Declaración de científicos argentinos residentes en el exterior ante el
recorte presupuestario en CyT proyectado para 2017
DECLARACIÓN EN APOYO A LA MOVILIZACIÓN AL CONGRESO DE LA NACIÓN,
CONVOCADA PARA EL DÍA 27/10/2016
Los abajo firmantes somos científicos Argentinos radicados en el exterior. Ante el recorte presupuestario proyectado en ciencia y tecnología para el año 2017, queremos sumar nuestra voz de apoyo a los reclamos por la continuidad de las políticas de crecimiento y expansión del sector.
Los abajo firmantes somos científicos Argentinos radicados en el exterior. Ante el recorte presupuestario proyectado en ciencia y tecnología para el año 2017, queremos sumar nuestra voz de apoyo a los reclamos por la continuidad de las políticas de crecimiento y expansión del sector.
Algunos de nosotros emigramos hace ya muchos años,
perseguidos por razones ideológicas o simplemente en busca de oportunidades que
no lográbamos encontrar en Argentina. Otros, lo hicimos durante la última
década, en condiciones muchísimo más favorables, buscando experiencias nuevas,
formaciones diferentes, pero no por la falta de un sistema científico que nos
albergara.
La situación actual es sumamente delicada. Una
disminución en la inversión en ciencia y tecnología afectaría gravemente las
bases de un sistema científico competitivo; alterando no sólo la cantidad de
puestos de trabajo y formación de su personal, sino también la financiación
disponible para llevar adelante actuales y futuros proyectos de investigación.
Como recursos humanos formados en Argentina nos sentimos parte del sistema, y
aspiramos a que exista una estructura que permita a los investigadores
argentinos residentes en el exterior, reinsertarse eventualmente como
trabajadores de la ciencia en nuestro país. Entendemos que esta nueva realidad
nacional, y del sistema científico y tecnológico en particular, nos cerraría
las puertas y cambiaría radicalmente nuestras perspectivas.
Creemos firmemente que nuestras instituciones
democráticas son capaces de enfrentar esta situación que se plantea adversa,
garantizando la continuidad de un proceso que nunca será exitoso si no se
transforma en una verdadera política de Estado.
Grupo Ciencia y Técnica
Argentina (CyTA)
Investigación y Desarrollo para la Inclusión
Investigación y Desarrollo para la Inclusión
Miembros: Adrián
Paenza; Alberto Kornblihtt; Ana Franchi; Andrea Gamarnik; Andrés Kreiner;
Carolina Mera; Daniel Filmus; Diego Hurtado; Diego Tatian; Dora Barrancos;
Eduardo Dvorkin; Federico Robledo; Felix Requejo; Graciela Morgade; Hugo Aimar;
Jorge Aliaga; Jorge Geffner; José Paruelo; Juan Pablo Paz; Luis Alberto
Quevedo; Marcelo Ruiz; Mirta Susana Iriondo; Osvaldo Uchitel; Pablo Nuñez;
Raquel Chan; Roberto Salvarezza; Rolando González-José; Sandra Carli
LA OPINIÓN DE ADRIAN PAENZA
Publicado en “Pagina 12” 23-10-2016
Dos episodios
Por Adrián Paenza
Todos los años, alrededor de la segunda
semana de septiembre, los primeros mandatarios de todos los países del mundo se
encuentran en la “capital del mundo”: New York. Yo iba caminando apurado con un
programador norteamericano (Kevin Bryson) para no llegar tarde a una
representación teatral a la que estábamos invitados. El verano llamaba a que
hubiera más gente paseando que la que uno encuentra habitualmente cuando camina
por la quinta avenida y en un momento determinado, en forma totalmente
inesperada, vi a Ginés González García caminando hacia mí. Lo había conocido
hacía poco, cuando Duhalde estaba aún a cargo de la presidencia, especialmente
porque en tanto que Ministro de Salud había sido uno de los defensores más
importantes de la ley en favor de los medicamentos genéricos. Kirchner lo había
ratificado a Ginés y su participación directa para que se sancionara la ley
había despertado en mí una corriente de simpatía.
