A 39 años del
golpe establishment-militar
OLGA AREDEZ
ESOS PIES
Esos pies
caminan.
Esos pies
avanzan.
Esos pies
transportan a Olga Arédez.
Sobre esos pies
se escribe una gesta de lucha.
La plaza está
vacía. Sólo una mujer de cabellos blancos la recorre con un cartel. En la
pancarta una foto. Y desde ella mira Luís Arédez, el médico que recetaba a los trabajadores del Ingenio
Ledesma los remedios adecuados, aunque fueran caros. Esos medicamentos de lo
que no estaban dispuestos a hacerse cargo los Blaquier, los dueños de todo, en
esos pueblitos de Jujuy caídos de los mapas.
Olga Arédez
camina y recuerda: Luís fue llamado por el dueño de la Empresa Ledesma en ese
entonces Ing. Herminio Arrieta que le planteó no gastar tanto en
remedios; que la empresa no está dispuesto a hacerlo. Según las palabras
textuales "a la empresa le importa producir."
Olga Arédez
camina sobre esas baldosas que conoce de memoria. Algunos chicos la miran.
Camina sobre ese espacio poblado de miedo, de indiferencia, de silencios. Esos
silencios alimentados en la dureza económica que convierten al ingenio en
prácticamente la única fuente de trabajo.
Olga camina.
Superando sus propios temores. Con la foto de Luis mirándola desde el cartel.
Ella cree que de
esa forma sus ovarios le rinden el justo homenaje a ese médico con el que
compartió buena parte de su vida. El mismo que cuando fue intendente de
Libertador General San Martín fue capaz de hacerle pagar impuestos a los dueños
de todo. Paradojas piensa Olga. Lo que todo poseían, consideraban lógico no
pagar nada. Se les podía aplicar esa frase que canta Joaquín Sabina: “Eran muy
pobres, sólo tenían dinero”
Esos pies caminan.
Esos pies
avanzan.
Esos pies
transportan a Olga Márquez, a la que todos conocen como Olga Arédez.
Vuelve a
recorrer esa plaza de ese pequeño pueblo, Libertador General San Martín que
entró junto a Calilegua al conocimiento público de la mano de una tragedia: La
Noche del Apagón.
Esos pies
caminan mientras Olga recuerda. El 24 de marzo de 1976, a las tres de la
mañana, se lo llevaron a Luís. Unos días después lo devolvieron. Su marido
decidió olvidar el horror padecido.
El 22 de julio,
en el invierno de ese año gélido, la luz se apagó y en las sombras, el ejército
y otras fuerzas de seguridad, secuestraron
400 personas de las cuales treinta no volvieron nunca. Los detenidos
eran transportados en vehículos de los dueños de todo, de un Ingenio donde el
azúcar es para pocos y la miseria para todos.
Esos pies
caminan.
Esos pies
avanzan.
Olga recuerda:
veinte vecinos de Libertador, diez de Calilegua tragados definitivamente por el
apagón.
La memoria le
pone alas a los recuerdos. Olga y Luís llegaron desde Tucumán a Libertador en
1958. Y como diría una crónica: “El doctor Arédez se enfrentó a los dueños del
ingenio exigiendo mejoras en las condiciones sanitarias de los trabajadores de
la zafra.” Y encima brindaba atención gratuita a las familias más pobres.
Esos pies
caminan.
Esos pies
avanzan.
Esos pies
testimonian la dignidad.
Olga mira la
pancarta. Una sonrisa se dibuja en su rostro. Recuerda el nacimiento de sus
hijos y el único nieto que llegó a conocer Luís.
Olga mira el
cartel. Sus labios se contraen. El recuerdo que transportan esos pies cansados
es el de la segunda detención de su esposo.
Viernes 13 de
mayo de 1977. Luís sale con su auto del Hospital de Fraile Pintado en dirección
a su casa. En la ruta es interceptado. Unos vecinos lo recuerdan acompañado de
hombres de civil y con lentes oscuros. Les llama la tención que lo saludan y no
responde. El auto es encontrado abandonado en las cercanías del Jardín Botánico
de la Ciudad de Buenos Aires seis meses más tarde.
Olga camina e
intenta recordar el último abrazo, el último contacto de sus labios.
Esos pies
caminan.
Esos pies
transportan los recuerdos.
Al mes del
secuestro, al término de una misa en la Ciudad de Libertador General San Martín
llaman al domicilio de Luís, atiende su hijo Ricardo y el lugar es copado por la Gendarmería Nacional que tiene su
sede, como no puede ser de otra forma en el Ingenio Ledesma. Como de costumbre
se llevaron todas las pertenencias.
Esos pies
caminan.
Con un pañuelo
blanco en la cabeza.
Esos pies
arrastran esta trágica historia.
En agosto de
1977 se presentan en su domicilio tres
personas en un Ford Falcón, de civil y lentes oscuros. Piden hablar con Olga y
quieren que salga a la calle. Ella se
resiste al pedido y como los vecinos están observando, imprevistamente, los
sujetos se retiran.
Esos pies
dejaron de caminar el 17 de marzo del 2005
Esos pies
sucumbieron ante la bagazosis, una enfermedad respiratoria originada por la
inhalación del polvillo del bagazo viejo y seco. Otra vez el Ingenio Ledesma.
Olga Arédez, su historia, revelan con
notable claridad la vinculación entre los intereses económicos, autores
intelectuales del golpe criminal del 24 de marzo y sus ejecutores materiales.
Cuando los pies
ya caminaban fatigados, Olga Arédez redactó un recurso de amparo contra el
Ingenio Ledesma por la contaminación que produce el bagazo.
Ese juicio sigue
su marcha, más allá del intento de los abogados de la empresa para darlo por
concluido.
Desde más allá
de la vida, los pies de Olga Arédez siguen caminando.
Con su dignidad,
con su valentía, con su testimonio.
Esos pies siguen
caminando señalando a los culpables.
Esos pies.
Esa mujer.
Olga Márquez de
Arédez ya no está sola.
Su testimonio
reúne pequeñas multitudes, allí donde el horror puso en movimiento esos pies
que caminaron en busca de justicia.
Sus pies no
caminaron en vano.
Han quedado sus
huellas en esta historia de la Argentina Trágica.
2-08-2006
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