28 diciembre 2023

UNA FINA IRONÍA

 POR  SWEETMORTICIA

El presidente del Consorcio vivía en el primer piso del edificio y estaba en buena forma. Generalmente utilizaba las escaleras para subir y bajar hacia y desde su departamento y todos lo habían escuchado quejarse de tener que solventar los gastos de un ascensor que rara vez utilizaba. Logró convencer a un par de ocupantes de la planta baja de que eran víctimas de una enorme injusticia. "Con la nuestra" vociferaban por los pasillos cada vez que escuchaban funcionar el ascensor. La Sra. que vivía en el 5to, jubilada gracias a la moratoria y con algunos problemas de movilidad, también estuvo de acuerdo en recortar gastos, despedir al encargado y tercerizar los servicios de mantenimiento del edificio. Las deudas se estaban acumulando...
 
Casi todo el resto de propietarios simplemente alquilaban sus unidades y no estaban muy al tanto del día a día de la pequeña comunidad. Delegaron sus poderes de representación, como casi siempre, al presidente del Consorcio para la próxima Asamblea.
 
Como nuevo Administrador, resultó electo Federico Schwartzenegger que-aunque con algunas denuncias de desfalco-llegó con la promesa de que los propietarios sólo pagarían por lo que utilizaran.
 
Sus primeras medidas fueron darle la concesión del manejo de ascensores a la empresa Transportes 2000 por 30 años; la gestión de las escaleras a Escaleras del Sol por igual período y la gestión de palieres a Caput Hnos. también por 30 años.
 
Se instalaron molinetes en cada piso para acceder tanto a las escaleras como a los ascensores, que cada ocupante debía franquear peaje mediante. Un estudio realizado por una consultora privada determinó que el peso máximo para que el ascensor no sufriera excesivo desgaste era de 60kg, todo exceso era facturado a los infractores (fuera por exceso de personas o por transporte de cargas).
 
Las expensas se triplicaron, pero los ocupantes tenían la libertad de usar las escaleras o el ascensor.
 
El médico que atendía en el 3ero decidió mudar su consultorio y todavía tiene el cartel de venta en el balcón... Los concesionarios ya iniciaron el juicio por falta de pago. Schwartzenegger evalúa vender el inmueble, aunque sea como terreno para construir, para poder cobrar sus honorarios...
 
El cadáver de la Sra. del 5to fue encontrado por su nieta, en avanzado estado de descomposición, después de haber pagado una pequeña fortuna para subirle las compras de la semana.

PROGRAMA EL TREN DEL 26 DE DICIEMBRE DEL 2023


El martes 26 de diciembre del 2023 se subió a EL TREN Alfredo Grande, medico psiquiatra, psicoanalista, cooperativista, redactor de la agencia de noticias Pelota de Trapo. Docente de las Facultades de Psicología de las Universidades Nacionales de Rosario, Mar del Plata y la Plata en cursos de psicoanálisis implicado.

Un viaje diferente en un programa distinto. Un análisis de las diferencias de resignación y frustración. Cuando se internaliza y la agresividad se va hacia dentro. La agresividad sólo para afuera es peligroso. Distinguir cuando la depresión ni siquiera es depresión. La auto cancelación. Las adicciones. La agresividad hacia afuera. La pregunta si Milei es efecto o causa. No es lo mismo la locura que la psicosis. Miedo es la percepción de un peligro real. Terror es cuando no hay un peligro real, pero paraliza. La subjetividad. La inteligencia artificial. Todo delirio tiene un núcleo de verdad. El recuerdo de Hugo Arana y el ataque de Milei. La diferencia entre ironía y sarcasmo.  Algunos de los aforismos implicados: “La cultura represora baja la imputabilidad de los de abajo y sube la impunidad de los de arriba”; “Ya no importa que sea posible. Basta que sea probable. Ya no importa que sea verdadero, basta que sea verosímil. Tampoco importa saber si es mentira, basta aceptar la falsedad”; “Las derechas conocen al sujeto para someterlo. Las izquierdas no lo conocen para liberarlo” 

En la primera hora el programa hizo un análisis pormenorizado de la situación, del discurso de Milei, del DNU y sus beneficiarios.

Súbanse a EL TREN, desde el andén de sus domicilios.

