Basada en un libro de Rafael Bielsa “Tucho” se estrenó el 17-11-2016
la película “Operación Mejico”. Sobre esta historia escribí hace tres años
Raquel y Tucho: Los setenta en carne viva
Hay historias que definen una época. Hay relatos que por sí mismos
condensan un período. Si alguien no sabe nada de lo que pasó en la Argentina
con las organizaciones armadas y el terrorismo de estado, con esta historia
sola tiene una síntesis de aquellos años de ilusiones, esperanzas, terror y
dolor infinito.
De aquellos años setenta, con sus luces enceguecedoras que alumbraban la fuerte convicción de la revolución en cuyo altar se ofrendaba la vida propia y de las familias, esta historia posiblemente sea de las más dramáticas e ilustrativas.
De aquellos años setenta, con sus luces enceguecedoras que alumbraban la fuerte convicción de la revolución en cuyo altar se ofrendaba la vida propia y de las familias, esta historia posiblemente sea de las más dramáticas e ilustrativas.
Por Hugo Presman*
(para La Tecl@ Eñe)
ENERO DEL 2013
Hay historias que definen
una época. Hay relatos que por sí mismos condensan un período. Si alguien no
sabe nada de lo que pasó en la Argentina con las organizaciones armadas y el
terrorismo de estado, con esta historia sola tiene una síntesis de aquellos
años de ilusiones, esperanzas, terror y dolor infinito; del desprendimiento, de
las utopías y los errores garrafales de una generación (que seducida por la
teoría del foco sostenida por el Che Guevara, terminó recorriendo un camino al
margen de las masas que concluyó con una profunda derrota); y del terrorismo de
estado instalado por el poder económico con la mano de obra de los militares
(que precipitó una profunda descomposición de los uniformados y que dejó a los
poderosos sin el recurso de última instancia ante los gobiernos populares).
De aquellos años setenta, con sus luces enceguecedoras que alumbraban la fuerte convicción de la revolución en cuyo altar se ofrendaba la vida propia y de las familias, esta historia posiblemente sea de las más dramáticas e ilustrativas.
De aquellos años setenta, con sus luces enceguecedoras que alumbraban la fuerte convicción de la revolución en cuyo altar se ofrendaba la vida propia y de las familias, esta historia posiblemente sea de las más dramáticas e ilustrativas.
Una
historia cinematográfica
Ubiquemos el relato en 1978. El año del mundial.
Dos militantes montoneros son capturados en Mar del Plata, cuando el tercer año
de la dictadura establishment- militar recién comenzaba. Fue el 2 de enero. En
esa Mar del Plata a la que los slogans publicitarios denominaban “La Ciudad
Feliz”, con un emblema comercial: “Viaje a Mar del Plata sin valijas. Tienda
Los Gallegos tiene de todo”. Ahí fueron secuestrados Edgar Tulio Valenzuela
(Tucho) y Sebastián, el hijo de su pareja Raquel Carolina Negro (María). A su
vez Raquel fue apresada en Luro y Catamarca, a dos cuadras de donde fueron
capturados su pareja y su hijo. Ambos venían de haber estado previamente
casados: Tulio con Alcira Fidalgo de quién se separó en 1973, porque ella
quería ser madre y él no creía que era el momento para tener hijos; y Raquel
con Marcelino Álvarez quien fuera secuestrado el 4 de noviembre de 1976 y
continúa desaparecido. En ese trágico 1976 había nacido Sebastián, el 28 de
mayo.
El operativo de Mar del Plata fue realizado por un grupo de tareas del II Cuerpo de Ejército. Los tres (Tucho, Raquel y Sebastián) fueron llevados al campo de concentración “La Quinta de Funes” a 20 kilómetros de Rosario. Habían sido marcados por dos prisioneros secuestrados en ese lugar, que se habían pasado de bando: Carlos Laluf, lugarteniente de Tucho, que era a su vez el jefe de la “Columna Rosario” de Montoneros; y Juan Dubcek que señaló a Raquel.
El operativo de Mar del Plata fue realizado por un grupo de tareas del II Cuerpo de Ejército. Los tres (Tucho, Raquel y Sebastián) fueron llevados al campo de concentración “La Quinta de Funes” a 20 kilómetros de Rosario. Habían sido marcados por dos prisioneros secuestrados en ese lugar, que se habían pasado de bando: Carlos Laluf, lugarteniente de Tucho, que era a su vez el jefe de la “Columna Rosario” de Montoneros; y Juan Dubcek que señaló a Raquel.
Miguel
Bonasso relata en su libro “Recuerdo de la muerte” la llegada al campo a través
del protagonista principal del libro, el “Pelado” Jaime Dri: “Un sol de plomo
caía sobre el césped de la quinta cuando el camión metió la trompa por la
entrada principal. Eran las dos de la tarde. Los vecinos de Funes se cobijaban
a la sombra de los quinchos. Ruidos de platos, de voces llamando a comer,
quebraban de tanto en tanto el silencio del barrio paralizado por el sol. Los
chupados estaban atentos. Una a uno se fueron acercando al camión, que se
acababa de parar a veinte metros de la casa…..Primero bajó Raquel (María)
esposada y vendada. Fue siguiendo el paso de la figura orgullosamente erguida y
se sorprendió al notar que no la llevaban hacia los calabozos, ni hacia el
albergue precario de los prisioneros, sino que la metían en el chalet de la
guardia. A pocos pasos de ella venía un guardián y Sebastián, que miraba a
todos con sus ojos enormes. Un segundo después, Tucho descendía a ciegas de la
caja del camión….A Tucho sí lo condujeron hacia los vestuarios. El Pelado
sintió una puntada en el pecho. Por un instante se vio a sí mismo, poco días
atrás, observado por los mismos ojos, con la camisa que todos le conocían de
Rosario.”
