25 octubre 2014

         ISLAS DE 1976
                            


 Aún hay islas de la dictadura enclavadas en el territorio ganado por la democracia.  Ahí en Lomas del Mirador, se estableció hace unos años un destacamento policial después de un par de hechos delictivos, en uno de los cuales fue asesinado  Gustavo Lanzavecchia, el peluquero y decorador de Susana Giménez. En esa zona, los profundos abismos sociales conviven apenas separados por algunas calles. El Barrio 12 de Octubre, donde vivió Luciano Arruga, es una villa que ocupa una  manzana con pasillos estrechos y arquitectura desigual. Enfrente está la Plaza República y luego algunas cuadras de buenas casas, con sus enrejados rutinarios y vehículos modernos de variada gama, en un diagrama irregular donde la calle Perú parece una frontera. En una de las esquinas del Barrio 12 de Octubre está ubicada la casa de Mónica Alegre, la madre de Luciano Arruga.
El destacamento dependía de la Comisaría 8 de la Policía Bonaerense, la que en los años de plomo se conoció como “Sheraton” porque contaba con un televisor y por donde pasaron y quedaron como desaparecidos el sociólogo Roberto Carri, su mujer Ana María Caruso y el famoso creador de historietas Héctor Germán Oesterheld. El que  regenteaba ese centro de detención y torturas en esos tiempos fue Leopoldo Luis Baume que luego pasó como comisario por la ciudad de Marcos Paz donde se registraron una cantidad de desapariciones desde su llegada. En ese espacio difuso donde el pasado se abraza al presente, el destacamento dependiente de la Comisaría 8 fue creado a instancia de un grupo de vecinos encabezados por Gabriel Lombardo, referente en su momento de Francisco de Nárvaez  y que declaró al diario La Nación: “Me dirán nazi o fascista, pero los malandras están en las villas”.


 Hoy Vanesa, la hermana de Luciano,  con el fervor y la contundencia que la caracteriza sostiene lo contrario: “Cerrar el destacamento que se inauguró en el 2007 por un pedido de mayor seguridad de un grupo de vecinos en beneficio de un sector social económicamente bien posicionado y que al mismo tiempo podían controlar a los barrios humildes “12 de Octubre” y “Santos Vega”, es un triunfo. Ese lugar terminó con la vida de mi hermano. Lo desparecieron. Para nosotros, cerrar ese lugar fue muy importante y lograr que se convierta en un espacio de la memoria social y cultural en defensa de los Derechos Humanos de los jóvenes humildes es un logro en democracia.”  