El TREN, UNA VOZ DIFERENTE PARA ESCUCHAR, REFLEXIONAR Y DISCUTIR

Hasta siempre María. Murió el 27 de diciembre a los 75 años


 

25 diciembre 2023

Risas y sonrisas

 

        Por Sergio Olguín
 23 de diciembre de 2023 -  Página 12

Federico Sturzenegger va al programa radial de Eduardo Feinmann. Ahora que la radio se ha convertido en televisión de baja intensidad podemos ver a los periodistas e invitados. Sturzenegger hace comentarios que intentan ser graciosos, compara a los trabajadores con mascotas y se ríe. Luce una sonrisa franca, tranquila, del que sabe que no tiene nada para perder. En realidad, es la sonrisa del que tiene todo para ganar: negocios, dinero, ese prestigio que nace en universidades norteamericanas y compran las universidades privadas argentinas.

Ramiro Marra va al programa a Dos voces de TN, justo después de que el presidente Milei anunciara su plan de negocios por cadena nacional. Los demás invitados (Grabois, Grindetti, Maslatón) debaten serios, preocupados. No debe ser fácil estar en un programa de televisión sabiendo que en ese mismo momento en todo el país la gente está protestando como puede: golpeando cacerolas, reuniéndose en las esquinas, marchando al centro político de cada ciudad. Marra, a diferencia de los otros invitados, tiene una sonrisa juvenil, aunque se nota que es un poco forzada. Quizás porque en el reparto de puestos del gobierno, que lotearon a los mejores postores, no le tocó nada. O mejor: le tocó seguir siendo el troll que saltó de las redes a la TV. Y cumple su función: con su mejor sonrisa pone en duda la legitimidad de los cacerolazos. No argumenta, solo chicanea y sonríe.
 
Otro que tiene la chicana fácil es Iñaki Gutiérrez, el responsable de la comunicación del gobierno, un community manager con el nivel intelectual de Dipsy, el Teletubbie verde, pero que tiene a cargo las redes sociales del gobierno. A la gente que salió a protestar, sumida en la angustia y el miedo por su futuro, la llama “cinco payasos”, le dice que debería darle vergüenza salir y usa la expresión “hacerse los picantes”. Su incapacidad para pensar en términos políticos lo hace reducir todo a un intercambio de boutades en el ex Twitter.
 
Mientras Milei lee su discurso con las dificultades habituales, su equipo de ministros y asesores le hacen comparsa. Seguramente alguien les dijo que tienen que estar muy serios. Al fin y al cabo, para bien y para mal, esa imagen va a quedar en la historia argentina. La cámara se pasea cada tanto sobre esos rostros cariacontecidos, salvo uno: el de Nicolás Posse, el jefe de gabinete que parece un rugbier mediocre o un vendedor de autos importados. Apenas puede contener la felicidad que lo embarga. Hay una risa contenida en su rostro. Por suerte el mensaje es corto. Había un alto riesgo de que esa felicidad estallara en una auténtica carcajada. Seguramente tiene una risa muy contagiosa, como el Covid, como la de Patán.
 
Mientras se desarrollaba la marcha y concentración por el aniversario de lo ocurrido el 19 y 20 de diciembre de 2001, la plana mayor del gobierno decidió “monitorear” el protocolo antipiquete. Como es fácilmente comprobable, la izquierda convocante tiene un alto poder de movilización, pero no tanta como cuando participan también agrupaciones peronistas, independientes, organizaciones de derechos humanos, sindicatos, etc. Tanto despliegue de uniformados se justificaba por otras cuestiones: para exhibir su poder represivo, poner en la calle a las fuerzas federales y aceitar la coordinación de los agentes armados. Un simulacro usando a los grupos de izquierda de sparring. Como cuando un equipo de fútbol de primera decide jugar un partido amistoso sin arriesgar mucho, pero viendo cómo se ajustan al equipo los nuevos jugadores. Ante el éxito asegurado, Milei y Bullrich se dejaron ver en el centro de operaciones. Esta vez no llegaron a ponerse ropa de fajina ni a disfrazarse de policías de infantería.
 
