En una Argentina en donde muchos temas están en debate y se discute con pasión, el periodismo y su forma de ejercerlo están a la orden del día. En el naufragio de los noventa, el periodismo y muchos de sus principales referentes salieron fortalecidos. Era la etapa histórica en que mientras el país se hundía, la profesión y sus más publicitados y reconocidos periodistas se convertían en fiscales y jurados de la sociedad. Eran los justicieros a los cuales recurrían los que desconfiaban de los políticos y de las instituciones. En cada profesional del micrófono, de las cámaras, de los diarios, con firma y foto, con mucha exposición pública, la “gente” encontraba un lugar de denuncia y de presión para la resolución posible de sus problemas. Todo ello convirtió a los periodistas más conocidos en verdaderas “vacas sagradas”, en un escenario donde la política claudicaba y se imponían el mercado y su discurso único y dominante, con sus catedrales que adoptaban la arquitectura bancaria, sus gurúes predicadores de catástrofes, las evaluadoras del riesgo-país, la vida como un ajuste permanente para el pueblo devenido en gente, y en una fiesta permanente para minorías cada vez más reducidas. La expresión más conspicua fue el lanatismo, que remedando a Lenín, fue “la enfermedad infantil del periodismo”. La denuncia como método, la corrupción como problema central, el culto a la antipolítica.
Cuando la economía quedó subordinada a la política, el análisis pasó al centro de la escena, el periodismo de denuncia perdió eficacia y las “vacas sagradas” se sintieron cuestionadas y desconcertadas. Un integrante de la escudería Lanata, el escritor Martín Caparrós declaró certera y autocríticamente en La Nación del 10-02-2010: “Cuando periodistas muy bien intencionados iluminaban la corrupción menemista, Menem estaba cambiando la estructura socioeconómica de la Argentina como nadie lo había hecho. Mientras se consolidaba un modelo de exclusión que todavía estamos sufriendo, el periodismo estaba atento a la leche adulterada o al frigorífico. Ahora pasa lo mismo. Volvemos a la facilidad “¡ ah, son corruptos, roban!”. Yo le llamo a eso honestismo”.
A su vez, un blanco preferido del fundador de Página 12 , el periodista Orlando Barone escribe en su último libro “K Letra Bárbara”: “El periodismo es un océano de cinco centímetros de profundidad…A Lanata esos cinco centímetros de hondura le bastaron, primero, para sobresalir de la superficie y, ahora, para ahogarse”.
La Ley de Medios Audiovisuales profundizó el debate. Es llamativo que muchos periodistas que pueden criticar a los gobiernos pero son muy prudentes con el poder económico, se sientan molestos y perseguidos cuando son a su vez sujetos de la crítica.
Lo importante es decir claramente desde que lugar se habla o se escribe y tener la honestidad intelectual de no omitir informaciones importantes vinculadas a hechos que contradigan las posiciones y opiniones que se levanten.
PERIODISMO NEUTRAL
El periodista Carlos Ares, director de la reaparecida revista “La Maga”, se presenta como un exponente de un periodismo puro, al margen de las líneas editoriales, de los anunciantes, de los intereses y negocios de los medios empresariales. Su nota editorial, en el número 1 de la actual etapa de la revista, escribe:…. ¿ Si hay alguien ahí? ¿ Importa? Hacer LA MAGA nunca fue negocio y tal vez no lo sea ahora, pero los periodistas expertos o inexpertos, viejos o jóvenes, escritores, entrevistados, lectores, todos aquellos que la hacen, la comparten y la sostienen, saben que no hubo, ni hay, un territorio más libre y sin obstáculos para correr detrás de las verdades que se persiguen, ni un aire más puro y menos contaminado por intereses ajenos a la realización de sus deseos. Y si acaso no fuera así, si la cantidad de misterio no alcanzara a sorprender ni a disimular el truco, todos saben también que LA MAGA volverá a enrollarse sobre sí misma, regresará a la botella y se dejará llevar desde una playa nocturna por la espuma, alunada, de regreso a su propio mar de suspenso”. En la Revista “Noticias” del 19 de octubre, se le hace un reportaje a Carlos Ares en donde responde a la pregunta: “ Como formador de periodistas ¿ siente que hoy prevalece una mirada despectiva hacia la profesión?, contesta: “Es lo más grave que está pasando. El desprecio por el periodismo. Pero este tipo de generalizaciones siempre favorece a alguien. Son deliberadas. Y esta guerra sucia se inicia desde el poder. Porque el buen periodismo siempre cuestiona el poder. Si no lo cuestiona y lo difunde, hace propaganda. Tiene que cuestionarlo aún cuando haga las cosas bien. Porque hacer las cosas bien es su obligación. No hay por qué estar alabándolo. Y el periodista, en esta guerra de poderes ( que incluye también a los grandes medios) no tiene otra defensa que hacer bien su trabajo…”
Una de las precisiones que permitió el debate sobre la profesión es deslindar claramente que no siempre el gobierno es el poder y que en una democracia a los gobiernos los elige el pueblo y al poder económico no lo elige nadie. Carlos Ares parece que no se enteró todavía. Uno puede encontrar periodistas como Magdalena Ruiz Guiñazú, de meritoria labor en materia de derechos humanos, que puede ser muy crítica de diferentes gobiernos y muy condescendientes de los poderes económicos y de los medios hegemónicos que la contratan.