   
Luciano tenía 16 años en el 2009. Hincha de River, al punto de haber prometido llamar a su hijo cuando lo tuviera como Enzo  Ramón ( por Francescoli y Díaz) fue abandonado por su padre a los seis años.  Según su admirable  hermana Vanesa Orieta, era divertido, con sentido del humor, le gustaban los Redonditos de Ricota, la cumbia colombiana  y hasta  unos meses antes de su desaparición trabajaba en una fundidora de metales, durante 12 horas diarias, junto a su hermano Mario que entonces tenía sólo 13 años y que trabajaba 7 horas diarias. Luciano  completaba sus ingresos cartoneando. Hacía unos meses estaba aprendiendo tocar una guitarra que le había regalado su hermana por quien sentía verdadera devoción.
 El 22 de septiembre  del 2008 había sido detenido y torturado como testimonia Vanesa: “Nos contó que un grupo de policías que cometía delitos con jóvenes en el barrio intentó sumarlo diciéndole que iba a poder llevar plata a su casa. Luciano dijo que no y comenzaron a pararlo, le decían “vas a terminar en un zanjón” o “negro de mierda, tenés los días contados”. Lo detuvieron varias veces cuando estaba con su carrito de cartones o con los amigos. Las tres comisarías de la zona tuvieron roces con mi hermano.”  En el medio de “La vaca” puede leerse: “Testigos de la causa de Luciano declararon que cada vez que fueron detenidos en la Comisaría 8°, de la que depende el destacamento, los colgaron de las rejas hasta que se dormían los brazos y ahí empezaban a pegar”. Vanesa lo escuchó gritar a Luciano por los golpes que le daban.   
El 31 de enero del 2009 Luciano Arruga fue interceptado por la policía bonaerense en Lomas del Mirador. Cuenta su hermana: “Ese 31 de enero lo empezamos a buscar y la sospecha surgió de inmediato. Luciano no tenía adicciones ni problemas con la familia. Las primeras palabras de los vecinos fueron “vimos cómo la policía paraba a un chico parecido a tu hermano cerca de la plaza”, a dos cuadras de la casa de mi mamá. Cuando fuimos al destacamento con cara de nada nos dijeron que no estaba ahí.” Afirma Vanesa: “Luciano fue desaparecido por 8 policías, pero para su concreción contaron con la desidia del poder político y judicial.”
CARTA DE MÓNICA ALEGRE A SU HIJO LUCIANO
Fue el 25 de enero del 2014 que hizo pública una carta. Como tantas otras madres que pasan por la tragedia de perder a un hijo, ese hijo ha parido a una nueva madre. Eso lo confiesa en este relato entre confesional y todavía con una pizca de esperanza, cuando Mónica Raquel Alegre la leyó en la Jornada Cultural por los Derechos Humanos, con el título de: “Luciano, un trébol de cuatro hojas”
En todos los festivales que se han hecho para pedir justicia y recordar a mi hijo he agradecido a la gente que nos acompaña. Esta vez quiero hablarle a Luciano: Negro, hoy quiero darte las gracias por haberme enseñado a luchar, por haberme dado fortaleza, y por haber puesto en mi camino personas que estuvieron en el momento justo e indicado para posibilitar que lleguemos hasta acá. Vos me hiciste otra persona. Me enseñaste a no permitir que me pisoteen y a hacer valer mis derechos. Vos, con 16 años y siendo mi hijo, me enseñaste a mí, tu madre de 45, a seguir en pie, a levantar la cabeza. A mis hijos siempre les enseñé el respeto. Les enseñé a tener sueños, ilusiones, esperanzas. A vos te decía “tenés que tener principios”. “¿Y qué son los principios?”, me preguntabas. Y yo te respondía que son las cosas en las que crees en la vida, son tus valores, lo que te guiará cuando estés grande. Un día me dijiste, “¿te acordás toda esa sanata que me dijiste vos? Hoy se quién soy, soy Luciano Nahuel Arruga, un pibito que vive en una villa, estoy orgulloso de ser nieto de Martha y hermano de Vanesa”. Vos me decías que estabas orgulloso de tus raíces, de tu esencia. Eso me marcó. Sobre todo porque sé que careciste de muchas cosas, de un pedazo de pan. Eso es muy fuerte para mí. Vos, negro, eras muy sabio. Cuando me caigo, cierro los ojos y te recuerdo. Me acuerdo del sacrificio que hacías por ser alguien, por aprender un poquito más, por tener mejor aspecto. La vida no te fue fácil. Todo te costó mucho. ¿Sabes, Lu?, quiero estudiar. Nunca me voy a olvidar que un día, frustrado por mi desconocimiento de algunas cosas que te parecían importantes, me dijiste “ma, vos no entendés nada, vos siempre lo mismo”, “ma, siempre igual, no sabés”. Quiero que sepas que ahora mi anhelo es crecer, es cambiar y que vos reconozcas en mí otra persona. Ya sé que el estudio no hace mejor a nadie, pero también es cierto que es una buena llave. Es verdad que lo que vale es la esencia