Lo políticamente correcto es
equivalente a las obviedades que en otras épocas se conocían como
“verdades de Perogrullo”. Una
tradicional perogrullada sostenía “que era preferible ser rico y sano que pobre
y enfermo”. Lo políticamente correcto tiene un marco más jerarquizado,
reconocido socialmente, pero apenas se las desgrana aparece su rostro
contradictorio o equivocado en relación con la realidad. Lo políticamente
correcto es definido como “un término utilizado para describir
lenguaje, ideas, políticas o comportamientos que se considera buscan minimizar las ofensas a grupos
étnicos, culturales o religiosos”. Lo políticamente correcto suele ser insípido y pretendidamente neutro por lo que
pueden llegar a coincidir verbalmente el opresor y el oprimido, el de derecha y
el de izquierda, el conservador y el populista y hasta el asesino y los
familiares de las víctimas. Un pequeño muestrario: “Estoy a favor de la
igualdad”; “la independencia del poder judicial”; “que se haga justicia”; “en
contra del capitalismo de amigos”; “en contra de la corrupción”; a favor del
ejercicio irrestricto de la libertad de prensa”, algunos ejemplos de una lista
amplia y edulcorada.
Así como una verdad de Perogrullo
significa que una cosa es tan
sabida y conocida que resulta tonto decirla, lo políticamente correcto encubre
en muchas ocasiones una afirmación pretenciosa que parece infaliblemente
certera en el plano teórico, pero que no
se condice con la realidad,
porque históricamente ha nacido para que sea contradecida por el contexto. Esta
nota es políticamente incorrecta y analizará cuatro expresiones políticamente
correctas usadas hasta el cansancio y como- decía José Ortega y Gasset- se
utilizan “como un tranvía del transporte
intelectual”.
“AL GOBIERNO HAY QUE
DARLE TIEMPO”
Para los que sostienen el
libre mercado; un Estado pequeño y prescindente; flexibilización laboral;
eliminación generalizada de subsidios; la apertura indiscriminada de la
economía; enarbolan la teoría del derrame; celebran fervorosamente los ajustes;
el endeudamiento exponencial; una inserción en el mundo que implica incluso
ofrecer alegremente el lugar donde la espalda pierde su nombre, o sea, una
política exterior alineada con el imperio, es lógico que consideren que hay que
darle tiempo al gobierno de CAMBIEMOS, a pesar que éste ha hecho muchísimo en
ese sentido en sus primeros siete meses.
Pero aquellos que creemos en un
mercado controlado y regulado por el Estado; que es el Estado y no el mercado es
el que debe actuar como redistribuidor de ingresos; que desarrolle potentes
políticas industriales; que considere que los números sólo cierran, siempre y
cuando la gente quede adentro; que amplíe
derechos; que implemente políticas que favorezcan a los sectores medios y
populares; sostenga una política exterior todo lo independiente que sea posible considerando a América Latina la Patria Grande, resulta
hipócrita otorgar tiempo a un
gobierno que desde el primer día enarbola un modelo agro-exportador mixturado
con el de rentabilidad financiera. Eso no significa apostar a la crisis, sino simplemente
advertir sin rodeos ni eufemismos que se recorre un camino trillado con
resultados inexorablemente conocidos, que se pueden calificar de desastrosos,
apostando a la desprestigiada teoría del derrame.
“TODOS QUEREMOS QUE LE
VAYA BIEN AL GOBIERNO PORQUE ASÍ NOS IRÁ BIEN A TODOS LOS ARGENTINOS”
Pocas cosas más hipócritas que esta
frase políticamente correcta. Si el gobierno de Macri completa con eficacia el
plan DADA (Devaluación, Ajuste, Deuda (Endeudamiento) y Apertura (de la
economía), que retrotrae a la Argentina a un escenario cercano a los noventa,
con una crisis superlativa en algún momento indeterminado, sólo con beneficios para sectores
minoritarios, no quiero “el éxito del gobierno” por la sencilla razón que es el
fracaso para la mayoría de los argentinos. Pero al mismo tiempo,
dialécticamente, no hay que apostar al estallido, porque la posición de “cuanto
peor, mejor”, es dramática para la mayoría de los ciudadanos. Por primera vez
un gobierno claramente de derecha llegó, en democracia, a la Casa Rosada en
elecciones irreprochables. Es un hito, cuyo desarrollo completo, con sus daños
enormes y costos inconmensurables, puede ser una divisoria de aguas en el
contradictorio aprendizaje de los
pueblos.
