¿JUSTICIA INDEPENDIENTE ?
Los egipcios representaban a la justicia como una
mujer que tiene en su mano derecha una balanza que era el símbolo del equilibrio. En el siglo XV se le agregó
la venda para intentar expresar que debía arbitrar su función con prescindencia
de la condición del juzgado. Los republicanos con un discurso de cartón nos
hablan de la independencia del poder judicial sólo referido a los gobiernos,
pero callan u omiten la dependencia histórica de la justicia con el poder
económico. El filósofo griego Protágoras, cuatrocientos años antes de Cristo,
tenía una sabiduría de la que muchos propagandistas actuales adolecen;
afirmaba: “La justicia es lo que el hombre rico dice que es”. Su contemporáneo
y colega Platón, sostenía algo similar:
“Yo declaro que la justicia no es otra cosa que la conveniencia del más
fuerte.” El
escritor y político romano Petronio, contemporáneo de Jesús sostenía: “La justicia no es más que una
mercancía pública y el caballero que preside el tribunal ratifica las
transacciones.”
A 39 años del golpe establishment-militar la
justicia argentina retrocede y absuelve a los cómplices, instigadores y
beneficiarios civiles de los años de plomo. Después de muchas vueltas ha
juzgado y condenado a los ejecutores, los militares, pero ante el poder
económico propulsor y beneficiario, retrocede y huye.
El dueño del
Ingenio Ledesma, Carlos Pedro Blaquier, y el gerente administrativo de la
empresa durante la dictadura, Alberto Lemos, fueron beneficiados con un fallo
por el que se les dictó la “falta de mérito” en dos causas en las que estaban
procesados por su accionar en el genocidio en la provincia de Jujuy.
El periodista Alberto Dearriba escribió: “El Grupo Perriaux era hijo del Club Azcuénaga, que se reunía en una casa de
esa calle porteña, cedida por el
terrateniente Pedro Blaquier al coronel de caballería Federico de Alzaga, un
descendiente de una familia patricia que fragoteaba allí con civiles.
Coordinado después por el “Francés” Perriaux, el cenáculo proporcionó a la
dictadura a su primer y segundo ministro de Economía, Lorenzo Sigaut; al jefe
del Gabinete de asesores de Joe, Luis García Martínez, al secretario de
Agricultura, Mario Cadenas de Madariaga; al ministro de Comercio e Intereses
Marítimos de Roberto Viola, Carlos García Martínez; al secretario de Energía de
Videla, Guillermo Zubarán; al secretario de Hacienda, Horacio García Belsunce;
y a docenas de funcionarios. El Grupo Perriaux no era el único círculo de
confabulados. El Club Demos
le dio a la dictadura el número dos del Ministerio de Economía, Guillermo
Walter Klein, quien ocupó el cargo de secretario de Coordinación y Programación
Económica; el presidente del Banco Central entre el ’76 y el ’81, Adolfo Diz;
el secretario de Comercio, Alejandro Estrada; y el secretario de Hacienda entre
el ’81 y el ’82, Manuel Solanet. En La Plata operaba otro grupo fragotero que
integraban el que fuera luego ministro de Justicia entre 1978-1981, Alberto
Rodríguez Varela; quien se convertiría en ministro de Gobierno de la provincia
de Buenos Aires, Jaime Smart; y el que sería ministro de Obras Públicas de esa
provincia entre 1976 y 1981, Raúl Salaberry. Por supuesto que no se trataba de
compartimentos estancos; más allá de contradicciones menores, los grupos de
conspiradores compartían el mismo ideario y los mismos salones sociales en los
que intercambiaban información sobre la inminencia del golpe militar. El 24 de
marzo de 1976 todos tocaban la misma música con una coherencia inusual.”
La periodista Alejandra Dandán, en el
mismo sentido escribió al inicio del procesamiento a Blaquier: “La causa del Ingenio Ledesma incorporó una nueva prueba: el certificado del
registro de propiedad de un petit hotel de la calle Azcuénaga 1673, en la
Ciudad de Buenos Aires. El petit hotel es un lugar legendario en la historia de
las articulaciones políticas previas al golpe. Dio nombre al llamado Grupo Azcuénaga, creado en 1973, desde donde tras
la muerte de Perón salió la “mesa chica” de intelectuales orgánicos de la
dictadura nucleados en lo que se conoció como “Grupo Perriaux”. Según el
registro, la residencia perteneció a Carlos Pedro Blaquier entre 1971 y 1977.
