La “Alianza para el Trabajo, la Justicia y la Educación” heredaría la bomba de tiempo que habían dejado los dos gobiernos de Carlos Menem. Cumpliría una sola de sus promesas, precisamente la que lo conduciría a Fernando de la Rúa a tener que salir en helicóptero de la Casa de Gobierno: la permanencia del empate monetario cuya prolongación en el tiempo conducía a una gigantesca derrota. La ilusión de igualar un PBI cuarenta veces mayor que otro a través de la ficción un peso= un dólar, después de un tiempo, pasó a ser una traba para las exportaciones y un estímulo para las importaciones. Se había perdido competitividad externa y las pequeñas y medianas empresas carecían de rentabilidad interna. El déficit de la balanza de pagos se cubría con un endeudamiento creciente. En ese 2001, la desocupación y subocupación superaba los ocho millones de personas. Mil personas por día perdían su trabajo. La deuda era impagable. El gobierno había recibido una paliza electoral en las elecciones legislativas del 14 de octubre de ese año. El Partido Justicialista obtuvo para diputados el 37,36% y la Alianza el 15,35%, el ARI un 9,24%, y hubo un buen desempeño de distintas representaciones de la izquierda. En la Provincia de Buenos Aires para senador, Duhalde le sacó 30 puntos de ventaja a Alfonsín.
Había dos señales de alarma que anticipaban lo que ocurriría menos de dos meses más tarde: una concurrencia de apenas el 73%.y los votos en blanco e impugnados alcanzaron casi un 26%. En la provincia de Santa Fe, el voto en blanco superó el 30%
El presidente tendría un análisis superficial y desafortunado de los resultados. Afirmó: “Yo no perdí porque no me presenté. El resultado ha sido previsible, no ha sido una sorpresa. Tampoco
lo consideramos un rechazo fuerte al Gobierno. Sí ha habido muchos votos nulos o en blanco, que es un reclamo a la clase política en general”. Su última consideración era la única que hacía pie en la realidad.
LA ALIANZA: DEL TRIUNFO AL ABISMO
El Frepaso con sus dos figuras principales, Chacho Álvarez y Graciela Fernández Meijide, había conseguido delinear un perfil progresista y cuando formalizaron la Alianza inyectaron en el radicalismo anoréxico y anémico un protagonismo que había perdido desde la firma del Pacto de Olivos. La fórmula presidencial fue la combinación de un candidato conservador y anodino como De la Rúa con la figura en permanente ascenso de Chacho Álvarez. Fue un manotazo desesperado para ofrecer una alternativa al menemismo. Asumieron cuando el país llevaba dos años de recesión. El primer gabinete poblado de economistas, llevó al Ministerio específico a José Luís Machinea que asumía con el resquemor de combatir la inflación que fue el mecanismo con el cual le propinaron un golpe de mercado a Raúl Alfonsín, cuyo Banco Central presidió. En una medida descabellada y recesiva comenzó con un impuestazo y una rebaja de sueldos y jubilaciones con lo cual le echó nafta al prolongado parate económico. La renuncia de Chacho Álvarez por los sobornos a una canallesca ley de flexibilidad laboral debilitó al gobierno política y moralmente. La permanencia de la convertibilidad de la que la sociedad no quería salir, llevaba a que el “progresismo” de la Alianza claudicara cobardemente y el conservadurismo de De la Rúa lo convirtiera en un principio de fe. La mezcla de recesión, debilidad política, convertibilidad y endeudamiento fue un coctel que buscó en Domingo Cavallo, el padre del engendro, el salvavidas salvador. Previamente Ricardo López Murphy había intentado un ajuste que su solo enunciado lo catapultó hacia la salida. La alternativa estaba en negociar una quita radical de la deuda y salir de la convertibilidad e iniciar una política a contramano de la que se venía aplicando. Demasiado para Cavallo que no iba a matar a su criatura, para De la Rúa que vivía en un manto de neblina y para los progresistas cuya audacia habían abandonado apenas llegaron a la Casa Rosada. La suerte estaba echada.
EL PAÍS ESTALLA
Escribe Lucio Di Matteo en su libro “El Corralito”: “19 de diciembre. Falta poco para la medianoche, y la Argentina vive uno de los peores momentos de su historia. Hasta ese momento hay siete muertos confirmados, como resultado de la represión a saqueos y manifestaciones. Todo el gabinete de ministros presentó formalmente su renuncia, aunque algunos de ellos -especialmente Cavallo- no se dan por enterados. Toda la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y gran parte del país, es un concierto de cacerolazos. La clase media argentina ejercita su catarsis de los últimos días: golpear las cacerolas como método de protesta. El estado de sitio anunciado casi a las 23 no calma los ánimos, sino que los exacerba. El argentino que no está desocupado
teme perder su trabajo. El que tenía plata en el banco no puede disponer de ella, y otros cuentan las monedas para viajar o comer……..Los saqueos y cacerolazos ya llevan una semana…En Mendoza, el viernes 14 los asaltantes de dos supermercados se llevan paquetes de arroz, harina y fideos yerba, leche y aceite. Algo similar ocurre en el supermercado Maxi Total de Concordia en Entre Ríos. El sábado 15 y domingo 16, el gobierno provincial de Mendoza comienza a repartir bolsones de comida….un comerciante chino llora desconsoladamente porque le robaron. Se llama Wang Zhao-He, pero en el barrio le dicen Juan…. Mientras las cámaras de televisión toman su llanto desconsolado, los antiguos clientes de Wang o Juan siguen saqueando su minimercado de Ciudadela…” Incluso se intenta asaltar la residencia de Olivos, mientras De la Rúa duerme. El día siguiente las calles del centro de Buenos Aires se cubren de gases lacrimógenos, sangre y muerte. El presidente trata de conseguir el apoyo de los gobernadores justicialistas. Ya es tarde. “Que se vayan todos” es la consigna más coreada. La renuncia precede al helicóptero. El abandono anticipado vuelve a ser el sino de los gobiernos radicales.