La ministra de Seguridad observa todo con la sonrisa que usa una madre ante los modales de un hijo bien educado. Es una sonrisa de orgullo: policías y gendarmes empujan, amedrentan y se ponen codo a codo como ella lo ha soñado. El presidente no sonríe, en su cabeza hay una inquietud mayor que un protocolo antipiquete. Es difícil no perder la concentración durante dos horas y mantener en alto la mano que le tapa desde el mentón al cuello. Porque a él solo le preocupa que no filmen su papada. No venía teniendo una buena semana: su huida como por tirante de la Bombonera al ritmo de silbidos y canciones hostiles dejó a la luz la incipiente calvicie al viento. El clima del domingo pasado estaba inclemente.
 
Con un ambiente más bajo control, jugando de local en el programa de Jonatan Viale, el presidente Milei pudo olvidarse de sus problemitas y volvió a su costumbre de insultar y maltratar a los que no piensan como él. Incapaz de comprender la desesperación y el miedo de los que temen perder lo poco que tienen, se burló del cacerolazo y de las manifestaciones espontáneas en contra de su plan de negocios. A él y a su entorno les debe resultar muy gracioso decir que la gente sufre síndrome de Estocolmo o llamarla nostálgica del comunismo. Justo a una sociedad que cuando tiene un peso le gusta consumir, viajar, disfrutar de todo lo que le puede ofrecer el capitalismo. De hecho, lo que quiere es no ser expulsada del mundo capitalista: poder comprar comida y medicamentos, pagar un alquiler, cargar nafta, tener una prepaga.
 
A los muchos récords negativos que ya tiene la presidencia de Milei se puede agregar su facilidad para faltarle el respeto a la sociedad. Seguramente todos los políticos desprecian a los votantes opositores, pero ninguno es capaz de llegar al nivel de provocación de los apóstoles de Milei y del propio presidente. Es muy probable que en los próximos meses el listado se amplíe con imágenes provenientes del verano en Punta del Este. Risas y más risas de los pocos ganadores de un ajuste que, por entonces, ya estará destrozando a gran parte de la sociedad argentina.
 
Siempre es una risa clara: sabemos de qué se ríen y de quienes. Es la risa de la clase social que va ganando. “Perdonen la tristeza, pero de lo que quería hablarles es de la lucha de clases”, dijo David Viñas, palabras más, palabras menos, en una entrevista. En un artículo de juventud, Gabriel García Márquez escribió: “Hemos llegado a un límite sagrado en que es preciso crear nuevas formas de lucha para ser acreedores a nuevas formas de victoria”. Tal vez todo consista en buscar cómo borrarles esa risa que nos arrojan con la fuerza de un latigazo sobre el cuerpo de un esclavo. Y si les borramos la risa, nos haremos acreedores de una nueva forma de victoria.

22 diciembre 2023

PROGRAMA EL TREN DEL MARTES 19 DE DICIEMBRE DEL 2023

 

El martes 19 de diciembre se subió a EL TREN en la segunda hora GERARDO ABOY CARLÉS, Licenciado en Sociología (UBA). Doctor en Ciencias Políticas y Sociología (Universidad Complutense de Madrid / Instituto Universitario Ortega y Gasset). Profesor e Investigador de la Escuela de Política y Gobierno de la Universidad Nacional de San Martín. Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Profesor de la Maestría en Política y Gestión Pública (Universidad Empresarial Siglo XXI) y de la Maestría en Ciencia Política (Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad de San Martín). Un viaje en profundidad a los cimientos de la realidad y a la profundidad de la crisis, que Milei alienta

En la primera parte Gerardo Yomal analizó las repercusiones de las medidas del gobierno en la vida cotidiana

Súbanse a EL TREN, desde el andén de sus domicilios.

 

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20 diciembre 2023

Por qué la motosierra del líder fue vitoreada por quienes la padecerán

Amar al propio verdugo

El factor de la pandemia como catalizador de los negacionistas y la ultraderecha. El dogma liberal-libertario. La necesidad del retorno del pensamiento crítico.
 
Por Yago Franco
14 de diciembre de 2023 - Página 12

 

Imagen: AFP

Estaban allí, miles de personas. Vivaron los anuncios presidenciales de ajuste, de represión de las protestas que sin dudas éste originaría --al grito de “¡policía, policía!”--, aceptaron sin dudar las cifras estrafalarias expuestas respecto de la inflación, y la de las muertes que podrían haberse evitado en la pandemia (no hay que olvidar que el presidente negó públicamente la existencia de la misma), repitieron “no hay plata” en tono de algarabía (había remeras con esa frase), apoyaron los reiterados anuncios de meses durísimos por delante, etc. Todo fue vivado en nombre de la libertad. Pero justamente eso es lo que perderán esos miles (no sólo ellos) que festejaron cada anuncio del presidente. La motosierra blandida por el líder fue vitoreada por aquellos sobre quienes se descargará. ¿Se trata de masoquismo? ¿de necesidad de castigo? Nada de eso.
Vamos por partes.
 
