El reclamo de la AMIA para que la comunidad judía
desista de la acusación de Alberto Nisman causó impacto. Sin embargo, persiste
una estrategia para extender la causa en el tiempo y desterrar testimonios
clave.
(Foto: AFP)
3 de Febrero de 2019 Tiempo Argentino
El tembladeral judicial que causó el
pedido de la AMIA para que la representación de la comunidad judía en la
Argentina reunida en la DAIA desistiera de acusar a Cristina Fernández de
Kirchner en el juicio por la denuncia de encubrimiento del difunto fiscal
Alberto Nisman todavía no terminó. Mucho menos hirió de muerte al expediente.
Persiste una movida (debilitada, es cierto) para mantener viva la acusación,
extenderla en el tiempo y sacar del medio a quienes la dejan sin sustento, por
ejemplo el extitular de Interpol Ronald Noble.
El estadounidense pide a gritos venir
a declarar a la Argentina para explicar que no hubo encubrimiento, que las
"alertas rojas" que pesaban sobre los iraníes aún hoy están vigentes,
que no recibió ninguna sugerencia (mucho menos pedido) de desvincular a los
iraníes de la investigación. Sus esfuerzos fueron en vano: nunca fue escuchado
y probablemente tampoco pueda declarar en el juicio oral y público, con fecha
aún por determinar.
Una de las querellas en esa causa, la
que encabezan los familiares de víctimas Luis Czyzewski y Mario Averbuch, denunció
a Noble como parte de un eventual encubrimiento. Sostienen que el supuesto mail
que leyó el excanciller Timerman y que le atribuyó al norteamericano fue, en
realidad, redactado en Cancillería. Sobre esa base, pidieron la indagatoria de
Noble. La presentación quedó en manos del juez Claudio Bonadio, quien todavía
no resolvió qué hará. Si Noble es imputado, no puede ser testigo. Mucho menos
en el juicio oral.
La carta de la AMIA tiene un
argumento que retrocede tres años en el tiempo y que ya fue utilizado por el
juez Daniel Rafecas cuando tempranamente, después de la muerte de Nisman,
archivó la denuncia. El Memorándum con Irán fue una decisión política,
probablemente desacertada, pero no un delito. A diferencia de lo que creen
jueces y fiscales que entraron por la ventana al expediente, no se trata de un
hecho juzgable en Tribunales sino en las urnas.
Si la AMIA sabe esto ahora, ¿por qué
no lo supo antes? No hay respuesta; tal vez, explicaciones.
Fuentes con acceso a la causa y a la
comunidad contaron a Tiempo que la renuncia de Sandra Arroyo
Salgado, la exmujer de Nisman y jueza de San Isidro, a continuar como
querellante en la investigación por la muerte del fiscal, fue un sacudón. Y a
eso se sumó la muerte de Timerman, en un contexto de crueldad judicial para con
un enfermo abrazado a la esperanza de un tratamiento experimental en Estados
Unidos que no pudo seguir porque, al estar procesado, se le revocó la visa y,
cuando superó esa traba migratoria, ya era tarde. Timerman, además, era judío.
La otra cuestión es de origen. La
DAIA fue aceptada como querellante después de una presentación de su
expresidente Ariel Cohen Sabban, antes de cesar en el cargo por un escándalo
que involucró a la mediática Esmeralda Mitre. Patrocinado por los abogados Alberto
Indij y Gabriel Camiser invocó a la DAIA, pero las defensas de los imputados
cuestionaron esa supuesta representatividad. En la carta enviada el jueves a la
DAIA, la AMIA la exhortó a corregir ese "grave error de la gestión
anterior".
El auto de elevación a juicio que
firmó el año pasado el juez Bonadio sostiene que el Memorándum fue presentado
públicamente "como la única herramienta útil, posible y necesaria para
avanzar en el curso de la causa, cuando en verdad se procuraba la normalización
de las relaciones con la República Islámica de Irán, favorecer a los acusados
de nacionalidad iraní, en desmedro de la Justicia, las víctimas y el castigo de
los imputados". El juez habló de un "desmedro de las víctimas",
pero las propias víctimas lo desautorizaron. La agrupación de familiares
Memoria Activa se pronunció: "¿Qué es el uso y abuso político de la causa
AMIA? Esto. Lo venimos denunciando hace años. Basta de usar a las víctimas para
intereses ajenos a la verdad y la justicia. Las instituciones comunitarias
judías, al igual que los poderes político y mediático, han usado la causa AMIA
para sus propios intereses y presionar a la Justicia en base a ello. Tanto la
causa armada de la que ahora la AMIA quiere alejarse, como el acto mismo de
subirse y bajarse de las denuncias públicas en torno al caso AMIA, son ejemplos
claros de que la verdad y la justicia no les importa”.
Bonadio también dijo al mandar la
causa a juicio que con el Memorándum el gobierno anterior buscaba
"promover otras hipótesis de investigación, (lo que) significaba en la
práctica exculpar al gobierno de la República Islámica de Irán". Si
"promover otras hipótesis de investigación" significó encubrir el
atentado, pues entonces el exsenador y exfuncionario del actual gobierno Mario
Cimadevilla debería estar poniendo las barbas en remojo. Tras ser eyectado de
la oficina que seguía el juicio por el encubrimiento que se está desarrollando,
prácticamente inadvertido, en Comodoro Py, el chubutense firmó un durísimo
informe conocido esta semana, en el que sostuvo que la pista iraní es
"débil". «
DIAGNÓSTICO
En el mismo informe en el que
advirtió esta semana sobre la debilidad de la pista iraní, el radical Mario
Cimadevila –despedido de la oficina política que seguía el caso– deslizó
también que el ministro de Justicia, Germán Garavano, y el propio presidente,
Mauricio Macri, son encubridores.
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