La presente nota no tiene por objeto entrar en el debate entre el llamado periodismo profesional o independiente y el periodismo militante, sino señalar que mientras este último aclara desde qué lugar ejerce su profesión, el primero lo oculta tras una falsa fachada de neutralidad y objetividad. El caso más notorio es el del diario La Nación, el que editorializaba el domingo 30 de octubre: “En medios intelectuales y periodísticos va creciendo una inconsistente polémica en la que se contrapone el periodismo a secas con un denominado ““periodismo militante””, vinculado con la aparición, al amparo oficial, de meros propagandistas de los actos del Gobierno, sostenido económicamente por las autoridades. Se trata de una controversia lamentable y falaz, por cuanto no puede concebirse un periodismo militante, dado que ambos términos resultan contradictorios y excluyentes. Ningún periodismo puede militar en ningún bando, salvo en la búsqueda de la verdad y su transmisión a la sociedad. Cualquier otra militancia convierte al periodismo en otra cosa. En propaganda o en comunicación partidaria, por ejemplo”.
Seguramente estos altos postulados es lo que llevó al directivo de La Nación José Claudio Escribano a presentarle a Néstor Kirchner, el 5 de mayo del 2003, un pliego de condiciones a los cuales debería avenirse, bajo la advertencia que en caso contrario su gobierno no duraría un año. Ese pliego tiene una notoria proximidad a los cinco puntos con que la Junta de Comandantes intentó condicionar al gobierno de Cámpora- Solano Lima(a) en enero de 1973, según Página 12 del 18 de mayo del 2003 con la firma de Horacio Verbitsky: 1- La Argentina debe alinearse con los EE.UU. No son necesarias relaciones carnales, pero sí alineamiento incondicional. Es incomprensible que aún no haya visitado al embajador de los EE.UU. 2- No queremos que haya más revisiones de la lucha contra la subversión. Está a punto de salir un fallo de la Suprema Corte de Justicia en ese sentido. Nos parece importante que el fallo salga y que el tema no vuelva a tratarse políticamente. Creemos necesaria una reivindicación del desempeño de las Fuerzas Armadas en el contexto histórico en el que le tocó actuar. 3- No puede ser que no haya recibido a los empresarios. Están muy preocupados porque no han podido entrevistarse con Ud. 4- Nos preocupa la posición argentina con respecto a Cuba, donde están ocurriendo terribles violaciones a los derechos humanos. 5-Es muy grave el problema de la inseguridad. Debe generarse un mejor sistema de control del delito y llevarse tranquilidad a las fuerzas del orden con medidas excepcionales de seguridad. Según Horacio Verbitsky en la fecha mencionada, reiterada luego en Página 12 del 17 de julio del 2006, Kirchner le contestó: “Mi mayor preocupación es que me acompañen los argentinos, por eso no empiezo por los empresarios ni por el embajador de ningún país. Tampoco pienso en un alineamiento automático con Estados Unidos ni en buscar que me aprueben como precondición para gobernar mi país. Ocurre que usted y yo tenemos visiones distintas del país”. Continúa Verbitsky: “Escribano escribió entonces en la tapa de La Nación que la Argentina había decidido darse gobierno por un año, profecía atribuida a no identificados miembros del Council of Américas, a cuyo cumplimiento el diario dedica desde entonces sus mejores esfuerzos, aunque se le haya vencido el plazo.”
La operación de José Claudio Escribano en nombre y representación de La Nación, una hipertrofia del periodismo militante, no parece sacudir un pelo del editorialista del diario quien continúa el 30 de octubre desde su poltrona moral: “ El periodismo debe ejercer una tarea que nunca puede estar dirigida a complacer al poder político ni tampoco a determinado sector económico. Su misión está inexorablemente sujeta a esclarecer a la población, mostrando lo que pueda permanecer oculto en los vericuetos del poder y descubriendo aquello que los gobernantes pretenden callar o disimular”. La Nación ocultó a sus lectores el pliego de condiciones consignado y en función de qué representación o poder económico lo realizó.
“LA NACIÓN”: 141 AÑOS DE PERIODISMO MILITANTE
Fue fundado por el padre de la historia oficial a la finalización de la infame guerra contra el Paraguay. Bartolomé Mitre condujo esos ejércitos con los cuales perpetró un formidable genocidio contra el país más desarrollado de América del Sur, al cual había que escarmentar por haberlo hecho bajo la bandera del proteccionismo y no del libre cambio que auspiciaban Gran Bretaña, los comerciantes del puerto de Buenos Aires y los hacendados de la provincia a los cuales Mitre representaría con proverbial constancia. El arrasamiento de los caudillos del interior que representaban embrionarios emprendimientos industriales, fue realizado por sus coroneles (Sandes, Irrazábal, Arredondo, Paunero) con una saña parecida a los esbirros de la dictadura establishment- militar a la cual La Nación apoyaría como una continuidad lógica.