 Pandemia y ultraderecha neoliberal
 
La pandemia parió a los negacionistas y a las ultraderechas en su forma actual e hizo explotar las redes sociales. El odio generado por el aislamiento (asociado a profundas sensaciones de desamparo) --y las imágenes de transgresiones gubernamentales y de personas cercanas al poder político-- comenzó a circular por las redes y lentamente se fue asociando a las frustraciones generadas por un régimen que produjo exactamente lo contrario de lo que prometía. Desde 1974, en Argentina se entronizó el neoliberalismo, se profundizó durante la dictadura terrorista y luego con Menem. Y nunca se fue. En ciertas capas de la sociedad generó la ilusión de poder arribar a la clase alta (esto sucedió durante el menemismo) y la frustración las enfureció. Su furia no es la misma que la del casi 50 por ciento de la población que entendió que con esta democracia no siempre se come, se educa o se cura. Para algunos, nunca.
 
La pandemia entonces parió a LLA. Pero no solamente ella. Es fundamental posar la mirada sobre la subjetividad que se fue gestando en estas décadas de neoliberalismo y que se precipitó en una subjetividad negacionista, odiadora, atrapada en las redes sociales por ese odio, mal educada (fallas notables en la comprensión de textos), deshistorizada, fanatizada, en busca de un Mesías o de un vengador. La pandemia, como sostuve en su momento, fue un desencadenante universal, tanto a nivel individual como colectivo. Desencadenó lo que estaba en ciernes, en potencia. Desencadenó odio y potenció el desamparo. Esto es fundamental para entender el ascenso del régimen actual. Porque el odio, el desamparo, la desilusión y su consecuencia, la idealización de un líder mesiánico, impiden el pensamiento crítico. Que es fundamental para todo proyecto democrático.

 Esto viene de muy lejos
 
En su Psicología de las masas del fascismo, Wilhelm Reich incorpora a la subjetividad como un factor indispensable para entender el ascenso de Hitler. Pero ahora no se trata de nazismo o fascismo, es el “perfeccionamiento” de elementos de dichos regímenes que ingresan a una nueva forma, una especie política nueva. Estamos ante un régimen de ultraderecha neoliberal-libertaria.
 
El neoliberalismo acuñó leitmotivs --suerte de holofrases-- que han permeado la psique de los sujetos y han formateado-horadado -- lentamente, como la gota que cae sobre una roca-- a la subjetividad. Ya Thomas Mann sostenía algo que tiene una vigencia notable: “El nazismo se instila en la carne y la sangre de la multitud por medio de las palabras aisladas, los giros y las palabras que impone repitiéndolas millones de veces, y que son recogidas de manera mecánica e inconsciente. Las palabras pueden obrar como ínfimas dosis de arsénico: se las traga inadvertidamente, parecen no producir efecto, y tras algún tiempo sobreviene, sin embargo, el envenenamiento”. Hemos oído millones de veces esta suerte de catecismo neoliberal: reducción del gasto público y del déficit, libre comercio, bajar la carga impositiva, privatización de las empresas públicas, libre competencia, poca o nula intervención del Estado (asimilado éste a El Maligno --sic-- por Milei), etc. El presidente mencionó parte de este mantra al domingo pasado. Que en una subjetividad en la que está ausente el pensamiento crítico penetra sin mayores resistencias. Un sencillo ejemplo es que el modelo neoliberal se aplicó con consecuencias catastróficas en este país en más de una oportunidad. Esta subjetividad sufre de una suerte de Alzheimer generalizado.
 
“La finalidad es conquistar el corazón y el alma, la economía es el método” para esa conquista. El objetivo de Margaret Thatcher (autora de esta frase) se cumplió holgadamente. Sentimos y pensamos, actuamos, soñamos y padecemos de acuerdo a un magma simbólico dominado por lo central del mismo: la economía. “No hay alternativa”.
 