El gobierno de la Alianza transitó un camino que empezó con dos muertos en Corrientes, concluyó con 39 víctimas y en el medio su geografía fue el fracaso.
ANÉCDOTAS ILUSTRATIVAS
En enero del 2001, Domingo Cavallo aseguraba que “ la convertibilidad es eterna”.
Su propósito fue salvar a los bancos y ayudar a los empresarios disminuyendo los aportes patronales, con la supina idea de que incrementarían la inversión.
Cuenta Lucio Di Matteo: “Cuando se sancionó la Ley de Déficit Cero, si se leía en detalle, habilitaba hasta la posibilidad de no pagar los sueldos estatales. Enojado, Daniel Marx casi le recriminó- más que preguntarle- a Cavallo: - ¿Vamos a dejar de pagar los sueldos? -Si lo macro no cierra…antes está el pago de la deuda”
En los primeros días de septiembre del 2001, antes del derrumbe de las Torres Gemelas, el FMI adelantó 5.000 millones de dólares y expresó en forma privada que no habría más desembolsos. Oficialmente lo comunicó el 5 de diciembre, dos días después de la implantación del corralito. Desesperado, Cavallo viaja a EE.UU acompañado de Mondino, Baldrich y Marx. Así está relatado en “El Corralito”: “En un FMI casi desierto, los cuatro funcionarios se reunían con Anne Krueger. Los recibía con una actitud que mezclaba el Freddie que lleva su mismo apellido (aunque sea de ficción) y al Capitán Frío. Con la crueldad del primero, aunque no tan explícita, y la gelidez del segundo, les extendía a los cuatro funcionarios un papel con requisitos que el país debería cumplir. Escritos a mano, y en inglés, había una decena de metas económicas incumplibles. Los argentinos se miraron atónitos. Krueger parecía una profesora del secundario extendiendo la prueba a alumnos que se habían llevado una materia previa, y que repetirían el año si no la aprobaban. “ Nos pedía que hagamos un ejercicio teórico para ese fin de semana.
Allí debíamos detallar cómo restaurar el sistema de pagos (es decir levantar el corralito) y recomponer el equilibrio fiscal, dos imposibles entre tantos otros”.
Sobre las particularidades del comportamiento de Fernando de la Rúa, cuenta acerca de una reunión acordada con Bush (estando prácticamente acordada previamente la solicitud para que EE.UU presionara sobre el FMI, para un desembolso de 1.300 millones de dólares) se produce la siguiente situación: “ En el Salón Oval de la Casa Blanca, además de los dos presidentes, se encontraba parte de la plana mayor de cada gobierno. Cuando la media hora pautada estaba a punto de terminar, y De la Rúa se iba en generalidades, Bush avanzó sobre el terreno preparado por Marx y Taylor:
- Dígame, señor Presidente ¿no hay nada más sustancial que le preocupe?
- Sííí- responde De la Rúa
Tras una larga pausa, y cuando todos esperan el pedido de salvataje, agrega:
* La exportación de limones. Hay algunas barreras en su país, y para nosotros es muy importante que se levanten.
El 20 de diciembre, el último de su gobierno y mientras el país se incendiaba, el presidente llegó como si nada pasara a las 11 y 50. Mientras la Plaza de Mayo es escenario de una brutal represión, Inés Pertiné, la mujer del presidente, llamó insistentemente a su marido preocupado por su suerte. Como no atendía el teléfono, llamó a un ministro para que lo ubicara. Cuenta Di Matteo: “Este hombre, el último al cual hablará su amigo Fernando antes de subir al helicóptero, corre hasta el despacho presidencial. Encuentra a De la Rúa mirando televisión. Siente alivio. Y también curiosidad. Ojea la pantalla en la búsqueda de alguna cobertura informativa. Pero no, el Presidente elige un género de ficción. Ajeno a las balas, muertos, corridas, gases y saqueos, De la Rúa está mirando dibujos animados”.
A UNA DÉCADA DEL CORRALITO
Pasó hace una década. Cuando la única salida parecía Ezeiza. Cuando había colas para revolver los tachos de basura de los restaurantes. Cuando las embajadas no daban abasto. Cuando la mitad de la población estaba bajo la línea de pobreza y el 35% de los trabajadores desocupados o subocupados. Cuando se hablaba de una intervención de técnicos extranjeros para gobernar el país. Cuando se pensaba en la dolarización y la banca off – shore. Cuando algunos se llevaban las sillas de la playa para “veranear” en los bancos. Fue cuando nacieron los clubes de trueque en un territorio donde se emitían y circulaban 14 tipos de bonos que actuaban como papel moneda.
Pasó hace una década. Cuando los sueños acunados en los setenta se contrastaban con las ruinas de un país que parecía que había sido bombardeado. Cuando los sectores medios y altos que habían encontrado en la convertibilidad y su adhesión a las políticas neoliberales un viaje sin
escalas al primer mundo, se encontraban que las catedrales del mercado que eran los bancos le hacían pito catalán.
Es bueno recordarlo y pensar que diez años después, ese escenario es en buena medida un borroso y doloroso recuerdo.
5-12-2011.
Todos los derechos reservados. Hugo Presman. Para publicar citar fuente.
Ahora le ha tocado a Europa, mas precisamente a Chipre.....
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