07 julio 2013

SOBRE LA CONSTRUCCIÓN POLÍTICA





Hay muchas frases de Perón referidas a la construcción política en sus aspectos pragmáticos. Una de las más conocidas, es que el criollo hace su rancho con paredes de barro y bosta y después lo convierte en un nido de amor. Otra es aquella en que decía que muchas veces abrazaba a quien le gustaría darle una patada y le pegaba una patada a quien quisiera abrazar. Otra clásica es que le gustaría rodearse sólo de los buenos, pero éstos son muy poquitos y no alcanzan para llegar al gobierno. “Un buen político, sostenía el General, es aquél que cuando uno lo encuentra en la mitad de una escalera, no se alcanza a percibir si está subiendo o si está bajando.”
El tres veces presidente, el hombre que dividió el siglo XX en la Argentina en un antes y un después de su irrupción en la historia, realizaba, más allá de las frases realistas e ingeniosas, una política de acumulación hacia su movimiento, en todo lo que era posible  y de fragmentación de las filas adversarias. Cristina Fernández y el kirchnerismo en general, realizan con eficacia la división de la oposición. Pero en materia de acumulación su praxis es diferente. Demasiadas veces deja en el camino a seguidores que con un poco de cintura los mantendría en ubicaciones secundarias de la organización y evitaría  alimentar el engrosamiento de los adversarios.
Se recuesta en la agrupación juvenil de La Cámpora, en el movimiento de base social Evita, en las demás conformaciones que integran Unidos y Organizados, y en las organizaciones de derechos humanos. En buena parte de su recorrido, Cristina Fernández parece un vehículo con todas sus marchas pero que pareciera prescindir de la marcha atrás. Eso es muy confiable y positivo cuando se emprenden tareas tan arduas y difíciles como el enfrentamiento con Clarín, pero puede conducir a callejones sin salida si se decide prescindir en todo tiempo y lugar de lo que en las películas mal dobladas se conoce como reversa.
En el escenario electoral que se avecina, potenció candidatos territoriales con acento en las intendencias, manifestando un pragmatismo en las listas electorales hasta ahora poco exhibido, junto a olvidos injustos e innecesarios. Pero básicamente permanece incólume el pensamiento de Ernesto Laclau sobre los nuevos actores sociales en los movimientos nacionales y populares. En esa matriz de pensamiento, la clase obrera permanece en un segundo y lejano plano.

DESCONOCIMIENTO 


El autor de esta nota reconoce sus déficits, su desconocimiento, en diferentes aspectos del vasto saber humano. Me gusta la pintura pero carezco de los elementos para una evaluación crítica de una obra considerada maestra, como “El grito” del noruego Eduard Munch, de 1897, donde un hombre en la campiña, cercano al fin de la tarde, se agarra la cabeza, y con su boca abierta en forma extrema, emite un grito desgarrador. Sostiene José Pablo Feinmann:  Como fuere, su grito provoca no terror ni pánico, sino una angustia insidiosa, penetrante en quien lo mira. La historia humana es un desfile de calamidades y cada una de ellas merece su correspondiente grito. Pero Munch es noruego. Y ahí, en Noruega, las puestas de sol son estremecedoras. Munch mismo confiesa que –durante un crepúsculo– iba con dos amigos por la campiña y, al caer el sol, un rojo intenso se adueña del cielo. También del espíritu hipersensible de Munch. Sus dos amigos continúan caminando como si nada, pero él queda petrificado. Sus dos amigos no eran artistas. Eran, por tanto, incapaces de advertir el horror de ese rojo sangre que caía sobre el mundo.  Me arriesgaría –entonces– a decir que eso que el hombrecito de Munch avizora es el futuro. No es la Revolución Industrial. No es el hambre de los proletarios. No son las matanzas a que fueron sometidos los rebeldes de la Comuna de París. El hombrecito de Munch ha dirigido su mirada hacia el siglo XX.”
Tampoco comprendo qué es lo extraordinario de “La fuente” de Marcel Duchamp, de 1917, que consiste simplemente en un mingitorio. “Las 500 personas más poderosas del arte británico "entre curadores, críticos, y artistas" eligieron a “La Fuente”,  como la obra de arte más representativa del siglo, relegando a un segundo puesto a “Las señoritas de Avignon”, de Pablo Picasso. Simon Wilson, ex curador de la Tate Gallery, elogió la famosa obra de Duchamp de este modo: "Es una pieza que amo. Tiene todo: es rica en metáforas; es escatológica; rompe con las convenciones sociales y es muy, pero muy, provocativa.”    
En literatura, un especialista del cuento corto, cortísimo, es el guatemalteco Augusto Monterroso. Una demostración de su notable talento, recuerdan los críticos, es este cuento, el más breve que se recuerde: Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí.” Clemente, el notable personaje del dibujante Caloi, sostenía que “a los que corren haciendo footing, les faltaba argumento”; este famosísimo relato corto parece atravesado de la misma  carencia.”