de cada cual, y yo soy ésta, Mónica, la que toma mate en casa y que desde hace cinco años te espera. Pero ahora quiero que la educación me pula un poco, que ayude a que no me pasen por arriba. Vos sabes que no pulirse en la vida es quedarse dormido en la ignorancia. Quizás me di cuenta tarde, pero me di cuenta. En este último año he tomado conciencia que durante mucho tiempo me limité a esperarte. Amo a mis otros hijos, pero mi mundo, mi casa, yo, nos vinimos abajo. Yo estaba pero no estaba. Veía que todo se caía y que no podía hacer nada para detenerlo. Sabía que todo se hacía mil pedazos. La copa se caía, no podía hacer nada para atajarla, y decía “es mi copa, mi copa más querida”. Ahora solo recojo y trato de juntar pedazo por pedazo. Hay que hacer un trabajo muy fino para reconstruir esa copa rota y capaz me lleve toda la vida. Hoy mis hijos son grandes. Mario tiene 18 y Mauro tiene 16.
Cuando Vanesa, mi otra hija, me pedía a gritos, y decía “por favor mamá, no puedo más”. Me preguntaba por qué se hacía tanto problema. Yo pensaba que vos ibas a volver. Yo te esperaba. No tomé consciencia y dejé que mi hija se cayera. Durante dos años de mi vida dañé sin quererlo. Yo perdí a un hijo. Ellos perdieron a un hermano y perdieron a su madre. Perdieron su familia. Quizás fui egoísta en mi desesperación. Quizás les hice daño, a ellos que son lo que más quiero.
Resta reparar ese daño.
……¿Cómo llamar a los que te hicieron daño? No sé qué palabra, que adjetivo usar. No los odio. Son personas que no merecen ni siquiera mi odio. Sí mi pena. Por ese hijo que van a abrazar, por esa madre que van a besar, por esa mujer cuyo cuerpo tienen al lado. Esos brazos fueron los que mataron un niño de 16 años. Les tengo pena. Que la vida me libre de que alguien tenga hacia mí un sentimiento tan terrible como ese. Es el sentimiento más feo que un ser humano le puede tener a otro. A una cucaracha le tengo fobia. A un gusano le tengo asco. A los ocho policías que le hicieron daño a mi hijo, les tengo pena. Hace 5 años que aprendí que ese sentimiento es el peor. Hace dos años, en un festival pasado, dije “no te voy a llorar más frente a la gente. Te voy a llorar todos los días de mi vida pero sola. No me verán bajar los brazos”. Los que me quisieron despedazar y destrozaron tu vida me verán de pie. No van a tener que pelear solo con tu recuerdo, también conmigo. Les voy a dar la pelea y si sienten un aire en la espalda, no es el viento, soy yo que les está respirando desde atrás. Hoy recuerdo todo y a todo le doy un significado. Cada charla que tuvimos, tu desaparición, la búsqueda de justicia, la lucha. Más allá del dolor, eres un trébol de cuatro hojas. Siempre tengo la certeza de que no estoy sola. Por vos he viajado, he aprendido, he conocido el mar, tal como vos querías.
Te doy gracias también por haberme enseñado a no ser tan egoísta. Por ayudarme a poner mis ojos en los semejantes. Por llevarme a tantos lugares en donde descubrí que hay muchos Lucianos, muchas Mónicas, muchas Vanesas que a veces no llegan a tener el alcance que tuvo tu voz. Te voy a recordar todos los días de mi vida. Pero no me van a ver llorar. Nadie se va a regocijar con mi dolor. Eso lo he aprendido con el tiempo. Estoy orgullosa de ser Mónica Raquel Alegre, madre de Luciano Nahuel Arruga. Parí un argentino y negro que no quiso robar y estoy orgullosa de eso.”
APARECEN LOS RESTOS DE LUCIANO
Cinco años y ocho meses después apareció el cuerpo de Luciano enterrado como NN en la Chacarita,  víctima de un accidente de tránsito cuando  intentaba cruzar la avenida General Paz, descalzo, desde la Capital hacia la provincia, a la altura de Emilio Castro, cuando fue embestido por un automovilista, mientras cruzaba el carril rápido. ¿De quienes huía? El conductor de 21 años, llamó al 911 y una ambulancia del SAME trasladó al adolescente al hospital Santojanni, donde falleció.
Hay demasiados puntos oscuros en un caso donde se mezclan y se superponen policía corrupta que coopta jóvenes y los instigan y amparan para que cometan delitos de los que son beneficiarios  bajo la amenaza de detenerlos y torturarlos, una justicia inoperante acentuada por la extracción social de la víctima, un Hospital que actúa con sorprendente desidia al negarle toda información a  la madre que pasó por ahí requiriendo por su hijo el día siguiente al de su desaparición; un Estado que no correlaciona la información disponible, en un escenario de desigualdad social, privatización de la seguridad y territorios liberados. Se puede agregar en esa superposición de pasado y presente, torturas y trabajo infantil.   