Para entender
la trama de la Quinta de Funes es preciso señalar que era un experimento
realizado por el Ejército con algunos puntos de contacto con el ministaff de la
ESMA, significativo para el proyecto político de Massera. Cuenta el periodista
Ricardo Ragendorfer: “En realidad se trataba de una verdadera fábrica de
agentes dobles. La idea era que los militantes confinados allí colaboraran con
la represión. Y no como meros marcadores de citas. Por el contrario: se les
exigía ser verdaderos cuadros de lo que los uniformados entendían por guerra
contrarrevolucionaria. Al punto de que eran entrenados para volver a circular
entre las hendijas de la organización a la que habían pertenecido con el objeto
de guiar a los militares hacia su cúpula. Y hasta esgrimían una justificación
ideológica al respecto. “– Estos son militares nacionalistas. Detestan el
capital financiero tanto como nosotros. Pero el error que cometimos fue haber
querido reemplazar al ejército por una milicia popular. Esto solía decir Pedro
Retamar (El Tío), militante montonero, a cada nuevo huésped. …. Los otros
cautivos - 15 en total - también se habían anotado en este siniestro libro de
pases, menos Jaime Dri, cuya estrategia para sobrevivir estaba cifrada en la
simulación. La convivencia entre cautivos y represores era
surrealista……..se compartían muchas cosas con los detenidos, cuenta Eduardo
Constanzo, un represor arrepentido, comíamos con ellos, jugábamos a la pelota,
tomábamos vino, nos bañábamos en la pileta. Imagínese que hasta les compramos shorts
a los muchachos y bikinis a las chicas. Y en la Navidad de 1977, fue Galtieri
con 12 sidras fresquitas y brindó con los muchachos del chalet.”
Situación
similar pone Bonasso en boca de Nacha hablando con Jaime Dri: “Sabés, Pelado,
cuando yo caí estuve unas horas en otro lado, antes que me trajeran acá. Cuando
vine acá me llevaron al lugar donde vivimos y… ¿A que no sabés lo que pasó? Me
habían traído a Laika, la perrita, y habían trasladado nuestro dormitorio. Con
todas las cosas nuestras. Estaba igualito. Casi me caigo de espaldas. Pero
igualito como lo dejé. Hasta las cosas que había sobre la cómoda. Igualito.”
La trama increíble
Tulio había nacido el 21 de mayo de 1945 en San
Juan. Raquel cuatro años después en Santa Fe. Se conocieron en Rosario y ya en
pareja vivieron un tiempo en Brasil. Él trabajó en Altos Hornos Zapla y ella
era docente. Ambos eran Montoneros. Cuando llegan a la Quinta de Funes, Raquel
está embarazada de siete meses. La preocupación de ambos era garantizar la vida
de Sebastián sacándolo de ese lugar. Por eso cuando el comandante del II
Cuerpo, Leopoldo Fortunato Galtieri, bajo cuya autoridad se encontraba la
Quinta de Funes, le propone formar parte de un comando integrado por
secuestrados e integrantes de los grupos de tareas, para raptar y/o matar
a la conducción de Montoneros radicada en Méjico, decide simular colaboración,
sujeta a una previa consulta con su mujer. La idea se basaba en que había que
acortar la guerra asesinando a la conducción Montonera y brindar condiciones de
seguridad al Campeonato Mundial de Fútbol que iba a comenzar en junio de ese
año. Luego de analizar la situación con Raquel, deciden aceptar, con la
condición que Sebastián sea entregado a sus familiares. Resonaban en los oídos
de Tucho las palabras de la propuesta realizada por el Capitán Jorge Fariña
(Sebastián): “- Mayor Valenzuela. La situación es la siguiente: los Montoneros
están derrotados militarmente. Y hay sólo una manera de acortar la guerra sucia
para así no sacrificar más vidas, eliminar a Mario Firmenich y Fernando Vaca
Narvaja, los máximos jefes de la Organización.” Una vez constatado el cumplimiento de la condición
previa, la entrega de Sebastián a los abuelos, Tucho y Raquel deciden simular
la colaboración en la operación pero con el acuerdo que al llegar a Méjico,
Tucho denunciaría la maniobra. A ninguno de los dos se le escapaba, que
esa decisión implicaba la sentencia de muerte para Raquel y tal vez para la
criatura que llevaba en su panza. Es difícil imaginar una decisión tan
dramática. Los sentimientos que habrán pasado por la cabeza y el corazón de los
protagonistas. Bonasso intenta reconstruir las dudas de Valenzuela: “No- se
tranquilizó- todo va a salir bien, como estaba previsto. Pero ¿qué significaba
bien? Bien para la organización, para el pueblo, para la revolución. Para
él, para María, para Sebastián, ya nada podía salir bien. Lloraba cuando
recordaba que a María la iban a matar. Tal vez con Sebastián no se atrevan y se
lo dejen a los abuelos, pero a María la van a matar. La matarán antes
o después de tener la nueva criatura. …. Si sobrevivía iría a parar a un
destino ignoto. A lo sumo a un orfanato, a la casa de unos milicos estériles,
que quisieran adoptarlo. Lo iban a educar con las ideas de ellos, borrando los
verdaderos padres del mapa, para siempre. Pero es mi hijo, sollozó contra la
almohada. Es mi único hijo y no lo voy a conocer. Supo que tampoco iba a volver
a verse con María y que su propio destino era la muerte. Si no le creían, lo
matarían los propios compañeros. Si le creían, el mismo iba a pedir una misión
que cerrase la parábola…” A lo lejos Tucho tal vez escuchó la voz de Mario
Benedetti que interpretaba lo que sentía por María (nombre de guerra de
Raquel): “Si te quiero es porque sos / mi amor, mi cómplice y todo./ Y en la
calle, codo a codo, somos mucho más que dos,/ somos mucho más que dos./ Tus
manos son mi caricia, /mis acordes cotidianos./ Te quiero porque tus manos/
