Comenzó
con la importante concentración del domingo 9 de diciembre, caracterizada por
una concurrencia que atravesaba a todas las clases sociales. Un clima de
alegría, sin broncas ni odios, una verdadera fiesta popular. Muy lejos de los
rostros crispados, las consignas duras, la bronca a flor de piel de las
protestas opositoras. A 38 años de la muerte de Arturo Jauretche, que se murió
un 25 de mayo de puro patriota que era, sigue consolidando la calificación del
más importante sociólogo argentino, sin haber nunca cursado esa carrera. Decía
el autor de “Manual de zonceras argentinas”: “Los pueblos no
odian, odian las minorías. Porque conquistar derechos provoca alegría, mientras
perder privilegios provoca rencor”. En la Plaza de Mayo del día 9 habían
concurrido muchos ciudadanos de los sectores populares que no olvidan la situación penosa que
pasaron cuando la Argentina implosionó.
Son los que hoy tienen trabajo, como asalariados o con
mini emprendimientos, los que han podido jubilarse, los argentinos que hoy no
necesitan acudir al comedor escolar; los que son los primeros universitarios de
familias del conurbano que sólo soñaban con la posibilidad de llegar a estudios
terciarios. Los jóvenes que encontraron
en la política un lugar para proponer una sociedad más justa. Los que pudieron salir del placard y no temer
por proclamar su identidad sexual. Las mujeres que sienten orgullosas de que
una de ellas sea presidenta y las represente.
Son los que tienen la memoria
fresca para no ser ingratos. Recuerdan que Néstor Kirchner tuvo menos
votos que los desocupados de entonces y sin saberlo intuyen una precisa frase
de Alberto Guerberof, un dirigente de la
izquierda nacional muerto hace unos años que sintetizó: “Kirchner se coinvirtió
en un presidente sin partido, de un país sin estado.”
En las manifestaciones opositoras hay reclamos justos
como los de la inflación o la inseguridad, pero otras, como las dificultades
para acceder al dólar o la necesidad de
justificar sus ingresos para comprar una propiedad, lo llevan a consignas
absurdas como de sentir que viven en una dictadura, precisamente aquellos que
han sido muy beneficiados por las políticas gubernamentales, habiendo superado
largamente el momento angustioso del descenso social.
Están también los que expresan bronca y angustia por
la inexistencia de conferencias de prensa gubernamentales, o levantan la
bandera de “no tener miedo”, precisamente cuando manifestar en la Argentina de
hoy es como ir de picnic.
Situaciones condensadas con precisión hace más de sesenta
años por Raúl Scalabrini Ortiz: “Nuestra ignorancia fue planificada con una
gran sabiduría”.
El ascenso de los sectores tradicionalmente de menores
ingresos produce urticaria en franjas medias, por aquello de: “No basta ser
feliz, es necesario que los demás sean desgraciados.”
Adalides consuetudinarios de la queja, fueron
reflejados con ironía por Enrique Santos Discépolo, en su genial creación de
Mordisquito, estereotipo del ciudadano de clase media eternamente disconforme
con los gobiernos populares. Este es su relato: “En una ocasión había
conocido un excepcional trapecista y decidió invitarlo a Mordisquito. Ambos
fueron al circo. Impacientes esperaron que apareciera el artista. Al final de
la función, apareció el trapecista. Colocó una escalera, sobre ella diez sillas
haciendo equilibrio, sobre la última una mesa, sobre ella una nueva escalera y
colocándose boca abajo, a más de veinte metros de altura, con los pies tocaba
un arpa que colgaba amarrado del trapecio. Discépolo entusiasmado le preguntó ¿Qué
te parece el trapecista? Con su cara
inmutable, con una expresividad helada, Mordisquito contestó: “En otros lados
vi mejores. Además no toca bien el arpa”.
La
promisoria semana continuó con una intervención de la justicia norteamericana
que intenta encarrilar el fallo del juez Griesa sobre los fondos buitres, que
mejora la situación Argentina pero para no hacer estallar la arquitectura del
sistema capitalista que no está dispuesto a pegarse tiros en ambas piernas,
teniendo en cuenta la situación de varios países europeos al borde de la
convocatoria. Griesa le daba a los buitres una situación mucho más favorable
que los acreedores que aceptaron la quita.
La
recuperación de la Fragata “Libertad”, de enorme valor simbólico, fue
enarbolada, entre otros, por quienes se quedan con los símbolos vacíos cuando
fueron los mismos que propiciaron la liquidación del patrimonio nacional.
Volverá a casa sin abonarle un peso a los buitres externos y ahogando el
festejo disimulado de los internos. Martín Redrado y Paticia Bullrich, entre
otros, como es habitual quedaron en situación desairada cuando juntaban fondos
para pagar la fianza que hubiera sentado un precedente muy complicado.
El
fallo del juez Horacio Alfonso, previsible como lo habíamos anticipado a favor
de la constitucionalidad de la ley, es un triunfo inserto en una larga y aun prolongada contienda.
En
el horizonte queda la convocatoria opositora a Plaza de Mayo del 19 D. Es
posible que sea unos de los últimos hechos políticos en un año donde la crisis
se hizo sentir con una intensidad
amortiguada por las medidas adoptadas, algunas de las cuales afectaron algunos
sectores económicos.
Un
año difícil. En la línea del 2008 y 2009. Pero cuando se encamina a pasarle la
posta al 2013, disparó algunos tiros para el lado de la justicia.
17-12-2012
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