SNOBISMO


A los legos nos resulta complicado poder desentrañar si estamos en presencia de una genialidad artística o de una tomadura de pelo consagrada por la crítica con los pergaminos de una obra maestra.  Conrado Nalé Roxlo, que hacía humorismo con el pseudónimo de Chamico,  revela, con una ironía implacable, cómo el snobismo puede ser una de las múltiples caras de la estupidez; se llama “La nueva escuela”: “Era un gran poeta que vivía en un huerto de laureles plantados por la admiración de sus contemporáneos. Tan tupida era aquella floresta de la gloria que el poeta no podía ver el espectáculo de la calle, que, por otra parte no existía, pues las autoridades desviaban el  tránsito para que los ruidos no lo molestaran en la contemplación de las nubes, que era cuanto necesitaba ver. El Baedecker de la ciudad decía que al pasar sobre su casa las nubes tomaban las formas más caprichosas y bellas, lo que atraía gran cantidad de turistas que veían o no el prodigio según el grado de sensibilidad.
Gozaba en vida de tanta gloria como si ya se hubiera muerto. El Instituto Gallup había calculado que por cada 154 sílabas imantadas por su inspiración (que son las que contienen un soneto decente) se escribían 473 páginas y media de crítica, toda elogiosa. Pero el gran poeta era muy distraído, posiblemente porque siempre estaba papando consonantes, y así cada salida le costaba un paraguas. Digo mal, no le costaba nada, pues el que lo encontraba, se apresuraba a guardarlo como reliquia y enviarle uno mejor. Él no se daba cuenta del cambio y agradecía la devolución con una esquelita. Pero dentro del perfecto régimen de distracciones en que se movía, la esquela se la mandaba a otra persona. Estos agradecimientos de contramano daban un cierto sabor de aventura, azar y misterio que sentaba muy bien a su poesía y permitió a los críticos, exégetas y psicólogos escribir páginas sutilísimas sobre el paragüismo. Einstein, que siempre tiene respuesta para todo, soltó una fórmula tan exacta y deslumbrante que se creó un instituto para interpretarla. Bernard Shaw, también consultado por una agencia internacional, se limitó a decir que el gran poeta era muy distraído, chiste que fue ampliamente celebrado.
Pero era más distraído que todo eso, pues con harta frecuencia se olvidaba de poner las correspondientes consonantes en las puntas de sus maravillosos versos. En esos casos el director del diario o revista que los recibía tomaba el teléfono y, con el respeto debido a su genio, le decía:
-          Maestro, se ha olvidado usted de las consonantes.
-          ¡ Qué cabeza la mía! exclamaba él, y le daba por teléfono cantidad de consonantes suficientes para que el poema saliera como Apolo manda. Y jamás cometió un error. Era un mimado de las musas
Pero un buen día, sin decir agua y jabón van, se metió en el asunto su lavandera, oficiando sin proponérselo de décima musa. Le dejó sobre la mesa donde se amontonaban sus borradores una cuenta de lavado y planchado. Llegó el poeta impresionante de inspiración y tan distraído como inspirado,  y firmando la cuenta la mandó a una revista literaria.
Al rato sonó el teléfono:
-          Maestro, faltan las consonantes.
-          ¡ Por Mnemósima, madre de la memoria! – exclamó el vate- ¿Cuántas consonantes faltan?
-          Todas, y son tantas.
-           Allá van.
Y allá fueron. El poema apareció con una ilustración onírica y surrealista, muy puesta en razón, y comenzaba así:
Siete camisas, amor
Dos calzoncillos, jardín,
Siete pañuelos, violín…..
Tres camisetas, ¡ dolor!
Los críticos se desencuadernaron escribiendo elogios. Treinta y siete academias pidieron para él el premio Nobel. Ciento de recitadoras tomaron apresuradamente trenes y aviones para difundir la buena nueva con los correspondientes ademanes. Se agotaron los catálogos de las tiendas, pues jóvenes poetas ansiosos de ponerse a tono buscaban prendas adecuadas para poetizar. Surgió, como no podía menos surgir, la polémica entre los partidarios de la lencería y los energúmenos de la bonetería. Terciaron, naturalmente, los eclécticos sosteniendo que eran compatibles la camiseta de doble frisa con la camiseta de seda natural. Los clasicistas abogaron tímidamente por la restauración del peplo. Al grito de ¡ pasatistas! Se ahogó su voz con una tricota.
En fin, fue un jaleo como el estreno de “Hernani”, pero adaptado al ritmo violento de nuestra época.
Cuando el poeta se enteró del escándalo, quiso aclarar el error, rectificar la cuenta del lavado para darle el bajo lugar que le correspondía, pero se habían acumulado ya tantos estudios, tantos argumentos, tantas conferencias, que no le habría bastado la vida para rebatirlos. Además, ¿cómo decir de verdad sin ofender a sus devotos y exaltados admiradores?
¡Imposible! Se resignó a ser el creador de una nueva escuela de la que no entendía una flauta de Pan. Pero a fuerza de leer los argumentos de los teorizadores y los poemas de sus discípulos, la luz se hizo una vez más en su mente privilegiada, y un día se sentó a escribir, trémulo de emoción:
                                         Un par de medias, destino……                  
     