trabajan por la justicia./ Si te quiero es porque sos/ mi amor, mi cómplice y
todo./ Y en la calle, codo a codo,/ somos mucho más que dos,/ somos mucho más
que dos”
Continua
Bonasso: “Apoyados en los árboles, o simplemente parados sobre el verdor
resplandeciente, los ojos entrecerrados por los rayos del sol que se filtraban
entre las ramas, los habitantes de Funes se habían congregado para despedir a
los viajeros. Tucho cargó su valija en el baúl, y volvió hacia los espectadores
su rostro azorado. Uno a uno se fue despidiendo de todos. En algunos casos con
una palmada, en otros con un simple apretón de manos. El Pelado fue el
penúltimo, porque el abrazo final estaba destinado a María. Se le
aproximó mirándolo de hito en hito, los ojos enrojecidos, la boca apretada, la
nuez subiendo y bajando por el cuello tenso. Se estrecharon en un abrazo. El
Pelado lo sintió vibrar de un modo atroz y tuvo la insólita aprensión que se le
iba a desvanecer entre los brazos. Con el mentón apoyado en la tela del traje
marrón, hipnotizado por las rayas del casimir, sobrevino el presentimiento. Y
entonces tuvo ese impromptu, tan característico de su forma de ser. Fue el
mensaje del sentimiento forrado por la ambigüedad de la cautela, cuando dijo
esa frase que los testigos podían interpretar de dos maneras opuestas: - No
aflojes, Tucho”
Méjico:
escenario de delirios cruzados
El grupo formado por tres miembros de la
inteligencia militar (Fariña, Cabrera, Amelong) y dos
prisioneros (Tulio Valenzuela y Carlos Laluf) toman en Ezeiza,
el 14 de enero, el vuelo de Varig que lo llevará a Rio de Janeiro. El lunes 16
de enero emprenden el viaje a Méjico.
Ya ahí Tulio
toma contacto con la conducción Montonera y revela el objetivo del grupo, ante
cierta incredulidad de los dirigentes. Llaman a una conferencia de prensa en
donde Valenzuela dice entre otras cosas: “Un grupo de la Marina de Guerra había
estado días atrás en Méjico con el objetivo de golpear sobre un alto cuadro
partidario. Como finalmente no pudieron encontrarlo en la cita, se tuvieron que
volver. Hay que tener en cuenta en qué condiciones vengo yo. Además de
que supuestamente me convencieron políticamente que yo debía colaborar. La
condición principal es que mi compañera que está embarazada de seis meses que
se llama Raquel Negro, y mi hijo, que tiene un año y medio, Sebastián, están en
manos del enemigo. Ellos son los rehenes. Yo fui amenazado que serían
inmediatamente ejecutados, si la misión de infiltración que yo iba a cumplir
acá fracasaba o se producía un hecho como este. Cualquiera se puede dar cuenta
de que esta es una situación muy difícil para cualquier hombre, aún para un
cuadro revolucionario … Yo discutí esta situación con mi compañera. Mi
compañera manifestó que ella está dispuesta a quedar en el país como rehén,
para morir, para salvar algo que era mucho más trascendente que nuestras
propias vidas, para llegar acá y poder informarle a nuestro partido y al mundo
de los planes de la dictadura y hacer un esfuerzo para desbaratarlos”Mientras
Tulio Valenzuela efectuaba estas dramáticas declaraciones, en un lugar de su
cerebro, le parecía escuchar a Mario Benedetti decir: “Tus ojos son mi conjuro/contra
la mala jornada./Te quiero por tu mirada/que mira y siembra futuro./Tu boca,
que es tuya y mía,/tu boca no se equivoca./Te quiero porque tu boca/sabe gritar
rebeldía.”
Los cuatro integrantes del comando fueron expulsados en medio de un escándalo diplomático. Lo mismo sucedió luego con Tulio Valenzuela. Luego de pasar por varios países volvió a Méjico donde fue juzgado por la conducción montonera integrada por Mario Firmenich, Roberto Perdía y Raúl Yaguer, bajo los siguientes cargos, según cuenta Miguel Bonasso, presente en el juicio: “Traición El artículo 4 dice que incurre en delito de traición, cualquier persona que por cualquier medio colabore o sirva conscientemente al enemigo en el planeamiento y desarrollo para infiltrarse en la reunión del área. Delación: El artículo 7 establece que constituye este delito la entrega consciente al enemigo de datos o elementos que pueden perjudicar a la organización o las estructuras que ella conduce. Instigación: Si bien no está previsto en el Código, el Tribunal Revolucionario considera que este delito debe ser incluido y el mismo consiste en la presión del compañero Tucho sobre la compañera María, para que cometa el delito de entregar la casa partidaria que compartían en Rosario.”
Los cuatro integrantes del comando fueron expulsados en medio de un escándalo diplomático. Lo mismo sucedió luego con Tulio Valenzuela. Luego de pasar por varios países volvió a Méjico donde fue juzgado por la conducción montonera integrada por Mario Firmenich, Roberto Perdía y Raúl Yaguer, bajo los siguientes cargos, según cuenta Miguel Bonasso, presente en el juicio: “Traición El artículo 4 dice que incurre en delito de traición, cualquier persona que por cualquier medio colabore o sirva conscientemente al enemigo en el planeamiento y desarrollo para infiltrarse en la reunión del área. Delación: El artículo 7 establece que constituye este delito la entrega consciente al enemigo de datos o elementos que pueden perjudicar a la organización o las estructuras que ella conduce. Instigación: Si bien no está previsto en el Código, el Tribunal Revolucionario considera que este delito debe ser incluido y el mismo consiste en la presión del compañero Tucho sobre la compañera María, para que cometa el delito de entregar la casa partidaria que compartían en Rosario.”
