cruzada contra el divorcio. Para
compensar semejante pasivo, ahí nacieron, entre otros argentinos, el ex presidente Héctor J. Cámpora, el
historiador Felipe Pigña, el escritor Roberto Payró, el periodista Osvaldo
Príncipi, el músico Raúl Porcheto, el futbolista Lucas Biglia, la actriz Carolina
Fal, el tenista Gustavo Luza.
Su intendente se llama Carlos Selva,
quien recibió a su actual jefe político Sergio Massa, a quien el primero de sus
biógrafos Pablo de León, tituló su libro como “El salto del tigre”: un
intencionado juego entre el territorio donde gobierna el candidato a diputado
con aspiraciones presidenciales y su identificación con el felino. Wikepedia
dice que éste suele ocupar bosques densos. Lo que explica que el tigre se
encuentre cómodo en un hábitat como la selva. A su vez el salto del tigre tiene
una connotación sexual. La misma wikipedia explica: “Salto del tigre es un supuesto juego sexual en el
que el varón se lanza desde cierta altura (p.e. desde lo alto de un armario) sobre la mujer
penetrándola durante el aterrizaje. A menudo el salto incluye un salto mortal o algún movimiento aún más arriesgado. En Chile se le conoce como
"Vuelo del cóndor", en Colombia como "salto del Armario" y
en Guatemala como el "vuelo del zope". Esta acción, que en la
práctica no se puede realizar sin causar daño, se utiliza en chistes, bromas, etc.
como muestra de ardor sexual en el varón.”
Tenemos entonces un felino que va en
busca de un intendente de apellido Selva mientras concreta un fenomenal salto,
no precisamente sexual sino netamente político-electoral. Y ahí el intendente de
Mercedes descuelga un cuadro en donde se lo veía con el ex presidente Néstor
Kirchner, con la complacencia y aprobación del intendente de Tigre, cuyo saludo
es un pulgar erguido que reemplaza a la V de la victoria, aquél gesto que permaneció unido en la epopeya de la
resistencia al “Perón Vuelve”. Ni el felino ni Selva parecen conocer la lealtad
y el segundo intenta ocultar su propia
historia reciente. Massa cuando era jefe de gabinete despotricó contra el ex presidente en la Embajada
Norteamericana, según el libro de Santiago O`Donnell “Los cables de Wikileaks
sobre la Argentina”, donde puede leerse: “Fue despiadado en sus críticas a la
pareja presidencial, especialmente a Néstor. Aunque ninguneó los informes de
prensa que decían que él y Kirchner se habían agarrado a trompadas en el
cuartel de campaña en la madrugada previa a la derrota en las elecciones de
mitad de período en junio del 2009, llamó
a Néstor “psicópata” y “cobarde”, y dijo que su actitud de matón en la política esconde una profunda sensación
de inseguridad e inferioridad. (La esposa de Massa se alarmó a tal
punto por estos comentarios desinhibidos
que él le pidió que “dejara de ponerle caras”). Massa cuestionó el argumento
que Néstor merecía crédito por ser un táctico magistral, describiendo al ex presidente como un torpe convencido de su propia
brillantez que seguramente continuaría cometiendo errores….Dijo que
Néstor no se podía relacionar con otro fuera del estrecho foco de sus propias
ambiciones políticas: Kirchner no es
un genio perverso”, concluyó Massa. “Sólo un perverso.”
Como es fácil percibir, esta bajada
de cuadros de Massa y Selva, luego desmentida, posiblemente por las
repercusiones desfavorables, es simbólicamente una farsa en relación a
aquella histórica por la cual Néstor
Kirchner ordenó en el Colegio Militar de la Nación al Teniente General Roberto Bendini bajar los
retratos de los asesinos Videla y Bignone. Al mismo tiempo tiene el poderoso
valor de contrarrestar el discurso massista de dejar atrás el pasado, sustituyéndolo
en realidad por un troyano reemplazo, de habilitar el consenso como forma real
de claudicar frente al poder económico, de enarbolar oximorones económicos como aumentar
jubilaciones y bajar retenciones, de identificar la inserción en el mundo con
la subordinación a EE.UU, mientras transita por todos los estereotipos de un
pretendido sentido común.
En síntesis: no se baja meramente un cuadro de
la pared, sino que se levanta un actor cobijado por el establishment y
protegido por los medios dominantes, que eligen quien es el más confiable entre
Massa, Macri y Scioli. Los dos primeros transitan la vereda de la oposición al
kirchnerismo, uno desde sus entrañas y el otro desde afuera pero en
coincidencia con los sectores más conservadores de los retazos peronistas y al
tercero se lo examina dubitativamente
desde el poder económico con la expectativa de que finalmente se decida a ser
una especie de Alvear del kirchnerismo.
Esta nota estaría incompleta sin recordar que en Mercedes también se
realiza “La Fiesta Nacional del Salame Quintero”
26-10-2013
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