Arturo Jauretche sostenía que “la historia es la política del pasado; y la política, la historia del presente”. Cuando habla de “la búsqueda de la verdad”, el editorialista de La Nación debería explicar qué llevó al fundador de su diario en su papel de historiador, a omitir el “Plan secreto de operaciones de Moreno” que llegó a su poder, y dejarlo solamente como el autor de “La representación de los hacendados”. Está claro que el objetivo es presentarlo en la versión que corresponde y se adecúa a la línea ideológica del historiador, que al decir de Homero Manzi, fue el único “prócer” que dejó un guardaespaldas que protegería su memoria y sus ideas, ese al que bautizó como “ una tribuna de doctrina”.
Periódico militante, contribuyó al derrocamiento de Yrigoyen; fue pro-aliado durante la segunda guerra mundial fogoneando para que la Argentina participara en la carnicería interimperialista; apoyó a la Unión Democrática, a la Revolución Libertadora, a la Revolución Argentina, al golpe de 1976 y al terrorismo de Estado. Propulsor de una economía liberal, crítico contumaz de la intervención del estado en la economía, no tuvo empacho de asociarse con él y su competidor Clarín en Papel Prensa, monopolizando la producción de papel. “La búsqueda de la verdad” como editorializa el medio mitrista no alcanza, como es obvio, a los intereses patrimoniales del medio y mucho menos al truculento canje de silencio ante los horrores de la dictadura establishment- militar por la obtención de un negocio monopólico. Algunos buenos periodistas de “La Nación” incorporan el discurso “profesional” e “independiente”, asumen un discurso republicano, precisamente desde la tribuna que se alió a todos los que defecaron sobre las instituciones. Sermonean sobre ética, moral, división de poderes, pero la historia de la tribuna de doctrina es clara porque los valores invocados sólo deben ser recordados para oponerse a aquellos gobiernos que contradigan su clero de un liberalismo paleozoico.
No existe en la Argentina un diario de un periodismo tan consecuentemente militante como “La Nación”. Y eso no es criticable, siempre que no se omita información, no se tergiversen los hechos, se asuma que las opiniones y la línea editorial representaron en algunos casos al gobierno y al poder de turno, y en otros se opusieron a gobiernos, en general los populistas, reflejando e interpretando determinados intereses económicos.
En los últimos años, tuvo una mirada complaciente con el menemismo, benévola con el sector inocuo del radicalismo en la Alianza, apostó a López Murphy en las elecciones de abril del 2003, milita contra el kirchnerismo y es protectora del macrismo.
Como se ve, una trayectoria consecuente de periodismo profesional e independiente.
Como con la historia, habrá que escribir un relato sobre el periodismo real en clave revisionista.
Y recordar aquel viejo proverbio africano: “Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de cacerías seguirán glorificando al cazador”
13-11-2011
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. Hugo Presman. Para publicar citar fuente.
(a) Extraído de “Perón: Exilio, resistencia, retorno y muerte ( 1955-1974), Tomo 2, de Norberto Galasso, página 1156: “En la reunión del 24 de enero, los jefes de las tres armas emiten la siguiente declaración- conocida luego como “los cinco puntos”-: La Junta de Comandantes en Jefe, en nombre de las Fuerzas Armadas resuelve asentar en acta que es voluntad del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea: 1) Asegurar su inquebrantable propósito de sostener la continuidad del proceso político y acatar el pronunciamiento en las urnas; 2) Respaldar y sostener en el futuro la total vigencia de las instituciones republicanas, asegurando una auténtica democracia; 3) Asegurar la independencia e inamovilidad del Poder Judicial como garantía de principios y derechos constitucionales; 4) Descartar la aplicación de amnistías indiscriminadas para quienes se encuentren bajo proceso o condenados por delitos vinculados con la subversión y el terrorismo; 5) Compartir las responsabilidades dentro del gobierno que surja de la voluntad popular, como integrantes del gabinete nacional, según la competencia que fijen las leyes y demás disposiciones, en especial en lo que hace a la seguridad interna y externa, respetando las atribuciones constitucionales para la designación de los ministros militares por parte del futuro presidente, de conformidad con la legislación vigente al 25 de mayo de 1973.”
Como se puede observar, en enero de 1973 las Fuerzas Armadas intentaban limitar y cercar al futuro gobierno popular. En el 2003, con las Fuerzas Armadas reintegradas a sus funciones específicas, fue el diario “La Nación” (y los intereses que representa), el que intentó sustituir a las Fuerzas Armadas en esa tarea.
Estimado Hugo: desde todo punto de vista... ¡impecable!
ResponderEliminarCualquier agregado u observación pecaría de absoluto narcisismo.
Gracias,
Aníbal H. LENTINI ITURRALDE
PD: lo acabo de subir a mi 'blog':
"Pensemos juntos..."