La sentencia
del Tribunal con fecha 7 de marzo de 1978, en su parte pertinente dice:
“Aplicar al compañero MAYOR TULIO VALENZUELA (TUCHO) , la pena de
degradación (artículo 23) El compañero Tucho mantiene su
pertenencia al Partido con todos sus derechos y obligaciones con el grado
de subteniente, sin ninguna otra pena accesoria, cesando a partir de la
comunicación de la presente sentencia, las medidas de libertad vigilada a la
que estaba sujeto”
En una escena
patética Valenzuela se abrazó a Firmenich y le dijo: “- Yo sé, yo sé, ….Para
Uds. es más jodido que para mí, porque si están acá, …..si pueden hasta
juzgarme, no por mal, yo sé, por todos, por el bien del Partido, si se
puede, es porque yo les salvé la vida.”
Antes de ser
juzgado, Tulio Valenzuela le dirigió una extensa carta al General Galtieri que
entre otras cosas decía: “Yo no puedo impedir que mi compañera Raquel
Negro y mi hijo Sebastián sean fusilados, si es que no lo fueron ya. Si Ud. o
cualquier otro jefe militar de esa orden, yo les pido que antes de su
ejecución, usted tenga el coraje de leerles esta carta y de transmitirle que
los Montoneros estamos orgullosos de su heroísmo, que ha sido el ejemplo más
alto de conducta en lo que va de esta guerra que el pueblo la recordará para
siempre….Le pido que logre impedir el derramamiento de sangre cuando nuestra
victoria sea inevitable”
Edgar Tulio
Valenzuela volvió al país, cinco meses después, en la primera contraofensiva
montonera, fue apresado y hoy integra la lista de desaparecidos. Una versión
sostiene que al verse cercado por integrantes de un grupo de tareas de la ESMA,
se suicidó ingiriendo una pastilla de cianuro.
Carlos Laluf
y Pedro Retamar, a pesar de su colaboración, fueron asesinados por sus
captores, posiblemente antes del Mundial, en el año 1978.
Según el ex jefe
de inteligencia del ejército Eduardo Constanzo, Laluf está entre los catorce
prisioneros de la Quinta de Funes que han muerto después en la Intermedia, la
quinta de Amelong, ubicada en Timbúes, 40 kilómetros al norte de Rosario. “Era
1978, dos o tres meses antes del Mundial de Fútbol, el Ejército tenía que
deshacerse de esa gente porque tenían que trabajar en el Mundial. Estuvieron
dos meses en la Quinta de Funes. Y antes de eso en La Calamita, (en donde
estuvo secuestrado el ex Canciller Rafael Bielsa). Luego pasaron a La
Intermedia que era un chalet, a unos veinte metros había una casa en
construcción prácticamente terminada a la que faltaban los pisos nada más, no
sé cómo está ahora, ese lugar es donde los mataron. En el chalet vivían, comían
y dormían. De los catorce detenidos en La Intermedia de los que se me
culpa, los mataron Isachs, Amelong, (Jorge) Fariña, y (Pascual) Guerrieri, que
son los cuatro que estaban en la pieza, los hacían llevar uno por uno y los
mataban ahí adentro de dos tiros en el corazón.. Así fueron asesinados Tonioli,
Nacho y la Nacha, Leopoldo Tossetti y la señora, la Gringa y la Foca, que era
el marido, estaba Novillo, el Tío, son esos catorce.”
A Raquel Negro, la llevan de Funes a Paraná. Ahí la internan como sobrina de Galtieri en un hospital militar. Nacieron dos criaturas, una de ellas muerta. La otra la entregan en un convento o colegio. A Negro la traen muerta a la Intermedia en el baúl de un auto.”
A Raquel Negro, la llevan de Funes a Paraná. Ahí la internan como sobrina de Galtieri en un hospital militar. Nacieron dos criaturas, una de ellas muerta. La otra la entregan en un convento o colegio. A Negro la traen muerta a la Intermedia en el baúl de un auto.”
A su vez
Jaime Dri, El Pelado, testimonió en el juicio: “El traslado a la Escuela
Magnasco donde el que toma la batuta ahí es el Tordo, médico, es quien me cura
las heridas. No se decía nada pero había mucho movimiento, me acuerdo cuando el
Tordo saca un arma y le parte la cabeza a la perrita de la Nacha. Al atardecer
estaban los autos para trasladarnos. La orden fue ante cualquier movimiento
sospechoso se abre fuego. Pensamos que nos iban a matar pero no, llegamos a un
lugar, tabicados, nos suben, todos tabicados todos contra la pared. Pero pasado
el tiempo el tabique se afloja, fui viendo las ventanas tapadas con periódicos
y como el baño estaba abajo, nos pusimos un tarro para orinar en una esquina.
Se había caído un pedacito de una esquina de una ventana y vi que estaba en
calle Zeballos y por el ruido de los autos intuí que la otra era Ovidio Lagos.
Otra cosa que pude ver fue un cuadro de un motor por eso pensé que se trataba
de una escuela industrial. Después Toniolli me dijo que era la (Escuela)
Magnasco. Eran vacaciones, los días pasaron y había que irse y entonces vino la
noticia que nos íbamos a La Intermedia. En una noche nos subieron a un camión y
nos llevaron".