CONSTRUCCIÓN DE HEGEMONÍA


En una nota del antropólogo Alejandro Grimson, publicada en Página 12 el 23 de abril puede leerse: “Si la política fuera simplemente la implementación del propio ideario una vez que ha sido elegido para gobernar, sería un juego de niños. Pero si existe el tiempo, la construcción de alianzas, la “muñeca política” y muchos otros detalles es porque la construcción de hegemonía nunca se clausura. Es siempre un fenómeno abierto, nunca se arriba a una situación definitiva. Podés ganar las elecciones por el 70 por ciento, pero mantener un nivel alto de apoyo implica habilidad política a lo largo de un proceso complejo, cambiante, repleto de imponderables. No se puede gobernar sólo con convicciones, con voluntad ni con compromiso ideológico. Se gobierna construyendo espacios de sustentación que, por más grande que sea el apoyo logrado, busquen trascenderlo. Incluso si al intentar amplificarlo sólo se lograra preservarlo. El diálogo o las búsquedas de consensos no son actos que se declaran porque suenan bonito. Son necesarios porque en su completa ausencia hay una renuncia a la disputa por ampliar las propias bases, por ampliar la frontera de personas y grupos que se pueden interpelar. El desprecio hacia el diálogo y la negociación es desprecio hacia la política como tal. Siempre el riesgo es instalación de una lógica ajena a la política, que crea que se construye poder vociferando sobre los adversarios cuando se construye poder con éxitos reales de gestión y con acuerdos políticos que amplíen (o preserven) los apoyos…… Muchas veces en el último año ha parecido que el Gobierno creía que con un apoyo tan amplio y una oposición tan débil podía darse el lujo de no construir hegemonía. La base social de la oposición crece sin menguar su fragmentación. Las lecturas que buscan menospreciar esa intensificación anuncian que sus efectos electorales serán reducidos. Es realmente absurdo creer que la legitimidad política se congela en un resultado electoral y no es un proceso abierto. Si así fuera, la presidencia de Néstor Kirchner no habría sido testimonio de una dinámica de creciente legitimidad desde votos escasos.
Hasta hoy, el único proyecto de la oposición es el antikirchnerismo. Pero la política es dinámica y sería difícil que, si no se modifican cuestiones cruciales, no existan sectores concretos que capitalicen ese malestar. El temor más profundo, claro está, es que estrategias equivocadas socaven las bases de sustento de logros decisivos que deberían ya considerarse avances de la sociedad argentina. Conociendo nuestra historia es razonable el temor de que un gobierno de otra orientación pretenda desarmar velozmente esos logros.”
La política electoral consiste en aglutinar a los seguidores y tratar de seducir, convencer o neutralizar a los indecisos. En el terreno resbaladizo de los dudosos de las clases medias se encuentra el grupo de electores a los que hay que sumar a las filas para superar el 40%. Eso implica el propósito de volar hacia el techo y evitar quedar circunscripto  en el piso propio consolidado.  