La Cámara Federal de Salta acaba de confirmar el procesamiento del dueño del
Ingenio Ledesma en Jujuy por complicidad con crímenes de lesa humanidad. En su
indagatoria, Blaquier negó conocer el llamado Grupo Azcuénaga. El documento,
que muestra su relación con la casa de la calle Azcuénaga y por lo tanto con
ese grupo, refuerza las pruebas de su vínculo con el gobierno militar, al
mostrar su compromiso con “el grupo de apoyo y sostén teórico de la dictadura”
de la que se aprovechó económicamente.”
El escritor y periodista Vicente Muleiro en
su libro “1976 El golpe civil” escribió: “El Grupo Azcuénaga se conforma en
1973, con el gorilaje desorientado tras el rotundo triunfo del peronismo. Se lo denomina así porque funcionaba en el
petit hotel de Azcuénaga 1673. Daban charlas, conferencias y había
reuniones semanales con debates de dos horas. Pasaban unas 40 personas:
abogados, militares, periodistas. A medida que el gobierno peronista, tras la
muerte de su líder, entra en crisis y se debilita, la actividad del grupo se
acelera. Uno de los contertulios era Jaime Perriaux, que saca de allí una ‘mesa
chica’, que se reúne en Recoleta, donde sale la pata civil del videlismo con
eje en José Alfredo Martínez de Hoz y la participación de Mario Cadenas
Madariaga, Horacio García Belsunce (padre), Guillermo Zubarán, Enrique Loncan y
Armando Braun.”
En términos actuales, es el círculo rojo del
que habla y representa hoy Mauricio Macri.
CARLOS PEDRO BLAQUIER
Es el dueño del Ingenio y de él dependen en
forma integral pueblos como General San Martín y Calilegua. Entre el 20 y 27 de
julio de 1976 hubo sucesivos apagones y es preciso recordar que la distribución
de energía eléctrica era realizada por el Ingenio Ledesma. En el último día de
los mencionados, se produjo un gigantesco apagón y las fuerzas armadas con el
apoyo logístico del ingenio que proveyó el transporte y señaló a los que debían
ser apresados. Cuatrocientos secuestrados de los cuales veintinueve no
volvieron nunca más.
Olga Arédez, la extraordinaria compañera de
Luis Arédez, el intendente desaparecido posteriormente, que fue médico en el
ingenio y que como intendente tuvo la valentía de cobrarle impuestos a Ledesma,
declaró ante la CONADEP: “Mi marido fue cargado en la parte trasera de una
camioneta con el logotipo de la empresa Ledesma impreso en las puertas del
vehículo. La camioneta era conducida por un empleado de la propia empresa…Posteriormente me entrevisté con el administrador del
Ingenio Ledesma, el ingeniero Alberto Lemos. Él admitió que la empresa
había puesto sus móviles a disposición
de la acción conjunta llevada por las fuerzas armadas, en sus palabras, “para
limpiar el país de indeseables”. También aseguró que mi esposo, debido a su
actividad como asesor médico de los obreros, había resultado muy perjudicial
para los intereses económicos de la empresa.”
Olga realizó una cruzada épica dando vueltas sola
en la plaza, enarbolando una pancarta con la foto de su compañero, ante la
indiferencia y hasta el repudio de los habitantes de pueblos dependientes
totalmente del trabajo del ingenio. Hace 9 años escribí sobre esta notable
mujer: “ Olga Arédez camina sobre esas
baldosas que conoce de memoria. Algunos chicos la miran. Camina sobre ese
espacio poblado de miedo, de indiferencia, de silencios. Esos silencios
alimentados en la dureza económica que convierten al ingenio en prácticamente
la única fuente de trabajo. Olga camina. Superando sus propios temores. Con la
foto de Luis mirándola desde el cartel. Ella cree que de esa forma sus ovarios
le rinden el justo homenaje a ese médico con el que compartió buena parte de su
vida. El mismo que cuando fue intendente de Libertador General San Martín fue
capaz de hacerle pagar impuestos a los dueños de todo. Paradojas piensa Olga.
Los que todo poseían, consideraban lógico no pagar nada. Se les podía aplicar
esa frase que canta Joaquín Sabina: “Eran muy pobres, sólo tenían dinero.” Esos
pies caminan. Esos pies avanzan. Esos pies transportan a Olga Márquez, a la que
todos conocen como Olga Arédez. Vuelve a recorrer esa plaza de ese pequeño
pueblo, Libertador General San Martín, que entró junto a Calilegua al
conocimiento público de la mano de una tragedia: “La Noche del Apagón”. Esos
pies caminan mientras Olga recuerda. “El 24 de marzo de 1976, a las tres de la
mañana, se lo llevaron a Luis. Unos días después lo devolvieron. Su marido
decidió olvidar el horror padecido……. Viernes 13 de mayo de 1977. Luís sale con
su auto del Hospital de Fraile Pintado en dirección a su casa. En la ruta es
interceptado. Unos vecinos lo recuerdan acompañado de hombres de civil y con
lentes oscuros. Les llama la atención que lo saludan y no responde. El auto es
encontrado abandonado en las cercanías del Jardín Botánico de la Ciudad de
Buenos Aires seis meses más tarde. Olga
camina e intenta recordar el último abrazo, el último contacto de sus labios.