Testimonios de protagonistas
En el libro
“Por la libre” Gabriel García Márquez entrevista en abril de 1977 a Mario
Firmenich que viajaba con otro nombre en el mismo avión que el escritor
colombiano: Ahí declara el jefe montonero: “A fin de octubre de 1975, cuando
todavía estaba en el gobierno Isabel Perón, ya sabíamos que se daría el golpe
dentro del año. No hicimos nada para impedirlo, porque en definitiva, también
el golpe formaba parte de la lucha interna en el movimiento peronista. Hicimos
en cambio nuestros cálculos de guerra, y nos preparamos a soportar, en el
primer año, un número de pérdidas humanas no inferior a 1.500 bajas. Nuestra
previsión era ésta: si logramos no superar este nivel de pérdidas, podíamos
tener la seguridad de que tarde o temprano venceríamos. ¿Qué sucedió? Sucedió
que nuestras pérdidas han sido inferiores a lo previsto. En cambio, en el mismo
período, la dictadura se ha desinflado, no tiene más vía de salida, mientras
que nosotros gozamos de gran prestigio entre las masas y somos en Argentina la
opción política más segura para el futuro inmediato.”
Muy distinta
era la posición de Rodolfo Walsh entre noviembre de 1976 y enero de 1977 “en
cinco documentos críticos enviados a la dirección va agudizando la crítica
desde resoluciones tácticas particulares y señalamiento de diferencias con
respecto a ciertas visiones estratégicas, hasta plantear de forma concreta una
línea alternativa a nivel político para preservar a la militancia; además de
proponer cambios en la estructura interna de la organización con el objetivo de
evitar el aniquilamiento y buscar las raíces de los problemas que determinaron
una lectura equivocada de la realidad por parte de la conducción…..Roberto
Perdía, décadas más tarde, reconocería que la posición de Walsh fue “una de las
pocas voces que en esos momentos comprendieron cabalmente el meollo de los
caminos equivocados que estábamos recorriendo…Sus principales críticas estaban
concentradas en el excesivo optimismo que revelaba una escasa autocrítica y
poco realismo.” (“Rodolfo Walsh-Los años montoneros” de Hugo Montero y Ignacio
Portela)
Historia Abierta
Durante mucho tiempo no se supo sobre la suerte de
Raquel Negro (María), hasta las declaraciones del represor Eduardo Tucu
Constanzo. Una mujer cuya descripción coincide con la de Raquel Negro dio a luz
mellizos en el Hospital Militar de Paraná, el 26 de marzo de 1978. Un nene y
una nena. Conforme a la información que debe tomarse con pinzas, dejando un
espacio para la continuación de la búsqueda, el nene tuvo problemas
respiratorios y cardíacos y habría muerto. En declaraciones a Rosario 12 del
30-04-2006, Constanzo afirmó: "En el lapso de su internación le dieron una
habitación con dos camas, muy apartado de los contactos que pudiera tener, que
no se arrimara nadie. El Ejército le llevaba la comida a la habitación. El
único encargado de esa misión, de controlarla, de cuidarla, de no dejar arrimar
a nadie, era el mayor Raúl Pavone. En una de las dos camas
dormía un agente de inteligencia de acá de Rosario las 24 horas y después era
relevado por otro agente de inteligencia de Rosario también, hasta que llegó el
momento del parto. Tuvo mellizos… varón y mujer. El varón nació muerto
y a la nenita la trajeron a Rosario, no sé quienes, le aclaro que yo nunca la
vi. Pagano y Amelong la dejaron en la puerta de un convento acá en
Rosario, no sé en cual, esto me lo contó Pagano a mí. Incluso riéndose me contó
cómo fue. Que él y el Flaco, que es como le decían también a Amelong fueron en
auto hasta ese convento con la nenita recién nacida, y Pagano la dejó en un
hall de entrada del convento y tocó el timbre poniéndole un escarbadiente para
que siga sonando y apenas empezó a sonar, desde un balcón salió una monja
preguntándole quien era y ahí Pagano se fue corriendo al auto donde estaba
Amelong y se fueron.” La nena, hoy una mujer de 34 años, es la nieta
recuperada número 96. Fue adoptada de buena fe, por Raúl Gullino ( bioquímico)
y Susana Scola ( docente) después de ser dejada en la puerta de un convento.
La historia
de la adopción está contada en el libro del periodista entrerriano Alejandro
Hoffman en su libro “Reencuentro. Crónica de la restitución de una identidad”:
“En la puerta del Hogar del Huérfano, decía el noticiero de Canal 3 de Rosario
dejaron abandonada una beba de aproximadamente de un mes de vida. En una
entrevista, la hermana Catalina contaba que la noche anterior, bajo la lluvia,
alguien tocó el timbre y depositó en el piso una nena a las que las monjas
llamaron María Andrea. Al fondo de la imagen se veía la cuna. En Ramallo, a
Raúl se le iluminaron los ojos. Miró a Susana, que estaba sentada del otro lado
de la mesa, y su comentario interrumpió el monólogo televisivo que dominaba el
almuerzo: - Che, ¿no nos darán ese bebé?
Hacía mucho
tiempo que el matrimonio Gullino intentaba tener su primer hijo… Luego de cinco
años de búsqueda y tratamientos médicos sin éxito, habían decidido el camino de
la adopción en 1977, se inscribieron en la Justicia de Menores en Rosario y
comenzaron las entrevistas y cursos preparatorios. Por eso, cuando Soledad
López - María Andrea apareció en la pantalla a lo lejos, a Raúl se le ocurrió
hacer el comentario como uno más de sus chistes, como otra de sus bromas en
medio de la adversidad, pero Susana vio sus ojos y se permitió no censurarlo.
La frase quedó suspendida en el aire y no había alcanzado todavía a evaporarse
cuando, días después, una llamada del Juzgado de Menores Nº 2 la corporizó en
un segundo. Había una niña para ellos y ellos no dudaron: la querían… El juez a
cargo, Jorge Abel Zaldarriaga, les dio la opción de retirarla en la sede
judicial o buscarla directamente donde se encontraba, el Hogar del Huérfano. -
No, no. La vamos a buscar nosotros- dijo seguro Raúl- pero dígame una cosa ¿es
la nena que pasaron por televisión que dejaron abandonada el otro día?
