22 febrero 2013

MALA LECHE




El memorándum firmado con Irán está atravesado por las incertidumbres, oscuridades, operaciones, presiones y todos los aspectos deleznables del régimen iraní; más el conjunto de circunstancias que convirtieron a Irán en el culpable ideal para el gobierno menemista, EE.UU e Israel, sumado a ello la espantosa investigación armada que llevó a que en un juicio oral los imputados quedaran libres,  declarados inocentes y resultaran procesados el juez y los fiscales. Esa es la base o punto de partida de la investigación del fiscal Alberto Nisman, donde vuelve a subestimarse o minimizarse la pista siria. A eso se adiciona la complicidad de las autoridades argentinas de origen judío de entonces, con su prolongación en algunas de las actuales y que como siempre son la extensión de la embajada israelí y su alineamiento sin fisuras ni críticas de la política exterior del Estado de Israel. En el plano interno, la oposición que es mera comentarista de las iniciativas del gobierno, aglutinada por los medios dominantes, se abroquela unánimemente junto a la AMIA y DAIA, convirtiendo una cuestión que debería ser política de estado en un episodio más de la batalla kirchnerismo- antikirchnerismo.


La presión de sectores activos de la comunidad argentino-judía es tan fuerte, que rabinos que siempre han estado en campos opuestos, hoy confluyen con matices significativos en un campo común, el reaccionario y sinuoso diputado macrista Sergio Bergman y el progresista Daniel Goldman. Los familiares de las víctimas también están divididos por la iniciativa del gobierno. Memoria Activa con su figura más conocida Diana Malamud y la Asociación de Familiares y Amigos de las víctimas con su referente Sergio Burstein apoyan con algunos recaudos, mientras que Laura Ginsberg de APEMIA (Agrupación por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la Amia)  se opone frontalmente. 
Más allá de las dudas e incertidumbres, de los interrogantes que la realidad necesariamente develará, el memorando es un intento riesgoso pero valorable de movilizar una causa congelada, sesgada, con destino de impunidad. 
Pero el objetivo de esta nota no es volver sobre el tema que he tratado en dos extensas notas como “El delicado memorando con Irán” y “El camino de Santiago”, sino demostrar que la mala leche que se derrama generosamente alcanza en algunos periodistas un nivel superlativo.
Joaquín Morales Solá es un periodista que se autoproclama independiente, desde el diario La Nación, que es desde su nacimiento hace 143 años el periodismo más militante del país.
El memorando con Irán tiene nueve puntos; algunos despiertan interrogantes que no están contestados en el lacónico compromiso mutuo, pero  ninguno es tan claro como el primero que dice textualmente bajo el título “ESTABLECIMIENTO DE LA COMISIÓN”, lo siguiente: “Se creará una Comisión de la Verdad compuesta por juristas internacionales para analizar toda la documentación presentada por las autoridades judiciales de la Argentina y de la República Islámica de Irán. La Comisión estará compuesta por cinco (5) comisionados y dos miembros designados por cada país, seleccionados conforme a su reconocido prestigio legal internacional. Estos no podrán ser nacionales de ninguno de los dos países. Ambos países acordarán conjuntamente respecto a un jurista internacional con alto standard moral y prestigio legal, quien actuará como presidente de la Comisión.”     
El editorialista de La Nación escribió el domingo 17 de febrero del 2013, página 25: “La Comisión de la Verdad que se creará entre ambos países una vez que los Parlamentos hayan aprobado el acuerdo tendrá cinco miembros. Dos serán nombrados por la Argentina, dos por Irán y el quinto tendrá la aprobación del régimen de Teherán. La hábil diplomacia iraní se ocupará de que ese quinto y crucial miembro de la comisión sirva, en última instancia a sus intereses. Tres a dos a favor de Irán….”
Compárese el texto firmado con la deformación maliciosa que del mismo hace Morales Solá desde su “profesionalismo independiente”. Es realmente benévola la calificación de mala leche que da el título a esta nota.
Como decía Emiliano Zapata, aquel notable dirigente campesino de la Revolución Mejicana: “El que quiera ser águila que vuele, el que quiera ser gusano que se arrastre, pero que no grite cuando lo pisen.”

21-02-2013     
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