VIERNES
29 DE NOVIEMBRE DE 2019
POR PEDRO PATZER
El poeta Miguel Hernández había logrado mirar el
alma de la vida, de una manera tan libre, que al morir no pudieron cerrarle los
ojos. Y eso que falleció en prisión.
Los videntes griegos, los que conseguían vislumbrar
el destino de su pueblo, paradójicamente, eran ciegos.
Una creencia del siglo XIX, en Francia, indicaba
que sólo los ciegos lograban afinar impecablemente un piano. Decían que
conseguían alcanzar cierto color secreto de la música.
El ciego Borges recordaba que Demócrito de
Adbera, se había arrancado los ojos para pensar, de manera que no estorbara en
sus meditaciones la contemplación del mundo externo.
En Chile, los propagadores de la oscuridad les
dispararon a los ojos de cientos de personas. Estos criminales ignoran que los
que sólo ven, tiene su canto solitario encerrado en una jaula, sin
embargo, los que miran comparten sus cantos en el bosque de la historia.
Los que mañana vengan cantando, jamás dejarán de
entonar aquellas miradas de un mundo mejor.
*PUBLICADO EN DIARIO REGISTRADO
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