Esta nota fue escrita a la tarde del 27 de octubre del
2010, inmerso en la conmoción que me produjo la muerte de Néstor Kirchner.
Acudí a ella, después de seis años, con el temor de haber dicho cosas
de las que ahora me llevaran a arrepentirme.
Confirmo todos y cada uno de los conceptos entonces escritos
Murió un luchador. El hombre que recuperó
el valor de la palabra política. El que la rescató como instrumento insuperable
para transformar la sociedad. El que decidió
rescatar la dignidad nacional rematada en la segunda década infame. El que
asumió la presidencia con apenas el 22% de los votos y con el país sumido en
las consecuencias pavorosas de la peor crisis de su historia. El que negoció la deuda externa con una quita
que la sociedad en sus sectores mayoritarios consideraba imposible. El que
recuperó una economía arrasada. El que rompió con las supervisiones periódicas
del FMI y denostó sus indicaciones que desde 1956 aprisionaban al país y lo conducían al
suicidio. El que se enfrentó con diferentes corporaciones, como prerrequisito
para diseñar otro país. El que acudió para que accedieran a la jubilación los
desamparados de las AFJP y del neoliberalismo. El que siguiendo el legado de los próceres de
la independencia tuvo
un proyecto latinoamaericano, coronado con la
presidencia de la UNASUR. El que le dijo no al ALCA cuando visitó el país el
presidente George Bush. El que le abrió las puertas de la Casa Rosada a las
organizaciones sociales y a los organismos de derechos humanos. El que
consiguió que la economía se subordinara a la política. El que recuperó el peso
de la clase obrera devolviendo parte de la legislación laboral arrasada, las
convenciones colectivas, las paritarias. El que trató de ponerle un freno al
mercado recuperando parte del poder del Estado. El que continúo con el
juzgamiento de los horrores del pasado, después de conseguir que se anularan
las leyes de obediencia debida y punto final. El que auspició y concretó una Suprema Corte
impecable. El que dispuso como política de estado no reprimir la protesta
social. El que no temió enfrentarse a la Iglesia retardataría
ni a las tapas de Clarín.
Murió un militante. Con la carga de
grandeza que la palabra implica y que fue devaluada tantas veces desde la antipolítica. Que
ocupó un lugar por momentos desproporcionado en la presidencia de su mujer con
la que constituyeron una sociedad política, denostada por la oposición, los
sectores económicos y el periodismo hegemónico con su prédica canallesca: esos
que hablaban del matrimonio presidencial, el jefe de la jefa de estado o el ex
presidente en ejercicio de la presidencia. Murió
un militante. El que acompañó solidariamente a Cristina Fernández en los
hitos de su presidencia: la resolución 125 que enfrentó al gobierno con las
patronales del campo, la estatización de Aerolíneas y de las AFJP, la
asignación por hijo, el matrimonio igualitario, la ley de medios audiovisuales
y Papel Prensa que lo enfrentó con los grupos mediáticos mayoritarios.
Murió Néstor Kirchner, al que puede aplicarse
aquella frase de John William Cooke: “Sólo ganan
batallas los que están en ellas”
El
presidente que volvió a ilusionar a muchos jóvenes que no eran seducidos por la
política y que cumplió en gran medida su promesa inicial: “No dejare mis
convicciones en la puerta de la casa de gobierno”
Murió un hombre que consagró su vida a
la política con una enorme pasión. Incluso algunos de los puntos negros de su
vida como su vocación y hasta gula hacia la riqueza lo hizo como
instrumento para la carrera política. Forman parte de su pasivo, la intención
de maquillar con heroicidad etapas de un pasado que carecían de esos atributos,
manejos poco claros como los famosos fondos de Santa Cruz, algunas franjas de
corrupción en su gobierno, la tendencia a imponer antes que a persuadir.
Fanático
de Racing, con fuertes dosis de arbitrariedad, los hechos notables que consumó
y sus discursos desafiantes y certeros dividieron a una sociedad argentina con
apoyos populares y
con odios viscerales. Muchas de las páginas escritas por el denominado
periodismo “independiente” y
hechos y declaraciones de una oposición con reminiscencias del
primer centenario y del menemismo, pueden inscribirse en una antología de las
páginas que compitan con las más miserables de la historia argentina. La
alegría encubierta o manifiesta de los sectores económicos y de sus
voceros políticos y periodísticos en los dos accidentes cardíacos anteriores,
recordaron los brindis indignos que se hicieron en ocasión de la muerte de
Evita.
El
kirchnerismo (denominando de esa forma el período
2003-2011) fue en muchos aspectos una ruptura importante con la década
del noventa que le costó sufrir una obstrucción empedernida de los sectores
afectados, y en otros aspectos un continuismo por el cual padecía las críticas
de una izquierda y centroizquierda, que al no percibir las diferencias con lo
que se dejaba atrás, terminó siendo funcional a los que sangran por las
heridas.