SOBRE LA CONSTRUCCIÓN POLÍTICA
La fragmentación de la oposición, un archipiélago de referentes que no trascienden a nivel nacional, permitirán disimular errores en la construcción política del gobierno que disminuirá significativamente sus votos a nivel nacional, perdiendo posiblemente casi todos los clásicos (los cinco distritos que abarcan el 70% del electorado) pero totalizando una cifra total mayoritaria por presencia en todos los distritos. No existe en esta ocasión, como en el 2009, una oposición principal a nivel nacional a la cual el kirchnerismo le ganó por un margen estrechísimo.
Es cierto que las tácticas se miden por sus resultados y el triunfo oculta las fallas. Siendo Scioli y Massa dos visiones parecidas entre sí pero diferenciadas y hasta contrapuestas del mejor kirchnerismo, que convivieron a lo largo de la década en su interior, parece haber sido excesivamente arriesgado el estrangulamiento financiero y los fuertes apercibimientos públicos al gobernador y no haber echado el resto para mantener a Massa cuatro meses más en el Frente para la Victoria, lo que posiblemente habilitaba un panorama diferente de cara al 2015. Obtenida una victoria por un porcentaje superior al 40%, quedaban dos años de tránsito de un camino siempre difícil, pero con tiempo suficiente para los arreglos de cuentas que resultaren necesarios. Por otra parte ciertos señalamientos ideológicos diferenciales justos con relación a Scioli y Massa se omiten con relación a Gildo Insfrán, José Luís Gioja o Juan Manuel Urtubey, para no entrar en consideraciones acerca de intendentes del conurbano como Raúl Othacé.
Estos comentarios lo he realizado reiteradamente en el programa radial EL TREN que conduzco con Gerardo Yomal. En el mismo, el martes 2 de julio, en una entrevista que le realizamos al analista político Mario Wainfeld, el mismo expresó, refiriéndose al kirchnerismo (aunque personalmente lo atribuiría fundamentalmente  al cristinismo) : “Posiblemente le falte hectolitros de café y toneladas de asado.” La proximidad entre la presidenta, sus operadores,  militantes  e intendentes, tiene una lejanía que debilita los lazos interpersonales y las lealtades.        
Por la forma que se han delineado  estas elecciones legislativas son mucho más un plebiscito de la gestión presidencial que una renovación legislativa.
Posiblemente el equivocado sea yo. Que no comprende la genialidad en los casos mencionados  de Munch, Deschamp y Monterroso, ni tampoco los aciertos de la construcción política presidencial. Pero prefiero señalar algunas dudas, y no hacer el recorrido de los críticos elogiosos del poeta distraído que atiborraban de adjetivaciones superlativas algo que no comprendían y que al mismo tiempo consideraban notable.

8-07-2013      
Todos los derechos reservados. Hugo Presman. Para publicar citar fuente.

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3 comentarios:

  1. Muy bueno.
    Vengo machacando con cuestiones similares hace tiempo ya. Desde el mismo día siguiente al de las PASO/2011, diría.
    Muy buena la frase de Wainfeld.

    Saludos.

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  2. Muy buen compañero. Vengo sosteniendo que Cristina ha llevado adelante grandes aciertos estratégicos como la reestatización de YPF, la reforma a la Carta Orgánica del Banco Central y el plan PROCREAR, pero ha mostrado una gran torpeza en la construcción política y social.

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  3. "...donde un hombre en la campiña, cercano al fin de la tarde,.." No, está en un puente sobre un río.

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