"Busco a mi hermano y ellos están ahí",
dijo la hija de Raquel Negro y Tucho Valenzuela en los Tribunales Federales,
ante la mirada de los represores acusados por la desaparición de su madre en la
última dictadura.
Sabrina Gullino
Valenzuela Negro declaró en la causa Guerrieri 3, que juzga los delitos de lesa
humanidad cometidos contra 47 víctimas, de las cuales 24 están desaparecidas.
Uno de ellas es su madre Raquel Negro. Sabrina nació en cautiverio el 2 o el 3
de marzo de 1978 en el Hospital Militar de Paraná, junto a un hermano mellizo
que es "un desaparecido con vida que estamos buscando", dijo.
Según
publicó Rosario12, bastó que el fiscal Adolfo Villatte le preguntara a
Sabrina si algún familiar suyo había sido víctima de terrorismo de estado para
que la mujer de 38 años desplegara su historia, que conoció recién en diciembre
de 2008.
Mirando al
Tribunal, dijo: "Es muy impresionante que yo esté declarando acá por
cuarta vez y los responsables, que saben donde está el Melli, están ahí, pero
ahí. Es muy impresionante, yo estoy buscando nada más y nada menos que a un
hermano mellizo, y ellos están ahí, y sabemos que saben dónde está el Melli, a
quién se lo dieron por lo menos".
También declaró en
la jornada del viernes Jaime Dri, sobreviviente del centro clandestino de
detención Quinta de Funes y testigo clave en las causas que juzgan a la patota
del Destacamento de Inteligencia 121.
La última vez que
vio a "María" (así le decían los compañeros a Raquel) planearon
fugarse juntos, ella le dijo que la esperara, que con la panza no podía
hacerlo. Se la llevaron a Paraná, y la trajeron de vuelta en un baúl, desnuda,
con una bolsa de nylon en la cabeza, según el testimonio de Eduardo Costanzo al
periodista de Rosario/12 José Maggi. "Eso es una muestra del ensañe de los
represores con las mujeres", subrayó Sabrina.
Un error de
comunicación con Gendarmería impidió que Juan Amelong participara personalmente
de la audiencia, así que la miró por televisión desde el penal de Marcos Paz,
junto a Jorge Fariña. Desde la cárcel de Ezeiza, también por videoconferencia,
escucharon Rodolfo Isach y Walter Pagano. Desde su lugar de detención en
Bouwer, Córdoba, la siguió Juan Cabrera, y desde Santa Fe, Marino González. En
cambio, Oscar Guerrieri, en prisión domiciliaria, lo hizo desde los tribunales
de Comodoro Py. En una sala contigua estuvieron Ariel López y Armando Pelliza,
a la espera de que el Tribunal defina sus pedidos para no asistir. El único
presente ayer fue Costanzo.
"El 2 de enero
de 1978 fueron secuestrados mis papás biológicos junto a mi hermano Sebastián
Alvarez. En la tienda Los Gallegos de Mar del Plata los llevaron a Tulio y
Sebastián, y a dos cuadras, a Raquel, que estaba embarazada de mellizos",
relató la mujer, quien se crió con su familia adoptiva. Sabrina se había puesto
en contacto con Abuelas de Plaza de Mayo de Rosario la misma semana que le
llegó una citación del juzgado federal de Paraná para comparecer. Así supo que
había sido abandonada en el Hogar del Huérfano de Rosario, el 27 de marzo de
1978. Esa línea de investigación se abrió para Abuelas a partir de una
declaración de Costanzo, quien dijo que Pagano y Amelong habían dejado a la
beba en la puerta de "un convento".
"Mamá
Raquel"
Sabrina detalló
minuciosamente lo que pudo reconstruir de su historia, gracias al impulso de
Guillermo "Mencho" Germano y Sebastián Alvarez en la causa por la
sustitución de su identidad, y también al testimonio de enfermeras del Hospital
Militar y el Instituto Privado de Pediatría, donde fueron trasladados los mellizos
pocos días después de nacer. Sabrina ingresó como Soledad López el 4 de marzo,
y su hermano, como NN López, el 10 de marzo. El 27 tuvieron el alta los dos,
pero el rastro del bebé hasta ahora está perdido.
Cada testimonio en
estos juicios tiene un sentido, es como una pieza en el rompecabezas de la
memoria colectiva. En este caso, para Sabrina, era importante participar en el
proceso por la responsabilidad de los asesinos de su "mamá Raquel".
"Las veces anteriores que declaré, no había sido mamá y no había atravesado
un parto", dijo Sabrina, quien subrayó más de una vez "pensaba en una
situación de tanta vejación, de tanto maltrato, en el momento de mayor
vulnerabilidad y tambien de mayor potencia de una mujer y pensaba en no poderlo
hacer en la absoluta libertad que merece ese estado, sino en una situación de
secuestro, de tormentos".
En Sabrina, su
propia experiencia de maternidad fue también una puesta en dimensión de la
vivencia de su madre. "Quería hacer el comentario de lo que me imagino que
pudo haber sido para ella ser secuestrada con dos bebés en la panza, y con el
bebé chiquito que era Seba", dijo Sabrina. En el público, Sebastián -que
tenía un año al momento del secuestro- escuchaba a su hermana.
Sabrina subrayó
también que "la cúpula militar y los represores tenían especial
ensañamiento con las militantes revolucionarias porque no sólo transgredían el
sistema político sino también el rol socialmente atribuido a las mujeres de la
maternidad y lo doméstico". Las calificó como "doblemente transgresoras".
Por eso, la
declaración de ayer era distinta. "Yo quería traerla a Raquel, sobre todo,
en este testimonio. Me imagino todo lo que habrá pasado de saber que la iban a
matar. Pero no se imaginó que se iban a robar a sus bebés. Porque le dijo a una
de las enfermeras, qué va a hacer mi mamá Emelina con tres bebés", dijo
Sabrina.
Operación México
La nota firmada por
Sonia Tessa recuerda que Raquel había acordado con su compañero Tulio que iban
a simular colaboración pero que él denunciaría el plan del jefe del II Cuerpo
de Ejército, Leopoldo Galtieri, al llegar a México con el declamado objetivo de
matar a la cúpula de Montoneros. Raquel sabía que quedaba de rehén. Antes,
habían logrado que Sebastián fuera llevado con sus abuelos maternos.
"Preferí venir
y no que vieran el video, porque declarar es hacer honor y contribuir a este
acto de justicia. Quizás 38 años para la vida de una persona son muchos, pero
para la vida de un país es muy poco, y qué importante es que se estén
desarrollando estos juicios", dijo Sabrina, que llegó al Tribunal con su
pequeña hija y rodeada de compañeros y compañeras.
Y agregó: "En
homenaje a Raquel, a sus compañeros, y a las mujeres que pasaron por esos
centros clandestinos de detención, y por la responsabilidad de este tribunal
para juzgar la responsabilidad de estos genocidos, porque hay delitos que se
siguen cometiendo, y es que hoy no esté el Melli, y que mi hija no pueda
conocerlo".
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