-Sí, es ella,
si quieren pueden ir a buscarla… Ese lunes las monjas recibieron contentas a
los Gullino en Laprida 2129, porque la niña dejaría atrás su estado de
desamparo y tendría una familia. Cuando Raúl preguntó cómo estaba, le contaron
lo de la falta de cuidado y la piel irritada. También que había llegado con
bajo peso y que pensaban que tenía un mes de nacida.
El bioquímico
y la docente se marcharon con una hija en brazos y la alegría y la preocupación
de tener que aprender a ser padres sobre la marcha. Esa noche durmieron en
Rosario y sellaron el pacto de que ni Sabrina, como la iban a llamar, ni nadie
sabría nunca que había sido abandonada. No le ocultarían su condición de
adoptada, pero se prometieron mantener en secreto el capítulo del orfanato y lo
que creían que era una decisión de los progenitores biológicos de desprenderse
de ella. Querían protegerla de los chismes familiares y de pueblo. Harían eso y
todo lo que hiciera falta para que no cargara con ese fantasma y para que fuera
feliz.”
Antes de ser
convocada por el juez, la joven se acercó dudando de su identidad a la filial
Abuelas de Rosario.
Sabrina, una
joven muy bonita, da su testimonio: “Nacemos en el Hospital Militar de Paraná.
Nos ponen en una cunita, y las enfermeras nos identifican con los nombres de
Soledad y Facundo. Llegan dos médicos y dicen “estos bebes no pueden estar acá”
y nos derivan a un lugar especializado, a un instituto de pediatría privado de
Paraná. Ingreso como Soledad López y cuatro bebes después, mi hermano como NN
López. Los dos provenientes del Hospital Militar de Paraná sin obra social, sin
el nombre de los padres. Y luego hay un egreso en la misma planilla el 27 de
marzo de 1978, tanto Soledad López como NN López. Sabemos que el melli está
vivo, su presencia es muy fuerte y yo me permito imaginarme encuentros.” Sabrina
no se cansa de repetir el testimonio de las enfermeras en el juicio, muy
contrastante con la reticencia y complicidad de los médicos.
Contó su
historia a Rosario 12: “Elige presentarse como Sabrina Gullino Valenzuela
Negro, aunque pudo completar su verdadera identidad sumando sus dos últimos
apellidos hace menos de un año. Es la nieta recuperada por Abuelas Nº 96. Tiene
31 años y confiesa que fue "un momento impresionante" la jornada del
último martes cuando contó su historia ante el Tribunal Oral Federal Nº 1
convocada por la fiscal Mabel Colalongo, en el marco de la causa Guerrieri-
Amelong. En la sala de audiencias sentados a su espalda, estaban los hombres
que habían marcado su destino a fuego: Pascual Guerrieri, como jefe
máximo y responsable del operativo represivo en la región, secundado por Jorge
Fariña; Juan Daniel Amelong y Walter Pagano quienes la dejaron abandonada en
marzo del 78 en la puerta del Hogar del Huérfano de Laprida y Riobamba, y
Eduardo "Tucu" Costanzo cuyo testimonio permitió encontrarla. "Vivimos
todo muy aceleradamente y si bien con mi hermano Sebastián teníamos un poco de
conciencia de lo que estaba pasando, fue muy emocionante sobre todo por haber
podido participar de un punto muy importante en la historia, como fue la
desaparición de 19 compañeros que fueron secuestrados en la Quinta de Funes, y
que han causado tanto daño a mi familia biológica. Haberle visto a los ojos a
esa gente y haber participado fue muy importante. Y esto es gracias a la lucha
de estos treinta años de los organismos de derechos humanos que se
comprometieron, y que creyeron que valía la pena transformar la sociedad como
habían querido nuestros padres y continuar esa lucha. Tuve la fortuna de haber
podido estar ahí, frente a ellos, y pese a que es algo traumático, para mí fue
impresionante. Estuve con mi tío Héctor Valenzuela, y coincidimos que
fue muy emocionante haber podido participar más allá de lo dramático, haber
participado es empezar a cerrar cosas que se habían abierto en nuestras
familias. Por eso nos sentimos muy conformes y me siento en lo
personal muy agradecida a todos los chicos de Hijos, de Familiares, de APDH,
así como de todos los compañeros que participan del Espacio Juicio y Castigo,
ya que gracias a ellos tuve el privilegio de sentarme y poderlos ver y de
alguna manera hacerlos responsables no solo de lo que se los acusa en este
juicio, sino también de la desaparición de mi hermano mellizo que para
nosotros mientras no se sepa nada de su suerte sigue estando desaparecido.”
“¿Quiénes
eran tus padres? Eran Raquel Negro y Tulio Valenzuela. De ellos sé hace muy
poco tiempo, hace menos de un año y a través de las voces de personas que los
han conocido. Fueron personas grandiosas, y obviamente tengo mis enojos, no
sería sincero no tenerlos, pero fueron personas con mucho compromiso, con una
coherencia fuerte en sus pensamientos, sus actos y sus ideas. Me siento
muy orgullosa de recuperar esa parte de esa historia, y de poder hacerlo en tan
poco tiempo, en solo diez meses. Tuve solo ese tiempo para poder asimilarlo
todo, y en parte se lo debo a mi familia adoptiva, que son los Gullino. Me
siento muy orgullosa de Tucho y de Raquel, y me siento una persona muy
afortunada de tener a mi hermano Sebastian, a quien adoro. El martes bajo su
mirada me sentí protegida en el tribunal, mientras declaraba.”
