Por GABRIEL
FERNÁNDEZ *
Es cierto lo que dije
anoche: el título grande debería ser Héctor Magnetto, a través de Natacha Jaitt
en el programa de Mirtha Legrand que se emite por Canal 13, involucró al Papa
Francisco como cómplice de pedofilia.
La gravedad y la
miserabilidad del Grupo Clarín en su conjunto, con sus jefes y voceros, con sus
organizadores y amigos, queda señalada. Sin embargo, El Mal a varias bandas que
se buscó con esa acción psicológica es supremo y vale consignarlo.
La intención estratégica
es dejar en el sustrato mental argentino la idea de “en todos los clubes sucede
esto” como se afirmó livianamente en cámaras. Sin pruebas y sin datos se busca
desmontar el brillante trabajo masivo sobre los pibes del país en las
divisiones inferiores.
Productores de la
industria cultural más rentable del mundo, miles de técnicos, seleccionadores,
profesores, quedan sumidos en la sospecha; y decenas de miles de chicos
humildes que van pasando de división a división, emergen a las ligas
mayores sospechados de haber concedido al abuso para desplegarse.
La estulticia de la
“denuncia” se asienta en la infamia destructiva de quienes pretenden quebrar
los clubes como formas organizativas populares para instalar la presunta
“seriedad” de las Sociedades Anónimas, donde “estas cosas no pasarían”.
Al igual que las
“informaciones” sobre violencias e irregularidades en las escuelas públicas, que
damnifican el prestigio de docentes que contienen sobre sus hombros los más
diversos problemas sociales que recaen sobre los pibes, se busca desestructurar
las instituciones que el pueblo va creando para subsistir, educar, mejorar.
La campaña lanzada sobre
Independiente tiene como objetivo simultáneo golpear sobre Hugo Moyano,
presidente del club, que ha asumido posturas opositoras al gobierno nacional.
Justo tras el primer período de gestión, en el cual el jefe camionero ordenó
una entidad desmadrada y confusa, y la repuso en el primer plano internacional.
Las divisiones inferiores
del fútbol argentino son desconocidas para periodistas y opinión pública en
general. Con todas las excepciones que se puedan hallar en cualquier
institución, son valiosas casas de formación y desarrollo de niños de todo el
país. Más allá del puñado que arriba a la primera división, todos los que han
pasado por las inferiores saben lo que digo.
Esas casas de formación
son sostenidas por los asociados de las entidades, que eligen –gusten o no- las
autoridades de sus clubes. Es un círculo virtuoso en el cual la comunidad
brinda su aporte para que sus pibes tengan un lugar de esparcimiento que se
combine con el aula tradicional.
La “denuncia” echada a
rodar sin borde moral alguno enlaza con una franja profundamente hipócrita de
la sociedad, que pretende barrer bajo la alfombra las estadísticas reales del
Ministerio de Justicia a las que tuve acceso: la mayor parte de los abusos a
menores suceden en los hogares y los provocan familiares.
Es hora de romper de una
buena vez el sentido común liberal que transita este país sobre temas bien
sensibles: las calles, las escuelas y los clubes son mucho más seguros que
algunas casas familiares a puertas cerradas y con silencios hondos. A menos que
en esos espacios públicos irrumpa la policía para poner todo en “orden” y la
violencia se generalice.
Esta movida es de una
gravedad intensa y de una malevolencia difícil de describir: El Papa, Moyano,
los clubes sociales, la industria cultural y sobre todo, nuestros pibes, son
los afectados.
Ahora, empezarán a
circular versiones en el mismo tono de aquellas que se repetían sobre “no sabés
cómo saca la plata La Cámpora de los ministerios… me contaron que…”. Esas
mentiras para zonzos dirán “si, me enteré de un pibe en el club… resulta que el
entrenador…” y así siguiendo. En el mismo tono, una versión que la otra, para
que el boludo se haga el informado.
Cada vez que hacemos un
país, vienen ellos y lo rompen. El tema divisiones inferiores es una demostración
nítida de esta verdad.
·Director
La Señal Medios / Sindical Federal / Area Periodística Radio Gráfica
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