Ginés, con su cuerpo imponente y
voluminoso (al menos en ese momento), me abrazó y me dijo: “¿qué hacés acá?” Le
expliqué que estaba llegando tarde al teatro y que deberíamos posponer
cualquier charla hasta otro momento. Pero él no me quería dejar ir. Me tomó de
los hombros y me hizo dar vuelta mientras me decía: “Mirá quién está allí”. Y
“allí”, significaba una comitiva de argentinos que rodeaban al presidente de la
nación que venía, justamente, de la asamblea de las Naciones Unidas. Cuando me
disponía a caminar hacia él para saludarlo, me sorprendió que fuera él quien
inició su camino hacia mí, detalle que nunca me voy a olvidar. Entre quienes lo
rodeaban, estaban Marcelo Stubrin y José Octavio Bordón. Kirchner se acercó y
me dijo: “Venite con nosotros. Estamos yendo al consulado. Queda acá a la
vuelta”.
Le dije que no podía y Kirchner
insistió: “¿Le vas a decir que no al presidente de la nación?” Y sí. Le tuve
que decir que no. Más allá de que estaba vestido en vaqueros y zapatillas,
había gente que me esperaba y le dije: “Néstor, si yo voy, va a haber 500
personas. Yo me voy a quedar contra una pared, charlando con alguien que no me
interesa y a vos te voy a ver desde lejos”. “De acuerdo”, me concedió. “¿Cuándo
volvés al país? Necesito pedirte algo”.
Y así fue. Un par de meses después, me
encuentro en un lugar al que no fui muchas veces, posiblemente cinco: la
oficina del presidente en la Casa Rosada. De la parte del diálogo que voy a
reproducir acá, hay un solo testigo vivo: Miguel Núñez. En ese momento Miguel
era el “vocero presidencial” o “jefe de prensa”... no sé, algo así. Yo le había
traído un libro que había escrito Juan Enríquez, y le dije que debería
invitarlo al país para conversar con él para hablar sobre el futuro. Me escuchó
interesado pero él tenía otro objetivo. Teníamos poco tiempo y su pedido fue
muy concreto: “Necesito que elijas diez, quince, veinte –como mucho–
científicos argentinos. Elegí los más representativos. Quiero hablar con ellos.
No los invites acá, quiero hacer una reunión privada, en donde el objetivo es
que hablen ellos. Yo los quiero escuchar a ellos... quiero aprender. No puede
ser que estemos siempre hablando de los sueldos y del presupuesto. Yo me voy a
ocupar de que eso no suceda más. Quiero incorporarlos a la mesa grande del
país, adonde se toman las decisiones. Hablando de lo que vos me proponías sobre
Juan Enríquez, quiero que ellos formen parte de quienes piensen el país en el
que queremos vivir. Otra cosa: ¿cómo puede ser que los becarios del CONICET
cobren 800 pesos? Es una barbaridad. Tenemos que hacer algo al respecto”.
Segundo episodio
Cuatro años más tarde, el encuentro no
fue casual, sino programado. En lugar de Néstor fue Daniel Filmus, por entonces
ministro de educación, quien me pidió que organizara una reunión con algunos de
los científicos argentinos que estaban trabajando en la costa este de los Estados
Unidos. Aprovechando la visita de los dos Kirchner (Cristina y Néstor) a la
asamblea de las Naciones Unidas, el objetivo de Filmus era que Cristina
(entonces solo candidata aunque casi seguro ganadora en las elecciones del mes
siguiente), tuviera interacción con ellos, los escuchara y se “educara” en lo
que terminaría siendo la incorporación de un nuevo ministerio del gabinete
nacional: el ministerio de ciencia, tecnología e innovación productiva. Fue
también ese día en el que la entonces candidata conoció a quien es el actual
ministro del área.
