La
escuálida manifestación realizada el 19 de diciembre por todo el arco opositor,
magníficamente descripta por Horacio Verbitsky en Página 12 (1), inoportuna
hasta en el día elegido, la condena a prisión perpetua de Jaime Smart, ministro político del gobernador de la provincia
de Buenos Aires Ibérico Saint Jean durante la dictadura establishment- militar,
el procesamiento por delitos de lesa humanidad de Pedro Blaquier, emblema del
poder económico, la recuperación para el estado del predio de la Sociedad
Rural, tan simbólico como la expropiación del diario La Prensa durante el
primer gobierno peronista, ha producido un evidente malestar cercano al temor
de aquellos que constituyen lo que el ensayista Alejandro Horowicz denominó una
clase dominante pero no una clase dirigente. Invocarán inseguridad jurídica pero
los que los alarma es la inseguridad política.
El
peronismo ayer, el kirchnerismo hoy, sólo se ha propuesto un desarrollo
capitalista para nuestro país, con fuerte presencia del estado, distribución
progresiva del ingreso, reivindicación de los derechos de los sectores
populares. Eso para los sectores dominantes constituye una transformación
inadmisible. Los agropecuarios predican un librecambio demodé que implica un
estado sólo necesario para garantizar sus propiedades y ganancias. La burguesía
nacional, nacida tarde y dependiente, está alienada históricamente a la
ideología agropecuaria, por lo suele tener una tendencia inadmisible al
suicidio. Franjas de clase media que posan de ilustradas, sufren de un
colonialismo cultural que la colocan en el penoso lugar de ser la masa popular
de los intereses dominantes.
Ante
ese núcleo duro, los gobiernos populares, con limitaciones e insuficiencias,
tienen que implementar políticas nacionalistas que son rechazadas con denuedo.
Todo
esto se pudo observar descarnadamente a lo largo del año que concluye.
Cercana
a la Navidad, la respuesta han sido los saqueos a los supermercados y negocios
planificados con meticulosidad. El gobierno ha mejorado la distribución del
ingreso pero quedan grandes islas de pobreza e indigencia, jóvenes entre 15 y
24 años imposibilitados de ingresar al mercado laboral sobre los cuales solo
una fuerte presencia estatal con políticas de capacitación puede producir la
revolucionaria medida de convertirlos en ciudadanos con plenos derechos.
La
desigualdad es una fuente de violencia mucho más potente que la pobreza misma.
Los
saqueos no tienen punto de comparación con los del 2001, donde la pradera
entera estaba predispuesta para el incendio. Hoy hay redes de contención y una
situación económica y social general muy diferente.
Pero
en el territorio de la desigualdad y la pobreza, fomentar el fuego produce
algunas llamas aunque no el incendio que sus ejecutores pretenden.
El
gobierno ha efectuado imputaciones al voleo sobre los presuntos responsables,
reiteración lamentable de otras denuncias sin sustento realizadas en años
anteriores sobre hechos de diferente
intensidad social.
El
año termina con resplandores y sombras. El avance de los primeros, es el único
camino posible para la sustentabilidad de lo realizado. Abordar la reforma impositiva, el monopolio del
comercio exterior, una revolucionaria política en materia de transporte, salud
y educación, disipará toda posibilidad de los segundos.
22-12-2012
Todos
los derechos reservados. Hugo Presman. Para
publicar citar fuente.
Extravagancias
Por Horacio Verbitsky
“El acto de ayer en Plaza de Mayo fue uno de los
episodios más extravagantes que la política argentina ha producido en años, lo
cual no es poco decir. La mezcla de opuestos que participaron hubiera requerido
un acto de ilusionismo antes que una conducción política para simular alguna
congruencia. Conciliar en un todo coherente a los trabajadores de servicios
mejor pagos del país, como petroleros y camioneros, con los estatales que
padecen un retraso de sus remuneraciones; a las dirigencias patronales de
rentistas agropecuarios que alquilan sus campos en dólares con los trabajadores
precarios que los maoístas de la CCC organizan en los barrios; a los elegantes
caceroleros que consideran un atentado a la libertad la restricción para
atesorar divisas en el exterior con las diversas banderías de la paleoizquierda
que reclaman la estatización del comercio exterior y la banca; al filósofo de
la cleptocracia Luis Barrionuevo con el cineasta de la resistencia Fernando Solanas;
al vicepresidente de YPF, Guillermo Pereyra, con los ideólogos de la revolución
permanente solo en la universidad; al epítome de la derecha duhaldista Jerónimo
Venegas con la enfermera trotskista Vilma Ripoll; al oportunismo profesional de
los libres del sur con el principismo republicano de Ricardo Alfonsín, mezclar
tanto aceite y tanto vinagre en una ensalada completa es una tarea que excede
las posibilidades de Hugo Moyano. No basta con citar a Perón, que ni él podía
tanto.
Pero hubo cumbres del grotesco, comenzando por la
elección de la fecha, en la que la dirigencia radical sólo debería hacer acto
de contrición y decidirse de una vez a pedir perdón por la masacre con que se
despidió su último gobierno, hace once años, con cinco muertos en la Capital y
otros treinta en el resto del país, en aplicación de un estado de sitio ilegal
que nunca declaró el Congreso. Y siguiendo por el discurso de Moyano, con
reivindicación sindical de derechos laborales pero propuesta político
partidaria y electoral, en la que es imposible que coincida la forzada amalgama
a la que recurrió para que no pudiera medirse hasta qué punto ha menguado su
poder de convocatoria.
Al hablar de los jubilados rindió homenaje a una
mujer de 95 años que, según dijo, sólo cobraba 1800 pesos mensuales, más la
pensión de su esposo. La señora vive en una casa construida con un crédito del
Banco Hipotecario Nacional y tiene la suerte de que sus tres hijos puedan
ayudarla, dijo el camionero. Recién al terminar el párrafo aclaró que se
refería a su mamá. La propaganda oficial nunca logró una mejor descripción de
los logros gubernativos, con la actualización bianual de jubilaciones y
pensiones por encima de la inflación y con una situación laboral en la que los
hombres tienen buenos trabajos y pueden darles algunos gustos a sus madres
viudas. Sólo el extravío del sentido de la realidad puede presentar este feliz
caso como un ejemplo dramático. Lo mismo vale para sus ironías sobre el
compromiso de CFK con los derechos humanos a la misma hora en que la Justicia
condenaba a prisión perpetua al ex ministro Jaime Lamont Smart, el primer civil
sentenciado por crímenes de lesa humanidad, como muy bien destacó el portal de
La Nación.
¿Qué habrá pensado al oírlo Pablo Micheli, que
participó en algunos de los centenares de rondas frente al Congreso durante la
década en que las jubilaciones estuvieron congeladas y que culminó con la
reducción de un 13 por ciento de su valor nominal, junto con el de los sueldos
estatales? Antes de Moyano, el dirigente que está perdiendo el control de ATE
(ya fue derrotado en las seccionales del Litoral y el plenario de delegados de
Capital se rehusó a seguir su inconsulta convocatoria sin practicar la
democracia sindical que pregona) anunció próximos paros y movilizaciones. Si cumple
su promesa, no hará más que fortalecer a un gobierno que, por contraste, sabe
qué intereses populares defiende y hacia dónde se propone seguir avanzando.”
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