La hazaña que el
ajedrecista nacido en Varsovia, nacionalizado argentino a los 29 años, logró en
San Pablo el 25 de enero de 1947.
Por Juan José Panno
“CorrÃa 1924. Mi papá,
que entonces tenÃa 14 años, fue de visita a la casa de un compañero. Lo recibió
el padre, un violinista de la Filarmónica de Varsovia, quien le informó que su
hijo habÃa ido a la farmacia a comprar unos medicamentos. El hombre estaba
engripado y terriblemente aburrido. Mientras aguardaban el regreso del hijo le
preguntó si sabÃa jugar al ajedrez. Mi papá dijo que no y el violinista
contestó de mal modo. '¿No te da vergüenza? Un chico tan inteligente no puede
ser tan ignorante. Acercame el tablero que te enseño'. Por cortesÃa tuvo que aceptar.
Le indicó el nombre de las piezas, el movimiento y el valor de cada una y
jugaron unas pocas partidas. Salió entusiasmado y se compró un libro de
ajedrez, en francés. A la semana siguiente le daba a su maestro una torre de
ventaja".
Ese texto marca el
comienzo del exquisito libro Najdorf por Najdorf, que escribió una de sus
hijas, Liliana, alguna vez estudiante de periodismo, quien embellece con su
prosa cientos de anécdotas de todo tipo y revela intimidades de lo complejo que
fue estar cerca de ese hombre que “más que comer devoraba y más que amar
adoraba”.
Nacido en Varsovia, en el
seno de una familia judÃa, Mojsze Najdorf tenÃa 29 años cuando el inicio de la
Segunda Guerra Mundial lo sorprendió en Buenos Aires hacia donde habÃa viajado
como representante de Polonia para participar de la Olimpiada de ajedrez. Se
nacionalizó argentino, pasó a ser Miguel sufrió por las grandes pérdidas
afectivas y armó, de a poco, una nueva familia.