Esto dicho, como decía el filósofo y
político marxista Antonio Gramsci, desde el optimismo de la voluntad, la esperanza que los
ciudadanos no tropiecen varias veces con la misma piedra.
“EL CAPITALISMO DE AMIGOS”
Las burguesías inglesa y francesa
realizaron su revolución y se apoderaron del poder político. Una clase es
progresiva cuando para cumplir sus objetivos debe incorporar a su proyecto a
otras clases sociales. La burguesía incorporó el trabajo asalariado que
reemplazó al esclavo o al siervo, es decir el salto que dio la humanidad del
feudalismo al capitalismo. El capitalismo hizo emerger a dos clases sociales:
la burguesía y el proletariado. Pero la revolución hizo temblar a la burguesía.
Por tomar la Bastilla, simbólicamente el pueblo se constituyó en el receptor de
las tres banderas históricas: libertad, igualdad y fraternidad. La burguesía la
ofreció como zanahoria y la alejó para que sea siempre un objetivo a alcanzar.
La democracia moderna surgió ahí: el republicanismo, la división de poderes,
habitan las tribunas, mientras en la
cancha reina el mercado que deviene mayoritariamente en concentración. La clase
social se reparte los negocios. En este caso la burguesía como clase distribuye
los frutos apetecidos. Es un capitalismo de amigos entre los integrantes de la
misma clase social. En cambio los países subdesarrollados, lo son en buena
medida por la debilidad o inexistencia de una burguesía. De ahí que es el Estado
es el que intenta fortalecerla o en algunos casos sustituirla. Y entonces el
Estado distribuye los negocios entre los más cercanos que da lugar al
estigmatizado como “capitalismo de amigos”. Lo que en un país desarrollado se
da entre los amigos de una clase social, en el subdesarrollado, el Estado
favorece a los más cercanos integrantes de aquellos que no pudieron apoderarse
como clase del Estado. Es decir de
aquellos que no pudieron hacer una revolución burguesa. Por todo ello hablar de
un capitalismo de amigos en la Argentina
es una perogrullada. Y decir que el capitalismo de amigos en un país
subdesarrollado resulta así inevitable, es políticamente incorrecto.
Exactamente a lo que queríamos llegar.
“LA JUSTICIA TIENE QUE SER
INDEPENDIENTE”
El filósofo griego Protágoras, casi
cuatrocientos años antes de Cristo afirmaba: “La justicia es lo que el hombre
rico dice que es”. En la democracia moderna nacida en el siglo XVIII, la
burguesía no realizó su revolución para caer bajo las garras de la pretendida
justicia independiente. Es una justicia que desde su origen nació para ser la
última trinchera del poder económico. A lo largo de más de dos siglos hubo
avances hacia el estado de bienestar, que fue una concesión necesaria del
capitalismo ante la presencia amenazante del comunismo, y que fue el momento de
su mayor crecimiento cuando morigeró en pequeña escala las desigualdades
sociales. Sobre deficiencias del modelo con presencia activa del Estado actúo
el neoliberalismo que apostó a la competencia armamentística, nuclear y
balística, que junto a las insuficiencias y debilidades del modelo soviético
produjo la implosión de éste. Sobre las piedras del Muro de Berlín se edificó
el mundo actual con un predominio hegemónico del capital financiero que pone en
tela de juicio la sustentabilidad del modelo capitalista.
En la mejor versión de capitalismo y
mucho más en la expresión más feroz, la justicia no puede ser independiente.
Será más o menos dependiente pero nunca
independiente. Sólo en ciertas fisuras circunstanciales, en un clima político
especial, como en Brasil actualmente, poderosos empresarios tienen como
alojamiento las cárceles.
El periodismo militante macrista, hace
bandera con la idea que ahora si la
justicia es independiente. Es la justicia que llamativamente consideró, a los quince días de haber asumido Mauricio
Macri, contra lo que venía sosteniendo en dos instancias, que no había
elementos para llevarlo a juicio oral por las escuchas. La misma que absolvió a
Prat- Gay. La que ha determinado ahora la inocencia del actual presidente del
Banco Central Federico Adolfo Sturzenegger por la causa del megacanje. El
macrismo no intervendrá en los casos que la justicia vaya contra funcionarios
del gobierno kirchnerista. Otro será el
cantar cuando alguien se atreva a ir contra funcionarios macristas.
En medio del tarifazo que llegó a la
justicia, en forma oculta Ricardo Lorenzetti visitó en la Casa Rosada al
presidente de la Nación, sin que estuviera presente, como lo exige la ley, la
otra parte.
Ni La Nación, ni Clarín, se rasgaron
las vestiduras. La hipocresía es de un
desparpajo superlativo!