“¿Cómo
comenzó esta nueva etapa de tu vida cuando comenzaste a saber quién eras en
verdad?
Fue todo muy
raro: tuve una infancia realmente muy copada, como toda mi vida en Ramallo, por
lo cual a mis viejos, a los Gullino los adoro, y a mi hermano también. Las dudas empezaron cuando vine a la facultad,
a Rosario, y me empiezo a enterar más de la historia argentina, y por ahí haber
nacido en el "78 es como un punto que charlando con mi amigo Matias
Ayastuy, a quien le preguntaba desde hacía tres años si podía ser hija de
desaparecidos, y él me hizo un par de preguntas. Pero a mí desde chiquita me
dijeron quiénes eran los abogados de la adopción entonces no veía nada turbio.
Por ahí las dudas venían por la cuestión de las fechas en la que había nacido.
Hasta que el año pasado me propuse cumplir con este tema de verdad histórica y
me hice el examen de ADN, y eso fue bastante loco, increíble, por cómo se
encadenaron los hechos. La semana en que decidí hacerme el estudio, Matías me
da los teléfonos de Iván Fina, el responsable de Abuelas en Rosario. El 21 de
noviembre de 2008 lo llamo y así empieza el tema. Fueron tres o cuatro días de
locos, me volví a Ramallo ese fin de semana, y el domingo a la tardecita cuando
estaba allá llegó un cabo de la Policía Federal de San Nicolás que traía un
exhorto para Raúl Gullino y Susana Scola. Los dos debían declarar en el marco
de la causa Juan Carlos Trimarco, en el Tribunal Federal de Paraná. Cuando
pregunté me dijeron que era un delito por tráfico de droga o secuestro de
personas. Y, mirá la ironía, me negué a firmar esa orden. Después
hablamos y les pregunté si me habían adoptado en forma legal, y me
aseguraron que sí, entonces mi hermana (Carla, también adoptada) puso
"causa Trimarco" en internet y saltó que "Raquel Negro la mujer
de Tulio Valenzuela había sido internada en Paraná donde había dado a luz a
mellizos. Que la bebe había sido abandonada en un convento de Rosario, que en
verdad había sido el Hogar de Huérfano", según las declaraciones del Tucu
Costanzo que había dado en Enero de 2008. Gracias a esas declaraciones me
encontraron.”
“¿Qué pasó
después? El día martes posterior, fuimos a ver a la jueza Galizzi, que nos
trató muy bien, tanto en lo humano como en lo judicial, porque fueron súper
expeditivos. Bastante distinto a lo que hace el tribunal federal en Rosario que
les está dando un trato bastante distinto a las víctimas y sus familiares, con
lo que dejan mucho que desear. Lo digo por el espacio pequeño de la sala, hasta
la prohibición de llevar fotos de desaparecidos. Es bastante malo el trato que
se nos da.”
“¿Cuándo
viste fotos de tu madre? Fue ese día en el tribunal, y fue muy fuerte porque
todos me decían que era igual. Era curioso porque mi mamá (por
Susana Scola) me decía: ¡Sos igual a tu mamá! (por Raquel Negro) Era muy
impresionante.”
Al respecto,
Alfredo Hoffman en su libro “Reencuentro” escribió: “La mujer que durante 30
años había sido su madre, la que había interrumpido una carrera para cuidarla,
la que había curado las heridas de la infancia, … le decía: - Sos igual a tu
mamá”
El reportaje
continuaba: “¿Cuál es tu actividad profesional? Tengo un estudio de
comunicación y diseño con una compañera de trabajo y participo de la
cooperativa de animadores de Rosario. Hago ilustraciones, dibujos y
animaciones.”
“¿Se han
colado algo de tu historia personal, de tu identidad en esos trabajos? Sí, es
verdad, mi tesis para recibirme en la Escuela de Animadores fue un sueño que
tuve: fue mucho antes de saber quién era. Se llama "Negra idea" y
antes que contarlo prefiero que lo busquen en internet. (Nota del redactor: Una
mujer da a luz una niña de color que es rechazada por ser diferente. En un
equívoco del azar queda transformada en un zapallo. Sin embargo, gracias al
amor recobrará su humanidad, y su verdadera identidad). En este último tiempo también
estoy soñando mucho, tengo el inconsciente a full.”
Los hermanos se reencuentran
Víctimas de los setenta, los hermanos
Valenzuela-Negro se reencuentran, después que el viento huracanado de los
setenta los dispersara. El encuentro con Sebastián lo contó en Pagina 12
Victoria Ginzberg que conoce de qué se trata en carne propia:- ¿Que hacés,
negrita? – Nada, te estoy llamando ¿vos? – Yo estoy acá, en el baño, llorando.
Sabrina y
Sebastián hablaban por primera vez. Y a partir de allí la sangre estableció un
vínculo indisoluble.
Lo mismo
sucedió con Matías Espinoza, nieto restituido número 100. En 1976,
Tulio había tenido a Matías con Norma Espinosa, a quien conoció a mediados de 1974
cuando militaban en la columna oeste de Montoneros, por la zona de San Justo.
Alrededor de mayo-junio de 1975, Tulio fue trasladado por la Organización a
Santa Fe y Norma lo acompañó. En julio de 1975, Norma quedó
embarazada, pero la relación no prosperó y se separaron. Norma se fue a vivir a
la casa de sus padres, abandonó la militancia y el 6 de marzo de 1975 nació
Matías en Lomas de Zamora
Matías que lleva el apellido de su madre, es hijo de Tulio “Tucho” Valenzuela quien no pudo reconocerlo porque vivía en la clandestinidad debido a que era una de las cabezas de la columna de Montoneros en Rosario.