Los gobiernos de Néstor Kirchner y de
Cristina Fernández, con sus más y con sus menos, son los mejores que ha
conocido el país, junto con los de Yrigoyen y Perón
en el siglo XX y XXI. Fue en ese sentido también, el más peronista de los
gobiernos que usaron esa denominación. Los que no lo reconocieron desde sus
propias filas como tales, son aquellos que nunca dejaron de ser menemistas, esa
excrecencia del justicialismo. Los que no se equivocaron fueron los que siempre
se opusieron a los gobiernos populares, los que invocan sus defectos
pero lo atacan por sus virtudes.
Murió Néstor Kirchner. Con sus dosis de
omnipotencia que lo llevaron a minimizar su segunda crisis cardíaca, que no
tenía la gravedad que los buitres le atribuían, pero que necesitaba un período
de tranquilidad que el ex presidente desechó con una vocación política suicida.
Murió Néstor Kirchner, cuando solo tenía 60 años en un luminoso día de primavera, feriado por
el censo, cuya realización fue cuestionada por sectores de la oposición y de
medios capaces de exteriorizar sin pudores sus miserias más profundas.
Su
muerte abre un interrogante sobre la sostenibilidad de los avances concretados.
Los déficits en la construcción política organizativa, una de sus limitaciones,
incrementa la magnitud de la incertidumbre. Afortunadamente se encuentra en el
ejercicio de la Presidencia de la Nación un cuadro político de envergadura que
deberá remontar la soledad personal y el vacío de tamaña ausencia.
Ya
se puede observar y escuchar que aquellos que lo combatieron hasta la
descalificación extrema, encuentran en el Kirchner muerto las virtudes que le
negaron cuando era el actor vivo excluyente.
Tal
vez convenga adecuar ligeramente las líneas que Rodolfo Walsh escribió en la
portada del diario Noticias por la muerte de Perón, bajo el título DOLOR: “El ex
presidente Néstor Kirchner, figura central de la política argentina de la última
década, murió hoy
a las 9,15 horas. En la conciencia de
millones de hombres y mujeres, la noticia tardará en volverse tolerable. Más
allá de la lucha política que lo envolvió, la Argentina llora a un político
excepcional.”
27-10-2010
Actualicé lo que escribí 6 años atrás, cuando empezamos a extrañarlo. Saludos al cumpa.
ResponderEliminarEl 27 de octubre de 2010, por disposición del Gobierno Nacional se efectuaba el Censo Nacional de Población y Vivienda. Todos los habitantes del país estaban en sus casas, con sus familias, o en sus trabajos. También las máximas autoridades de gobierno, Todo se desarrollaba con normalidad.
Aunque a las nueve de la mañana, aproximadamente, los medios de comunicación informaban sobre la internación en un hospital de la localidad de El Calafate, del ciudadano Néstor Carlos Kirchner. Seguidamente y como en una vorágine, aparecieron los titulares catástrofe:
FALLECIO NESTOR KIRCHNER.
Y todos los habitantes del país que estaban en sus casas, con sus familias o en sus trabajos, sufrieron el impacto de la inesperada noticia, que se repetía adentro y afuera, constantemente, mientras los censistas continuaban con su tarea, aunque lo que habían empezado un rato antes ya no era igual.
Que difícil ingresar a una vivienda de un doliente, porque así se sentían muchos argentinos que entre lágrimas contestaban las preguntas.
Entretanto los medios de comunicación trataban de organizarse para obtener las primicias de todo lo que sigue a la muerte de un hombre íntegro que solo fue el Presidente de la República y cónyuge de su sucesora la compañera Presidenta de la República.
En ese entonces, se nos murió el Presidente y allí empezamos a comunicarnos y a darnos aliento y fuerza, FUERZA CRISTINA, FUERZA ARGENTINA, FUERZA TODOS.
Ya transcurrieron 6 años y la fuerza de su figura se agiganta.
En estos 6 años sabemos que somos más de cuarenta y dos millones de habitantes. Pero falta uno; El Titán, el Gladiador, el que trabajó tanto por todos sus compatriotas, que los abrazó con el corazón hasta que éste se extenuó físicamente.
Pero como dicen nuestros jóvenes NESTOR NO SE MURIO, NESTOR VIVE EN EL PUEBLO…
Y junto a su pueblo acompaña a CRISTINA, porque todavía falta mucho para lograr el país igualitario que ese “loco” soñó y llevó adelante sin importarle la muerte. Porque ésta lo eternizó como a Perón y Evita.