UN APORTE GRIEGO
Yannis Stavrakakis, politólogo
griego, escribió: El término “posdemocracia” surge en la
última década en sociología y en teoría política para comprender
conceptualmente y marcar críticamente las patologías contemporáneas de la
democracia liberal, sobre todo en relación a las condiciones que establece el
capitalismo tardío. En este tipo de regímenes el aspecto formal de las
instituciones democráticas permanece intacto: por ejemplo, las elecciones se
desarrollan normalmente para las transiciones de un gobierno a otro. Aún así,
la magnitud del debate electoral se transforma en un espectáculo controlado,
manejado por expertos y regulado por los medios de comunicación dominantes,
donde se tratan temas seleccionados por ellos y donde la ciudadanía queda
reducida a un papel pasivo. Entonces, cuando se intenta realizar un verdadero
cambio (como en Grecia en 2015) los gobiernos se dan cuenta de que el alcance
de sus movimientos está muy restringido por las –supuestamente independientes–
instituciones supranacionales (el Banco Central Europeo, el FMI, etc.). En este
sentido, la política en tiempos posdemocráticos se forma cada vez más por la
interacción entre los gobiernos electos y por las instituciones de élite, así
como por los organismos que representan mayoritariamente intereses comerciales.
Este predominio de las fuerzas del mercado en la política no es considerado
escandaloso, como lo fue en el pasado, algo que debía ser camuflado de alguna
forma ahora de ninguna manera se esconde. Esto es abiertamente abrazado y, de
hecho, las instituciones públicas quedan subordinadas a esta dinámica. La nueva
gestión pública, en este sentido, ha buscado reformar las instituciones
–hospitales, universidades, etc.– de acuerdo a los lineamientos del sector
privado. Entonces, posdemocracia significa “democracia sin demos”, como indicó
Jacques Rancière, donde el pueblo desaparece de la escena política y su papel
en la toma de decisiones es reemplazada por una aristocracia tecnocrática, y
donde la soberanía popular es reemplazada por la soberanía de mercado. En otras
palabras, el “pueblo” es registrado en la esfera política como la “población”,
como un conjunto numérico de individualidades a ser administrado y disciplinado
biopolíticamente. Cuando las resistencias emergen, cuando las nuevas
subjetividades democráticas y populares se formulan, sus demandas son
denunciadas y desacreditadas bajo la etiqueta del peligroso e irresponsable
“populismo”. Si la defensa de las instituciones democráticas y los intereses
populares hoy lleva el nombre de populismo, entonces quizás el populismo
necesita ser tomado y canalizado en direcciones progresistas….. Desde la
antigua Grecia, la deuda fue un instrumento de dominación y explotación,
siempre uno muy brutal. No debemos olvidar que el establecimiento de la
democracia de Atenas está relacionada con la cancelación de la servidumbre por
deudas, con Solón de Seisachteia. También sabemos que la deuda funciona para
establecer y reproducir relaciones de dependencia colonial. En muchas
coyunturas históricas las relaciones de deuda estructuran el lazo social,
sobredeterminando los modos particulares de dominación económica y política.”
POLITICAMENTE INCORRECTO
Lamento desilusionarlos. No es
políticamente correcto pero es imprescindible ir por la colectora para
evitar aquello intrascendente que calma las conciencias inquietas pero que conduce de ninguna parte a la nada. Por lo
tanto hay que desnudar la falacia
de acudir a la necesidad de dar tiempo para saber hacia dónde “CAMBIEMOS” encamina
al país, porque el gobierno con sus
hechos es transparente en que intenta implantar en forma definitiva un
modelo agro-exportador mixturado con el de rentabilidad financiera con sus
tremendas consecuencias; por lo que resultará inútil cobijarse en lo
políticamente correcto. Por lo tanto oponerse claramente, afirmando que el
éxito del gobierno es un fracaso gigantesco para la mayoría del país, que no
hay en el capitalismo de un país subdesarrollado algo ligeramente diferente a
un capitalismo de amigos, que no hay justicia independiente porque la misma ha
sido creada para garantizar los derechos de los poderosos, todo lo cual es
políticamente incorrecto, pero mucho más cerca de sintonizar con la realidad.
Afirmar todo esto, apenas un pequeño muestrario de muchas zonceras más, es
políticamente incorrecto. Pero es la única forma que muchos ciudadanos con
suficientes años perciban que los Reyes Magos son los padres. De caminar
circunstancialmente por lo políticamente correcto no está nadie a salvo.
Incluso el autor de esta nota.
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