Matías que lleva el apellido de su madre, es hijo de Tulio “Tucho” Valenzuela quien no pudo reconocerlo porque vivía en la clandestinidad debido a que era una de las cabezas de la columna de Montoneros en Rosario.
Sabrina,
Sebastián, Matías. Falta encontrar el hermano mellizo de Sabrina al que busca
empecinadamente. Y lo dice con simpleza: “Yo lo único que quiero es
tomarme un mate con mi hermano y charlar.”
Las Abuelas como reunificadoras
Las abuelas que llevan como apellido la histórica
Plaza de Mayo han consumado una nueva proeza. Ahí en esa Plaza que en la prosa
de María Seoane es el lugar donde: “El enigma se vuelve revelación. Es
la plaza de los sueños donde se amasa el laberinto de nuestra vida…..donde los
obreros acariciaron con las patas en la fuente un sueño igualitario con las
manos…..donde (para siempre ha quedado) una cuna y un pañuelo blanco, una
canción interrumpida, una foto antigua con un rostro joven que demanda
justicia”
Han convertido 106 goles en el arco de la impunidad con la camiseta de la vida. Las que tienen todo el derecho a cantar:
Han convertido 106 goles en el arco de la impunidad con la camiseta de la vida. Las que tienen todo el derecho a cantar:
“Usted preguntará por
qué cantamos./ Cantamos porque llueve sobre el surco/ y somos militantes de la
vida/ y porque no podemos ni queremos/ dejar que la canción se haga ceniza/
Cantamos porque el grito no es bastante/ y no es bastante el llanto ni la
bronca/ cantamos porque creemos en la gente/ y porque venceremos la derrota.”
Los
verdugos condenados
El 15 de abril del 2010 el Tribunal Oral en lo
criminal Federal número1 dictó sentencia en la causa conocida como Quinta de Funes
condenando a prisión perpetua e inhabilitación absoluta y perpetua, accesorias
legales y costas a Guerrieri, Fariña, Amelong, Constanzo y Pagano, de
cumplimiento en cárceles comunes, con excepción de Constanzo y Guerieri que
seguirían en prisión domiciliaria mientras el fallo no quedara firme.
Para el testigo Jaime Dri, el protagonista de “Recuerdos de la muerte” de Miguel Bonasso, Guerrieri es Jorge, Amelong es según era conocido en el campo como Daniel, Fariña es simplemente Sebastián, Pagano era Sergio II y Constanzo era conocido como “El Tucu”
En otro juicio por sustracción de menores, causa Trimarco, fueron condenados, Pascual Oscar Guerrieri a la pena de 14 años, Jorge Alberto Fariña y Juan Daniel Amelong a 13 años de prisión, Walter Salvador Dionisio Pagano a 11 años de prisión, y Juan Antonio Zaccaría (médico anestesista) a la pena de cinco años.
Otros imputados como el General Juan Carlos Trimarco, ex gobernador de facto de Entre Ríos, pudo evitar ser condenado por su Alzheimer avanzado y Paul Alberto Navone escapó de la justicia pegándose un tiro.
Para el testigo Jaime Dri, el protagonista de “Recuerdos de la muerte” de Miguel Bonasso, Guerrieri es Jorge, Amelong es según era conocido en el campo como Daniel, Fariña es simplemente Sebastián, Pagano era Sergio II y Constanzo era conocido como “El Tucu”
En otro juicio por sustracción de menores, causa Trimarco, fueron condenados, Pascual Oscar Guerrieri a la pena de 14 años, Jorge Alberto Fariña y Juan Daniel Amelong a 13 años de prisión, Walter Salvador Dionisio Pagano a 11 años de prisión, y Juan Antonio Zaccaría (médico anestesista) a la pena de cinco años.
Otros imputados como el General Juan Carlos Trimarco, ex gobernador de facto de Entre Ríos, pudo evitar ser condenado por su Alzheimer avanzado y Paul Alberto Navone escapó de la justicia pegándose un tiro.
Raquel y Tucho: Los setenta en carne viva
Una historia que radiografía a los setenta en carne
viva. Este notable relato de amor y militancia, la de Raquel y Tucho, merece
tener un final feliz en medio de una gigantesca tragedia, treinta y cuatro años
después: encontrar al mellizo. A ese bebé que los
represores lo dan por muerto para obstaculizar el esperado reencuentro. Un
final reparador para cerrar éste capítulo de amor, utopías, locura y muerte. Con
la vida finalmente celebrando a la vida.
Con el
testimonio de la carta que desde Méjico, Tucho le envió a Sebastián, mientras
le escribía al Papa pidiéndole que impidiera que Raquel fuera fusilada.
Seguramente los hermanos, a través de las lágrimas han leído, la carta que
desde Méjico, Tucho le escribiera a Sebastián: “Querido Quinqui: “Ya sé que
ahora sos chiquito y no sabés leer, pero algún día aprenderás y mucho tiempo
después podrás comprender esta carta. Yo te escribo porque no sé si te voy a
volver a ver, mi vida es muy difícil y la muerte se me cruza con frecuencia en
mi camino. Cuando puedas comprender, tus abuelos, que te quieren mucho, te
contarán esta historia. Te leerán esta carta. Con la responsabilidad de ser
quien sos, deberás enfrentar tu propia vida, como tu madre y yo
enfrentamos la nuestra.”
En eso están los hijos de Tucho y Raquel, esperando encontrar al hermano que aún permanece como presunto botín de guerra. Como una nueva reafirmación de la fortaleza de la vida. Testimonios de los setenta en carne viva.
En eso están los hijos de Tucho y Raquel, esperando encontrar al hermano que aún permanece como presunto botín de guerra. Como una nueva reafirmación de la fortaleza de la vida. Testimonios de los setenta en carne viva.
* Periodista. Conductor del
programa radial “El Tren”, emitido en Radio Cooperativa.
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