Cuenta el periodista Ignacio Ramonet en un reportaje del bisemanario Perfil: “Los medios golpean con una violencia inaudita al gobierno de turno. Denuncian la corrupción, el comportamiento del o la presidente, tiran por los suelos la reputación de tal o cual dirigente. La observación primera consistiría en decir que nunca hubo tanta libertad para que los medios critiquen a los gobiernos. Pero podríamos formular la pregunta de manera diferente. ¿Por qué hace treinta años no era posible en democracia? Porque el poder político tenía mucho poder. Cuando Roosevelt recibía a los periodistas, lo hacía en presencia de su amante. Ningún periodista lo denunciaba. Compárelo con Clinton y Lewinsky. ¿ Los medios se han hecho mucho más independientes? No, el poder político se ha hecho mucho más pequeño …El poder político tiene mucho menos poder que el económico y financiero. El verdadero poder que no se sabe bien cómo funciona, protegido de la curiosidad de los medios, ya no es el poder político; es el poder económico financiero….. En Francia hay un empresario extremadamente importante que tiene el principal sistema de abono a Internet, a teléfono, a televisión, y que repite la frase: “Cuando un periódico se mete conmigo, compro una parte de su capital. Silencio absoluto garantizado”.
El periodista neutral Carlos Ares, desde el periodismo puro de la editorial Perfil, en su bisemanario del mismo nombre, escribió el domingo 27 de noviembre: “Ahora que Cristina ya ganó y los capataces intelectuales de la sastrería Forster y González, expertos en el corte y confección de la historia a medida, permiten a cada uno de los integrantes de Carta Abierta volver a pensar un poquito por sí mismos, y hasta hacerse alguna pregunta inquietante, será de ver y leer como van a escribir el “relato” de los próximos meses…..Siempre fue divertido leer al director de la biblioteca Horacio González, mucho más que fumar algo fuerte. Cualquiera que haya intentado entender un texto suyo completo sabe de qué se trata. También escuchar al filósofo Forster decir con voz de propietario la palabra “pueblo” y con voz de mando militar la palabra “enemigos””.
Como se ve Carlos Ares invoca un neutralismo que no practica. Y eso´- el no ser neutral- no merece ninguna crítica. Al contrario. Lo que sí es criticable al punto de merecer su comportamiento la calificación de hipócrita, es ocultarlo y predicar lo contrario.
Más cuando en el reportaje citado de la revista “Noticias” dijo: “Opinar sin pruebas no es periodismo. Cuando les preguntamos a los chicos para qué quieren estudiar periodismo, muchos dicen “para decir la verdad”. El gran laburo es explicarles: “ no, vos no estás para opinar. Que opine la suma de hechos que reunís en forma contrastada, decente, dándole lugar a todo el mundo”.
PERIODISMO MILITANTE QUE POSA DE NEUTRAL
En Clarín del domingo 27 de noviembre, bajo el título “Macri prepara su propio multimedio estatal, pero promete “pluralidad””, en su búsqueda de atraer a un público joven, se puede leer:
“ Nace un nuevo multimedio estatal. Mauricio Macri trabaja en un proyecto para cambiarle la cara y hacer más competitiva a las radios AM y FM. Lo mismo, con la web porteña: dejará de ser meramente informativa para pasar a tener contenidos. El tercer paso es el que más obsesiona al reducido grupo de funcionarios que por ahora trabaja en el tema. El jefe de gobierno quiere poner en valor el canal Ciudad, el último de la grilla, inexistente para los televidentes, para negociar más tarde a los operadores de cable: Eso sí: los macristas juran que la movida no está pensada para plantear un contra-relato al kirchnerismo. Radios, TV y portal quedarán bajo el mando de Carlos Ares, uno de los fundadores de TEA y director de LA MAGA y todo dependerá de la Secretaría de Medios que conduce Miguel de Godoy”.
No leyó mal. El periodista neutral Carlos Ares, el mismo que le declaraba a la Revista Noticias, hace apenas 45 días: “Porque el buen periodismo siempre cuestiona el poder. Si no lo cuestiona y lo difunde, hace propaganda. Tiene que cuestionarlo aún cuando haga las cosas bien. Porque hacer las cosas bien es su obligación”, es funcionario de Mauricio Macri y dirige simultáneamente la revista LA MAGA. ¿ Como director de LA MAGA, se criticará como organizador de las radios, la TV y el portal del gobierno de la ciudad? O una pregunta aún más ingenua: ¿No merecen los lectores de LA MAGA, o cuando escribe una columna en Perfil, saber que es simultáneamente funcionario del gobierno de Macri? Hasta el momento, el periodista Ares no ha desmentido la información de Clarín.
En su libro mencionado anteriormente, el periodista militante Orlando Barone escribe sobre situaciones como las que hoy aquejan a Carlos Ares: “¿Qué hago? Si no cumplo con quienes me pagan me echan y me quedo sin trabajo, y si cumplo me traiciono y sufro mi propia vergüenza. Ahora bien: en la hipótesis de que el periodista opte por continuar cobrando su sueldo y se resigne a bajar la cabeza y traicionarse, aparte de su conciencia, ¿ quién se entera? Los que reciben su mensaje nunca saben si el periodista dice lo que dice porque está convencido o porque está sometiéndose”.
Intenté seguir en esta nota, el consejo de Carlos Ares: “Que opine la suma de hechos que reunís en forma contrastada”
13-12-2011
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