LA BÚSQUEDA DESESPERADA CONTADA EN UNA CARTA DE SU HERMANA

“Cuando a los 45 días de tu desaparición alguien se decide a hablar y me cuenta que habías sido detenido y golpeado, que te habían visto prácticamente muerto en el ex destacamento policial de Lomas del Mirador, no me sorprendió lo que decía quien luego se convertiría en testigo de identidad reservada, y acto seguido, en un testigo atemorizado por las amenazas. Una vez terminado el relato corrimos con la petisa, las dos entramos a esa casa inaugurada como destacamento en el 2007. Nos atendió Herrera y nos invitó a entrar a su oficina. Sin poder controlarme, lo primero que salió de mi boca fue: ‘Devuélvanme a mi hermano, sé que ustedes lo detuvieron y lo golpearon, devuélvanmelo ahora porque los voy a hacer mierda’. Después de algunos cruces de palabras, nos dejó en su oficina. Sobre el escritorio quedaría un arma y dos balas. Con la petisa nos miramos y sin decir una palabra entendimos todo, supimos que ellos no iban a devolverte, y que el camino por justicia a partir de ese momento lo construiríamos nosotros, tus familiares y amigos”.
“La justicia que tiene oficinas, fiscales y jueces, en esta causa nunca existió. Durante los primeros 45 días exigíamos a la fiscal Roxana Castelli que investigara a la Bonaerense, pero le otorgó la investigación del caso a ese organismo. Vendría el escondimiento de pruebas, las amenazas a testigos, a tu familia y amigos, y por qué no, el ocultamiento definitivo de tu cuerpo. Así, nos alejábamos de la verdad. Mientras tanto, seguíamos golpeando puertas de funcionarios que lejos de entender este caso como hecho grave de violencia institucional, se preocupaban por distinguir cuán opositora podía ser yo. Más opositora tu hermana, más se iban deshumanizando, convirtiéndose en los peores opositores a la memoria, la verdad y la justicia.
Las visitas a las oficinas de funcionarios políticos y judiciales con poder de decisión, sólo endurecerían mi mensaje a favor de la vida y en defensa de los derechos humanos de pibes y pibas de los barrios humildes como vos. Escuchar una verdad que se pretende invisibilizar molestaría a ‘militantes’, doctores y licenciados. Hablar de tu causa como ejemplo de una problemática terminaría con nosotros echados, ninguneados, discriminados, maltratados y todos los ‘ados’ que se imaginen. Nos tuvimos que hacer fuertes en la discusión, levantar la mirada, hablar con firmeza y exigir nuestro derecho como víctimas sin sentir que nos estaban haciendo ningún favor, sin sentirnos opositores, sin sentir cómo pretendían hacernos creer que denunciando esta causa, jugábamos para la derecha. Tuvimos que aprender entre muchas otras cosas a tener cintura política, porque aunque suene triste, ese es el juego perverso de este sistema mezquino.
Luego de Castelli vendría la fiscal Celia Cejas, ella junto al juez Gustavo Banco darían lugar a la segunda etapa de impunidad. En vez de investigar a la Policía por tu desaparición, nos investigarían a nosotros, las víctimas. Así fue como mi teléfono, junto con el de mi vieja y abuela serían pinchados. Durante un año y medio se metieron en nuestra privacidad, nos investigaron, nos criminalizaron, dejaron pasar el tiempo, 4 años en los cuales se intentó por sobre todas las cosas desgastar a tu familia. Nosotros sufrimos hasta el día de hoy la tortura psicológica de no saber la verdad, de no poder acceder a una justicia que investigue, castigue y al mismo tiempo nos libere de la incertidumbre de no saber dónde estás”.