Esos pies caminan. Esos pies transportan los recuerdos. Al mes del secuestro,
al término de una misa en la Ciudad de Libertador General San Martín llaman al
domicilio de Luís, atiende su hijo Ricardo y el lugar es copado por la Gendarmería Nacional que tiene su
sede, como no puede ser de otra forma, en el Ingenio Ledesma. Como de costumbre
se llevaron todas las pertenencias. Esos pies caminan. Con un pañuelo blanco en
la cabeza. Esos pies arrastran esta trágica historia. En agosto de 1977 se
presentan en su domicilio tres personas en un Ford Falcón, de civil y lentes
oscuros. Piden hablar con Olga y quieren
que salga a la calle. Ella se resiste al pedido y como los vecinos están
observando, imprevistamente, los sujetos se retiran. Esos pies dejaron de
caminar el 17 de marzo del 2005. Esos pies sucumbieron ante la bagazosis, una
enfermedad respiratoria originada por la inhalación del polvillo del bagazo
viejo y seco. Otra vez el Ingenio Ledesma.”
Toda esta
historia ha sido reflejada en un excelente documental, “Sol de noche” con la
voz en off y la producción del periodista Eduardo Aliverti y la dirección de
Pablo Milstein y Norberto Ludin.
¿JUSTICIA INDEPENDIENTE?
Carlos
Pedro Blaquier es abogado, doctor en derecho y posa de filósofo. Fue absuelto
junto a su gerente. Se consideró que a pesar de estar probada la participación
de la empresa en las desapariciones, no existen pruebas suficientes que
Blaquier lo supiera. Su identificación con la dictadura está fuera de dudas.
Escribió Vicente Muleiro: “Una solicitada de Ledesma en la que saludaba el primer aniversario del
golpe. O la carta destinada a “mi querido Joe”, en la que Blaquier escribe a
José Alfredo Martínez de Hoz y analiza cómo conseguir fondos entre los
empresarios para sostener una campaña de prensa en el exterior que diluya las
críticas hacia la Argentina.”
La justicia, la última trinchera del poder
económico, aleja a Magneto y Mitre de comparecer ante los tribunales por Papel
Prensa o absuelve a Vicente Massot de “La Nueva Provincia”.
La “justicia independiente” se frena en las puertas del poder económico.
Precisamente su independencia de los intereses populares es lo que se denomina
independencia a secas. Así se detiene en las puertas de la Ford, de Mercedes
Benz; de Acindar, de Astarsa, de Papel Prensa, de la Nueva Provincia……
En síntesis: Blaquier instigó el golpe, facilitó su
palacete para que se reunieran los conspiradores civiles; luego de producido el
golpe señaló a los que había que hacer desaparecer y facilitó los medios de
movilidad para concretar sus deseos; y
luego hizo público su apoyo a los ejecutores de la política económica y su
necesario complemento en el terrorismo de estado. Pero para la justicia
independiente, no sabía lo que sucedía. Con el mismo argumento se hubiera
podido absolver a Videla y Massera.
El arzobispo salvadoreño Oscar Romero,
asesinado durante la celebración de una misa, emblema de la defensa de los
derechos humanos, quien sostenía que “la misión de la iglesia es identificarse
con los pobres, así la Iglesia encuentra su salvación”; con relación a la justicia decía: “Es igual a las serpientes: sólo muerde a
los que están descalzos”
José Hernandez en 1872, en su “Martín
Fierro”, le contestaba premonitoriamente a los Sabsay, Lorenzetti, Monners Sans
y tantos otros, juntos a los epígonos periodísticos como Aguinis, Fernández
Díaz, Morales Solá y siguen los nombres: “La ley es
tela de araña, y en mi ignorancia lo explico,/no la tema el hombre rico, no la
tema el que mande,/pues la rompe el bicho grande y sólo enrieda a los
chicos./Es la ley como la lluvia, nunca puede ser pareja,/el que la aguanta se
queja, más el asunto es sencillo,/la ley es como el cuchillo, no ofiende a
quien lo maneja./Le suelen llamar espada y el nombre le sienta bien,/los que la
manejan ven en dónde han de dar el tajo,/le cae a quien se halle abajo, y corta
sin ver a quién.”
22-03-2015
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