Esto se complejiza en una cultura digital, cuya presencia e incidencia en la psique es determinante, por masividad, vertiginosidad y diversidad de dispositivos: estamos todo el tiempo conectados. Y en las redes digitales (en las que estamos atrapados) están los trolls, los haters, los algoritmos, la IA, las fake news... El Yo (Je) se ve afectado en funciones indispensables para sostener un pensamiento crítico: memoria, atención, juicio de realidad, etc. Pero, además, es un medio traumatizante porque la cantidad de estímulos que recibe la psique es improcesable, afectando la función de ligadura del Yo, que es central y previa a cualquiera de las funciones mencionadas.

 El dogma liberal-libertario

 
El neoliberalismo fue dando paso a algo que posee enorme actualidad: el dogma liberal-libertario asociado a las ultraderechas. Otro mundo.
 
"Soy el primer presidente en la historia de la humanidad liberal libertario". Esta fue la presentación de Milei cuando fue electo. Debemos detenernos en esta frase. Es una frase total, absoluta, que ubica en un lugar de excepción a quien la enuncia. Un rey, un Papa, por ejemplo, son excepciones, no hay nada por encima de ellos. Y en este caso, se corresponde con una Idea. La del régimen liberal-libertario. Y es total porque el líder de LLA transmite que no va a aceptar disidencias respecto de dicha Idea. De un lado los"argentinos de bien", es decir, aquellos para quienes va a gobernar. Y del otro lado...
 
Toda Idea total, cerrada sobre sí misma, que no admite cuestionamientos, es una idea que pertenece a regímenes totalitarios. Lo totalitario no admite contradicciones, cuestionamientos ni conflictos, no acepta interrogarse a sí mismo. Esto no necesariamente implica el advenimiento de un régimen totalitario, pero puede ser un germen del mismo.
 
 La ley liberal-libertaria

El ideario liberal-libertario obedece a una ley, que es la de los números, por lo que lleva al extremo una forma de vida que consiste en reducir ésta a aquéllos. Una lógica pobre y al mismo tiempo depredatoria que produce una vida invivible. Entre otras cosas instala el temor a poder ser prescindible --a dejar de contar--, a quedarse sin. Sin lo que sea. La psique que se ve inundada por la realidad de los números envueltos en un fárrago de informaciones numéricas inasimilables. Cuanto más se haga presente esa realidad, menos posibilidad puede haber para la realidad psíquica: imaginación, fantasmas, asociaciones, sueños, etc. El realismo capitalista (Mark Fisher) implica el acotamiento de eso con lo que los psicoanalistas trabajamos: la realidad psíquica. Poniendo en riesgo su salud. Y --como sostuve--, genera la caída del pensamiento crítico. El citado Wilhelm Reich, preguntándose respecto de cómo era posible que un discurso absolutamente irracional (refiriéndose al de Hitler) consiguiera el apoyo igualmente irracional de buena parte de la población, sostuvo que eso nada tenía que ver con condiciones objetivas, sino que el nazismo --su discurso-- contaba con un fuerte componente emocional “que no se sostiene con argumentos racionales”. Es decir, y por lo dicho hasta aquí, la ausencia de pensamiento crítico, la identificación alrededor del odio y del desamparo, hacen abrazar un discurso mesiánico cargado de falacias. Ya que ello ubica a un enemigo (los que no son “hombres de bien”) contra el cual dirigirse y adquirir identidad, y genera además una sensación de amparo alrededor de la figura del líder, que en este caso apela a un discurso cargado de certezas incuestionables y apelando a elementos religiosos y místicos.

 
Entonces, el estado de la subjetividad ha sido una de las determinaciones más importantes que nos ha llevado a esta nueva y probablemente obscura época, dado la presencia de la pulsión de muerte, apreciable en los discursos cargados de odio en las redes, la calle, los medios, y en el discurso de LLA. Pulsión que identifica a los odiadores y fragmenta a la sociedad. Pudiendo llevar a la extinción de la forma de vida en común conocida hasta ahora. Es necesario, por lo tanto, analizar tanto a la subjetividad como a las significaciones que le dieron lugar. Y crear condiciones subjetivas y colectivas (indisociables) para el retorno del pensamiento crítico. 
 
Yago Franco es psicoanalista y escritor. Miembro del Colegio de Psicoanalistas.