“Castelli, Cejas y el juez Banco afrontarán un jury de enjuiciamiento por faltar a los deberes de funcionarios públicos y violar los derechos de tu familia como víctimas que en vida buscan justicia. Ellos junto a Scioli, Casal, Stornelli, Espinoza, Arcidiacono y toda la basura política son los responsables de muchos años de desidia e impunidad. Ellos son los responsables de que tu desaparición se consolide. Y si hoy Herrera, el mismo que dejó esas balas sobre su escritorio, tiene en su poder herramientas jurídicas que lo amparan para volver a trabajar en la fuerza, es por el nulo compromiso asumido por estos funcionarios”.
“Fecter, Sotelo, Monte, Vázquez, Márquez, Díaz, Herrera, Zeliz… Ellos saben la verdad. Ellos son los mismos que nos amenazaban cuando estábamos realmente solos, cuando la Justicia y la política se asociaban para silenciarnos. Ellos son los que adulteraron el libro de guardia del destacamento, los que se mantuvieron estacionados en el monte Dorrego durante varias horas la madrugada del 31 de enero de 2009, donde un perro detectaría tus restos. Ellos son los que manejaban el patrullero que salió de jurisdicción la madrugada que desapareciste. Ellos son los que lavaban un patrullero, también detectado por un perro que buscaba tus restos, en la cara de la fiscal Cejas, cuando debía hacerse una investigación judicial. Ellos son los que mintieron en su declaración. Estos delitos, junto a otros, son las pistas que fundamentan nuestra hipótesis de que ellos te desaparecieron”.
“Después de 4 años de impunidad logramos junto a los abogados sacar la causa de la Justicia provincial. Al federalizarse cambió la carátula; lo que antes era considerado una simple averiguación de paradero se transformaba a partir de marzo de 2013 en DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONA. Y si bien esto no es más que un título, el peso es grande, como grande será la mancha en la conciencia de muchos y muchas. Porque la presión de esta lucha va dejando en evidencia a aquellos que intentan ocultar, silenciar o deslegitimar, y tendrán que ubicarse de un lado o del otro, porque los derechos humanos se defienden o se violan, no hay puntos medios. Y para defenderlos, primero tenemos que dejar de ser simples soldados respondiendo a la voz de mando, para pasar a ser actores con memoria activa, crítica y humana; para dar lugar a las voces que quieren ser silenciadas, para sacar a la luz la verdad y de ese modo acceder a una real y total justicia.
Por vos, Lu, por los 200 desaparecidos y los 4000 asesinados por las diferentes Fuerzas de Seguridad en democracia, gritamos fuerte: ¡NUNCA MÁS!”.
ISLAS DE 1976


Mientras estas islas sobrevivientes de la dictadura establishment- militar permanezcan como cuerpos extraños en el territorio democrático, con uniformados que heredaron aquellas prácticas                          ( torturas, territorios liberados, NN, ocultamientos de los cuerpos), con complicidades generalizadas junto a negligencias insostenibles, lo que comenzó en 1976 seguirá vivo, conviviendo con lo que tanto costó alcanzar.
Nuevamente es necesario recurrir a la voz de Vanesa para cerrar esta nota: “No vamos a parar acá, ya que lo ocurrido fue sólo un cambio de mirada. Quiero que recuerden a mi hermano como un negro villero argentino, que se negó a robar para la policía. Esto recién empieza, porque necesitamos saber la verdad. Los pobres tenemos derecho. Vencimos a la impunidad, a la mirada discriminatoria y criminalizante hacia los jóvenes. Ahora necesitamos saber qué pasó con Luciano esa noche. Esto no cierra hoy”. Esta nota precisamente concluye con las mismas dudas de Vanesa.  

23-10-2014









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