La decisión de los dos Kirchner fue
siempre muy clara para mí. La ciencia tendría un lugar privilegiado y, muy en
particular, los científicos argentinos, los proyectos argentinos, la tecnología
argentina. Los dos estuvieron siempre decididos a que ese quiebre fuera no solo
nominal sino que hicieron lo necesario para producirlo o ejecutarlo: inyectar
dinero.
No hace falta ser un historiador con
experiencia para entender que los doce años de kirchnerismo no llevaron al país
a la panacea en donde todo se produce en el país, en donde no necesitamos más
importaciones y en donde todo el mundo vive esa suerte de Argentina Año Verde
de la que se hablaba hace 30 años. No, claro que no. Pero también está
clarísimo que las políticas públicas apuntaron en la dirección que los dos
presidentes querían.
Ahora, todo cambió. Hoy, los
científicos repatriados están preocupados porque tomaron decisiones de vida que
no saben si serán sustentables. Hoy, quienes tienen proyectos a mediano y largo
plazo, no saben si los van a poder terminar. Hoy, los protagonistas del
proyecto de país que incluía, entre otros, satélites argentinos, aceleradores,
robots, semillas, medicamentos, vacunas... no saben qué es lo que va a suceder
con ellos.
Y ese es el punto crítico de esta nota.
El problema es que a este modelo de país no le hace falta la ciencia o, mejor
dicho, no le hace falta la ciencia argentina, porque está pensando en comprar
afuera, en alquilar los servicios que podríamos ofrecer nosotros, en la
supuesta libre competencia en donde –inexorablemente– perdemos por goleada, en
el endeudamiento en lugar de la inversión en el país.
Hacer política es establecer una tabla
de prioridades. La cantidad de dinero no es infinita. No es posible atender
todas las necesidades de todos. Pero decidir en dónde se pone el acento implica
apuntar a lo nacional o lo importado, a lo propio o a lo ajeno, a la defensa de
todos o a la de algunos pocos, a que “pobres hubo siempre”, a que “para qué
queremos tantas universidades”, el Conicet es inviable, a decir que llevarían
el porcentaje del PBI dedicado a Ciencia y Técnica al 1,5 por ciento pero ante
la primera oportunidad que tienen, reducirlo respecto del que hubo ¡el año
pasado!
Y lo que es mucho peor, es que nadie se
haga cargo. El poder ejecutivo tiene todo el derecho de enviar su proyecto de
presupuesto para que sea debatido en el Congreso. Ganó las elecciones y así
funciona la democracia. Pero lo que resulta entre gracioso y patético, es
tratar de engañarnos haciéndonos creer que no hacen lo que sí hacen. ¿Por qué
no enfrentar a la población y decirle con todas las letras que en el proyecto
de país que tienen, la ciencia argentina sobra? Porque no lo pueden hacer,
porque no se atreven a hacerlo. Pero el rey está desnudo y cada vez está más
claro.
Y una última cosa: en nuestro país, no
hay ningún segmento que esté más organizado y más preparado que los estudiantes
de todos los niveles y la comunidad científica para defender el terreno ganado.
Tenemos una historia y una tradición en defender la educación pública, laica y
obligatoria, y esa es una línea que no van a poder mover.
Mientras tanto, mientras el presupuesto
se debate en el Congreso, el ministro del área y el presidente del Conicet
están en Europa. Interesante forma de ponerse al frente de la defensa de lo que
tanto nos costó construir. Nosotros, en cambio, estaremos todos reunidos el
próximo jueves 27, a las 4 de la tarde, justamente enfrente del mismo Congreso
para recordarles a quienes deciden que el país no puede permitirse el lujo de
ir hacia atrás. Ni un científico menos, ni un proyecto menos. Más becarios, más
presupuesto... ¿Uno y medio por ciento dijo?
Muy buen articulo sobre ciencia y tècnica durante presidencia de Nestor y Cristina Kirchner y en este perido de M,M.
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